8 de agosto de 2025

Una gota de afecto (José María Guelbenzu)

La novela Una gota de afecto está ambientada en una antigua casona familiar en Cantabria, llamada La Luz de Lara. Hasta allí regresa Jaime Herrera, tras seis décadas viviendo en el extranjero por su profesión de ingeniero. Durante todo ese tiempo ha estado completamente desconectado de su familia, tras una ruptura abrupta en su infancia: sus padres comenzaron a enviarlo a internados cuando tenía apenas diez años y se marcharon a América sin volver nunca más. Este abandono dejó en Jaime una herida profunda que aún no ha logrado cerrar.

La casa pasó a manos de su difunta hermana y actualmente vive allí su sobrino Eugenio, un joven músico, junto a su esposa Mercedes y su bebé. Jaime anuncia su llegada apenas unos días antes, mediante un telegrama; tío y sobrino ni siquiera se conocen. A partir de ese momento, se instala en la casona sin fecha de partida. Consciente de su avanzada edad, Jaime comienza a hacer balance de su vida y repasa una y otra vez la historia de varias generaciones de su familia.

La rutina de los jóvenes es tranquila, casi ociosa. Eugenio, con poco más de veinte años, dedica el día a practicar música, mientras Mercedes se centra exclusivamente en el cuidado de su hija. Apenas salen de la casa. Viven de la menguada herencia que recibieron, pero no parecen del todo conscientes de que, con ese estilo de vida —sin ingresos y con cocinera y criada—, los recursos se agotarán pronto.

En un principio, el trato entre tío y sobrinos es cordial y educado. Todo hace pensar que la novela girará en torno a la vida familiar y a las muchas generaciones que habitaron esa casa, marcada por hombres débiles y mujeres fuertes que llevaban la voz cantante. Jaime recuerda con nostalgia aquellos ecos del pasado.


Sin embargo, lo que parecía ser una historia de sagas familiares y memorias del hogar pronto toma un rumbo... inesperado. Jaime resulta ser un hombre egoísta, misántropo, solitario, con una necesidad constante de controlar todo lo que le rodea. Vive anclado en el rencor, probablemente como consecuencia del abandono sufrido en la infancia, y sigue buscando —aunque de forma inconsciente— «una gota de afecto» entre los suyos. No aprueba el modo de vida de sus sobrinos, teme que la casa se deteriore por falta de mantenimiento y comienza a juzgarlos con creciente severidad.

El insomnio lo lleva a deambular por la casa durante la noche, y en ocasiones no puede resistir la tentación de espiar el dormitorio de Eugenio y Mercedes mientras duermen. Estas escenas me resultaron especialmente incómodas, más aún al ver cómo Jaime parece obsesionarse con las mujeres jóvenes, un aspecto inquietante del personaje.

El desenlace me pareció terrible. Es una de esas novelas en las que las mujeres funcionan como simples instrumentos narrativos al servicio del desarrollo del protagonista masculino. Sumado a lo desagradable que me resultó Jaime, terminé con sentimientos muy encontrados. Me sorprendió el giro que toma la trama —esperaba simplemente una novela sobre linajes familiares—, pero no puedo decir que la haya disfrutado, precisamente por la naturaleza tan tóxica del personaje principal y ese final en el que todo salta por los aires.

Me quedo con lo positivo: he descubierto lo que son las casonas de indianos de Cantabria, esas mansiones construidas por españoles que hicieron fortuna en América y regresaron a su tierra natal a finales del siglo XIX o principios del XX.

Por cierto, el 18 de julio, justo cuando estaba leyendo esta novela, José María Guelbenzu falleció en Madrid a los 81 años. Que mi reseña un poco tibia no os impida descubrir otras novelas suyas. Hace unos años leí No acosen al asesino y me pareció una novela policíaca muy lograda, también con una magnífica ambientación en el norte de España.




9 de mayo de 2025

Corazones indómitos (Cassie Daley)

Hace un año, Simon, el novio de Leah, desapareció en las montañas. Ahora, Leah planea una excursión a esas mismas montañas con su nueva novia, Josie, y dos amigas para hacer unos rituales con incienso, cristales y cartas del tarot y poder cerrar por fin esa etapa, que aún le da pesadillas. Pero no saben que otra gente se ha esfumado por esos senderos y que aquello que hizo desaparecer a Simon aún acecha en la espesura...

He aquí un libro dirigido a un público joven y que se devora en una tarde. Está ambientado en 1997 y tiene unas cuantas referencias a aquella época, incluida la aparición estelar de un tamagotchi. El ritmo no decae en sus menos de 150 páginas y hay trozos que sí dan miedo, e incluso me ha parecido un poco demasiado gore para un público adolescente (aunque creo que eso es precisamente lo que gusta, a mí me habría encantado leer este libro y sus detalles de higadillos y vísceras con 15 años). Ah, ¡y el final no me lo vi venir para nada!


Como digo, creo que es una muy buena lectura para un público joven y una novela de terror ideal para leer, por ejemplo, en grupo en el pueblo en mitad de la noche, o de senderismo, en torno a una hoguera. Y sin embargo... a mí no ha terminado de atraparme. Me ha parecido que se quedaba un poco demasiado en la superficie. Es uno de esos libros que se leen bien pero... sin más. He leído otros con la misma premisa (dirigidos a un público muy joven, terror, lectura rápida), pero se me agarraron por dentro de mala manera y aún me acuerdo de ellos (Wait Till Helen Comes). Con este libro no me pasó, pero esto es una impresión totalmente personal. Es curioso cómo con unos libros se obra la magia y con otros no, ¿verdad? 

La edición de Dimensiones Ocultas es muy correcta, igual que la traducción de Javier Martos. Puede ser un buen regalo para esos adolescentes que ya se acercan al final del curso y están deseando desconectar con una lectura que es pura evasión... :)

 


18 de enero de 2025

Degenerado (Chloé Cruchaudet)

De este libro me atrajo la potente ilustración de la cubierta y una premisa que leí muy por encima (para saber lo menos posible de la trama). Y lo que me he encontrado me ha sorprendido y ha superado con mucho mis expectativas. Solo os digo que casi roza la categoría del true crime al que soy tan aficionada.




París, albores de la Primera Guerra Mundial. Paul y Louise se conocen y se enamoran. Se casan precipitadamente y, aún vestidos de novios, se despiden en la estación, pues él tiene que incorporarse a filas. Ante los horrores de la guerra, Paul se hace desertor y vuelve a París; allí Louise lo oculta en la habitación en la que vive y ambos sobreviven con su sueldo de costurera. Pero a Paul el tiempo se le hace eterno, se desespera, empieza a beber, está cada vez más irascible... hasta que un día se le ocurre que quizá sí que pueda salir a las calles de París pese a su condición de desertor.




La solución es cambiar de identidad: con la ayuda de Louise, Paul a partir de ahora será Suzanne. Y empieza a sentirse muy cómodo en su nuevo papel. Por fin puede lanzarse a las calles, e incluso se sorprende al ver que atrae las miradas masculinas. No era homosexual latente ni transexual, pero la personalidad de Suzanne cada vez se afianza más, un poco impulsada por las circunstancias del exterior. ¿Qué es lo que forja nuestra identidad? Cuando sus paseos nocturnos por el Bois de Boulogne le hacen dar rienda suelta a su sexualidad, los límites del género, los límites entre Paul y Suzanne, aún se desdibujan más.

Mientras, Louise le ha encontrado trabajo en su taller (cosiendo tiras de sujetadores) y solo quiere que se centre, que deje de estar disperso, de beber y de salir por la noche. La relación de ambos es tensa y pasional. Diez años pasan y por fin llega el indulto de los desertores. Paul podrá dejar de ocultarse y vivir la vida tranquila y trabajadora que Louise ansía. Pero los demonios del pasado persiguen a Paul, las escenas de la guerra se repiten en su cabeza, y volver a la normalidad es para él mucho más difícil de lo que fue su transición a Suzanne...

La historia cautiva la atención del lector enseguida, con esas ilustraciones dinámicas y esos tonos ocres y blanco y negro, con el rojo como hilo conductor de elementos que se quieren destacar en la trama, como el vestido de Louise, que marca la transición de Paul. Las ilustraciones se centran mucho en transmitir sentimientos y expresiones, y me ha sorprendido la crudeza de muchos de ellos: la guerra, los maltratos... No hay viñetas, los dibujos fluyen por la página de manera dinámica y facilitan que el lector se meta en la historia. 



También me ha gustado el retrato que hace el libro del París de los locos años veinte: pasearemos por el Cabaret de l'Enfer o el Bois de Boulogne, un parque boscoso donde no solo se ejercía la prostitución, sino que era punto de encuentro de personas de todos los estratos sociales donde se alejaban de los convencionalismos y daban rienda suelta a sus fantasías sexuales. Allí, Paul explorará sin freno su sexualidad más allá de los límites de las conductas sociales establecidas.

Lo que me sorprendió es comprobar, hacia el final de la lectura, que esta historia está basada en hechos reales, tal como lo cuenta el libro en el que se basó este cómic, La garçonne et l'assassin, de Fabrice Virgili y Danièle Voldman. En efecto, tanto Paul/Suzanne como Louise existieron y sabremos más sobre su historia en el apéndice del libro, que incluso contiene fragmentos reales de cartas de Paul o del diario de Louise.




Por cierto, veo que hay una edición antigua de Dibbuks (fijaos lo igual... y diferente que es la cubierta), pero yo he leído la de Lumen. Ambas ediciones cuentan con una estupenda traducción del francés de Diego Álvarez, llena de expresiones superidiomáticas. Si tuviera que ponerle un pero sería que a veces me costaba un poco leer los textos. Pero seguramente es cosa mía y de la presbicia que me ha traído la edad, ay...

Os recomiendo muchísimo este cómic que nos transporta al París de los años veinte, a los horrores de la Primera Guerra Mundial que no se dejan atrás cuando uno sale de las trincheras, a las relaciones de pareja pasionales y atormentadas, y a la exploración de lo que es el género y la identidad de una persona. Además, ahora tenéis que saber cómo terminó la relación entre Paul y Louise, ¿no?