Este es el argumento de El escalón de hojalata (Istarduk ediciones), de Mónica de Cristóbal, que pretende acercar a los niños a la realidad de las personas con acondroplasia «desde una perspectiva realista pero positiva».
Con siete años sí recuerdo que uno de otra clase me llamó enano. Y otro llamó negro al negro de Roxani. La verdad es que negro es. Pero, claro, él no quiere que se le diferencie por eso. No quiere que le señalen por el color de su piel.
Le pasa como a mí. No quiero que me miren por mi estatura y si me miran, porque yo sé que llamo la atención, que lo hagan con respeto. Si me quieren preguntar, adelante, que me pregunten con educación que yo les voy a explicar todo encantado de la vida.
Pero que no se burlen, que no señalen, que no se rían, que no se den codazos. Los codazos siempre los vemos por el rabillo del ojo.
Mi hija tiene la misma edad que el protagonista y puedo afirmar que la autora ha captado muy bien el tono con el que se expresan los niños de 11 años, su sentido del humor, sus anécdotas de cada día. Es un libro escrito con frases sencillas y en capítulos cortos, por lo que es una lectura ideal para niños en torno a 8-12 años y también para adultos, pues a menudo somos nosotros los primeros que tenemos que olvidarnos de las diferencias entre los niños y evitar que nuestros prejuicios lleguen a proyectarse en nuestros hijos.
Otra cosa que me ha encantado es que en el libro participan varios ilustradores diferentes, lo que le da un toque diferente y más redondo. Es un punto del que no me di cuenta hasta que casi estaba terminando el libro y la verdad es que me sorprendió muy gratamente:
Ilustración de Sylvia Vivanco. |
Ilustración de Carlos Venegas. |
Ilustración de Gabriel Sanz. |
Ilustración de Gabriel Sanz. |
En definitiva, es un libro ideal para que los niños aprendan a no ver como «bichos raros» a otros niños que quizá sean diferentes. No se trata de sentir pena ni compasión, sino de ponerse en el lugar de estas personas al aprender cómo es su día a día. La autora decidió escribir este libro a raíz de que la mamá de una niña con acondroplastia leyera su libro anterior, La nube blanca (que gira en torno al alzheimer). Esta mamá le sugirió que publicara un libro en la misma línea, pero con un protagonista con enanismo. Esta madre, que conoce la realidad de la enfermedad tan de cerca, leyó el libro antes de ser publicado y asesoró a la autora. La verdad es que el tema está tratado con mucho cariño y sensibilidad, y es un libro que plantearía muy buenos debates si se leyera en los colegios. Seguro que los niños se identifican con los protagonistas (pues, al fin y al cabo, son personas igual que ellos) y les ayuda a trabajar la empatía y a aceptar las diferencias de los demás.
Gracias a Masa Crítica de Babelio por el ejemplar y a Isabel de la editorial Istarduk, que por cierto me envió el libro en un paquete precioso, con un par de marcapáginas y una tarjeta dedicada.