12 de marzo de 2013

Luto de miel

El comisario Franck Sharko todavía no se ha recuperado del suceso que sacudió los cimientos de su vida un año atrás: su mujer y su hija perdieron la vida en un accidente. Debe tomar pastillas para mantener los nervios bajo control y lucha día a día por salir del fondo del pozo en el que se encuentra, y también por superar un infinito sentimiento de soledad. En ese preciso momento de su vida, en el que no está ni mucho menos al cien por cien, tiene que enfrentarse a uno de los casos más escabrosos de su carrera: una mujer aparece muerta en una iglesia, desnuda y rodeada de símbolos que, poco a poco, van guiando al comisario y a su equipo en la dirección que pretende el asesino. No obstante, los cadáveres siguen apareciendo y ninguna pista concluyente les conduce hasta él.

En la reseña de Mala hostia, que publiqué hace unos días, decía que en la trama no había grandes sorpresas ni ocurrencias brillantes del protagonista, pero que igualmente se sustentaba a la perfección. Bueno, pues esta novela es todo lo contrario: la típica en que cada capítulo se cierra con un descubrimiento del comisario que deja a todo el mundo deslumbrado y les permite seguir avanzando en la pista correcta. Al final ya se me hacía cansino, y además llega un momento en que tanta brillantez ya no es creíble…

La verdad es que no me ha parecido una gran novela. El estilo del autor es un poco pesado: no conduce demasiado bien la trama y en algunos fragmentos iba un poco perdida. Además, hace un uso exagerado de los puntos suspensivos. Todo el mundo habla con puntos suspensivos, y corta las frases de manera inverosímil («¿Qu… quiere?», ¿quién demonios habla así? ¡Es imposible de pronunciar! Aunque eso es más bien problema de la edición, que luego comentaré…).

La trama es muy grandilocuente, llena de giros inesperados, de datos, de descubrimientos brillantes, como digo, pero en un momento determinado uno ya no se cree que el comisario interprete correctamente todas las pistas, una tras otra. Además, llega un punto en que la narración se pone desagradable, sin más, así que ni siquiera es una novela que haga pasar un buen rato. La pondría sin dudar en la pila de novelas policíacas estándar: me ha parecido que no destaca en absoluto y no entiendo la fama que precede a su autor, que parece ser que vende en Francia todo lo que quiere.

Y qué decir de la edición en español… La verdad es que al principio pensaba que era el estilo del autor, confuso, raro. Sin embargo, después de ver la versión en español llena de erratas no tengo dudas de que la traducción ha tenido mucho que ver. A la edición de Edhasa le hace falta una corrección a fondo. Hay erratas como «moldes de hieso» (por «yeso», imagino), «negruzno» (por «negruzco») o «convalescencia» que no sé yo de dónde se los habrá sacado la traductora (y juraría que también leí que llamaba «ambulancieros» a los conductores de ambulancias). Sin embargo, lo peor es que hay frases que no se entienden, que no quieren decir nada: «Todo el propóleos no les estaba destinado», «el corazón me subió rápidamente al rojo», «y consumamos buena esfinge de la calavera»… Por no hablar de una que me pareció graciosa: el protagonista ve asomar «la hoja de una pistola» (?), que tres líneas más abajo es una navaja y ocho líneas después, un cuchillo. En fin...

No tengo más que añadir. He acabado esta lectura tremendamente decepcionada y no me ha aportado nada en absoluto. Para lo que pueda servir.


2 comentarios:

  1. Me tope con un clásico que parecía traducido por un niño de ocho años, me deshice de el y la siguiente traducción me pareció otro libro. El tema de las traducciones es un mundo. En la torre oscura 4 me di cuenta de que la traductora quito frases porque no le gustaban, si se cree mejor escritora que King que escriba ella sus novelas y no traduzca.
    Buena reseña.
    Un saludo.

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  2. Gracias, Godor (¡qué pena hacerle eso a King!). De todas formas lo de las malas ediciones no se limita a las traducciones. Uno de los casos más escandalosos me lo encontré en el libro de una señora que escribe en español, pero imagino que quisieron sacar la edición con prisas y el resultado fue nefasto. Creo que quejarse a la editorial de turno es muy necesario para intentar combatir estos desastres.
    Saludos.

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