11 de julio de 2009
Los hombres que no amaban a las mujeres
Tengo una pequeña costumbre, manía si quieren: me gusta saber lo menos posible acerca del libro que voy a leer. Si puedo, incluso evito la contra. Entonces, ¿cómo los elijo? A veces me basta una recomendación o una buena crítica. Otras, en la librería empiezo a leer la contra y, si veo que pinta bien, me lo llevo directamente sin terminarla. A menudo sí que leo la contra entera o alguna breve reseña por internet, aunque para cuando emprendo el libro ya se me ha olvidado de qué iba.
Millennium no se contaba entre mis prioridades para las próximas semanas. Lo quería leer, sí, pero tenía otras cosas en mente. Sin embargo, un día estaba viendo la tele tan tranquila, cuando de repente me enchufan un tráiler de Los hombres que no amaban... Cambié de canal tan rápido como mis reflejos me lo permitieron, pero ya había visto y oído los primeros segundos. Suficiente para desvelar un pequeño dato. Jolín.
Así pues, dado el corte mediático que estaba adquiriendo el librito de marras, decidí no arriesgarme más y comprarlo antes de que fuera pasto en todas las tertulias de radio y televisión. Eso sí, emprendí la lectura sin leer la contra y me alegro infinitamente, porque da un inocente dato que, a mi modo de ver, destripa completamente parte de la trama, uno de los puntos más interesantes, de hecho. No digo más; los que estéis a tiempo, ni miréis el texto de la contracubierta.
En cuanto a la trama, a mí sí que me convence. Lo cierto es que no tiene el corte de típico best-seller catedralicio: empieza con más de 150 páginas de árboles genealógicos, economía y política de Suecia. No aburre en ningún momento, pero ya digo que no es un superventas al uso. He simpatizado con los protagonistas, temido por ellos, vibrado con sus andanzas y deseado que salieran vivitos y coleando de ellas. Supongo que eso es más de lo que consiguen la mayoría de los libros de hoy en día. Para mí, ha sido un tiempo muy bien invertido. Aún no tengo el segundo libro porque es un pastón, todo sea dicho, y tengo un montón de novelas en la estantería esperando su turno, pero sin duda ese segundo volumen se vendrá conmigo en las vacaciones de verano.
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