Creo que la película de Vicente Aranda, si bien cosechó un gran éxito de público, no fue muy popular entre quienes habían leído la novela, pues muchos no aprobaban la elección de Ana Belén para el papel protagonista. Yo vi la película primero y, quizá sin estar condicionada por la idea que me había forjado en la cabeza del personaje de Desideria, abracé con entusiasmo la elección de la cantante. Creo que encarna a la perfección a la Desi mojigata de sus primeros años de matrimonio, a la Desi consumida por la pasión poco después de conocer a Yamám y a la Desi destruida por los celos y por esa misma pasión, ahora enfermiza, de su última etapa con el turco.
Diría que la novela gira en torno a dos temas: en primer lugar la insatisfacción. Desi cuenta cómo se casó con su primer novio un poco empujada por las circunstancias, porque era el siguiente paso lógico, y vivían en un matrimonio asentado, cómodo, lleno de convencionalismos, una historia de amor más en una ciudad de provincias (Huesca). En la pareja ya no hay pasión, quizá nunca la hubo, y, si bien Desi es medianamente feliz, empieza a nacer en ella un sentimiento de insatisfacción. Así las cosas, ambos deciden ir de viaje a Turquía con un grupo de amigos y es allí donde Desi conoce a Yamám y, de su mano, la pasión más enfermiza. Porque Desi decide dejar su ordenada y aburguesada vida y mudarse a Turquía, donde vivirá a las órdenes de Yamám, sin saber apenas nada de él, ni cómo se gana la vida ni cuál fue su vida anterior. Nada le importa, salvo que cada noche él le hace tocar el cielo con las manos...
Lo cierto es que a Desi se la puede situar en dos extremos: para unos encarna a una mujer fuerte que decide tomar las riendas de su vida y dejar atrás una existencia autómata que nada le aportaba para abrazar la pasión y el erotismo sin ambages, disfrutando de su cuerpo y de su sexualidad como si no hubiera un mañana. Para otros, retrata la sumisión y la pérdida de la dignidad ante un amor por el que lo dejas todo y que solo te aporta la humillación más absoluta.
En cuanto a mí, por un lado pensaba en qué se sentirá al verse uno tan llevado al límite, tan consumido por una pasión. Por otro lado, me pareció afortunado que algo así no me haya ocurrido nunca, porque qué horror verse envuelto en una situación tal que no te deja pensar con claridad, una situación en la que no escuchas los consejos de tus allegados, donde solo tienes ojos para tu amado y te da igual morir por él, pues con gusto lo harías. Sí, eso precisamente es lo que me venía a la cabeza al leer este libro: ¿y si un día me veo consumida por una pasión así...?
En cualquier caso, este es un libro que me ha gustado leer, porque como veis plantea una situación tan extrema que da para muchos debates. Antonio Gala no me gusta especialmente, pero esta es una historia tan particular que la he leído con ganas y estuve en vilo hasta el final (acaba diferente a la película, por cierto).
Como curiosidad, comentar que empecé este libro hace muchísimos años y lo abandoné antes de la página 20, pues no me enganchó en absoluto. Es curioso cómo cambiamos como lectores, pues leí esas mismas páginas consciente de que hace veinte años no había conectado con ellas y ahora, en cambio, las encontraba de lo más interesantes y coincidía con más de una reflexión de Desi sobre su historia de amor rodeada de convencionalismos. Me pareció un experimento curioso.
19 de noviembre de 2017
12 de noviembre de 2017
I Am, I Am, I Am (Maggie O'Farrell)
Supongo que una regla básica de supervivencia es no pensar a menudo en la muerte, y yo al menos así procuro hacerlo. Así que resulta cuanto menos sorprendente toparse con un libro en el que su autora narra nada menos que diecisiete experiencias reales en las que rozó la muerte. Y también sorprende esta elevada cifra, porque una cosa es haberte topado un día de frente con la hoja de la guadaña, pero ¿diecisiete veces?
La autora resulta ser Maggie O'Farrell, a quien hace tiempo que quería descubrir, pero lo que me hizo decidirme por este libro fueron dos fragmentos que pude leer en sendas entrevistas por Internet: precisamente los que constituyen el primer capítulo del libro y el último. El libro se abre con la experiencia de una Maggie adolescente que tuvo la desgracia de toparse con un asesino en un camino solitario de montaña. Son solo unas pocas páginas, pero está narrado de tal manera que te mantiene con el corazón encogido y en vilo hasta el final. El último capítulo no concierne a Maggie O'Farrell en persona, sino a su hija, que nació con un trastorno del sistema inmunitario, lo que se tradujo en un eccema tan grave que la piel se le caía a tiras y una alergia tal que, tan solo con sentarse junto a un niño que hubiera comido cacahuetes, podía acabar en el hospital. De hecho, tienen que llevar a la niña a urgencias con shock anafiláctico entre 12 y 15 veces al año. Imaginaos lo que es eso para una madre.
De ahí viene precisamente la necesidad de Maggie O'Farrell de escribir este libro: pretende explicarle a su hija que su familiaridad con la muerte (debido a su alergia) no es exclusivo de ella, sino que su propia madre se ha cruzado muchas veces con ella y ahí está aún para contarlo. En definitiva, pretende normalizar las experiencias cercanas a la muerte para que su hija no se sienta un bicho raro.
El libro me gustó, aunque, si bien el hilo conductor es este que comento, los capítulos quedan algo deslavazados. Narran diferentes periodos de su día a día, sí, pero es difícil ver la vida de la autora en su conjunto. Lo que sí me llevé una impresión peculiar de la autora y no precisamente positiva, pues su vida parecía girar enteramente en torno al melodrama, pero luego entendí que no es eso, que simplemente se describe a sí misma de una forma muy crítica y severa. Lo explica la autora de la entrevista que puede leerse en el primer enlace que pongo abajo (y que, si os defendéis en inglés, os recomiendo leer encarecidamente).
The self-portrait revealed in its pages, though, is rather severe, and nothing like the person I meet today. More than 20 years ago, O’Farrell and I worked in the same office, and although we didn’t really know each other, I wouldn’t have recognised from her memoir the cheerful presence I recall from those days. “Contrary” and prone to tantrums as a child, O’Farrell’s account of her adult self is often similarly dissatisfied and prickly. Yet in person she is nothing like that at all. She is warm and easy, quick to laugh, full of good humour and generosity. The discrepancy is so striking, I suggest she’s been rather unfair on herself in the book...
Entrevista con la autora y primer capítulo
Último capítulo, donde narra la enfermedad de su hija
Para mí es un libro muy recomendable, tanto por su originalidad como por lo bien escrito que está. Y es que la pluma de Maggie O'Farrell me ha convencido y ya estoy deseando hacerme con alguna novela suya.
En español la publicó Libros del Asteroide con el título Sigo aquí, y la traducción la firma Concha Cardeñoso.
La autora resulta ser Maggie O'Farrell, a quien hace tiempo que quería descubrir, pero lo que me hizo decidirme por este libro fueron dos fragmentos que pude leer en sendas entrevistas por Internet: precisamente los que constituyen el primer capítulo del libro y el último. El libro se abre con la experiencia de una Maggie adolescente que tuvo la desgracia de toparse con un asesino en un camino solitario de montaña. Son solo unas pocas páginas, pero está narrado de tal manera que te mantiene con el corazón encogido y en vilo hasta el final. El último capítulo no concierne a Maggie O'Farrell en persona, sino a su hija, que nació con un trastorno del sistema inmunitario, lo que se tradujo en un eccema tan grave que la piel se le caía a tiras y una alergia tal que, tan solo con sentarse junto a un niño que hubiera comido cacahuetes, podía acabar en el hospital. De hecho, tienen que llevar a la niña a urgencias con shock anafiláctico entre 12 y 15 veces al año. Imaginaos lo que es eso para una madre.
De ahí viene precisamente la necesidad de Maggie O'Farrell de escribir este libro: pretende explicarle a su hija que su familiaridad con la muerte (debido a su alergia) no es exclusivo de ella, sino que su propia madre se ha cruzado muchas veces con ella y ahí está aún para contarlo. En definitiva, pretende normalizar las experiencias cercanas a la muerte para que su hija no se sienta un bicho raro.
El libro me gustó, aunque, si bien el hilo conductor es este que comento, los capítulos quedan algo deslavazados. Narran diferentes periodos de su día a día, sí, pero es difícil ver la vida de la autora en su conjunto. Lo que sí me llevé una impresión peculiar de la autora y no precisamente positiva, pues su vida parecía girar enteramente en torno al melodrama, pero luego entendí que no es eso, que simplemente se describe a sí misma de una forma muy crítica y severa. Lo explica la autora de la entrevista que puede leerse en el primer enlace que pongo abajo (y que, si os defendéis en inglés, os recomiendo leer encarecidamente).
The self-portrait revealed in its pages, though, is rather severe, and nothing like the person I meet today. More than 20 years ago, O’Farrell and I worked in the same office, and although we didn’t really know each other, I wouldn’t have recognised from her memoir the cheerful presence I recall from those days. “Contrary” and prone to tantrums as a child, O’Farrell’s account of her adult self is often similarly dissatisfied and prickly. Yet in person she is nothing like that at all. She is warm and easy, quick to laugh, full of good humour and generosity. The discrepancy is so striking, I suggest she’s been rather unfair on herself in the book...
Entrevista con la autora y primer capítulo
Último capítulo, donde narra la enfermedad de su hija
Para mí es un libro muy recomendable, tanto por su originalidad como por lo bien escrito que está. Y es que la pluma de Maggie O'Farrell me ha convencido y ya estoy deseando hacerme con alguna novela suya.
En español la publicó Libros del Asteroide con el título Sigo aquí, y la traducción la firma Concha Cardeñoso.
8 de noviembre de 2017
The Vet's Daughter (Barbara Comyns)
¡Qué descolocada me dejó este libro! Yo me disponía a leer una historia escrita por una apacible ama de casa en los años cincuenta, un poco en la línea de Shirley Jackson. Y si ya me quedé sorprendida en su día por las historias que se sacaba la Jackson de la manga, cuando terminé The Vet's Daughter estaba boquiabierta. ¡Pero qué tenían estas señoras en la cabeza para crear unas historias tan... fuera de lo normal!
Alice Rowlands vive en el Londres de principios del s. xx con su padre, veterinario, en una casa que hace las veces de clínica y acoge un sinfín de animales. El padre es un hombre bruto que maltrata a Alice y a su madre; más adelante sabremos que la madre murió en esa misma casa después de languidecer durante años a causa de una enfermedad. La primera mitad del libro se dedica a narrar esta situación y llega un momento en que uno se pregunta si solo se va a leer sobre una vida, la de Alice, tremendamente desgraciada. Las cosas parecen cambiar cuando un pretendiente de Alice la envía al campo a cuidar a su madre y allí vive un breve romance con un marino. Sin embargo, justo entonces empiezan a pasarle cosas extrañas que no voy a desvelar porque ahí está toda la enjundia de la trama, pero os aseguro que cuando llegué a esa parte mi sorpresa era ya mayúscula.
La trama narra el trato que a menudo recibían las mujeres de época eduardiana tras las puertas de sus aparentemente respetables hogares. La madre de Alice está atrapada en un hogar en el que es infeliz y el lector ve cómo se va marchitando a ojos de todos. Alice, por su parte, es un símbolo de inocencia en un mundo cruel y predador.
Desde luego, cuando escogí este breve librito como lectura transitoria no me esperaba lo que encontré entre sus páginas. Tiene un toque gótico y otro de realismo mágico, pero el mundo depresivo y sofocante que rodea a la protagonista en ocasiones me pareció demasiado abrumador. De todas formas, me gustó la forma en que está narrada la historia, con un tono entre peculiar y estrambótico, y es una novela que, aunque no sé si recomendaré en mi círculo más cercano, sí que recordaré como un libro muy bien tramado y una experiencia lectora curiosa.
Alice Rowlands vive en el Londres de principios del s. xx con su padre, veterinario, en una casa que hace las veces de clínica y acoge un sinfín de animales. El padre es un hombre bruto que maltrata a Alice y a su madre; más adelante sabremos que la madre murió en esa misma casa después de languidecer durante años a causa de una enfermedad. La primera mitad del libro se dedica a narrar esta situación y llega un momento en que uno se pregunta si solo se va a leer sobre una vida, la de Alice, tremendamente desgraciada. Las cosas parecen cambiar cuando un pretendiente de Alice la envía al campo a cuidar a su madre y allí vive un breve romance con un marino. Sin embargo, justo entonces empiezan a pasarle cosas extrañas que no voy a desvelar porque ahí está toda la enjundia de la trama, pero os aseguro que cuando llegué a esa parte mi sorpresa era ya mayúscula.
La trama narra el trato que a menudo recibían las mujeres de época eduardiana tras las puertas de sus aparentemente respetables hogares. La madre de Alice está atrapada en un hogar en el que es infeliz y el lector ve cómo se va marchitando a ojos de todos. Alice, por su parte, es un símbolo de inocencia en un mundo cruel y predador.
Desde luego, cuando escogí este breve librito como lectura transitoria no me esperaba lo que encontré entre sus páginas. Tiene un toque gótico y otro de realismo mágico, pero el mundo depresivo y sofocante que rodea a la protagonista en ocasiones me pareció demasiado abrumador. De todas formas, me gustó la forma en que está narrada la historia, con un tono entre peculiar y estrambótico, y es una novela que, aunque no sé si recomendaré en mi círculo más cercano, sí que recordaré como un libro muy bien tramado y una experiencia lectora curiosa.
4 de noviembre de 2017
Orgullo y prejuicio (Jane Austen)
Pocas probabilidades había de que una servidora llegara a la edad que tiene sin haber leído Orgullo y prejuicio. Es más, no solo no había leído el libro, sino que tampoco había visto las películas y, ya puestos, tampoco había leído ninguna de las demás obras de Jane Austen. Tamaña proeza tiene mérito, ¿no? :)
Los señores Bennet tienen cinco hijas y una preocupación: lograr un buen matrimonio para cada una de ellas, teniendo en cuenta además la falta de posibles de la familia. Estamos en la Inglaterra de principios del s. XIX y ninguna de las hijas puede heredar la propiedad del señor Bennet, por lo que es fundamental que al menos una de ellas haga un buen matrimonio. A ello no ayuda la absoluta falta de decoro de la señora Bennet, una mujer escandalosa y de poca sustancia que no contribuye a que ningún pretendiente tome a la familia en serio. Tampoco ayudan mucho a la causa las dos hermanas menores, Kitty y Lydia, unas adolescentes superficiales, incultas y tontuelas que, yendo todo el día detrás de los oficiales del regimiento del pueblo en busca de marido, contribuyen asimismo a propagar una cierta mala fama entre las grandes familias de la comarca.
Así las cosas, Elizabeth Bennet tendrá que analizar bien qué posibilidades reales tiene de contraer matrimonio y valorar si debe dar prioridad a un futuro resuelto con un marido que aporte una buena renta o si esperar a alguien de quien se enamore (teniendo en cuenta además las presiones a las que las familias someten a las jóvenes). El libro también explora el tema de cómo muchas veces se prejuzga a las personas y cómo es fácil quedarse con la primera impresión que tenemos de ellas.
Mi lectura se vio entorpecida de nuevo por la calidad de la traducción, pero aun así pude disfrutar de este clásico y de los afilados diálogos que se intercambian los personajes. Me hubiera encantado haber descubierto antes este libro (de adolescente lo habría disfrutado mucho), pero, oye, nunca es tarde. Lo que me tiene indignada es la película del 2005 (aproveché para verla estos días) y, en particular, la interpretación de Matthew Macfadyen: no me creo que el señor Darcy pusiera ojitos de cordero degollado durante toda la trama. Desde luego, no es eso lo que me transmitió el libro durante la lectura. Seguro que la interpretación de Colin Firth la supera con creces (¡y espero verla pronto!).
No he encontrado la portada del libro que me leí, así que cuelgo esta de Alianza, que creo que refleja bien el saborcillo de antaño. Además, la traducción seguro que sí es de calidad (y creedme que en una obra como esta, en la que hay que cuidar tanto el lenguaje para reflejar los afilados diálogos y las convenciones de la época, es de una importancia capital).
Los señores Bennet tienen cinco hijas y una preocupación: lograr un buen matrimonio para cada una de ellas, teniendo en cuenta además la falta de posibles de la familia. Estamos en la Inglaterra de principios del s. XIX y ninguna de las hijas puede heredar la propiedad del señor Bennet, por lo que es fundamental que al menos una de ellas haga un buen matrimonio. A ello no ayuda la absoluta falta de decoro de la señora Bennet, una mujer escandalosa y de poca sustancia que no contribuye a que ningún pretendiente tome a la familia en serio. Tampoco ayudan mucho a la causa las dos hermanas menores, Kitty y Lydia, unas adolescentes superficiales, incultas y tontuelas que, yendo todo el día detrás de los oficiales del regimiento del pueblo en busca de marido, contribuyen asimismo a propagar una cierta mala fama entre las grandes familias de la comarca.
Así las cosas, Elizabeth Bennet tendrá que analizar bien qué posibilidades reales tiene de contraer matrimonio y valorar si debe dar prioridad a un futuro resuelto con un marido que aporte una buena renta o si esperar a alguien de quien se enamore (teniendo en cuenta además las presiones a las que las familias someten a las jóvenes). El libro también explora el tema de cómo muchas veces se prejuzga a las personas y cómo es fácil quedarse con la primera impresión que tenemos de ellas.
Mi lectura se vio entorpecida de nuevo por la calidad de la traducción, pero aun así pude disfrutar de este clásico y de los afilados diálogos que se intercambian los personajes. Me hubiera encantado haber descubierto antes este libro (de adolescente lo habría disfrutado mucho), pero, oye, nunca es tarde. Lo que me tiene indignada es la película del 2005 (aproveché para verla estos días) y, en particular, la interpretación de Matthew Macfadyen: no me creo que el señor Darcy pusiera ojitos de cordero degollado durante toda la trama. Desde luego, no es eso lo que me transmitió el libro durante la lectura. Seguro que la interpretación de Colin Firth la supera con creces (¡y espero verla pronto!).
No he encontrado la portada del libro que me leí, así que cuelgo esta de Alianza, que creo que refleja bien el saborcillo de antaño. Además, la traducción seguro que sí es de calidad (y creedme que en una obra como esta, en la que hay que cuidar tanto el lenguaje para reflejar los afilados diálogos y las convenciones de la época, es de una importancia capital).
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