25 de febrero de 2021

To Kill a Mockingbird (Harper Lee)

Acabo de terminar Matar a un ruiseñor y estoy llorando como una magdalena. Si es que los clásicos siempre son apuesta segura cuando uno busca una historia que llegue bien adentro... ¡Y pensar que lo empecé hace veinte años y lo abandoné aburrida a la tercera página!


Ya sabéis que me gusta comenzar a leer los libros sin saber absolutamente nada de la trama, y en esta novela vale especialmente la pena dejarse sorprender por lo que va pasando. Primero, por la voz narradora, la de la inolvidable Scout, una niña de seis años a quien acompañaremos durante dos o tres veranos en sus andanzas por un pueblo de Alabama en la década de 1930 junto con su hermano Jem y su amigo Dill. Por un momento no sabemos muy bien por dónde irá la historia; se intuye la presencia amenazadora de un vecino encerrado en su casa, al que nadie ha visto en años, y poco a poco cobra protagonismo otro personaje: Atticus Finch, el padre de Scout, abogado de profesión. Sin embargo, durante unas cuantas páginas la cosa parece que no va más allá de una colección de momentos vividos durante la infancia de los niños, narrados de una forma especial, eso sí, pues Scout es una niña muy perspicaz, con una manera de ver y contar las cosas que me ha parecido muy graciosa. Sin embargo, poco a poco vamos viendo pinceladas del tema principal de la novela: el abismo que mediaba entre blancos y negros en un estado sureño durante la Gran Depresión. Y es ahí donde de repente cobra relevancia el trabajo como abogado de Atticus Finch. 

Si bien el tema principal de la novela es la desigualdad entre negros y blancos, ofrece muchísimo más: la preciosa relación entre hermanos de Scout y Jem, que tan pronto se dan una buena tunda como se van a casa de la mano; esas interminables tardes de verano que los niños pasan inventándose mil juegos en la calle; el misterio de Boo Radley, un vecino con un pasado oscuro a quien Jem y Scout nunca han visto y que se cierne como una presencia en ocasiones amenazadora y en ocasiones casi amable; Atticus Finch, un hombre viudo que trata de criar a sus hijos libres de prejuicios con la única ayuda de una cocinera negra, por lo que a menudo se las tiene que ver con las miradas ceñudas de la gente del pueblo; y también la evolución de Jem, que poco a poco abandona la infancia y pasa a ser un joven con un gran sentido de la justicia que sufre y se rebela ante las sinrazones que ve a su alrededor.

Uno de los aspectos que más me ha gustado es que, pese a que uno de los temas principales que trata es el racismo (y es un tema duro), todo el libro está contado con la inocencia y alegría de una niña de 6-8 años ajena a un tema como ese, y se entremezcla con el firme sentido de la justicia de un padre cariñoso como Atticus, por lo que el final del libro queda un poso de optimismo y uno ve renovada su fe en el ser humano.

Harper Lee se basó en sus vivencias de la infancia para escribir esta novela, la única que publicó en 50 años. Ella también creció en un pueblo de Alabama; su padre era abogado y tuvo que defender a unos chicos negros acusados de un delito contra un blanco. La figura de Dill está inspirada en Truman Capote, que era vecino de Lee en el pueblecito de Alabama y compañero de juegos, si bien esta relación de amistad entre ambos escritores no acabó del todo bien. Por lo que he leído, Harper Lee ayudó a Truman Capote a documentarse para escribir A sangre fría, visitó el pueblo con él y trabó amistad con los vecinos para obtener más información, cosa que a Capote le estaba costando mucho, y Capote solo la mencionó en la dedicatoria del libro, sin darle el crédito que ella merecía. Esto acabó distanciando a estos amigos de la infancia.

En fin, Matar a un ruiseñor es un clásico de la literatura estadounidense por méritos propios que recibió el Pulitzer en 1961, un libro que evoca los veranos infantiles de juegos interminables al tiempo que hace reflexionar sobre la bondad, la justicia, el perdón, la desigualdad, la naturaleza moral de las personas (¿somos buenos o malos por naturaleza?), los prejuicios... Un clásico que me alegro muchísimo de haber leído y que recomiendo encarecidamente.

Esta reseña participa en la iniciativa:


Apartado: Todo es posible en América.

En la trama interviene un abogado.

En Matar a un ruiseñor los crímenes y delitos no tienen un protagonismo estricto (sí, pero no... En la primera parte ni aparecen). Sin embargo, he decidido incluir este libro en el reto porque Atticus Finch es el abogado por antonomasia, y su figura ha llegado a estudiarse y ponerse como ejemplo en Facultades de Derecho. Así pues, era ineludible...

23 de febrero de 2021

La maldición del castillo desencantado (Miguel Ángel Villar) y Los diarios de Tony Lynx (Miguel Griot)

Hoy cambio un poco de tercio y os traigo dos reseñas de libros infantiles que he leído estos días, ambos por cortesía de sus respectivos autores. 


La maldición del castillo desencantado, Miguel Ángel Villar

El castillo de Trebont no era un castillo «normal», y quienes lo habitaban, tampoco; eran fantasmas, pero fantasmas raros, raros, donde los haya. Jamás nadie había oído hablar de la maldición de la camiseta apretada, ni del embrujo de los zapatos de las malas pulgas o del encantamiento del lloriqueo constante, nadie excepto Mora, Broncas y Sensible, que eran los que los sufrían. Pero, si ya tenían bastante con esto, cierto día las cosas se complicaron más todavía. Cataclás, un mago deseoso de ganar fama, desencantó el castillo y, de repente, se quedaron sin casa donde vivir, y ¡vaya lío que se armó en el pueblo! ¡Un caos, un auténtico caos!

Se trata de un librito muy breve que narra la aventura de tres fantasmas, Mora, Broncas y Sensible, que no pueden volver a su castillo porque un «mago con espíritu de caballero» está sembrando el caos en todos los pueblos de la zona. Así que los tres amigos tienen que emprender la búsqueda del mago y convencerle de que deje de hacer barrabasadas y devuelva la tranquilidad al lugar.

Un libro muy breve, casi demasiado (porque te deja con ganas de más), que recoge una historia simpática y con puntos graciosos que resultará muy divertida para los niños. El tono es muy parecido al del resumen que veis arriba, con puntos divertidos y un vocabulario muy rico que ayudará a que los niños amplíen el suyo. Cada uno de los tres fantasmas tiene una personalidad muy definida y seguro que eso a los más pequeños les encantará. Eso sí, creo que el libro mejoraría muchísimo si fuera acompañado de ilustraciones, pues además es una historia que se presta mucho a ello. ¡A ver si alguna editorial se anima!

Está recomendado para niños mayores de 7 años.




* Edito para decir que al parecer sí hay una edición ilustrada. Yo me leí la que veis arriba, pero también puede conseguirse esta publicada por Babidi-Bu Libros. No me imaginaba la historia con esas ilustraciones, pero me parecen muy originales y seguramente ha quedado una edición muy conseguida:


 

Los diarios de Tony Lynx (El libro del poder), Miguel Griot

El arqueólogo Tony Lynx y la hija de su maestro parten hacia una trepidante aventura en busca del padre de la chica, recientemente desaparecido. Para ello precisarán de la ayuda del lector, que irá resolviendo los enigmas ocultos en las ilustraciones a medida que avance la narración.

Cuando era pequeña, había una colección de libros que me tenía enganchadísima. Devoraba uno tras otro y mis padres, que tenían un presupuesto ajustado, no podían creerse que me hubiera pulido el libro entero en un par de horas y ya les estuviera pidiendo que me compraran otro. Hablo de la colección Resuelve el misterio, que seguro que más de uno recordaréis.



Bueno, pues Los diarios de Tony Lynx es un libro un poco parecido, solo que, para avanzar en la lectura y pasar de página, hay que resolver un misterio oculto en una imagen. En cuanto me di cuenta de la dinámica del libro supe que iba a disfrutar de la lectura, como así ha sido.

Nuestro protagonista es el arqueólogo Tony Lynx, que tiene que ayudar a Rose Abbey a encontrar a su padre, un prestigioso arqueólogo que ha desaparecido en misteriosas circunstancias. Y, con esta excusa, el autor nos lleva a un viaje que nos hará recorrer medio mundo, dando a conocer al lector pinceladas de culturas lejanas.



Me ha gustado mucho la forma de escribir de Miguel Griot. La lectura es entretenida, no se hace pesada en ningún momento y conduce muy bien al lector a través de la trama (y es una trama relativamente elaborada; los niños no tendrán problema en seguirla pero no es «facilona», cosa que considero un punto muy positivo).

Los niños tendrán que buscar en la imagen la solución al enigma que el narrador propone al final de cada página, enigma que se resuelve nada más pasar la página. Quizá sí que he echado de menos que al final del libro se reúnan todas las imágenes y se señale dónde está la respuesta a cada uno. Por lo general está claro, pero hay algunas que me han dejado con la duda de si la respuesta es la que yo creo o no (como la de la rosa del desierto). 

En cuanto a las ilustraciones, tengo opiniones encontradas al respecto. Por un lado me parecen tremendamente originales y creo que se adaptan muy bien al libro. En conjunto, textos e ilustraciones hacen de esta una historia redonda. Sin embargo, por otra parte creo que no son los dibujos ideales para buscar detalles que te hagan resolver un misterio. En algunas ocasiones, creo que el dibujo no reflejaba el misterio de forma suficientemente clara. En este sentido, lo comparo con las ilustraciones de la colección Resuelve el misterio que comentaba arriba, limpias y de trazos finos, donde podían verse a la perfección todos los detalles necesarios para resolver el enigma.



El libro está dirigido a niños de 10 a 12 años, pero también lo podrán leer niños más pequeños con ayuda de sus padres (seguro que verán rápidamente muchos de los misterios, aunque para otros necesiten alguna pista). Además, es un libro que tampoco se quedará corto para los adultos; puede ser una lectura perfectamente recomendable para personas de cualquier edad. ¡Yo al menos me lo pasé muy bien entre sus páginas!