El colmo de una amante de los libros como yo es haber ido al museo de Sherlock Holmes en Londres sin haber leído una sola de sus novelas. ¡Qué ironía! Sin embargo, Sherlock forma una parte tan inherente de la cultura británica que me pareció lo más ir a Baker Street y curiosear por esa casita de varias plantas convertida en museo, donde se recrean las famosas estancias en las que Sherlock Holmes y el doctor Watson paseaban arriba y abajo tratando de resolver los casos que les asignaban.
Además, recuerdo haber mirado con ojos codiciosos un volumen gordísimo con las aventuras completas de Sherlock Holmes, con un aire añejo que me encantó y que además no era muy caro (es sorprendente lo bien de precio que están los libros en Inglaterra). El tomo al que me refiero creo recordar que era el de la segunda pila de libros del estante superior (desde la izquierda) en esta foto:
|
La foto la he sacado de este blog. |
En las últimas semanas he podido (¡por fin!) leer varias de las aventuras de Sherlock Holmes, así que ya puedo decir con opinión formada que... me han resultado un poco decepcionantes. Un punto positivo es que se leen rápido, pero casi todo lo demás me ha dejado un poco desinflada: Sherlock Holmes me ha parecido un personaje un poco insufrible y se me ocurrían unos cuantos fallos en sus planteamientos de los casos. Sus frases favoritas a la hora de resolver los casos son: «Saltaba a la vista que...», «de aquello se deducía que...», «estaba claro que...», pero para mí nada saltaba a la vista ni estaba tan claro. Luego, cabe señalar que muchos de los relatos empezaban interesantes, pero luego se metían por unos derroteros que me interesaban más bien poco (véase
Estudio en escarlata y
El signo de los cuatro).
Quizá los habría disfrutado si los hubiera leído en la adolescencia, cuando mis gustos literarios no estaban muy pulidos y una historia de aventuras como esta hubiera colmado más que de sobra mis expectativas. Ahora se me han quedado un poco cortos, pero al menos me alegro de haber tachado por fin de la lista de pendientes a un clasicazo como es
sir Arthur Conan Doyle.