Los veranos son para releer, al menos para mí. Suelo pasar una temporada en casa de mis padres, donde conservo más o menos la mitad de mi biblioteca y, por tanto, esa vuelta a casa en verano supone el reencuentro con muchos de los libros que tanto me han gustado en las últimas décadas. La relectura de este verano ha sido esta, El perfume, un libro que me fascinó en mi adolescencia y que habré leído ya cuatro o cinco veces. Me recuerdo a mí misma con unos 15 años a la mesa, comiendo con la familia, libro en mano, sin poder parar, fascinada con la historia de Jean-Baptiste Grenouille, sin apenas prestar atención a lo que ocurría a mi alrededor (una terrible costumbre la de leer a la mesa, lo sé, pero lo hice muy a menudo de adolescente...).
Poca gente habrá que no conozca la historia, pero para esos pocos incluyo aquí la primera página del libro, que ofrece un resumen excelente; aún recuerdo la fascinación que ejercían sobre mí, aún adolescente, estos primeros párrafos:
En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales. Aquí relataremos su historia. Se llamaba Jean-Baptiste Grenouille y si su nombre, a diferencia del de otros monstruos geniales como De Sade, Saint-Just, Fouché, Napoleón, etcétera, ha caído en el olvido, no se debe en modo alguno a que Grenouille fuera a la zaga de estos hombres célebres y tenebrosos en altanería, desprecio por sus semejantes, inmoralidad, en una palabra, impiedad, sino a que su genio y su única ambición se limitaban a un terreno que no deja huellas en la historia: al efímero mundo de los olores.
En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata, las cocinas, a col podrida y grasa de carnero…
Así pues, con esta relectura he revivido todas las sensaciones de años atrás, y he sido consciente además de una cosa: si he disfrutado tanto de este libro es porque la edición es soberbia. La traducción la firma Pilar Giralt Gorina y me parece destacable de principio a fin, no solo por la dificultad que seguro entrañó traducir un libro como este, sino por la naturalidad con la que se lee su texto, la sensación que deja de que cada una de las palabras escogidas en la traducción es la más precisa y no otra. Un auténtico gustazo.
En fin, que una vez más me sumergí en las páginas de este libro y disfruté la historia de principio a fin. De todas formas, debo admitir que esta vez me dio una tremenda pena por las jóvenes y deseé que las cosas no le hubieran salido tan relativamente bien durante todo el libro a la garrapata de Grenouille.
Hola Rosa.
ResponderEliminarLeí este libro hace años y me parece una obra maestra, salvando que el protagonista es un monstruo, todo el mundo con los que convive son peor que él.
Me alegro que lo disfrutases (otra vez).
Feliz semana!!
¡Hola, Godor! Sí, la verdad es que en aquella época pocos se salvaban, pero me dio pena por las chicas, unas víctimas tan jóvenes...
Eliminar¡Feliz semana también para ti!