¿No os pasa que en ocasiones evitáis empezar un libro nuevo porque todavía no queréis abandonar del todo la anterior lectura? Eso es justo lo que me está pasando con El instinto; la historia había llegado a la última página, pero yo necesitaba doscientas más, quería seguir sabiendo de Blythe, Fox y Violet, y me encuentro durante el día pensando en los vericuetos de la historia. Me resisto a dejar atrás una novela y unos personajes que me han llegado tan adentro...
Cuando Blythe se queda embarazada, su marido se muestra exultante. Ser padre es la ilusión de su vida y está convencido de que Blythe será una madre maravillosa también. Blythe
está ilusionada, pero no puede evitar un cierto nerviosismo, puesto que las mujeres de su familia (su madre y su abuela)... digamos que no se adaptaron bien a la maternidad. A través de
flashbacks, conocemos a la abuela, Etta, una mujer desequilibrada que descargaba su ira en forma de maltratos contra su hija. Esta, Cecilia, la madre de Blythe, fue una mujer fría e insensible que abandonó a su hija cuando ella contaba 11 años. Y Blythe teme que esta
tendencia al desequilibrio que parece correr por las venas de las mujeres de su familia la acabe afectando también ahora que va a ser madre.
«Algún día lo entenderás, Blythe. En esta familia las mujeres somos... diferentes.»
Quería tener otra oportunidad como madre.
No estaba dispuesta a admitir que el problema era yo.
Blythe intenta ser positiva, lucha por dejar atrás estos pensamientos inquietantes y confía en su capacidad para ser madre. Pero entonces nace Violet, que desde el principio es una niña difícil, y Blythe no acaba de conectar con ella. Además nota otra cosa, una especie de maldad innata; hay niños de la guardería que huyen aterrados en cuanto la ven... Su marido, Fox, adora a Violet y niega en redondo que haya ningún problema. En cierto modo, empieza a pensar que el problema está en su mujer... y esto poco a poco causa una fractura en el matrimonio. Blythe empieza a dudar de todo: ya no sabe si simplemente Violet es una niña difícil y con la que no conecta debido a su «herencia» familiar, o si realmente hay un punto de maldad en ella...
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Cuadro de Mary Cassatt que se menciona en el libro |
Como veis, este libro gira en torno a la maternidad, los vínculos entre abuelas, madres, hijas y nietas, la revolución hormonal que te asalta en el embarazo y primeros meses de tu hijo, la paranoia que sientes cuando todo el mundo a tu alrededor dice que te equivocas, lo que se siente con una posible depresión posparto... Blythe parece una narradora fiable, pero llega un momento en que, cuando todo el mundo pone en duda su visión de las cosas, el lector duda también. Y es que ¿cómo puedes llegar a ver maldad en tu propia hija? Este es el primer libro de Ashley Audrain, y sorprende lo bien que narra todos esos sentimientos confusos, el hecho de que tú veas una realidad y todo el mundo a tu alrededor te la niegue, el hecho de que llegues a dudar de tus propias impresiones y experiencias, y no saber ya si lo que llevas años pensando es real o mentira.
El libro también trata de cómo cambian los matrimonios después de tener hijos, en ocasiones reforzándolos y en otras haciéndolos añicos, como es el caso de este libro (no estoy destripando nada porque la escena inicial del libro es precisamente Blythe observando por una ventana la casa de su ex con su nueva familia, un lugar que ella ocupó una vez y del que se ha visto expulsada).
Es una novela tremenda, brutal, que da para mil lecturas, con un ritmo agilísimo, en capítulos cortos intercalados con flashbacks, y llega un momento en que no puedes parar de leer para ver dónde termina todo esto. En momentos me pareció un poco paralela a Tenemos que hablar de Kevin, salvando muchísimo las distancias, claro, y es bastante más fácil de leer que la novela de Shriver, pero las dos tratan de forma magistral las dudas que plantea la maternidad. Al terminar la lectura de ambos libros me dije que menos mal que ya he sido madre y mi hija ha resultado ser «normal», jeje, porque, de lo contrario, no sé yo si me animaría a tener hijos visto el percal... Avisados estáis.
Por cierto, la traducción la firma Carlos Jiménez Arribas y me ha parecido muy conseguida, con unos giros muy buenos. La edición de Alfaguara también es muy cuidada (y eso que yo he leído una edición anticipada).
Mil gracias a Masa Crítica de Babelio y a Alfaguara por el ejemplar. De no ser por ellos, no sé si este libro se hubiera cruzado en mi camino y, la verdad, algo así ahora se me hace inconcebible, jeje.
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Estoy deseando leer lo siguiente que pergeñe esta mujer... |