23 de enero de 2015

There's a word for that

As an avid reader, I've often thought our language is missing some useful words associated with books. 
Why, for example, is there not a word to describe the relief of knowing a book will be good after reading the first few pages? Or that terrible feeling when you've finished a brilliant book and fear the next one you pick could never be as good? Or the rush of excitement when you spot a much-wanted title in a charity shop? Or the nosy thrill of finding a handwritten dedication or forgotten bookmark in a secondhand book…?

Extraído de las cartas de los lectores del Reader's Digest de octubre del 2014. Quizá no encontremos la palabra adecuada para describir cada uno de esos momentos, pero seguro que todos hemos tenido este tipo de sensaciones alguna vez, ¿verdad?


18 de enero de 2015

Danziger's Travels

He aquí el relato de un auténtico aventurero: Nick Danziger, un londinense que en 1984 emprendió un viaje «a través de fronteras prohibidas» por Asia durante 18 meses. Su objetivo fue hacer por tierra todo el recorrido, desde Londres hasta Hong Kong, utilizando medios de transporte tradicionales, viajando con el mínimo equipaje y tratando de integrarse al máximo allá donde iba.

Ojo, repito el dato por si ha pasado desapercibido: hablamos de 1984, cuando no te encontrabas un Starbucks en cada pueblucho que atravesabas, ni podías colgar en Instagram la foto del último atardecer con el texto de que hace tiempo que no te sentías tan en paz contigo mismo, ni podías subir cinco fotos al día a Facebook informando fielmente a tu ristra de amigos de las cosas tan curiosas que estás comiendo allende las fronteras (a veces pienso que el mundo se ha vuelto loco con ese afán exhibicionista que les entra a muchos, ¿no?).

En fin, por suerte eran otros tiempos, y como mucho podías aspirar a llevar contigo cuaderno y boli para anotar tus impresiones y darles forma de libro meses después para poder compartir tus andanzas con quienes así lo quisieran. Y Danziger emprendió el viaje: tras cruzar Europa, se adentró en los pueblos remotos del sur de Turquía, atravesó Irán y entró de manera ilegal en Afganistán, donde pasó dos meses con las guerrillas del país en pleno conflicto con los rusos. De ahí cruzó a Pakistán y se convirtió en el primer occidental en adentrarse en la provincia occidental de China por el paso paquistaní desde la revolución de 1949. Por último se adentró en Tíbet antes de volver a entrar en China y tomar un barco en Hong-Kong que lo llevaría de vuelta a Londres.

Lo que más destaca de este relato es la capacidad de Danziger de mezclarse con la gente del lugar, su espíritu positivo y su audacia, que le llevó a sortear las dificultades legales y las autoridades policiales allá donde iba (pues en más de un territorio su presencia era ilegal). Un libro perfecto si uno busca ponerse en la piel de un auténtico aventurero, capaz de cruzar desiertos con un grupo de afganos y dormir con el frío calado en los huesos, pero sin querer utilizar su saco de dormir porque eso no habría sido justo para con sus compañeros de viaje. Un viaje en el que pasó hambre, frío y calor, sufrió dolores, sintió miedo y en ocasiones desánimo ante determinadas circunstancias, pero en el que siempre encontró en el prójimo una mano tendida para proseguir su periplo.

Otra cosa que me gustó mucho de este libro es que, pese a que el autor intentó integrarse al máximo y no alterar los sitios que visitaba, siempre mantuvo la capacidad crítica y se cuestionaba constantemente su postura. Un ejemplo, que también servirá para conocer el estilo del autor:

Despite these pressures, I was sad that the journey would soon be over. Only six of the pilgrims would continue on from Ganze. Ganze itself was a compact, bustling market town crowned by a temple that looked down onto ugly concrete buildings surrounded by wooden Tibetan ones. We pulled into the central truck and bus depot where the majority of the pilgrims left us, taking their huge sacks of belongings with them. We were comfortable at last, and could stretch out, but the lorry felt empty and desolate. My feelings were mixed. I felt rewarded to have shared their journey with them, and to have experienced the highs and lows of their religious intoxication, but I still felt that I had been an uninvited guest. And I was parting with something forever that no photo could ever catch or retain: their warmth, their gregariousness, freshness and exuberance. Things our civilisation had lost. And for what could I use photographs? To whet other foreigners' appetites for travel? To encourage them to intrude on these people's lives, as I had done? My greatest moral and ethical dilemma is that, in communicating my own sensations and experiences, am I not encouraging tourism – thereby precipitating the downfall of peoples I love?

Un libro muy recomendado para amantes de los libros de viajes, aunque aviso a navegantes de que Danziger habla mucho de política, así que animaos si no os asusta leer acerca de la situación política de Asia a mediados de los ochenta.

Este libro llegó a mí de esas maneras que tanto me gustan: lo descubrí en la caja de cartón de los saldos de una tienda de baratillo aquí en Inglaterra: ¿un libro de viajes con una cubierta evocadora y por 25 peniques? ¡Claro que se vino conmigo! Unos días después, descubrí en la primera página esta anotación. Los planetas se habían alineado. :-)