18 de abril de 2020

Las mujeres de Winchester (Tracy Chevalier)

Inglaterra, década de 1930. El país todavía se está recuperando de la Primera Guerra Mundial, en la que fallecieron muchísimos hombres del país, dejando a toda una generación de mujeres sin la posibilidad de encontrar un marido decente («mujeres sobrantes», las llamaban). Violet Speedwell es una de estas mujeres. Tiene 38 años, es soltera y perdió en la guerra a su hermano y a su novio. Aunque ya han pasado 14 años, las heridas aún no han cicatrizado del todo, pero Violet está determinada a labrarse un futuro por sí misma y se va de la casa que comparte con su madre, una persona quejica que siempre está criticándola por todo.

Así pues, Violet empieza una nueva vida en Winchester trabajando como mecanógrafa y viviendo en una habitación alquilada. Las cosas no son fáciles para ella, pues apenas tiene para llegar a fin de mes y solo come caliente una vez a la semana. Además, tiene que lidiar con las miradas y los comentarios habituales en aquella época para las solteronas.

Así las cosas, un día se apunta al grupo de bordadoras de la catedral de Winchester, todo un ejército de señoras que cosen los reclinatorios y cojines que luego utilizan los fieles. Sin tener ni idea de coser acaba formando parte de este grupo, con la idea de dejar su pequeña impronta en el mundo, y este grupo le sirve además para ampliar su círculo de amistades. Y eso le lleva a conocer a los campaneros de la catedral, donde quizá se empiece a gestar un romance para Violet...

PESEL, Louisa - Not Just Hockney
Las cenefas que se bordaban para los cojines y reclinatorios, con un detalle que tiene un cierto protagonismo en el libro.

Esta es la trama de la novela, y la verdad es que resultaba interesante: Inglaterra, el periodo de entreguerras, las «mujeres sobrantes», la catedral de Winchester, la Segunda Guerra Mundial cerniéndose en el horizonte, la dificultad de labrarse un futuro si no te ciñes al marco tradicional de marido e hijos... Sin embargo, el desarrollo de la historia no ha acabado de gustarme. Ocurre lo mismo que en Agnes Grey: la protagonista no es nada memorable. Está determinada a labrarse una vida de manera independiente, pero en cuanto conoce a un hombre que le interesa se lanza a por él sin ningún reparo, aunque sea un hombre casado que le saca veinte años (lo primero que hace al conocerle es mirar si lleva anillo de casado).

En ocasiones te encuentras libros con personajes que desearías que fueran tus amigos en la vida real. Querrías tenerlos para siempre en tu vida, hablarles de tus problemas, que te contaran los suyos y tener charlas interminables. Bueno, pues con Violet me ha ocurrido todo lo contrario: estaba deseando perderla de vista; no he casado para nada con su línea de pensamientos, con su toma de decisiones. No es una persona que me haya caído nada bien: juzga a la gente a su alrededor de manera implacable (flipé cuando se ríe de su cuñada porque se encuentra muy pesada por el embarazo), y no ayuda a Gilda y a Dorothy porque le salga del corazón, sino porque sirve a su propósito (que es no volver a vivir con su madre). Es cierto que ser soltera en la década de 1930 no es lo más fácil del mundo, pero lo que hace Violet no me ha parecido nada heroico y encima lo cuenta todo con un ligero deje de amargura. Como digo, no la veo una persona nada relevante para protagonizar una novela.

Y luego el final, que no voy a decir mucho para no destriparlo, pero me parece terriblemente injusto para el personaje masculino.

Una frase que me ha llamado la atención por lo poco (o mucho) que dice de Violet es esta que piensa la protagonista en un momento determinado (dirigiéndose a una mujer): «perdóname por construir mi vida sobre las ruinas de la tuya» (pág. 369).

O, por ejemplo, la primera persona en el grupo de bordadoras que le abre los brazos e intenta integrarla es Gilda, y Violet como agradecimiento la describe de esta manera: «Gilda la cogió del brazo para guiarla. Violet sintió ganas de apartarse: había algo en la delgada cara de Gilda, los prominentes dientes y las finas arrugas alrededor de los ojos que transmitía... no exactamente desesperación, sino una abrumadora insistencia».

Para más inri, la narración se hace algo aburridilla, porque hay fragmentos interminables sobre bordados y campanas que parecen más trabajados que la propia protagonista. Es cierto que la labor de documentación de la autora parece exhaustivo y es digno de encomio, pero esos fragmentos en ocasiones resultaban abrumadores. Por no hablar de la subtrama de Jack Wells, que aún no he logrado entender qué pintaba en este libro...

En definitiva, creo que las ideas eran buenas, pero me esperaba más de una autora como Tracy Chevalier, siendo además este libro el primero que leo de ella. Y desde luego habría cambiado ese final y la historia de amor, pues esa pareja no pega ni con cola. Todas las escenas en las que ambos salen juntos me chirriaban, no se veía pasión por ninguna parte. Creo que la novela habría sido más interesante si no hubiera habido ningún romance en el horizonte para Violet.

Un aspecto que sí me ha gustado de este libro es cómo reproduce Chevalier la Inglaterra de los años treinta, aquella sociedad algo estrecha de miras que todavía mira por encima del hombro a las solteronas, de quienes solo se espera que dejen sus trabajos un día para formar una familia o cuidar a sus padres. Y el protagonismo de la catedral de Winchester también me ha gustado. Ha sido un bonito viaje literario, aunque el desarrollo de la trama para mi gusto se haya quedado un pelín corto.

Gracias a Laky por organizar la lectura conjunta y a Duomo por el ejemplar.


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6 comentarios:

  1. La subtrama de Jack Wells también la hubiera omitido porque no le ha aportado mucho a la historia. Y el personaje, a veces no me ha caído bien, pero sí me ha parecido más humano, más real. Un personaje con sus virtudes y con sus defectos. Si quieres volver a leer algo de la autora te recomiendo La joven de la perla. Creo que te va a gustar más que ésta.
    Besote!!!

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    1. Gracias por la recomendación, mucha gente coincide en que "La joven de la perla" vale mucho la pena. Pero no sé si me han quedado ganas de seguir con esta autora, de momento me lo pienso...
      ¡Besotes!

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  2. Tengo ganas de leerlo, aunque primero quiero estrenarme con La joven de la perla, que es el que tengo por casa.

    Besotes

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    1. Por lo que he visto, ese que tienes es apuesta segura, ¡ya contarás!
      Besos.

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  3. Me gusta mucho Tracy Chevalier, sobre todo "Las huellas de la vida", un homenaje precioso a Mary Anning, la primera gran paleontóloga de la historia, invisibilizada por ser mujer y pobre, no sé si la has leído. Me gustó incluso más que "La joven de la perla". Así que tengo ganas de leer esta nueva novela, y no me sorprende nada lo que cuenta sobre la excelente ambientación en la Inglaterra del período de entreguerras porque Chevalier es única con las reconstrucciones históricas. Entiendo bien lo que comentas sobre la antipatía que te ha causado la protagonista y, por lo que cuentas, casi que la comparto contigo. Reconozco que es difícil disfrutar tanto de una historia cuando la conductora principal del hilo de la trama te resulta tan antipática... así que me desanima un poco, la verdad. Besos.

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    1. Por lo que he visto, Tracy Chevalier es muy exhaustiva a la hora de documentarse para una novela, y eso sí que es un punto a su favor, desde luego. Lo que cuentas de "Las huellas de la vida" me resulta muy interesante; no la he leído, no.
      ¡Besos!

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