22 de mayo de 2014

El inspector que ordeñaba vacas

Este libro sí que ha sido una sorpresa. Tras leerme el primer capítulo en la web de la editorial (aquí) y ver esa portada con una estética digna de La huella del crimen, esperaba encontrar en El inspector que ordeñaba vacas una novela policíaca original y muy solvente. Su autor no solo es inspector jefe de policía en la vida real (lo que podría aportarle ideas para un montón de tramas sólidas), sino que ha demostrado tener soltura con el idioma y la cabeza muy bien amueblada tras concursar en Pasapalabra, donde aguantó imbatible 30 programas:

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Y sí, se trata de una novela muy solvente, llena de detalles que solo alguien que trabaja en el Cuerpo puede desvelar, pero en paralelo a la trama policíaca se desarrolla otra insospechada: ¡es un libro de autoayuda! Y creo que es importante avisar desde el principio porque sé que muchos huís de la autoayuda cual gato escaldado del agua fría. Daos por avisados, pues, porque en este libro la hay, y en abundancia.

Sorprende ver la cantidad de detalles del propio autor que se reflejan en la novela: Ignacio Azcona, el protagonista, es inspector de policía, como lo es el autor Luis J. Esteban en la vida real. Entre los protagonistas aparece un responsable de los GOES (Grupos Operativos Especiales de Seguridad) de Cataluña, cargo que Esteban también ha ejercido. Azcona es licenciado en Derecho, como el propio Esteban, y si alguna vez tiene una hija quiere llamarla Luana (nombre de la hija del autor, al parecer). Ignacio Azcona es navarro y trabaja en Barcelona, y Luis J. Esteban es zaragozano y trabaja también en la ciudad condal. En definitiva, que ha sido imposible no ponerle esta cara al protagonista de la novela desde la página uno:


Sabéis que no me gusta destripar tramas, así que solo diré que gira en torno a una operación policial de gran importancia en Barcelona (un tremendo marrón para los polis encargados de destaparla, porque hay implicados peces gordos) y que en paralelo describe el bache emocional que atraviesa el protagonista y las pautas a las que recurre para superarlo (ahí es donde adquiere el tono de autoayuda). Esteban escribe con soltura y se le nota la riqueza de vocabulario de la que hizo gala en el concurso de Telecinco; para ser una primera novela, me ha parecido muy prometedora. También creo que la experiencia es un grado y seguramente en futuros libros habrá detalles más pulidos, como por ejemplo los diálogos, que en ocasiones me han parecido un pelín encorsetados (ahí le dan mil vueltas escritores curtidos en el género, como González Ledesma o Maluenda). Otra pega que le pondría a esta novela es que quizá el ritmo no se mantiene del todo bien al alternar trama de acción con reflexiones de autoayuda. O quizá el ritmo sí se mantiene si uno no espera encontrar en esta obra una novela policíaca de infarto con una acción trepidante página tras página.

Sin embargo, dejando a un lado estos dos detalles, me parece una novela tremendamente original, con una mezcla de géneros inesperada que pocos autores se habrían atrevido a abordar, y resuelta con mucha solvencia, como decía arriba. El hecho de que el autor tenga un perfil tan «exótico» (al menos para un escritor, no me lo neguéis...) no hace sino sumarle atractivo a esta lectura. La recomiendo a quienes estén dispuestos a acercarse a ella con la mente abierta y sin esperar una novela negra de cabo a rabo, porque no es eso: es mucho más.



3 de mayo de 2014

A Street Cat Named Bob




















¿No es preciosérrimo el gato de la foto? Pues hoy os traigo la historia real que hay detrás, que hace un par de años se publicó en el libro A Street Cat Named Bob.

Y la historia es como sigue: en el año 2007, James Bowen (también en la foto) se encontró a un gatito herido en el portal de su casa. En aquella época, bastante tenía James con cuidar de sí mismo: era exdrogadicto, estaba siguiendo un tratamiento de metadona, había conseguido dejar de vivir en las calles (fue indigente durante un año) para pasar a un piso de protección social y había roto totalmente los vínculos con su familia. Así las cosas, lo que menos necesitaba era echarse una responsabilidad sobre los hombros, pero tampoco podía dejar a aquel gatito abandonado a su suerte: lo subió a su casa, le curó la patita herida y, más o menos desde ese momento, se hicieron inseparables. Hasta tal punto que Bob seguía a James allá donde iba, incluso al centro de Londres, en autobús, donde James se ganaba la vida como músico callejero y vendiendo la revista The Big Issue. Poco a poco, fueron haciéndose cada vez más populares hasta que una agencia literaria le propuso a James escribir un libro contando su historia, libro que un par de años después se ha convertido en superventas. Y hasta hoy.



Este libro no solo nos cuenta las aventuras que vivieron James y Bob en la calle (por ejemplo, cuando Bob se asustó y se echó a correr entre la gente en pleno Piccadilly Circus, donde se perdió). También es el relato de cómo Bob le proporcionó a James la fuerza necesaria para dejar la metadona y liberarse de su pasado con las drogas, seguir vendiendo The Big Issue para pagar las facturas de su casa y retomar el contacto con su familia después de varios años.

Esta es una lectura que enternecerá a los amantes de los animales, pero va más allá: a través de la historia de Bob, el lector descubre cómo es la vida en las calles, qué puede llevar a una persona a caer en el pozo de las drogas y cómo salir de él, y el halo de invisibilidad que muchos indigentes tienen que soportar cuando miles de personas pasan a su lado cada día sin siquiera mirarles a la cara.

Un libro, en definitiva, muy recomendable por lo enternecedora que resulta la historia de Bob, pero también para superar ciertos estereotipos en torno a la indigencia. También me ha parecido una historia recomendable para adolescentes; por otra parte el inglés que usan es muy cotidiano y no excesivamente complicado. Si no os animáis a leerlo en inglés, La Esfera de los Libros lo ha publicado en español.