¿Qué opináis de las lecturas de clásicos que, leídos hoy, resultan tremendamente anticuados? ¿Sois capaces de tomar distancia y apreciarlos como los clásicos que son, u os resultan tan pasados de moda que no conseguís llegar a apreciar su valor? Esta es la reflexión que me he hecho estos días después de haber terminado Mujercitas, ese clásico que Louisa May Alcott escribió en 1868 basándose en las experiencias de su propia familia.
Mujercitas gira en torno a cuatro hermanas: la bella Meg, la siempre independiente, revoltosa y chicazo Jo, la dulce, callada y servicial Beth, y la pequeña Amy, todavía infantil y algo superficial. Las cuatro viven con su madre, la señora March, y la criada Hanna, y su día a día transcurre con estrecheces pero dignamente mientras esperan a que su padre vuelva de la guerra. El lector las acompaña en sus pequeñas anécdotas, vivencias y frustraciones del día a día casi como si fueran sus propias hermanas.
Creo que es un libro que me hubiera encantado leer entre los 11 y los 15 años, y lástima que no se cruzara en mi camino entonces. La prosa no es muy compleja y los capítulos no muy largos animan a seguir avanzando en la lectura; además, para una adolescente puede ser fácil verse reflejadas en las anécdotas de estas cuatro hermanas, que aunque vivieron casi 150 años atrás siguen experimentando emociones con las que todas las jóvenes se pueden identificar.
Leído ahora, siendo yo adulta, lo he disfrutado bastante (no se me ha hecho una lectura tediosa para nada), pero no podía evitar poner los ojos en blanco ante algunas escenas o, más bien, ante la moralina que parece cerrar cada capítulo en boca de la señora March (o de la narradora omnisciente, que a veces parece confundirse con aquella). La edición que yo leí reunía en un solo volumen tanto el libro Mujercitas como la segunda parte, Buenas esposas. Esta segunda parte arranca tres años después de concluido Mujercitas con la boda de Meg, pero para mi gusto esta segunda parte no está del todo a la altura. Las historias de las cuatro hermanas a menudo siguen derroteros que no me esperaba para nada (un punto bastante criticado es que Jo parece perder toda la esencia que caracteriza a su intrépido carácter, se diría que está casi «domesticada») y se hace mucho más hincapié en las moralinas. ¡Parece un tratado de cómo convertirse en la perfecta esposa! Me gustó avanzar un poco más en la historia de estas cuatro hermanas y en cierto modo creo que es necesario leer esta segunda parte para cerrar algunas tramas, pero no me parece tan redonda como la primera parte y supongo que es inevitable juzgar el relato desde la perspectiva de hoy.
En definitiva, pese a que es un libro que me ha gustado y que recomendaría sin dudarlo a las adolescentes de hoy en día, creo que es un clásico que no ha envejecido tan bien como otros. En este sentido, Anna Karenina, por ejemplo, que terminé hace poco, u Orgullo y prejuicio, Jane Eyre o mi adorado Drácula han resistido muchísimo mejor el paso del tiempo.
Louisa May Alcott escribió posteriormente otros libros que continuaban la historia de estas Mujercitas, pero yo con estos dos he tenido suficiente y casi puedo afirmar que ya no leeré ninguno más. Sobre todo teniendo en cuenta que la cantidad de libros pendientes en mi mesilla de noche no hace sino aumentar, y en el horizonte acecha la Feria del Libro de Madrid... ¡ay!
Un clasicazo, lo he releído hace poquito =)
ResponderEliminarBesotes
¡Los clásicos nunca pasan de moda! :)
EliminarBesos.