15 de septiembre de 2019

Los muertos no tienen amigos (Luis Gutiérrez Maluenda)

Hace unos años leí varios libros de Luis Gutiérrez Maluenda, que tenían como protagonista a Atila, un detective marginal del Raval de Barcelona. Disfruté tanto con las aventuras de Atila que me dije que tendría que descubrir a otro de los detectives de Maluenda, Humphrey. Y así es como llegué esta semana a Los muertos no tienen amigos.




Es detective, se llama Basilio Céspedes, aunque en el barrio donde vive, el Poble Sec de Barcelona, todo el mundo se empeñe en llamarle Humphrey. No bebe más que cuando la vida le supera, no es un tipo duro ni le interesa serlo, lo suyo son los divorcios y la manipulación de las notas de gastos que presenta a sus clientes. De repente la muerte florece a su alrededor; sus nuevas amistades son: un gallego, un capo mafioso, una puta que lo sabe todo, un policía violento y un dios con minúscula. No le gustan los cabarets, pero debe entrar en uno donde nada es lo que parece y donde hay más lagrimas que risas.

Los libros de Maluenda tienen la facultad de remover toda la porquería de los bajos fondos y sacar a la luz lo peor del ser humano, pero al mismo tiempo le quita hierro salpicando la acción con un delirante sentido del humor y poniendo de protagonista al antihéroe por excelencia: Basilio Céspedes nunca lleva pistola, como mucho se defiende haciendo el salto de la rana o propinando un puñetazo sujetando en el puño un cilindro de plomo, es abstemio (solo bebe naranjada, salvo que las cosas le vengan cuesta arriba) y resulta bastante torpe como detective, pues muchas veces lo pillan a la primera. Sin embargo, tiene amigos hasta en el infierno y, donde no tiene amigos, consigue hacerlos rápidamente gracias a su labia. Es más el pícaro que sale de embrollos a base de pequeñas tretas que el típico tipo duro protagonista de novela negra.

Aparte de su atípico protagonista, un punto fuerte de este libro son los personajes secundarios: Maruchi la Desdentá, el tío Matías, el Sargento García, Billy Ray Cunqueiro... Y también la banda sonora que destila la trama, a ritmo de bolero cuando Humphrey está enamorado y de blues el resto del tiempo. Una buena ambientación de la trama, un ritmo vertiginoso y un antihéroe muy malhablado que no termina de encajar en el sistema son las piezas con las que Maluenda construye su novela. Además, consigue arrancar más de una carcajada, pues el sentido del humor es la herramienta que utiliza el autor para presentar escenas negrísimas que, de otro modo, se haría más difícil digerir.

Para mí, las novelas de Luis Gutiérrez Maluenda son una apuesta segura para los amantes de la novela negra cuando busquen una lectura ágil, no demasiado densa, plagada de acción y que nos arranque unas risas mientras se viven aventuras a ritmo de vértigo en la Barcelona actual.

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