¿Cuál es la frontera entre la vida y la muerte?
Por la pantalla del ecógrafo examino el corazón de un niño que está por nacer. Me demoro analizándolo; sus minúsculas manos, sus pies, como si habláramos desde adentro y afuera del monitor. Siento la fascinación de una vida eventual, porque a ese corazón le falta una parte que habrá que reponer o compensar.
Por un momento observo la pantalla del ecógrafo y al siguiente estoy mirando a través de la ventana del fuselaje del avión, avizorando el horizonte escarpado, para saber si regresaban con vida los amigos que habían salido en las primeras caminatas exploratorias. Desde que escapamos de la cordillera de los Andes, el 22 de diciembre de 1972, después de estar más de dos meses perdidos, vivo formulándome una sucesión de preguntas que cambian con el tiempo. La primera de todas es: ¿qué hacemos cuando todas las probabilidades parecen estar en contra?
Y así es como empieza este fascinante libro que narra una historia muy conocida por todos: la de un equipo de rugby uruguayo cuyo avión se estrelló en los Andes. Los supervivientes lograron entonces una hazaña que muchos creyeron imposible: salir de las montañas. Es la historia que ya narró hace cuarenta años el libro ¡Viven!, pero ahora se centra en un punto de vista, el de Roberto Canessa, que además de sobrevivir al impacto fue uno de los dos voluntarios que, dado que nadie les encontraba en las montañas, decidieron atravesarlas ellos mismos para ir en busca de ayuda.
Si ya la historia es épica de por sí, este libro va más allá, puesto que explica cómo la experiencia de los Andes influyó en la carrera que escogió Roberto Canessa: médico cardiólogo especializado en neonatos. La primera mitad del libro habla de la vida de antes, de los primeros 19 años de vida de Canessa, y de lo que fue el accidente en sí. En la segunda parte el tono cambia, ya no está cargado de adrenalina sino que se ralentiza un poco, y se le da voz a las madres de los niños a los que el doctor Canessa ayudó, niños a los que ya en las ecografías antes de nacer se les detectaron graves cardiopatías. Todos coinciden en subrayar la valía de Roberto como profesional, pero sobre todo como persona tremendamente humilde y empática que se esfuerza por dar el 100% de sí mismo en cada tarea que emprende. La experiencia de los Andes hizo que quisiera dedicar su vida a luchar por los más abandonados, por los niños que aún no han nacido, aquellos que tienen que escalar su montaña particular.
El libro lo ha escrito Pablo Vierci, escritor y periodista y amigo de Roberto desde la niñez. Él hizo entrevistas a Roberto Canessa y a las personas de su entorno más cercano (su esposa Lauri, algunos de sus hijos, las madres de los pacientes...) y, con todos los testimonios hiló este libro de fácil lectura, que no cae en detalles escabrosos, en el que Canessa habla en primera persona y engancha al lector con su fuerte carácter y el entusiasmo que destilaba a los 19 años (que fue cuando ocurrió la tragedia). Un libro, en definitiva, que me ha entusiasmado y cuya lectura recomendaría sin dudarlo.
Siempre que miro hacia atrás, en perspectiva, llego a esta conclusión: creo que el principal impulso por el que papá caminó fue para que su madre no tuviera que vivir con un hijo muerto. Él tenía que renacer para su madre, aunque ella siempre supo que estaba vivo, pero él no lo sabía. Y por eso se ha pasado la vida en esa zona fronteriza, no de la vida y de la muerte, sino del nacimiento y el renacimiento, con niños desahuciados. Con hijos que están por nacer y pueden no hacerlo. Con madres desesperadas que requieren un apoyo, el mismo apoyo que requería su propia madre. Su madre necesitaba la prueba definitiva de que ella tenía razón, y la única prueba posible era que su hijo volviera con vida. Que volviera con semejante mensaje. Lo que hace ahora es exactamente lo mismo que vivió su propia madre: es el mensajero de otros hijos que le dicen a sus madres que hicieron bien en esperarlos.
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