«¡Qué pocas veces he tenido la razón!».
Desde muy pequeña, Josefina Jarama sueña con una vida mejor y sabe que para llegar hasta ella solo hay una vía, cruda y pragmática: el ascenso social. Este Lazarillo moderno comienza su andadura en una fábrica de juguetes en Ibi, Alicante. Allí es la protegida del jefe y además trabaja junto a su madre, una comunista militante que opera en la clandestinidad y que deberá huir para que no la encarcelen. La protagonista ha de elegir entonces entre su madre o sus sueños en la fábrica, y elige.
Con Josefina y su peripecia, el lector recorre varias décadas de nuestra historia reciente, diversos puntos calientes del «milagro español» y, sobre todo, varias vidas. Animosa, descacharrante y única, Josefina hace realidad un sueño que no se ha propuesto: llegar al corazón.
Lo más particular de la novela es la voz narradora, la de nuestra protagonista, que nos va contando sus peripecias en una especie de larguísimo monólogo, con una mezcla entre inocencia y cinismo, donde nos confiesa cándidamente lo pelota y trepa que es, y que está dispuesta a cualquier cosa para medrar en el escalafón. La novela se articula en cuatro capítulos, cada uno dedicado a una etapa de la vida de Josefina: el primero se centra en la industria juguetera en el Ibi de la década de los setenta, cuando la empresa Santos Juguetes, donde trabaja su madre, decide fabricar una muñeca que haga la competencia a la Nancy de Famosa. Para ello crean a una muñeca que podría ser la vecina de Nancy, la muñeca humilde que todos podemos tener, y le ponen la cara de Josefina. Así nace Fina, vecina y nuestra protagonista ya cree rozar la gloria con los dedos...
Tanto este primer capítulo como el siguiente, dedicado (atención) a la Ruta del Bakalao, donde Josefina sigue intentando labrarse una carrera laboral de la manera más particular, me parecieron muy divertidos y un repaso excelente a esas dos parcelas de nuestra historia. Luego seguiremos a Fina por el desarrollo bancario de los ochenta y el boom de las pizzas a domicilio de principios de los noventa. Sin embargo, es a partir de ese tercer capítulo, el de los bancos, cuando para mi gusto el libro flojea un poco y debo decir que mi interés decayó en picado, aunque el último capítulo vuelve a remontar.
Lo mejor del libro, la particular voz narradora de Josefina Jarama, todo un personaje, y el repaso que hace Guedán por la historia de España de los setenta y los ochenta con fina ironía y sentido del humor. Lo peor, que el ritmo decae muchísimo en la mitad del libro, y esos capítulos tan largos con parrafadas inmensas tampoco dan mucha tregua al lector.
En definitiva, una reseña un poco tibia para un libro que tiene momentos muy buenos y momentos reguleros, siempre según mi opinión, claro. De lo que estoy segura es de que Los sueños asequibles de Josefina Jarama es un libro diferente, y ya solo por eso merecería la pena darle una oportunidad, ¿no?
Aunque nunca había firmado nada oficial, había ensayado mi firma centenares de veces, primero solo el nombre, luego solo el apellido, tal vez las iniciales, para concluir que la única de aquellas puertas con posibilidades de dar a la gloria era «Josefina Jarama», para servirle a usted y al que lo pague. Porque no nos engañemos, y aunque mi alma a veces naufrague en un mar de dudas, esto casi siempre lo he tenido claro: para llegar a lo más alto, para alcanzar la cumbre de toda buena fortuna y no ser flor de un día, antes de mandar hay que obedecer, y mucho.