8 de noviembre de 2015

Adulterio

Este libro quise leerlo desde que lo descubrí en las librerías: una atractiva mujer casada desde hace años con un marido que la adora, dos niños sanos y felices, una vida muy acomodada en una hermosa casa en Ginebra, un trabajo del que disfruta... Una vida perfecta. Sin embargo, esta mujer no es feliz. Ama a su marido, pero la relación se ha establecido en la rutina y la apatía. Siente que le falta algo, que no puede ser que ya no le quede nada por vivir, que la vida sea solo «eso». Una aburrida de manual, vamos. Hasta que un día, las casualidades de la vida hacen que en su camino se cruce un antiguo novio del instituto con el que inicia una apasionada relación extramarital. ¿Será capaz Linda de abandonar su aparente vida perfecta y dejarlo todo para vivir su nuevo amor?



Como digo, las primeras páginas del libro me llamaron poderosamente la atención y tenía ganas de ver cómo trataba este tema Paulo Coelho. La portada, tan sugerente, también me gustó muchísimo. El libro me lo compré en la estación de trenes de Valencia y lo devoré en el avión de vuelta a Londres, pero recuerdo perfectamente la decepción que iba sintiendo a medida que pasaba página tras página en aquel avión. Una protagonista caprichosa, egoísta y sin sustancia con la que es imposible empatizar. Un adulterio sin vuelta de hoja y sin ningún atractivo en particular que incite al lector a seguir leyendo, que ni siquiera se entiende muy bien por qué empieza. Una subtrama que es una auténtica ida de olla, en la que la protagonista planea librarse de la mujer de su amante. Unas escenas de pseudoporno que son el antimorbo total. Una narración llena de frases metidas con calzador, las típicas sentencias efectistas que un autor pone para que luego las citen en las reseñas literarias. Un final muy à la Coelho, cargado de página tras página de moralinas baratas y menciones a Dios que no vienen muy a cuento, y un final muy poco satisfactorio gracias a un marido sin sangre en las venas.

No me extiendo en la reseña porque, ciertamente, el libro no da más de sí. Es una pena, porque hubo alguna que otra novela de Coelho en mi juventud que sí me llegó, pero después de esta lectura ya puedo afirmar con convicción que, para mí, los tiempos en que disfrutaba con Paulo Coelho son más que pretéritos.

7 de noviembre de 2015

Cordero

Los Evangelios narran el nacimiento de Jesús, las enseñanzas que impartió una vez cumplidos los 30 años y los acontecimientos que culminaron en su divino sacrificio. Sin embargo, nadie cuenta lo que pasó durante esos veintitantos años en los que transcurrió la infancia y la juventud del Mesías. ¡Menudo desatino! Sin embargo, hubo un testigo de todas las correrías de Jesús, y ese es su mejor amigo, Colleja. Ambos se conocieron a los seis años, cuando Colleja se encontró a Joshua (la forma hebrea del nombre de Jesucristo) resucitando lagartijas en plena calle, y a partir de ahí se convirtieron en uña y carne.

Sin embargo, seguimos sin tener un relato de esos años perdidos de Joshua, por lo que el ángel Raziel se ha propuesto enmendarlo. Y para ello no se le ocurre otra cosa que resucitar a Colleja en el s. XXI, llevarlo a un hotel de Estados Unidos y tenerlo allí bajo llave hasta que termine de escribir un nuevo Evangelio.

No está mal como trama, ¿verdad? Reconozco que me costó arrancar con este libro, porque el principio me recordó mucho a La vida de Brian pero no acababa de cuajarme el sentido del humor del autor. Pero admito que las reticencias me duraron pocas páginas, porque este es un libro genial. Colleja nos contará episodios de la infancia de Joshua, y cómo un día marcharon ambos en busca de los Reyes Magos para que le enseñaran todo lo que tenía que saber en tanto que Mesías. Colleja y Joshua vivirán en cuevas, acantilados, monasterios y zanjas; con austeros monjes y exóticas concubinas, y practicando artes marciales y estrictas sesiones de meditación. Las escenas hilarantes se suceden y el sentido del humor es, efectivamente muy del estilo de Monty Phyton. Sin embargo, es obvio que detrás de las risas hay un enorme trabajo de investigación por parte del autor acerca de las religiones —todas ellas—, y más de un pasaje dejará al lector pensando:

A mí, que soy judío, me resulta difícil permanecer en el momento. Sin pasado, ¿dónde está la culpa? Y, sin futuro, ¿dónde está el temor? Sin culpa ni temor, ¿quién soy?

***

Al final he terminado la lectura de las historias de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Tal como lo cuentan esos tipos, parece que la cosa hubiera sido un accidente, como si cinco mil personas se hubieran presentado en lo alto de una colina una mañana. De haber sido así, llevarlos a todos hasta allí habría sido todo un milagro, y eso sin contar con que había que alimentarlos a todos. Nosotros nos dejábamos la piel para organizar sermones como ese, y a veces teníamos incluso que meter a Joshua en una barca y alejarlo de la costa, para que pudiera predicar desde allí, para que no lo acosaran. La seguridad del chico era un gran quebradero de cabeza para todos nosotros. [...]

Lo que intento decir es que esos tipos, Mateo, Marcos, Lucas y Juan sí cuentan algunas cosas tal como fueron, aciertan en el trazo grueso, pero se dejan mucho en el tintero (treinta años enteros, sin ir más lejos). Mi intención es completar las lagunas, pues supongo que para eso me resucitó el ángel.

Un libro tremendamente recomendable y que me ha dejado con ganas de más Moore. El próximo libro de este autor que tengo en el punto de mira es La sanguijuela de mi niña, que al parecer narra el particular punto de vista del autor acerca de los vampiros. ¡Espero que caiga pronto en mis manos!