«Eso es muy tú... ¡y encima en un libro!», fue lo que me contestó mi hija. Y sí, yo no podía estar más de acuerdo. El argumento era perfecto; la edición, preciosísima y tremendamente evocadora; y, además, ya hacía días que le había echado el ojo a la colección entera en la mesa de lecturas destacadas de Waterstones. No me digáis que no resultaba tentadora:
Así pues, mi alegría fue tremenda cuando un día me encontré justo el libro que más me gustaba de la colección en una charity cerca de mi casa, nuevecito y por 75 peniques. Lo cierto es que quería leerlo en Navidad para disfrutar al máximo el tema del libro y estábamos ya a finales de enero, pero ¡qué demonios! Me lo llevé a casa y lo empecé ese mismo día.
El principio era inmejorable; ambientado allá por los años treinta o cuarenta, en un mismo compartimento de un tren de vapor se reúnen varios personajes de diferentes orígenes y caracteres. El clima no parece muy favorable y, efectivamente, llega un momento en que cae tal nevada que el tren no puede avanzar. Hasta ahí, todo perfecto. Sin embargo, a medida que la trama avanza un poco más y los personajes salen del tren y se refugian en una misteriosa casa, la cosa dejó de fluir: sobre todo, por los diálogos de los personajes, que no resultaban muy interesantes, y porque la trama se desvía constantemente con acciones que resultan de nulo interés. Llega un momento en que te da igual lo que les pase a los protagonistas, no empaticé con ninguno de ellos y, hacia la mitad del libro, la decepción fue tan grande que decidí dejarlo. No suelo dudar a la hora de abandonar novelas que no estoy disfrutando, pero admito que con esta tuve reparos porque quería que me gustara. ¡Por Dios, era el libro perfecto! Pero no, admito que pudo conmigo...
La verdad es que me hacía ilusión pensar que había descubierto toda una serie de autores (los de la foto de arriba) que escribían tramas muy del estilo de Agatha Christie, y me dije: ¿pero cómo no habré oído hablar de ellos antes? Bueno, pues este es el motivo por el que tales autores no alcanzaron la misma popularidad. Christie era toda una maestra a la hora de presentar a los personajes, desarrollar las tramas, ir dando pistas y detalles con cuentagotas y mantener la intriga hasta el final sin que el interés decayera en ningún momento, ¡y presentando tramas perfectamente creíbles! Es precisamente al leer libros que fallan en el intento cuando me doy cuenta de que lo que hacía Agatha Christie no era nada fácil (pese a que una profesora de lengua que tuve afirmara que la suya era literatura de segunda).
Si habéis leído alguno de los de arriba, ¿cuál me recomendáis? A los pocos días encontré en una charity de Portobello otro libro de esta serie por cuatro duros (A Scream in Soho, de John Gordon Brandon), pero, la verdad, decidí no llevármelo a casa ante la duda de si me llevaría una nueva decepción. En su lugar, voy a invertir el dinero en una colección facsímil preciosa de Agatha Christie que he descubierto aquí, publicada por Harper Collins. Esta foto no hace justicia a la edición, que era justo lo que andaba buscando: una colección bonita de los libros de la reina del crimen pero con tintes vintage. Cada uno de los títulos tiene una portada y un diseño distintos (reproducen, de hecho, las de ediciones originales) y son en tapa dura. Recomendadísimos si os gusta esta autora:
Me ha encantado viajar contigo y con tu hija, con la contraportada del libro, en tren, hacia Euston. Hacia tiempo no venía por aquí, y no vi esta preciosa entrada. Esos libros me llamaron la atención hace un par de años en Waterstone...pero esa vez, no podía llenar la maleta, y ninguno se vino conmigo. Espero que encuentres un momento para disfrutar de sus lecturas. Agatha Christie es una maestra...sabe muy bien cómo llevarte a descubrir el asesinato.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande.
Ay, sí, es que no sé cómo lo hacen las librerías en general y Waterstones en particular que saben presentar los libros en un ambiente relajado y evocador que hace que te los quieras llevar todos a casa... Agatha Christie es una apuesta segura que llevo muchos años sin leer, tendré que volver a ella pronto. ¡Un abrazo, María!
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