31 de agosto de 2017

Elizabeth Is Missing (Emma Healey)

Maud, una anciana de 82 años, se olvida de las cosas. Se hace un té y se le enfría en la cocina. Se prepara tostadas tres veces seguidas (y se las come). Cada día compra varias latas de piña en conserva, que acumula en los estantes. Y pregunta a su hija una y otra vez cuál es el mejor sitio para plantar calabacines. En los bolsillos de su chaqueta se acumulan pequeñas notitas en las que anota lo más importante, aquello que no debe olvidar de ninguna de las maneras. Y entre los papelitos, una de las frases que más se repiten es «Elizabeth ha desaparecido».

Como habréis adivinado, Maud sufre de demencia, pero eso no es óbice para que, terca como una mula, haga todo lo que está en su mano para encontrar a su mejor amiga, Elizabeth, pues tiene un temible presentimiento acerca de ella. Desde luego, el hijo de Elizabeth es un bruto y Maud no acaba de confiar que él la tenga a buen recaudo...

Y si bien su memoria es cada vez más frágil para recordar hechos recientes, la memoria a largo plazo de Maud es cada vez más viva, y se ve sorprendida por continuos pensamientos de algo que sucedió 70 años atrás y que le afectó mucho: otra desaparición, la de su hermana Sukey. Esos fragmentos nos hacen retroceder a la época de la posguerra inglesa, cuando la familia tenía que sobrevivir con cartillas de racionamiento y no era raro que algunas personas desaparecieran. Sin embargo, Sukey no era el tipo de persona que se iría sin más, dejando sumidos en la desesperación a sus padres y su hermana.

 Así, las dos desapariciones se intercalan en la narración a medida que Maud se ve cada vez más perdida en el mundo actual y con crecientes recuerdos de décadas atrás. ¿Logrará Maud, y con ella el lector, saber qué les ocurrió tanto a Elizabeth como a Sukey?

Esta novela me resultó muy entretenida, a ratos divertida, a ratos intrigante, pero sobre todo me dejó un poso de tristeza al ver cómo Maud se pierde cada vez más en los laberintos de su memoria. La autora, Emma Healey, vivió la demencia de primera mano cuando su abuela la padeció, y creo que ha quedado perfectamente reflejado en las páginas de Elizabeth Is Missing: la dificultad de recordar qué hace Maud de pie en la cocina de su casa a las tres de la mañana, la impaciencia que siente cuando no es capaz de recordar cómo se llama el objeto que tiene en la mano, y a medida que avanzan las páginas vemos lo que ocurre cuando la enfermedad avanza y Maud poco a poco se va deteriorando, hasta el punto de no llegar a reconocer a su propia hija. Me ha gustado mucho la novela porque la autora ha captado muy bien los mecanismos que tienen lugar en la cabeza de una persona con demencia y las cadenas de pensamientos que les llevan a actuar como lo hacen.

También creo que hace un buen trabajo a la hora de reflejar el papel de los cuidadores, y también las limitaciones, miradas de condescendencia o pequeños momentos de bochorno a los que uno debe de enfrentarse cuando llega a una edad avanzada y no tiene la cabeza del todo bien. También resulta entrañable ver la profunda amistad que mantenían Maud y Elizabeth, y cómo la primera no quiere dejar en la estacada a su amiga bajo ningún concepto y trata de buscarla por todos los medios.

Esta es la primera novela de Emma Healey y me ha parecido francamente bien resuelta. Constantemente se intercalan el día a día de Maud con sus recuerdos del pasado lejano y ambas historias casan muy bien. Quizá hacia la mitad del hilo algunos fragmentos se me hicieron un poco repetitivos y tampoco me gustaba la forma facilona con la que la autora hacía a Maud evocar los pensamientos del pasado. Dicho esto, me ha parecido una idea fantástica para un libro, que, aparte de entretener, hacer tomar un poco de conciencia por los enfermos de demencia, sus cuidadores y su familia, algo que siempre es de alabar.

Una novela muy entretenida, con un poso agridulce, pero no por ello menos recomendable.

En español, Elizabeth ha desaparecido fue publicada por Duomo Editorial en el 2014 y la traducción viene firmada por Antonio Prometeo Moya Valle.
   



28 de agosto de 2017

El perfume (Patrick Süskind)

Los veranos son para releer, al menos para mí. Suelo pasar una temporada en casa de mis padres, donde conservo más o menos la mitad de mi biblioteca y, por tanto, esa vuelta a casa en verano supone el reencuentro con muchos de los libros que tanto me han gustado en las últimas décadas. La relectura de este verano ha sido esta, El perfume, un libro que me fascinó en mi adolescencia y que habré leído ya cuatro o cinco veces. Me recuerdo a mí misma con unos 15 años a la mesa, comiendo con la familia, libro en mano, sin poder parar, fascinada con la historia de Jean-Baptiste Grenouille, sin apenas prestar atención a lo que ocurría a mi alrededor (una terrible costumbre la de leer a la mesa, lo sé, pero lo hice muy a menudo de adolescente...).

Poca gente habrá que no conozca la historia, pero para esos pocos incluyo aquí la primera página del libro, que ofrece un resumen excelente; aún recuerdo la fascinación que ejercían sobre mí, aún adolescente, estos primeros párrafos:

En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales. Aquí relataremos su historia. Se llamaba Jean-Baptiste Grenouille y si su nombre, a diferencia del de otros monstruos geniales como De Sade, Saint-Just, Fouché, Napoleón, etcétera, ha caído en el olvido, no se debe en modo alguno a que Grenouille fuera a la zaga de estos hombres célebres y tenebrosos en altanería, desprecio por sus semejantes, inmoralidad, en una palabra, impiedad, sino a que su genio y su única ambición se limitaban a un terreno que no deja huellas en la historia: al efímero mundo de los olores.

En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata, las cocinas, a col podrida y grasa de carnero…

Así pues, con esta relectura he revivido todas las sensaciones de años atrás, y he sido consciente además de una cosa: si he disfrutado tanto de este libro es porque la edición es soberbia. La traducción la firma Pilar Giralt Gorina y me parece destacable de principio a fin, no solo por la dificultad que seguro entrañó traducir un libro como este, sino por la naturalidad con la que se lee su texto, la sensación que deja de que cada una de las palabras escogidas en la traducción es la más precisa y no otra. Un auténtico gustazo.

En fin, que una vez más me sumergí en las páginas de este libro y disfruté la historia de principio a fin. De todas formas, debo admitir que esta vez me dio una tremenda pena por las jóvenes y deseé que las cosas no le hubieran salido tan relativamente bien durante todo el libro a la garrapata de Grenouille.




22 de agosto de 2017

Nina is Not OK (Shappi Khorsandi)

A sus 17 años, Nina es una adolescente divertida y despreocupada que saca buenas notas y está recuperándose de un fracaso amoroso. Le encanta salir con sus amigas y tomarse una o dos copas. Salvo que Nina nunca se toma solo dos... las noches de Nina son épicas y acaban entre vómitos y con una tremenda resaca a la mañana siguiente, pero eso es lo que hacen todos los adolescentes, ¿no? Aunque alguna de esas noches acabe teniendo sexo borracha con algún desconocido. Eso también lo hace todo el mundo, ¿verdad...??

Sin embargo, un sábado por la noche Nina parece desfasar especialmente cuando la expulsan de una discoteca por «comportamiento deshonesto». Está totalmente borracha y, cuando empieza a recuperar la consciencia, se encuentra a bordo de un taxi, a punto de vomitar, con las bragas en la mano y a la puerta de su casa, con su madre esperándola con cara acongojada en el umbral. Algo le dice que esta noche, de la que no recuerda prácticamente nada, ha sido diferente de las demás... 

No sé muy bien cómo demostrar mi entusiasmo por este libro, que, junto con Instrumental, se coloca en el primer puesto de un año de lecturas muy bueno. Y es que esta novela que puede parecer ligera trata un montón de temas interesantísimos, como el exceso de alcohol entre los jóvenes, la búsqueda de aprobación externa a edades tan vulnerables, el poder (negativo) de las redes sociales, los conflictos entre amigos, el consentimiento en las relaciones sexuales, las relaciones en familias con padrastros e hijos de otras relaciones... Además, la autora es una monologuista famosa en el Reino Unido, por lo que la novela tiene muchos fragmentos en los que te partes de risa pese a la dureza de los temas que se tratan de fondo.

Es un libro que recomendaría sin duda para leer en edad adolescente, pero se puede disfrutar a cualquier edad por los diferentes mensajes que transmite, por su brutal sinceridad, porque la lectura engancha y porque cada uno de los personajes de la novela resulta totalmente creíble. Es facilísimo empatizar con todos ellos, y en más de un pasaje me encontraba pensando: «Nina, por Dios, ¡no lo hagas!», o riendo en un párrafo y acongojada en el párrafo siguiente. Me lo terminé hace un mes y volvería a empezarlo hoy mismo, solo os digo eso.

También es cierto que contiene descripciones sexuales algo explícitas y que trata el tema del alcoholismo sin pelos en la lengua, por lo que quizá su estilo no resulte del agrado de todo el mundo. Pero, si se sabe ver más allá, se descubrirá una lectura cuya protagonista dan ganas de acoger bajo el ala y de dar dos guantazos para que reaccione, todo al mismo tiempo.

Y hay una cosa que me sorprendió de este libro: pensé que la trama principal era la que se deja entrever en la portada, la del alcoholismo en adolescentes, pero hacia la mitad del libro otro tema toma el relevo, un tema de candente actualidad, y está tan bien narrado que te deja con el corazón encogido hasta el final. No me esperaba este cambio de tercio, pero es solo un punto más a favor de esta buenísima novela. 

La única pega es que creo que de momento no está disponible en español, y es una pena porque creo que una historia así funcionaría de perlas también en nuestro mercado. A ver si alguna editorial se anima.

Y una última cosa: ME ENCANTA la portada. Es el típico libro que saco de la estantería de vez en cuando para verlo y acariciarlo, jeje. Creo que el diseño está muy bien conseguido y fue lo primero que me atrapó de esta novela. De hecho, me lo compré solamente viendo la portada y la altísima puntuación (un 4,28 a día de hoy) que tiene en Goodreads.