Para empezar, hay que cuestionar hasta qué punto este libro hace de Jorge Javier Vázquez un escritor. Él mismo lo dice: «No soy escritor. Solo he escrito un libro». Es el típico caso de una editorial gorda que tantea al famoso de turno para que escriba un libro que se venda como rosquillas en Navidad o en Sant Jordi. Por supuesto, al famoso de turno hay que ponerle a un editor de apoyo (Mercedes Castro en este caso) que vaya revisando capítulo por capítulo y enderece la torpe escritura, porque de otro modo saldría algo infumable.
El libro, de tintes autobiográficos, arranca con la llegada del protagonista a Madrid, donde trabajará escribiendo reportajes sobre el famoseo para la revista Pronto. Atrás queda su infancia en el barrio de San Roque de Badalona, donde era un niño tímido y apocado de quien todos se burlaban («¡marica!») y que encontraba refugio en la lectura, y atrás queda también su juventud en las filas del Opus Dei, donde estuvo a punto de ingresar. Da cuenta también de la tensa relación que tuvo con su padre, que se negaba a aceptar la homosexualidad de su único hijo varón, y la complicidad que siempre hubo con su madre.
La novela también menciona diversos personajes del famoseo y narra cómo evolucionó la trayectoria profesional de Jorge, el protagonista: desde aquellos reportajes del Pronto hasta que traba amistad con Carmen Rigalt, lo que con el tiempo le abrirá las puertas a trabajar con Rosa Villacastín y Ana Rosa Quintana (el libro termina justo en ese punto).
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Jorge, el protagonista, no inspira ningún tipo de ternura pese a todas las desgracias que cuenta de su infancia, pues en toda la novela se adivina un trasfondo ególatra, en cada línea sugiere lo listo que es él y lo tontos que eran los profesionales que le rodeaban, y también nos cuenta que le llamaban «pequeño dictador» (huelga decirlo: basta verlo en un plató). En la segunda mitad del libro ya la cosa se me hizo aburrida, pese a los intentos del autor de darle dramatismo haciendo a su madre narrar en primera persona la muerte de su padre. No conseguí empatizar con los protagonistas de estas páginas porque está narrado de manera muy burda; para aumentar la carga emocional de las últimas páginas y crear un final apoteósico Jorge Javier cuenta nada menos que a su padre tuvieron que ponerle pañal en sus últimos días porque se hacía caca encima. Eso son armas de escritor; sí, señor.
El caso es que tampoco creo que su fiel público de Sálvame comulgue mucho con una novela de este tipo, porque no veo yo a esas señoras leyendo acerca de cómo Jorge le ponía la polla en la boca a Daniel y se corría de gusto (utilizo un vocabulario fiel al de Jorge Javier Vázquez para que el lector se haga una idea de lo que se encontrará).
En fin, acabemos con esto cuanto antes: mi recomendación es que no se acerquen a este libro ni en el Día de los Inocentes, no vaya a ser que alimentemos a la bestia (y que conste que yo no he pagado por él, me lo han prestado).
¡Ah! Lo mejor del libro es, sin duda, el título, que Vázquez toma de un poema de Gil de Biedma. Quedémonos con eso:
No volveré a ser joven
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Jajaja!
ResponderEliminarDespués de leer que era un gran bestseller me encanta encontrar una opinión como la tuya, muy igual a la mía.
Me parece un libro escrito para su público de Sávame, totalmente!
Te dejo aquí mi opinión: http://youtu.be/L_e2LK-fZj8
Sí, Wendy, creo que no somos pocos los que opinamos así, pese a que nos quieran hacer creer lo contrario. :-)
ResponderEliminarGracias por pasarte, ahora voy yo a ver tu opinión. ¡Saludos!
Muy buena sintesis, creo que el publico que no conoce su programa o al personaje dejara este libro en las góndolas.
ResponderEliminar¡Gracias por comentar!
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