Hoy traigo la reseña de una novela que me enganchó desde la primera página. Y no porque tenga un ritmo trepidante, pues diría que se cuece a fuego lento... No, fue simplemente uno de esos libros que te hacen sentir cómoda inmediatamente entre sus páginas, que me transportó sin ningún esfuerzo a las calles neblinosas del Londres de 1888. ¿Y quién os suena que vagaba por esas calles en tales fechas...?
La historia está contada desde el punto de vista de la señora Ellen Bunting, que junto con su marido ha abierto una casa de huéspedes. Ambos trabajaron muchos años como servicio doméstico, personas decentes y trabajadoras que, al no tener ahora a quién servir, han decidido alquilar una casa y rentar las habitaciones. Sin embargo, su situación es precaria; la casa está vacía y apenas les da para llegar a fin de mes. El hambre acecha y no pueden ni siquiera sacar unos peniques para comprarse el periódico, que el señor Bunting leía con avidez. Además, ahora lo echa de menos más que nunca: en Londres están ocurriendo una serie de asesinatos y todos esperan oír por la calle los gritos de los chavales que venden los periódicos para adquirir uno corriendo y enterarse de las últimas noticias.
Cuando ya casi no tienen para comer y la señora Bunting empieza a desfallecer, alguien llama a la puerta. Resulta ser un caballero que quiere alquilar un par de habitaciones y paga generosamente para que no se aloje nadie más con ellos. Los Bunting aceptan encantados y dan la bienvenida a su nuevo huésped, que por lo demás es tranquilo y reservado y no les da problemas, aunque sí parece algo maniático y desconfiado.
Sin embargo, el ambiente en la ciudad es inquietante porque los asesinatos no dejan de sucederse. Se producen a altas horas de la madrugada y las víctimas son siempre mujeres, casi todas «de moral dudosa». Efectivamente, aunque nunca se dice claramente, el libro evoca la figura de Jack el Destripador.
Una noche la señora Bunting escucha cómo su huésped sale a la calle pasada la medianoche y vuelve antes del amanecer. A la mañana siguiente, los periódicos anuncian un nuevo asesinato, y en Ellen se siembra la semilla de la duda: ¿será posible que ese huésped tan amable, que paga puntualmente y los ha sacado de la pobreza, sea el asesino que todo Londres busca?
—No resulta seguro dejar la puerta de la calle abierta en Londres —dijo él con severidad—. Espero que no suela hacerlo. Cualquiera podría colarse dentro.
No temáis leer detalles escabrosos sobre los crímenes de Jack el Destripador, pues no los hay. Lo que me ha gustado de esta novela es la sutil tensión psicológica que va construyendo la autora y que en su mayor parte se desarrolla en un espacio muy reducido: la casa de huéspedes a la que alude el título. También me ha gustado cómo expresa Marie Belloc el morbo que mueve al señor Bunting a comprar el periódico cada mañana (un poco parecido al interés que hay hoy en día con los crímenes y sucesos), cómo lo lee con avidez para ver si el Vengador ha vuelto a atacar. Y también la actitud de la señora Bunting, quien, pese a que en un momento dado tiene la certeza de que su huésped es el asesino que todo Londres anda buscando, prefiere negárselo a sí misma, decirse que ese hombre no sería capaz de algo así y mirar para otro lado... no vaya a ser que se queden sin ese generoso ingreso mensual que les ha caído del cielo.
El huésped, publicada en 1913, me ha parecido una novela perfecta de misterio y tensión psicológica con tintes góticos, a la que además no se le nota nada que fue escrita hace un siglo. Desde la primera página cautivó mi atención con una ambientación perfecta en un Londres neblinoso de finales del s. XIX, unos personajes muy bien perfilados, una trama con una tensión muy dosificada y que aun así no tiene que caer en detalles morbosos para mantener la atención lectora. Un libro que me alegro muchísimo de haber leído y que se va a mi lista de favoritos.
Ahora necesito ver la película muda que filmó Hitchcock basada en esta gran novela de Marie Belloc. Imaginaos:
Yo lo leí en la cuidada edición de Menos Cuarto Ediciones, con la traducción acertadísima de Susana Carral. Y, por cierto, escogí esta lectura porque Las Inquilinas de Netherfield la recomendaron para el reto Serendipia Recomienda 2022. No lo leí a tiempo para completar el reto, pero me alegro igualmente de haberlo escogido porque de otro modo no creo que esta magnífica novela se hubiera cruzado en mi camino.