Seguramente, a cada uno de nosotros el verano le evoca un tipo de lecturas en particular. En mi caso, me encanta leer a Stephen King en verano, y también es una época de relecturas. Suelo pasar algunas semanas de verano en casa de mis padres, donde conservo buena parte de mis libros, y siempre me tienta volver a vivir alguno de ellos. Si una historia me ha entusiasmado, soy incapaz de no volver a ella, de darle un adiós definitivo. Así que decidí que este verano le tocaba el turno a Wild, una novela que en su día me impactó y que ya hace tiempo que estaba deseando releer.
Cheryl Strayed rememora en este libro el momento en el que, veinte años atrás, decidió recorrer el Sendero del Macizo del Pacífico durante tres meses, sin experiencia previa como senderista ni una buena forma física particular. Lo hizo a modo de redención, pues llevaba varios años perdida y sumida en una espiral de autodestrucción desde que muriera su madre cuatro años atrás, a los 46 años (cuando Cheryl contaba 22). Salvaje nos cuenta una historia de superación, de no rendirse, de mirar siempre adelante, al tiempo que trata de hacer las paces con su pasado.
La primera vez que lo leí, hace cuatro años, me llamaron la atención sobre todo los pormenores de la ruta en sí: los paisajes, las experiencias, las penalidades. Pero este libro es tanto eso como el recuerdo de lo que fue la madre de Cheryl para ella, de lo que es perder a una madre tan joven, de cómo se supera eso. Y en esta relectura me quedo con esa parte: es tremenda la capacidad de análisis de Cheryl Strayed, de rememorar el pasado, de examinar sus sentimientos y ponerlos en orden a medida que desgrana los días en los senderos. Día tras día en los senderos, y por la noche en su tienda de campaña, Cheryl repasa la enfermedad y muerte de su madre, su infancia con un padre maltratador, su juventud en un terreno aislado de Minnesota junto a sus dos hermanos y su madre, su matrimonio a los 19 años y su posterior divorcio... Y el lector es testigo de cómo el camino va ejerciendo su poder redentor; poco a poco Cheryl asume lo que pasó y se perdona los errores del pasado.
En resumen, una lectura buenísima y que yo recomendaría sin dudarlo, que no solo habla de senderismo por Estados Unidos, sino que es un tremendo libro sobre la aflicción y el duelo, y de cómo enfrentarse a la muerte de una madre. ¿Conocéis la historia, lo habéis leído?
Por cierto, es curioso cómo se producen a veces ciertas coincidencias: la madre de Cheryl nació un 18 de agosto, justo el día en que he terminado la lectura del libro. Qué cosas...
18 de agosto de 2018
17 de agosto de 2018
La mala semilla (Toni Aparicio)
¿Hasta dónde llegarías para salvar tu alma?
Eso es lo que la vida le plantea a Beatriz Manubens, una atractiva teniente de 33 años de la UCO de la Guardia Civil que ve cómo su vida personal y laboral se ve frenada en seco debido a un incidente ocurrido poco tiempo atrás: mató sin querer a un niño estando de servicio. Atormentada, decide volver a su ciudad natal, Albacete, para restañar heridas y salir de la espiral de autodestrucción en la que ha caído.
Pero en Albacete se encuentra con que han asesinado a Anabel, una buena amiga de su juventud, y su hijo de 6 años ha desaparecido. Pese a estar de baja laboral y en tratamiento psiquiátrico, Beatriz decide emprender una investigación paralela para esclarecer el asesinato de Anabel y, sobre todo, encontrar con vida a su hijo. Porque si encuentra al pequeño, quizá expíe la culpa del otro niño al que mató y pueda «salvar su alma».
***Ojo, he intentado no poner spoilers, pero me he dado cuenta de que algún detalle de los que he puesto puede revelar un poco la trama...***
Me embarqué en esta lectura gracias a la lectura conjunta organizada por Laky del blog Libros que hay que leer, Albanta de Adivina quién lee y Lunilla de El templo de la lectura. Y ha sido una buena elección como lectura veraniega, pues esta novela policíaca se lee de manera muy ágil y amena, con las dosis justas de misterio e intriga. En general me ha gustado la forma en que Toni Aparicio conduce al lector por la trama y también me ha gustado que la historia se base en Albacete, una ciudad tremendamente desconocida para mí. Otro de los escenarios de la novela es Riópar y el nacimiento del río Mundo, un lugar que tampoco conocía y que ya he ubicado en el mapa por si pudiera organizar una visita algún día...
Reconozco que últimamente estoy un poco tiquismiquis con mis lecturas, y en esta novela también me gustaría comentar un par de puntos no tan positivos: todos los personajes me han parecido un poco prototípicos y a ninguno he acabado de creérmelo del todo. (Ahora que no me oye nadie diré que Beatriz no me ha gustado nada como protagonista; me ha parecido algo insufrible y muchas de las escenas se veían forzadas, como toda la inquina del capitán Carmona o que muchos personajes se presentaran ante ella para hacer una confesión como por arte de magia.) Por otra parte, la historia de amor me parece totalmente prescindible (de verdad, no todos los libros tienen que tener una historia de amor, no pasa nada si algún personaje se enfrenta a la trama en soledad, y a veces no todas los romances acaban bien. A mí como lectora me encantan los finales no edulcorados...). Otro tema problemático que le he encontrado es que Adrián, el niño desaparecido, no está caracterizado. Es un problema informe, vago, indeterminado, "un niño desaparecido", pero no llegamos a conocer nada sobre él y confieso que no me ha llegado a preocupar mucho su desaparición porque en ningún momento se nos transmiten sus sentimientos: el autor lo utiliza como un mero instrumento de la trama. Durante la lectura pensaba que hubiera sido interesante que el autor intercalara algún párrafo que otro, aunque solo fueran pinceladas, en los que se deja entrever a un niño esperando solo, en un cuarto oscuro, o en medio del bosque, o algo así, lo que ve, lo que huele y lo que oye, y un par de pensamientos aislados que relatan su sentimiento de abandono, miedo y soledad: con algo así el lector se hubiera puesto más fácilmente en su piel y hubiera sufrido de lo lindo por él. Pero tal como lo ha planteado Aparicio... pues no sé, el niño me parece que pasa totalmente a un segundo plano.
Y otro problema que le he encontrado es el final, en el que hay un detalle que no me parece que tenga sentido: si uno de los personajes hubiera hecho lo lógico (que es acudir a la policía) el libro se hubiera terminado en la página 10 (esto lo leí en las críticas de Amazon y me hizo mucha gracia, pero es que estoy muy de acuerdo), así que cuando uno lee esa parte se le queda cara de póker. Pero bueno, dejando de lado estos detalles, La mala semilla es un libro que funciona y que puede ofrecer una buena historia para evadirse en las sobremesas de verano (con mi madre funcionó, se lo presté hace unos días y estuvo enganchadísima hasta que lo acabó, y yo misma estuve leyendo hasta las tantas incapaz de dejarlo). Puede parecer que hay más críticas que loas en esta reseña, así que concluyo diciendo que la novela me ha dejado un buen sabor de boca y que quienes disfruten con las novelas policiacas deberían darle una oportunidad y no hacer caso a una cascarrabias como yo.
No puedo terminar la reseña sin mencionar que en la cubierta falta una tilde como la copa de un pino, y no solo eso, sino que también se la olvidaron en el material promocional. Me parece gordísimo, pero bueno: me consuelo pensando que cuando Toni Aparicio sea muy famoso, los ejemplares de la primera edición de este libro con una falta en la portada alcanzarán en el mercado un precio estratosférico, jeje.
Eso es lo que la vida le plantea a Beatriz Manubens, una atractiva teniente de 33 años de la UCO de la Guardia Civil que ve cómo su vida personal y laboral se ve frenada en seco debido a un incidente ocurrido poco tiempo atrás: mató sin querer a un niño estando de servicio. Atormentada, decide volver a su ciudad natal, Albacete, para restañar heridas y salir de la espiral de autodestrucción en la que ha caído.
Pero en Albacete se encuentra con que han asesinado a Anabel, una buena amiga de su juventud, y su hijo de 6 años ha desaparecido. Pese a estar de baja laboral y en tratamiento psiquiátrico, Beatriz decide emprender una investigación paralela para esclarecer el asesinato de Anabel y, sobre todo, encontrar con vida a su hijo. Porque si encuentra al pequeño, quizá expíe la culpa del otro niño al que mató y pueda «salvar su alma».
***Ojo, he intentado no poner spoilers, pero me he dado cuenta de que algún detalle de los que he puesto puede revelar un poco la trama...***
Me embarqué en esta lectura gracias a la lectura conjunta organizada por Laky del blog Libros que hay que leer, Albanta de Adivina quién lee y Lunilla de El templo de la lectura. Y ha sido una buena elección como lectura veraniega, pues esta novela policíaca se lee de manera muy ágil y amena, con las dosis justas de misterio e intriga. En general me ha gustado la forma en que Toni Aparicio conduce al lector por la trama y también me ha gustado que la historia se base en Albacete, una ciudad tremendamente desconocida para mí. Otro de los escenarios de la novela es Riópar y el nacimiento del río Mundo, un lugar que tampoco conocía y que ya he ubicado en el mapa por si pudiera organizar una visita algún día...
Reconozco que últimamente estoy un poco tiquismiquis con mis lecturas, y en esta novela también me gustaría comentar un par de puntos no tan positivos: todos los personajes me han parecido un poco prototípicos y a ninguno he acabado de creérmelo del todo. (Ahora que no me oye nadie diré que Beatriz no me ha gustado nada como protagonista; me ha parecido algo insufrible y muchas de las escenas se veían forzadas, como toda la inquina del capitán Carmona o que muchos personajes se presentaran ante ella para hacer una confesión como por arte de magia.) Por otra parte, la historia de amor me parece totalmente prescindible (de verdad, no todos los libros tienen que tener una historia de amor, no pasa nada si algún personaje se enfrenta a la trama en soledad, y a veces no todas los romances acaban bien. A mí como lectora me encantan los finales no edulcorados...). Otro tema problemático que le he encontrado es que Adrián, el niño desaparecido, no está caracterizado. Es un problema informe, vago, indeterminado, "un niño desaparecido", pero no llegamos a conocer nada sobre él y confieso que no me ha llegado a preocupar mucho su desaparición porque en ningún momento se nos transmiten sus sentimientos: el autor lo utiliza como un mero instrumento de la trama. Durante la lectura pensaba que hubiera sido interesante que el autor intercalara algún párrafo que otro, aunque solo fueran pinceladas, en los que se deja entrever a un niño esperando solo, en un cuarto oscuro, o en medio del bosque, o algo así, lo que ve, lo que huele y lo que oye, y un par de pensamientos aislados que relatan su sentimiento de abandono, miedo y soledad: con algo así el lector se hubiera puesto más fácilmente en su piel y hubiera sufrido de lo lindo por él. Pero tal como lo ha planteado Aparicio... pues no sé, el niño me parece que pasa totalmente a un segundo plano.
Y otro problema que le he encontrado es el final, en el que hay un detalle que no me parece que tenga sentido: si uno de los personajes hubiera hecho lo lógico (que es acudir a la policía) el libro se hubiera terminado en la página 10 (esto lo leí en las críticas de Amazon y me hizo mucha gracia, pero es que estoy muy de acuerdo), así que cuando uno lee esa parte se le queda cara de póker. Pero bueno, dejando de lado estos detalles, La mala semilla es un libro que funciona y que puede ofrecer una buena historia para evadirse en las sobremesas de verano (con mi madre funcionó, se lo presté hace unos días y estuvo enganchadísima hasta que lo acabó, y yo misma estuve leyendo hasta las tantas incapaz de dejarlo). Puede parecer que hay más críticas que loas en esta reseña, así que concluyo diciendo que la novela me ha dejado un buen sabor de boca y que quienes disfruten con las novelas policiacas deberían darle una oportunidad y no hacer caso a una cascarrabias como yo.
No puedo terminar la reseña sin mencionar que en la cubierta falta una tilde como la copa de un pino, y no solo eso, sino que también se la olvidaron en el material promocional. Me parece gordísimo, pero bueno: me consuelo pensando que cuando Toni Aparicio sea muy famoso, los ejemplares de la primera edición de este libro con una falta en la portada alcanzarán en el mercado un precio estratosférico, jeje.
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