Bueno, la cosa sigue por países nórdicos. Esta vez he leído una novelita que trata la tendencia de los finlandeses al suicidio, apunta los motivos, describe los perfiles más proclives y con todo ello monta una road movie en toda regla; ¿o deberíamos decir road book?
Es un libro que se lee rápido y resulta muy entretenido, pero nada más. En algunos momentos tanto kilómetro se me hacía un poco pesado, pero los fragmentos en los que cuenta el día a día en Finlandia me han gustado mucho. Y para que conste, copio un par de ellos:
«El enemigo más poderoso de los finlandeses es la oscuridad, la apatía sin fin. La melancolía flota sobre el desgraciado pueblo y durante miles de años lo ha mantenido bajo su yugo con tal fuerza, que el alma de éste ha terminado por volverse tenebrosa y grave. Tal es el peso de la congoja, que muchos finlandeses ven la muerte como la única salida a su angustia. Una mente taciturna es un enemigo aún más encarnizado y temible que la propia Unión Soviética.»
«Llegaron a la conclusión de que la sociedad finlandesa era fría y dura como el acero y sus miembros eran envidiosos y crueles los unos con los otros. El afán de lucro era la norma y todos trataban de atesorar dinero desesperadamente. Los finlandeses tenían muy mala leche y eran siniestros. Si se reían, era para regocijarse de los males ajenos. El país rebosaba de traidores, fulleros, mentirosos. Los ricos oprimían a los pobres, cobrándoles alquileres exorbitantes y extorsionándolos para hacerles pagar intereses altísimos. Los menos favorecidos, por su parte, se comportaban como vándalos escandalosos, y no se preocupaban de educar a sus hijos: eran la plaga del país, que se dedicaban a pintarrajear casas, cosas, trenes y coches. Rompían los cristales de las ventanas, vomitaban en los ascensores e incluso hacían sus necesidades en ellos. [...]
Si uno se ponía a beber, el hígado y el páncreas empezaban a fallar. Si comía bien, el colesterol se le ponía por las nubes. Si fumaba, se le incrustaba un cáncer asesino en los pulmones. Pasara lo que pasase, los finlandeses siempre se las arreglaban para echarle la culpa a otro. [...]
Pero siempre tiene que haber un aguafiestas. El camarero por horas Seppo Sorjonen, sin preguntar si le interesaba a alguien, empezó a referir sus recuerdos de Finlandia. Y lo peor es que eran todos positivos. Les puso como ejemplo la sauna finlandesa. Según él, su sola existencia implicaba que ningún finlandés tuviese derecho a suicidarse bajo ninguna circunstancia, al menos no sin antes darse un buen baño de vapor en ella.»
Título: Delicioso suicidio en grupo | Autor: Arto Paasilinna
Fecha inicio: 3.12.2009 | Fecha fin: 25.12.2009
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