Me vienen un montón de ejemplos a la cabeza: me encantaron autores como Cheryl Strayed, Elizabeth Gilbert, Adrian McKinty, Patrick Rothfuss, Anne Rice, Joe Hill, Alex Garland, Alberto Morán Roa, Jesús Carrasco... Encima algunos de ellos son autores de sagas, como Rothfuss, Morán Roa o Anne Rice, por lo que a priori no hay motivo para no volver a ellos (¡aunque solo sea para terminar la saga!). De cajón. Bueno, pues no soy capaz. Siempre me siento atraída por los cantos de sirena provenientes de los nuevos autores que descubro en Goodreads. ¡Y la lista no deja de crecer!
El caso es que ya hace tiempo que quiero corregirme y, después de leer Siempre hemos vivido en el castillo, me dije que Shirley Jackson era una autora tan buena como cualquier otra para enmendarme, así que recurrí a los chicos de Book Depository para adquirir The Haunting of Hill House y The Lottery and Other Stories. Y a principios de septiembre me adentré en Hill House.
Si este que he mencionado es mi defecto, una virtud considero que es mi afición por no saber nada de antemano de las tramas o de los libros que leo en general. Por lo general escojo basándome en escuetas referencias que leo por ahí. Y me alegro de haber llegado bastante a ciegas a The Haunting of Hill House. Si hubiera leído, por ejemplo, que Stephen King la considera una de las mejores novelas de terror de finales del siglo xx y otros la sitúan como la mejor novela sobre casas encantadas de todos los tiempos... bueno, quizá habría sido un problema, porque ya se sabe lo que ocurre cuando uno tiene las expectativas muy altas.
La maldición de Hill House gira en torno a un inquietante experimento que llevó a cabo el doctor John Montague, entregado desde hace años al estudio de las «perturbaciones psíquicas» que tienen lugar en las casas encantadas. Cuando se entera de la existencia de Hill House, decide alquilarla por unos meses y allí da cita a Eleanor, una joven solitaria después de haber pasado once años cuidando de su madre; Theodora, una joven despreocupada con capacidades psíquicas, y Luke, un vividor que se ve envuelto en la aventura a petición de su tía, propietaria de la casa. El objetivo es que todos ellos cohabiten en Hill House unos días y vayan registrando los fenómenos paranormales que allí sucedan; con el resultado de todo ello, el doctor pretende publicar un estudio. Así pues, para conocer las experiencias que vivieron los cuatro en la casa, el lector tendrá que adentrarse en ella también...
Journeys end in lovers meeting.
No se me ocurre otra palabra que defina mejor los libros de Shirley Jackson que peculiares. Desde la caracterización de los personajes hasta los diálogos a veces surrealistas que se llevan entre ellos, cuando menos curioso si imaginas que este libro lo escribió un ama de casa a finales de la década de los cincuenta. Y, encima, el resultado final sigue asombrando a los escritores más consagrados de hoy en día.
It will be a long time, I think, before she opens another door by herself.
En cuanto a la lectura en sí, por algún motivo pensaba que no me iba a dar miedo para nada, que al final se quedaría en palabras vacías (un poco como pasó con La casa y el cerebro, que, ahora que me doy cuenta, ¿por qué no lo tengo reseñado en el blog si me lo leí hace relativamente poco?). Y sin embargo sí, me dio miedo, me resultó inquietante sobre todo ver cómo la influencia de la casa se iba metiendo cada vez más y más en uno de los personajes, haciendo dudar al lector acerca de si ese personaje estaba perturbado por naturaleza o se comportaba así por influencia de la casa.
En definitiva, en este libro, que he disfrutado un montón, se encuentran todos los clásicos del género (casa siniestra en una colina apartada, inquietante ama de llaves que se va de la casa cada día al atardecer, ruidos, psicofonías, habitaciones que aparecen desordenadas, sueños que se mezclan con la realidad...) y se le da un giro de tuerca con la exploración psicológica de uno de los personajes en especial. Porque... ¿es la casa la que está poseyendo a uno de sus habitantes, o es ese habitante el que acaba poseyendo a la casa? Lo mejor es que Shirley Jackson no termina de desvelarlo y despliega toda la historia para que el lector lo decida por sí mismo.