Norman Bates oyó el ruido y se estremeció.
Era como si alguien estuviera golpeando los cristales de las ventanas.
Levantó la mirada, rápidamente, dispuesto casi a ponerse en pie, y el libro resbaló de sus manos para caer en su amplio regazo. Entonces comprendió que aquel ruido era tan sólo lluvia, la lluvia que caía al morir la tarde, cuyas gotas golpeaban la ventana de la salita.
No se había dado cuenta de la llegada de la lluvia, ni de la penumbra. Pero la salita estaba ya bastante a oscuras, y antes de proseguir su lectura alargó la mano para encender la lámpara de sobremesa.
Era una lámpara anticuada, con una pantalla adornada y lágrimas de cristal. Podía recordarla desde que tenía uso de razón, y su madre se negaba a desprenderse de ella. A Norman no le importaba; los cuarenta años de su vida habían transcurrido en aquella casa y era agradable y tranquilizador sentirse rodeado de cosas conocidas. Allí dentro todo estaba ordenado; los cambios sólo se producían en el exterior. Y la mayor parte de ellos llevaban en sí una amenaza en potencia.
[La traducción, por lo que he podido comprobar, es de Carlos Paytuvi. Yo me lo he leído en inglés.]
Lo primero que llama la atención, aparte de este inicio bastante diferente de la película, es la descripción de Norman Bates que se hace unas páginas más adelante:
La luz alumbraba su cara regordeta, se reflejaba en sus gafas de lentes montados al aire, y bañaba su rosado cuero cabelludo bajo el escaso cabello rubio, cuando se inclinó para proseguir su lectura.
He visto la peli de Hitchcock innumerables veces, me parece una genialidad de principio a fin, y buena parte de su éxito creo que se debe a Anthony Perkins, a esa mezcla de vulnerabilidad y crueldad, a esa profunda mirada oscura bajo unas cejas pobladas que tan pronto reflejan compasión como maldad o el vacío más absoluto. Creo que es un personaje redondo, y por eso me ha sorprendido comprobar que el libro original tenía como protagonista a un personaje diametralmente opuesto: cuarentón, regordete, rubio y medio calvo, y con gafas. Mientras leía, no podía evitar tener en mente a Perkins todo el rato...
Por lo demás, Hitchcock siguió bastante fielmente la trama de Robert Bloch, así que en ese sentido no ha habido más sorpresas. Sin embargo, el libro me ha parecido muy recomendable aunque ya se conozca la historia, porque Bloch crea un ritmo muy conseguido y sabe mantener la tensión hasta el final, en un libro no muy largo que se devora en dos o tres tardes. Además me gustó mucho su estilo; como digo arriba, ya desde la primera página supe que este iba a ser uno de esos libros que hacen que te sientas cómodo entre sus páginas, de esos que me hacen murmurar: «Este libro sí que me va a gustar...».
La idea del libro me parece buenísima, y no me extraña que Hitchcock se hiciera con todos los ejemplares de Psicosis que había en el mercado para que nadie supiera el desenlace de antemano (en un libro de este tipo es esencial mantener el factor sorpresa). Por suerte para Hitchcock, Robert Bloch aún no era muy conocido y el director no tuvo que hacer un gran desembolso para adquirir todas las copias del mercado.
Por supuesto, si no conocéis la historia, os recomiendo encarecidamente que os hagáis con el libro cuanto antes y, ya puestos, que rematéis la lectura con la peli de Hitchcock, llena de detalles que dejan patente por qué era todo un maestro.
Por cierto, de Robert Bloch también me leí un librito de relatos de terror de lo más recomendable, este de aquí abajo, con una portada y un subtítulo de lo más evocadores, ¿verdad? :)