Además es de los pocos programas que he visto en los que se muestran fotografías y vídeos de los fenómenos «reales» según los tomaron los testigos, y a lo mejor peco de ingenua, pero no parecen estar trucados. El caso es que cada programa me tenía enganchada a la tele y me gustaba más que el anterior. Cuando Babelio ofreció este libro en su iniciativa de Masa Crítica decidí pedirlo porque me pareció que era lo más parecido que podía encontrar en versión novela. Y no me equivocaba: desde las primeras páginas, leer este libro es como ver un episodio de Paranormal Witness.
Los Smurl eran la típica familia norteamericana: en 1973, Jack y Janet Smurl se mudaron a un dúplex en el 330 de Chase Street en Pittston (Pensilvania) junto con los padres de Jack (que vivían en el adosado de al lado) y sus cuatro hijas adolescentes. Eran una familia trabajadora, religiosa y a todas luces feliz.
No obstante, ya en 1974 comenzaron a notar que ocurrían cosas raras: una mancha en la alfombra que aparece una y otra vez aunque se limpie a conciencia, una televisión que empieza a arder sin previo aviso, problemas inexplicables de fontanería, aparatos de radio que se ponen en marcha a todo volumen pese a estar desconectados de la electricidad... Un día, Janet estaba en el cuarto de la lavadora cuando oyó cómo alguien la llamaba claramente por su nombre una y otra vez, pese a estar sola en casa, y notó una presencia junto a ella que le erizó la piel. Ese día supieron que allí estaba ocurriendo algo que escapaba a toda explicación racional.
Poco a poco los fenómenos fueron aumentando tanto en frecuencia como en intensidad, hasta que en 1985 (¡casi diez años después!) la situación se volvió insoportable, pues incluso habían empezado a sufrir agresiones físicas por parte de los demonios que habitaban la casa. Por esa época los Smurl dieron con Ed y Lorraine Warren, «el demonólogo y la médium más famosos del mundo», quienes trataron de guiar a la familia en su lucha contra el mismo Diablo. Se oían continuos golpes en las paredes (en grupos de tres, el número del Diablo), los cimientos de la casa temblaban, los colchones se movían violentamente, Jack y Janet veían horribles monstruos que intentaban atacarles, e incluso sufrieron intentos de estrangulamiento y violaciones. Estaban al límite de sus fuerzas, su salud se había visto debilitada y tenían los nervios a flor de piel. Temían que el acoso terminara en una posesión que acabara con la vida de Jack, de Janet o, lo que es peor, de alguna de las hijas del matrimonio.
El libro termina en 1987, después del tercer exorcismo realizado en la casa. Tras unas semanas de calma en las que la familia respiró aliviada, los fenómenos volvieron a repetirse. El libro original fue publicado en 1988, así que una de las últimas frases del libro está pronunciada en un tono de desesperanza: «Actualmente, la infestación continúa».
De hecho, esa es la única pega que puedo ponerle al libro: como el original se publicó en 1988, cuando los fenómenos paranormales de la casa de los Smurl no habían llegado a su fin, el libro queda un poco inconcluso, se ve desactualizado, aunque en las últimas páginas la editorial ha añadido un par de líneas que cuentan lo que pasó al final.
He tenido que irme a internet para leer con más detalle cómo acabó la historia: en 1988 los Smurl se mudaron a otra casa y allí dejaron de experimentar los horribles fenómenos paranormales (pese a que anteriormente las presencias aterradoras los habían perseguido incluso cuando se fueron de vacaciones). La siguiente persona que se mudó al 330 de Chase Street tampoco vivió ninguna de las experiencias demoníacas que narraron los Smurl. La verdad es que durante la lectura me creí todo lo que vivió esta familia (y confieso que anoche, después de cerrar el libro, miré inquieta la oscuridad del pasillo), pero la opinión que parece imperar en internet es que no había muchos visos de realidad en estos fenómenos. Os invito a leer el libro para formaros una opinión. A mí, pese a que me ha dejado con la duda, la lectura de este libro me ha resultado de lo más entretenida y aterradora a partes iguales.
En este enlace de la editorial Obelisco podéis leer el primer capítulo. La traducción la firma Daniel Aldea y me ha parecido muy conseguida.
Gracias a Ediciones Obelisco y a Babelio por el ejemplar.