Esta novela transcurre en el Londres victoriano, en la época en que la teoría de los viajes en el tiempo empezó a hacer furor a raíz de la publicación de La máquina del tiempo, de H. G. Wells, quien por cierto desfila entre sus páginas, como también lo hacen Jack el Destripador, Bram Stoker, Henry James, el hombre elefante y muchos (muuuuuchos) otros, con toques de steampunk y de romance científico aquí y allá.
La novela se divide en tres partes, ligeramente interrelacionadas:
En la primera, Andrew, un joven adinerado y aburrido de la existencia que lleva, se enamora de una prostituta de Whitechapel (que al poco de conocerle ya le corresponde en su inflamado amor, parece ser, aunque no sabemos por qué…). Cuando esta prostituta resulta ser la última víctima de Jack el Destripador, Andrew se ve sin fuerzas para seguir viviendo, aunque la posibilidad de viajar en el tiempo le da la oportunidad de volver a la nefasta noche del asesinato y tal vez alterar los acontecimientos.
En la segunda parte, una joven del siglo XIX (también adinerada y aburrida de la vida), que se resiste a pasar por el aro de llevar la vida encorsetada que parece imponerle su época, se enamora de un bravo héroe del siglo XX a quien conoce durante un viaje temporal, un amor que desafiará todas las leyes de la física.
En la tercera, H. G. Wells, que ha tenido pequeños papeles secundarios en el resto del libro, cobra protagonismo y debe enfrentarse a un viajero en el tiempo que quiere apropiarse de las grandes obras de la literatura, y con ese pretexto se expone la teoría de los universos paralelos. Bueno, más o menos es lo que he entendido, porque a estas alturas de la novela ya me saltaba dos páginas de cada tres y solo andaba pensando en terminarlo de una vez.
El inicio de la novela era prometedor: recuerdo que marqué un montón de párrafos con citas que me encantaban, y en general me pareció muy bien escrita (con un tono un poco grandilocuente, eso sí). De hecho la historia de la primera parte sí la salvaría, si no fuera porque los personajes no acabaron de calarme del todo. Sin embargo, en la segunda parte la historia ya va cuesta abajo y sin frenos: está llena de giros argumentales que se las quieren dar de ingeniosos pero que me parecieron forzados, previsibles o nada creíbles. Personajes totalmente planos, una visión de la mujer bastante deleznable y un final de esta segunda parte totalmente increíble que parece sacado de una película de Disney. ¡Venga ya! La tercera parte ya la emprendí con una tremenda pereza y, efectivamente, para mí es la que menos se salva de las tres. El punto de partida es una serie de escenas incomprensibles (como esa en la que el detective de policía pilla a Lucy a punto de cometer un crimen, o la teoría, que no se sostiene por ningún lado, de que quien ha asesinado al mendigo tiene que ser el capitán Shackelton), y a partir de ahí se enreda en una teoría de universos paralelos que, a esas alturas de la película, no me interesaba lo más mínimo (y eso que podría haber sido un buen punto de partida).
A la novela le sobran por lo menos 150 páginas, aparecen toda suerte de personajes cuyas vidas se relatan casi como si estuvieran copiadas de la Wikipedia, los personajes no inspiran ninguna empatía (a más de uno dan ganas de darle un par de tortas), la narración se demora a menudo en descripciones durante páginas y páginas que no tienen que ver con la historia principal, y la trama, que como digo se las quiere dar de inteligente, como yendo siempre un paso por delante del lector, no acaba de cuajar porque nada de lo que cuenta resulta creíble.
He querido terminar el libro para ver si al final todo cobraba sentido y había un último (e inteligente) giro argumental, pero no. No he visto la hora de terminarlo. ¡Y encima es una trilogía! No seré yo quien lea los otros dos…
Y nada, que me estoy acordando de un libro genial que leí hará un par o tres de años acerca de viajes en el tiempo, y que tiene tooooooodo lo que le falta a este: La mujer del viajero en el tiempo.