14 de enero de 2017

3,096 days

Cómo olvidar el caso de Natascha Kampusch, la joven austríaca que fue secuestrada en 1998 y permaneció 8 años en manos de su captor, o 3.096 días. El mundo asistió asombrado a aquel 23 de agosto del 2006 cuando, en los telediarios de todo el mundo, se emitió la noticia de una joven que había huido de una especie de búnker en el que estaba retenida, clamando ser aquella niña que desapareció la mañana en que caminaba sola al colegio por primera vez.

Sin embargo, pasado un tiempo comenzaron a surgir interrogantes: cuando el secuestrador apareció muerto, Kampusch se mostró muy afectada; decían que había sentido compasión por él; que en ocasiones no estaba encerrada en un agujero sino que vivía con él, con Wolfgang Priklopil, en su casa; que incluso salieron en coche a la nieve una vez. ¿Cómo es posible que una chica secuestrada y traumatizada se vaya de vacaciones con su torturador?

Por supuesto, la verdad es mucho más compleja. Como no puede ser de otra manera, Priklopil era un auténtico psicópata; tras secuestrar a Natascha la metió en un cuartucho que había excavado bajo su casa. Solo abrir la serie de compuertas que conducían al subterráneo llevaba una hora. Priklopil controlaba la luz del cuarto, él decidía cuándo se apagaba y Natascha se quedaba a oscuras, con el sonido del sistema de ventilación martilleándole en la cabeza. Tardó seis meses en dejarla salir de allí y subirla a su casa por primera vez (apenas unos minutos). Pero su obsesión era que Natascha no dejara rastro alguno arriba, ni siquiera un pelo que algún policía pudiera encontrar, por lo que con el tiempo le rapó el pelo al cero. Pretendió anular su identidad anterior y pasó a llamarla Bibiane. Empezó a racionarle la comida como forma de control y de sumisión, hasta que con su 1,75 m llegó a pesar 38 kilos. Con los años empezó a darle palizas, cuya brutalidad, narrada en detalle, estremece. Natascha no podía mirar a Priklopil a los ojos directamente, ni hablar sin permiso, ni separarse de él a más de un metro de distancia. Si no se «portaba bien», le quitaba la luz, la comida, los libros y la televisión que tenía en el zulo, le daba palizas. Quería someterla totalmente a su control, que ella fuera uno con él.

Muy poca gente habría podido resistir no ya solo física sino emocionalmente año tras año sin romperse y someterse. Natascha se propuso no olvidar quién era y de dónde venía (pese a cambiarle el nombre, pese a repetirle una y otra vez que sus padres no la querían), se propuso no someterse a él por debajo de unos mínimos (nunca se arrodilló ante él ni le llamó «mi señor», como él pedía una y otra vez), y se prometió a sí misma que, cuando cumpliera 18 años y dejara de ser una niña, huiría. Huir o morir, no le importaba. 

Uno lee el relato de Natascha y comprende a la perfección cómo pudo ir con él de excursión a la nieve y no tratar de escapar; estaba tan débil por la falta de comida que apenas se tenía en pie, y el grado de control psicológico al que la sometía era tal que nunca reunía el valor suficiente para intentar huir. También se entiende que sus sentimientos hacia el captor no fueran ni blancos ni negros, sino toda una gama de grises; ¡era la única persona con la que había tenido contacto en 8 años! Además, para no hundirse, durante su cautiverio Natascha decidió ir perdonando todas y cada una de las atrocidades a las que le sometía su captor; era su forma de quedar por encima de él, era en cierto modo el único poder que le quedaba; y quizá eso hizo que estableciera una especie de empatía con el secuestrador y con los motivos que le empujaron a hacer lo que hizo.

El libro está escrito con una inteligencia y una lucidez asombrosas, teniendo en cuenta que cualquier persona tendría un trauma impresionante, por no hablar de que Natascha no fue a la escuela desde los diez años. Sobre todo, me sorprendió el análisis que hace de su situación, y detalla con explicaciones dignas de psicólogo las distintas fases por las que pasó su relación con el captor y sus reacciones a las atrocidades. Imagino que, desde que acabó la pesadilla, Kampusch ha ido a muchos psicólogos para superar el trauma y son ellos los que han puesto orden y han dado nombre a todo lo que le pasó, pero, aun así, insisto en que la madurez y la capacidad de análisis de la autora son muy destacables.

Dicho todo esto, en ocasiones tenía la sensación de que habría sido mejor no leer este libro; me daba pudor asomarme hasta tal punto a la intimidad de otra persona y no sé si tenía la necesidad de saber tanto sobre este caso. Pensar que todo aquello sucedió de verdad y en unas fechas relativamente recientes... No sé, creo que pasará un tiempo hasta que vuelva a leer un libro de estos...

El original está escrito en alemán, y yo leí la traducción al inglés firmada por Jill Kreuer.

However, it was not just the outward constraints, the many insurmountable walls and doors, the physical strength of the kidnapper, which prevented me from attempting escape. The cornerstone of my mental prison, from which I was less and less able to break away over the course of my imprisonment, had already been laid. I was intimidated and fearful. 'If you cooperate, nothing will happen to you.' 

8 de enero de 2017

Tormenta de espadas (Canción de hielo y fuego 3)

Ya sabía yo que tardaría en volver por el blog, y es que pulirme las 1115 páginas de Tormenta de espadas me iba a llevar su tiempo. A la longitud y la enjundia de la historia en sí se ha sumado la carga de trabajo que he tenido estos meses, que ha hecho que pasara semanas enteras sin leer o pasando apenas un par de páginas cada noche. Por fin, estas Navidades he aprovechado para hacer auténticas maratones de lectura y hoy he llegado a la última página. ¡Y qué pena me ha dado!

El largo invierno acecha y la Guardia de la Noche debe hacer frente a la amenaza de los salvajes, que pretenden cruzar el Muro y adentrarse en Poniente. Daenerys Targaryen trata de conseguir un ejército de miles de hombres para hacerse con los Siete Reinos. Bran emprende un peligroso y largo viaje con la intención de cruzar al otro lado del Muro en busca del cuervo de tres ojos. Los demás Stark... bueno, los pobres en general no salen muy bien parados en este tercer volumen de la saga. Jon Nieve, miembro de los Hermanos de Negro, es acusado de cambiacapas y de unirse a los salvajes. A Tyrion lo encontramos aún recuperándose de la batalla que cerró el libro anterior, que le ha dejado una horrible cicatriz en la cara (lo que le faltaba al pobre), pero casi puede decirse que ese es el menor de sus males. Jaime Lannister fue liberado en el libro anterior, y el periplo que vive en este casi ha hecho que me ponga de su parte (desde luego he acabado viéndole más humano). Y "Los Otros", apenas esbozados en libros anteriores, por fin cobran algo más de protagonismo. Unas pinceladas que apenas condensan todo lo que se desarrolla en Tormenta de espadas, con sus continuas luchas de poder, intrigas palaciegas, juicios, bodas, traiciones e inesperadas alianzas. Y el frío, un frío impío del que no escapa nadie.

Tenía muchas expectativas puestas en este libro porque me habían dicho que el ritmo era trepidante, y no me ha decepcionado en absoluto. Ha habido escenas memorables, como el latigazo que propina Daenerys (no digo más para no desvelarle la trama a nadie), las diversas muertes que se producen (una nunca está preparada para el destino que va deparando George R. R. Martin a sus personajes) o el inesperado personaje de la ultimísima página. Desde luego, el autor sabe acabar sus libros con un golpe de efecto...

Mi impresión general sigue siendo la misma que en los libros anteriores: Martin es un contador de historias excepcional y sabe caracterizar a los personajes como nadie. Todos son tremendamente humanos (aunque sí he visto a algunos quizá demasiado caricaturizados, como Joffrey), y me gusta mucho verlos evolucionar de un libro a otro. También me fascina ver cómo Martin mete a sus personajes en berenjenales una y otra vez y sabe salir airoso de todos ellos con unas tramas totalmente creíbles (ahí ya podrían tomar nota tantos otros autores...). Sí, es verdad que a veces el número de personajes es abrumador y que llega un momento en que tanto drama me agota (me ha dado penita Arya en concreto), pero solo puedo decir que ya estoy deseando leer el cuarto volumen. Y eso es una buena señal, ¿verdad?

Por último, decir que ADORO a este personaje, sus pensamientos, sus reacciones, su inteligencia, su sensibilidad y su sentido del humor. Por favor, a este no te lo cargues, Martin...