Hoy traigo un libro del que, inexplicablemente, no había oído hablar en mi vida. Y no me lo explico porque veo que es una lectura tremendamente popular, maravillosamente escrita, con un tema que da para un buen debate y del que hicieron una peli con Michael Fassbender de prota. Lo dicho, no me lo explico. Tras haberlo terminado al filo de la Nochevieja, confirmo que se va directo a las mejores lecturas del año. Cómo me encanta que los libros me sorprendan...
Australia, década de 1920. Tom acaba de volver de la guerra, donde miró a la muerte cara a cara y donde se juró no volver a hacer daño a ningún ser humano. Consigue el trabajo ideal para calmar su espíritu silencioso y retraído: será farero en Janus Rock, un islote sin apenas contacto con el exterior, salvo el barco que acude cada tres meses a traerle provisiones. Justo antes de partir a su nuevo puesto de trabajo conoce a la alegre y soñadora Izzy, una joven del puerto más cercano, se casan y, aunque un destino tan aislado no es su lugar soñado, Izzy enseguida se adapta a la vida solitaria de la isla junto a su adorado Tom.
Punto del suroeste de Australia en el que transcurre la acción. |
Sin embargo, los niños no llegan y para Izzy la vida en la isla cada día es más difícil. Hasta que una mañana se produce un «milagro» inesperado: a la isla llega una barca con un hombre muerto y un bebé de apenas semanas. La tentación de quedarse al bebé solo unos días es demasiado grande. Y el hecho de vivir en una isla fuera de las miradas juzgadoras del mundo hace que ambos acaben aceptando esta decisión cuestionable (Isabel con naturalidad, Tom con más reservas). Sin embargo, es inevitable que al final el pasado de la niña haga acto de presencia y rompa la burbuja que la pareja había creado en su isla.
Hay varias cosas que me han enamorado de este libro, y destaca una en primer lugar: el protagonismo del faro como lugar donde se desarrolla la acción y como símbolo. El faro, la profesión de farero y el ritmo incesante que marca el océano son en parte los protagonistas. La autora investigó cómo era el oficio de farero hace uno o dos siglos, explica el funcionamiento y el mantenimiento de un faro (que Tom cumple con precisión) e incluso leyó diarios de los que tenían que escribir los fareros con una entrada para cada día, donde debían quedar registradas las condiciones climatológicas y cualquier evento que se saliera de lo normal.
Diario de un farero (faro Pottawatomie, 1874). |
Además, la vida del farero debía regirse por la disciplina tanto en su vida personal (que debía ser intachable) como en el cuidado y el mantenimiento del faro. En este aspecto Tom es muy estricto; le gusta la monotonía y la serie de normas que impone vivir en un faro. En cuanto al faro como símbolo, abundan las metáforas de luz frente a oscuridad, perdido frente a encontrado, peligro frente a refugio, aislamiento frente a comunicación, claridad frente a misterio. Representan viajes, y peligro, y la lucha del hombre frente a la naturaleza, y todo ello aparece una y otra vez en forma de reflexiones en la trama. La forma de narrar de la autora es preciosa, hay un montón de frases que conectaban conmigo y habría subrayado medio libro. Es cierto que la narración es muy descriptiva, pero el libro no se me ha hecho pesado para nada.
Por otra parte, la prosa me ha parecido maravillosa, llena de descripciones del océano y la naturaleza, y también describe a la perfección el carácter de los personajes. Esto es de particular importancia porque cada uno reacciona ante el dilema de quedarse o no al bebé a su manera, y se explica tan bien que iremos empatizando con todos ellos por turnos. Para mí el verdadero protagonista y héroe de esta historia es Tom; Izzy no siempre cae bien y en ocasiones puede parecer egoísta, y sin embargo empaticé con ella y pude entender por qué actúa como actúa. En este libro todos los personajes son importantes para contar la historia, no sobra ni uno, y es inevitable sufrir con los giros que va tomando la trama y con las reacciones de todos ellos. Es una de esas novelas que te envuelven totalmente, entre las descripciones de la naturaleza y los hechos a los que se enfrentan los personajes, acabé pensando en la historia a todas horas del día; a mi hija le iba explicando la trama ¡y la he tenido intrigadísima durante días!
Otra cosa que me ha gustado es el tema central, cómo dos personas buenas pueden tomar decisiones malas, y gira en torno también a la capacidad de perdonar, de aprender de los errores y de diferenciar el bien y el mal. De cómo el sentimiento de culpabilidad acaba minando a un hombre bueno, que se debate entre el amor y el deber. De lo que es capaz uno de hacer por amor, y de si es legítimo conseguir lo que queremos a cualquier precio. El lector no podrá situarse en ningún extremo, sino que se moverá en una especie de zona gris, desde donde entenderá el razonamiento de todos los personajes.Por cierto, la trama se desarrolla en Janus Rock, y el nombre hace referencia al dios de las dos caras Jano, que es el dios de las puertas, de los comienzos y los finales (por eso dio nombre al mes de enero/January). Como decía antes, esa fuerza entre dos opuestos se repite continuamente en la trama: la isla se encuentra en el punto en que se juntan dos océanos, uno frío y tempestuoso, el otro tranquilo y cálido. La oposición entre amor y deber, entre justicia y culpabilidad. La oposición de dos familias. La diferencia entre los dos protagonistas: Tom es el verdadero héroe de esta historia, e Izzy es más egoísta y el lector no conectará tan fácilmente con ella.
El dios Jano. |
En definitiva, un libro que te envuelve y te hace vivir una historia emocionante, triste, sobrecogedora, en la que no sabes qué les ocurrirá a los personajes; solo sabes que ninguno saldrá indemne, que ninguno volverá a ser el que era. Una de esas historias que se te meten dentro y que no olvidas... Una lectura de diez.
Yo la leí con mi club de lectura en inglés, pero la traducción al español la publicó Salamandra y la tradujo Gemma Rovira Ortega, lo cual solo es sinónimo de cosas buenas.