17 de marzo de 2022

La dependienta (Sayaka Murata)

Keiko Furukura tiene 36 años, está soltera y nunca ha tenido novio. Siempre ha sentido que era diferente, que no encajaba en la sociedad, desde que aquella vez, siendo niña, intentó parar la pelea de dos compañeros de colegio atizándoles con una pala en la cabeza. En aquel momento no entendió por qué se montó tal alboroto... El caso es que Keiko tiene problemas para interpretar los sentimientos de los demás y a menudo no entiende cómo funciona el mundo que la rodea. 

No tenía ni idea de cómo ser una persona normal en un lugar sin manual de instrucciones.

Por eso se siente tan a gusto en su puesto de trabajo: lleva 18 años como dependienta por horas en un Smile Mart, un supermercado japonés o konbini abierto las 24 horas del día. Allí su mundo es totalmente predecible; sabe lo que tiene que hacer a cada momento gracias a un manual que le dice cómo actuar y qué decir. Cuando se le plantea una situación nueva, copia las expresiones físicas y verbales de sus compañeras de trabajo. 

Un Smile Mart con su dependienta, que podría ser nuestra Keiko.

Así Keiko consigue algo parecido a una normalidad, y ella es muy feliz así; no necesita nada más. Sin embargo, si antes la sociedad le reclamaba que llevara una especie de normalidad, ahora que la ha alcanzado esa sociedad le pide algo más: conseguir un trabajo fijo y «serio» o casarse y tener hijos. Sin una de esas dos premisas, los demás siguen viendo que no encaja, que no se adapta a los cánones lógicos. En una konbini nadie trabaja más de un par de años, y con treinta y tantos lo «normal» es estar ya emparejado y pensando en tener hijos. La sociedad japonesa es implacable en ese sentido. Así que, un día, a Keiko se le ocurre una idea (no muy brillante) para intentar cumplir las reglas de «normalidad» que la sociedad le exige.



Para celebrar este Marzo Asiático, Laky y Duomo Ediciones organizaron unos sorteos y fue así como conseguí este libro. Con apenas 160 páginas y un estilo sencillo, apenas me duró un par de tardes, y es una pena, porque me habría gustado perderme en el mundo de Kaiko durante 500 páginas más. El libro nos transporta directos a Tokio, a una tienda de brillantes colores y los sonidos más diversos:

Las konbini están llenas de sonidos. La campanilla que suena cuando entra un cliente o la voz del cantante de moda que anuncia un nuevo producto por megafonía. las voces de los dependientes que saludan a los clientes, el escáner de códigos de barras. las cestas de la compra que se llenan, alguien que coge una bolsa de pan o unos tacones que recorren los pasillos. Esta amalgama de sonidos forma el «ruido de la tienda» que cada día me bombardea los tímpanos sin cesar.

Y, sin embargo, este «ruido de la tienda» es territorio seguro para Kaiko: allí sabe qué reglas seguir, allí se encuentra cómoda. De hecho, este ruido la acompaña incluso cuando está en su casa, la acuna a la hora de dormir; Keiko sabe que debe comer y descansar para que su cuerpo esté listo para trabajar de nuevo por la mañana. El territorio desconocido es precisamente el mundo exterior, el de la socialización, las amistades, las preguntas incómodas que a menudo no sabe cómo contestar, ese mundo que no tiene claras reglas de juego. Pero es un mundo al que también debe enfrentarse, aunque a veces le falten herramientas para ello. La sociedad le exige que busque un trabajo «adulto», que siga los convencionalismos y encuentre por fin una pareja con quien tener hijos. Al fin y al cabo, con 36 años «se le va a pasar el arroz»... Este libro pone el dedo en la llaga de lo que se considera «normal» hoy en día y lo que no, y cómo a menudo el problema no radica en uno mismo, sino en las expectativas de los demás, como Kaiko por fin logra demostrarse a sí misma.

Y un pequeño apunte: ¿no os ha parecido que en algún momento del libro puede interpretarse que Keiko es un pelín psicópata? Yo creo que sí puede serlo, una psicópata controlada y perfectamente integrada en la sociedad, pero un poco piradilla al fin y al cabo (como demuestra la escena en la que está con su hermana y el bebé). Es algo que se deja caer como quien no quiere la cosa y enseguida se cambia de tema, que creo que ha sido un gran puntazo en este libro. ¿Os llevasteis la misma impresión? 

Estos detalles aparte, me ha gustado mucho la voz narradora, es un libro que conmueve y te hace pensar (yo admito que en muchos pasajes he analizado hasta qué punto yo misma me guío por convencionalismos), con pasajes emotivos, otros graciosos y otros casi surrealistas. En definitiva, una lectura que no dudo en recomendaros para conocer algo más de la literatura de Japón. A mí, desde luego, me ha encantado.

Gracias a Laky y a Duomo Ediciones por el ejemplar. Si queréis sumaros al Marzo Asiático, este libro puede ser una buenísima propuesta para empezar.

Sayaka Murata, la autora de este libro, en un Smile Mart de Tokio.

La portada de una edición del libro en inglés, que también me ha gustado mucho.


8 comentarios:

  1. Lo leí hace ya tiempo y me gustó también bastante, aunque creo que no tanto como a ti. Me faltó llegar a conectar del todo con la protagonista.
    Besotes!!!

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    1. En mi caso sí que ha sido una grata sorpresa y no me importaría leer más sobre la protagonista, la verdad. :)
      Besotes.

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  2. ¡Hola!
    Ya había visto este libro circular y me llamó la atención la escritora. Pronto, en algún momento le voy a dar una oportunidad.
    ¡Gracias por la reseña!
    Un saludo

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    1. Yo desde luego le seguiré la pista a esta autora.
      ¡Besotes!

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  3. Gracias Rosa, je,je, dices que si está un poco "para allá", yo recuerdo lo del palazo que metió a un niño, y lo del pájaro y la sentencia está clara. Besos

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    1. Jejeje, ¿y esa mirada inquietante al cuchillo cuando está con su sobrinito? Bueno, también está el posible autismo (o espectro similar) de la prota; es algo que no mencioné en la reseña porque no se dice claramente, pero también parece haber rasgos ahí. La autora lo deja caer y que cada cual piense lo que quiera. :)
      Besos.

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  4. Lo leí hace un par de años y me sorprendió que me gustase. Digo que me sorprendió porque anteriormente apenas había leído literatura japonesa y lo que había leído (Murakami por ejemplo) no me había gustado, por raro y diferente. Esta me reconcilió con el país jajaja. Una novela muy cortita pero especial
    Besos

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    1. Yo con Murakami tampoco he comulgado, la verdad. Es cierto que la literatura japonesa es muy particular, pero desde luego a mí esta novela también me reconcilia con ella. :)
      Besotes.

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