24 de septiembre de 2016

Di mi nombre

Me temo que no voy a ser del todo justa con esta reseña, porque, admitámoslo: a mí el romance erótico al uso no me gusta, así que era difícil que Di mi nombre me convenciera. Sin embargo, me animé a leer esta novela cuando la editorial la ofreció en una promoción: al fin y al cabo, no puedo criticar libros de este género si apenas los leo, así que eso es lo que me hizo animarme.

El libro no hay por dónde cogerlo, pero intentaré dar algunas pinceladas para explicar por dónde van los tiros:

Sylvia esconde un pasado que no puede olvidar: a los 14 años vivió repetidamente una experiencia traumática que la marcó de por vida.

Jackson también tiene un pasado oscuro, además de problemas de control (quiere controlar a los demás) y de ira contenida (se lía a dar hostias a la mínima de cambio). Muy edificante.

Ambos vivieron un tórrido fin de semana (sí, DOS DÍAS), pero a Sylvia empezaron a perseguirle los fantasmas del pasado y le rogó a Jackson que se alejara de ella. Hoy, cinco años después (sí, CINCO AÑOS), los dos siguen enganchados el uno al otro, cosa que cuesta bastante de entender, porque ni siquiera queda claro qué es lo que vieron el uno en el otro durante aquel fin de semana.

Hoy Sylvia trabaja para el sector inmobiliario y le han encargado un importantísimo proyecto: crear un complejo vacacional en una isla desierta. Pero se queda sin arquitecto y se le ocurre que solo puede acudir a Jackson, que ahora es un arquitecto de renombre mundial.

Él sigue cabreado por el plantón que le dio Sylvia en el pasado y le dice que vale, que se une al proyecto, pero solo si acepta meterse en su cama. Y ella dice que venga, que el proyecto lo vale todo y que acepto entregarme a ti para que no quede en duda mi compromiso profesional.

La trama se intenta aderezar un poco hacia el final con algo de misterio y un giro en la trama impactante, giro que se ve venir desde la mitad del libro, así que ni impacta ni ayuda a levantar el interés.

Por último, el lenguaje es tremendamente vulgar tirando a lo desagradable. Y no es que me esté poniendo mojigata, porque he leído libros más que subidos de tono. Es solo que este libro resulta chabacano de principio a fin. Las escenas de sexo, demasiadas. Sylvia está fatal, llena de traumas del pasado. Debería buscar terapia y, en lugar de eso, decide que lo que necesita es fornicar como una descosida.

Como digo, el lenguaje resulta muy burdo y me resultaba inevitable imaginarme a los protagonistas como sacados de Mujeres, hombres y viceversa. Este es el momento en que estos dos mendas se conocieron:

Su cara era una combinación de ángulos y sombras, la cara de un guerrero, tan exquisita que podría emocionar a los dioses. Los ojos, por su parte, le brillaban con la dureza del zafiro tallado. Pero le chispeaban cuando sonreía, y el modo en que las comisuras se le arrugaban al hacerlo humanizaba aquellas facciones tan perfectas.

Yo creo que hay un libro de descripciones de personajes de libros eróticos y estas autoras sacan los párrafos de ellos, ¡porque todas siguen los mismos patrones!

En la escena en que se conocen (hace cinco años), están en una especie de reunión profesional, pero ella es una chica acosada por los problemas de su pasado, así que se separa del grupo y se pone a observar el horizonte. Él la ve ahí aislada y se prenda de su aura de misterio. Intercambian siete u ocho frases triviales, y al final él le espeta:

—No me discutas —dijo—. No protestes ni me des excusas. —Me tendió la mano—. Tú te vienes conmigo.

Esta escena me la imaginaba en plan troglodita, con el macho cargando a la hembra a la espalda y soltando unos elocuentes: «Unga, unga».

A ver, un desconocido bajito, regordete y calvo te suelta eso y lo que haces es salir gritando o darle una patada en los huevos. Pero no: como el tipo en cuestión tiene «la cara de un guerrero», te muerdes el labio inferior, te quitas un mechón de pelo del rostro y le tiendes la mano. Vengahombreporfavor.

Sylvia: No pensé. No vacilé. Solo me acerqué a él y me puse de puntillas para arrimarme todavía más. Para poseerlo. Y, sí, para entregarme a él.

Unga.

Jackson: Porque debes saber que, cuando yo quiero algo, o a alguien, lo persigo sin descanso y no me detengo hasta poseerlo por completo. ¿Quieres palabras bonitas y bombones? Los tendrás. ¿Quieres que nos cojamos de la mano y nos besemos con ternura? Me parece bien. Pero yo quiero mucho más, Sylvia, y tienes que saber que voy a acostarme contigo.

Unga.

Jackson: —Muy bien, nena. Separa más las piernas y aparta el tanga. Quiero verte el coño. Quiero ver lo mojada que estás. Quiero ver cómo te metes el dedo. Y quiero ver cómo tu cuerpo se estremece cuando estés a punto de correrte. Pero solo a punto. No vas a correrte hasta que yo esté dentro de ti. Voy a follarte bien, nena. Voy a metértela tan adentro que gritarás mi nombre cuando te corras y vas a gritármelo en la boca. 

Recordemos que Jackson empieza siendo un arquitecto de fama mundial, atractivo pero muy centrado en su trabajo y en sus proyectos internacionales. Pero abre la boca y empieza a hablar como un viceverso. Bajada de libido en tres, dos, uno...

De verdad. Este es el nivel.

En definitiva, no se lo recomendaría a nadie, y menos con la cantidad de libros eróticos o directamente pornográficos de buena calidad que hay en el mercado.

P. D.: Acabo de caer en la cuenta de que la portada es un primer plano de una tía mordiéndose el labio inferior. ¡Dioooooooooooos!

18 de septiembre de 2016

Los dieciséis esqueletos de mi armario

Me encontré este libro en un puesto de segunda mano y me sorprendió, pues no sabía que Hitchcock hubiera escrito ningún libro. Tras ojearlo un poco me di cuenta de que era más bien una recopilación de relatos; se supone que Hitchcock es quien los ha seleccionado y también quien escribe el prólogo.

Sin embargo, leyendo un poco por ahí confirman lo que ya sospechaba: el papel de Hitchcock en este tipo de publicaciones era mínimo, e incluso la introducción que llevaba su firma estaba escrita en realidad por algún trabajador de la editorial que publicaba la colección. Supongo que Hitchcock recibía una remuneración o simplemente la publicidad de ver su nombre impreso en varias colecciones.

El caso es que se vendían muy bien, y a mis manos llegó esta en concreto que gozó de buena popularidad. Después de la brevísima introducción firmada por el director, siguen 16 relatos cortos de maestros del género como Robert Bloch (autor, por cierto, de Psicosis, la novela en la que luego se basó Hitchcock para su película). Todas ellas plantean un pequeño misterio de tintes policiacos y se leen bastante rápido. Si bien en algunas se ve venir desde lejos el desenlace, todas me han parecido bien desarrolladas y un par de ellas me sorprendieron mucho. En definitiva, una buena recopilación de historias policiacas en las que no prima tanto la violencia porque sí sino el desarrollo psicológico de los personajes y sus motivaciones detrás de los crímenes que se narran. Muy recomendado para leer en un par de tardes de invierno.

Dejo a continuación el índice de historias y autores:

– Historia de fantasmas (Henry Kane).
– ¿Dónde está tu aguijón? (James Holding).
– El mayordomo que no lo hizo (Craig Rice).
– Regalo de Navidad (Robert Turner).
– El hombre sentado a la mesa (C. B. Gilford).
– La muerte de otro viajante (Donald Honig).
– Hombre con manías (Robert Bloch).
– … Dijo Jack el Destripador (Robert Arthur).
– Una pistola con corazón (William Logan).
– Asesinato (Dion Henderson).
– Un pequeño fratricidio (Richard Deming).
– El hombre que se salió con la suya (Lawrence Treat).
– Receta secreta (Charles Mergendahl).
Papi (David Alexander).
– La máquina del crimen (Jack Ritchie).
– Homicidio y caballeros (Fletcher Flora).

29 de agosto de 2016

Un juego peligroso

En poco menos de un año, Jenny ha pasado de ser una joven normal que acude al instituto de su pueblo, en la isla sueca de Gotland, a convertirse en una cotizada modelo de renombre internacional. Sin embargo, en su agencia de modelos se suceden varios hechos macabros y todo parece apuntar a que el culpable tiene una extraña fijación con ella.

En paralelo, conocemos la historia de Agnes, una joven exmodelo internada en una clínica, donde intenta superar la grave anorexia que padece. Pero ella se las ingenia para seguir con sus antiguos hábitos pese a la supervisión del personal de la clínica. ¿Conseguirá Agnes curarse de tan terrible enfermedad?

Un juego peligroso es el octavo libro de la serie de Gotland, en el que se repasa la cara menos amable del mundo de la moda de la mano del detective Anders Knutas. Se trata de una novela negra sueca al uso, que podría considerarse una lectura ágil para las tardes de verano. Ofrece una trama que gira en torno a un tema interesante, el de las modelos de alta costura y la anorexia. Unos personajes bien perfilados pueblan una historia narrada en capítulos cortos, con lo que la lectura es muy rápida.

Como digo, es un buen libro para las tardes relajadas de piscina, pero no se le puede pedir mucho más. He visto fallos en la trama, como el hecho muy traído por los pelos de que Jenny fuera a visitar a Agnes a la clínica, o que Jenny no considerara importante contarle a la policía detalles vitales para la investigación (como que la luz de la cabaña se apagó poco antes de que ella llegara, lo que situaría al asesino en el lugar del crimen a una hora determinada). El malo me ha parecido bastante descafeinado, y hay muchos otros detalles que no contaré aquí para no destripar la trama, pero que en su conjunto desmerecen un poco la valoración total del libro. Ah y un fallo bien gordo es que el asesino envía por carta un mensaje, pero no se ha traducido igual en los diferentes capítulos del libro: lo que al principio se ha traducido como «Sois unos asesinos», luego se convierte en «Vosotros matáis». Muy mal. Además no era difícil de detectar, porque los personajes aluden más de una vez al número de palabras que contiene el mensaje...

Sin embargo, lo que menos me ha gustado de este libro es lo siguiente: muchos capítulos se cierran con un golpe de efecto que pretende dejar al lector con la boca abierta e impelerle a seguir leyendo el siguiente capítulo. No obstante, unas páginas después descubrimos que ese golpe de efecto era más bien una trampa (por ejemplo, el hombre que asalta a la pareja de españoles, que tiene pinta de ser el asesino pero acaba resultando un simple viandante más bueno que un angelito). Como lectora me siento timada y frustrada ante tamañas trampas para mantener viva la atención del lector, y lo peor es que se repiten una y otra vez.

Lo que sí es un gran punto a favor es el análisis que hace Jungstedt del mundo de la moda y cómo centra parte de la trama en explicar la anorexia desde el punto de vista de una paciente, sus luchas diarias, los pensamientos obsesivos que le pasan por la cabeza, sus ideas distorsionadas... Como punto final, decir que si este libro puede ayudar a alguna joven a desmitificar el mundo de la moda y a no caer en las redes de la anorexia, esta lectura bien habrá valido la pena.

17 de agosto de 2016

Morir no es tan fácil

Una sala de disección de cadáveres donde Patrick, un joven con síndrome de Asperger, estudia anatomía.

Otra sala, esta vez la de un hospital, donde personas en coma yacen ni vivos ni muertos, como varados entre dos mundos.

Un enfermo en coma que ve el mundo a su alrededor pero no tiene forma de comunicarse con él.

Tracy, una enfermera pechugona e interesada que solo busca pescar un buen marido (léase «rico») entre quienes acuden a visitar a sus familiares en coma.

La espiral de alcoholismo en el que una madre, la de Patrick, lleva años sumida.

Y un cadáver que intenta «gritarle» a todo el mundo que en realidad murió asesinado.

Hay que admitir que la trama no parece muy alegre, pero en realidad Belinda Bauer aborda estos temas tan delicados con un fino humor macabro a través de varias voces que dotan a la narración de gran dinamismo: la inocencia y franqueza de Patrick, que tiene Asperger y pretende utilizar las clases de anatomía para ver qué hay más allá de la muerte; el miedo de Sam, que acaba de despertar del coma y se pregunta quién es esa mujer que llora a los pies de su cama; el ombliguismo de Tracy, una enfermera poco interesada por los enfermos, pero que saca hasta su última arma de mujer para conquistar a ese pobre hombre que llora a su mujer en coma; Sarah, la madre de Patrick, que no tiene fuerzas para levantarse cada mañana de la cama y enfrentarse al día a día con su hijo. Y Meg, compañera de Patrick en las clases de anatomía que hace todo lo posible para acercarse a él pese a las reticencias del chico a todo contacto físico o emocional.

Este libro me tocó en un concurso (vamos, que se presentó en mi lista de pendientes sin haberlo elegido yo), y lo único que sabía de él era una cita que había en la contra: «Desde el principio tendrás la sensación de estar leyendo algo completamente nuevo». Yo pensé que eso estaba por ver —los departamentos de marketing siempre están ahí tratando de hacer su trabajo—, pero me he llevado una sorpresa al ver que la historia sí tiene un punto original. Quizá no por el tema del Asperger (esta novela se ha comparado mucho con El curioso incidente del perro a medianoche), pero sí por el tema de la sala de disecciones y la sala de los pacientes en coma.

Se trata de una novela de misterio cuyo trasfondo es la comunicación, o más bien la falta de ella: Patrick tiene problemas para entender a los demás y, lo que él ve lógico, para quienes lo rodean no lo es tanto. Sam es un paciente en coma en buen estado mental, pero incapaz todavía de hablar y preguntarle a alguien todas las dudas que le asaltan desde que se despertó del coma. La madre de Patrick apenas se comunica ya con él, y a su hijo le exasperan las continuas obviedades que ella dice cuando trata de entablar conversación. Y la propia evolución de Patrick, que poco a poco sale de su cascarón, aprende a interpretar las reacciones de los demás y siente los subidones de adrenalina que le da estar viviendo por primera vez.

Por otra parte, no olvidemos que la novela se desarrolla en buena parte en una sala de disecciones y no se corta en dar detalles, con lo cual quizá algunos fragmentos no sean del agrado de todo el mundo. No obstante, hay que decir que están narrados con ese fino humor macabro que comentaba antes y por eso se hacen más digeribles. En ese sentido, este es el tipo de libro con detalles gore pero un trasfondo en cierto modo amable que me hubiera encantado leer con 17 años.

Mi impresión final ha sido muy positiva: me lo he pasado muy bien con esta lectura. Una pega es que quizá el malo confesó con demasiada facilidad (no me pareció del todo bien hilada esa parte), y lo mejor del libro es sin duda el final, donde aparecen un par de vueltas de tuerca que no vi venir para nada y me dejaron con la boca abierta. ¡Sobre todo el final de la historia de Tracy Evans!

Por cierto, la traducción de Julia Osuna y la edición de Roca Editorial son muy buenas. Me suelo fijar mucho y me han encantado muchos de los giros de vocabulario que han escogido. Siempre es de agradecer y es justo reconocerlo cuando las editoriales hacen bien su labor.


1 de agosto de 2016

Dile a Marie que la quiero

Dile a Marie que la quiero es una novela articulada en torno a la Segunda Guerra Mundial y que gira en torno a una historia de amor, la de Mathilde, una joven aristócrata que vive entre algodones en Berlín, y Erik, un actor judío. Repudiada por su familia por haberse casado con un judío, Mathilde decide abandonar su vida acomodada por amor y ambos emprenden la huida; a partir de ahí, a través de su historia se narra la persecución, las humillaciones y las penurias a la que se vieron sometidos los judíos durante toda la guerra. Con el tiempo nace una hija del matrimonio, Marie, que servirá de hilo conductor del resto de la historia, entretejida con las vidas de otros muchos personajes. Se trata de una novela emocionante, que mantiene al lector en vilo y que no se corta a la hora de relatar las crudezas de la guerra.

Entre los puntos positivos de este libro está la prosa ágil, clara y muy amena de Jacinto Rey; se nota que está muy documentada, pero no abruma al lector con datos, y además explica bien todos los personajes y hechos históricos. Los capítulos son muy breves, con lo que se lee bastante rápido. Por último, la edición de Suma de Letras me ha parecido muy buena; he encontrado el texto prácticamente impecable.

A mí, sin embargo, no ha llegado a convencerme: por un lado la guerra no es mi tema favorito (puesto que no dejo de pensar que todo lo que cuenta la trama pudo haber ocurrido perfectamente y no disfruto mucho durante la lectura). Por otro lado, este es el típico libro en el que «los buenos» sufren prácticamente hasta la última página, y ese tipo de libros cada vez me gustan menos (pero entiendo que son gustos totalmente personales). También le criticaría que algunos giros de la trama no me han parecido nada creíbles, sobre todo a medida que el libro avanza y llegamos al final. Y, por último, el final no me ha gustado nada. Lo dejo ahí para no destriparle la trama a nadie, pero no, me ha dejado un sabor agridulce. Y eso que ya sabemos lo que pasa desde el primer capítulo...

De todas formas, independientemente de mis gustos, creo que es un buen libro que recomendaría a quien le guste leer sobre historia y sobre guerras, pues la pluma ágil de Jacinto Rey hace la lectura muy amena.

26 de julio de 2016

Kraken

Un día andaba sumergida en la sección de fantasía y ciencia ficción de Foyles cuando me topé con esta portada, y me pareció tan alucinante que se vino conmigo sin que supiera nada de la trama ni del autor:



El punto de partida de la novela es el siguiente: en el Museo de Historia Natural de Londres un día desaparece misteriosamente un calamar gigante, incluido el enorme tanque de formol en el que flota la criatura. Quien descubre semejante robo misterioso es Billy, el conservador encargado de preservar al animal. A medida que se desarrolla la trama, todo apunta a que detrás de la desaparición puede haber una secta adoradora del calamar gigante, que piensa que el fin del mundo está cerca y que el cetáceo juega un papel clave en este apocalipsis. ¿Dónde está el calamar? ¿Es él el responsable de que se acerque el fin del mundo? ¿Podrá Billy detener esta locura? A medida que nos adentramos en la compleja trama descubrimos el submundo mágico lleno de sociedades secretas que se oculta tras las calles de Londres, ciudad que es tan protagonista como Billy en esta historia...

Debo decir que los primeros capítulos de este libro fueron lo más prometedor que he leído en muchísimo tiempo: me encantaron los planteamientos iniciales y la forma de narrarlos, y la trama me tenía enganchadísima. Sin embargo, a medida que avanzaba en la lectura admito que algunos fragmentos se me hicieron algo pesados, y es que no lograba seguir la trama: por un lado el inglés que Miéville usa es tremendamente complicado, y por otro es tal la profusión de personajes y acontecimientos que cuesta seguir el ritmo. Y, sin embargo, lo he disfrutado como una enana. La trama es una sucesión de invenciones a cual más alocada, pero están contadas de tal modo que es facilísimo creérselas y meterse por completo en la historia. Por no hablar de la ironía que subyace en todo el texto, que está pensado más como una comedia que otra cosa...

Miéville con su kraken particular.

Mis conclusiones finales fueron un poco contradictorias: me dio la sensación de ir muy por detrás de Miéville en la trama (había trozos enteros que no lograba entender, aunque por lo que leí después eso le ha pasado incluso a los nativos que leyeron el libro en inglés). Sin embargo, me gusta su capacidad para construir historias y los temas que plantea, así que creo que volveré a Miéville, pero con una apuesta más segura (he leído que quizá La cicatriz sea una buena opción...).

Por cierto, por las fechas en que me leí el libro estuve en el Museo de Historia Natural de Londres, donde se desarrolla una parte de la acción (es el edificio que sale en la portada), y en un momento dado mi hija descubrió entre las figuras talladas en las paredes «un kraken pequeñito». Me temo que le di mucho la brasa con este libro...


25 de junio de 2016

Crónicas del desamor

¿Qué os parece el caso de Elena Ferrante? ¿Estrategia de marketing o autora que se sale del perfil habitual? De esta escritora no se sabe nada: ni su nombre, ni su edad, ni dónde vive. ¡Incluso podría tratarse de un hombre! Tampoco concede entrevistas a los medios; solo ha hecho alguna declaración a través de sus editores. Si bien sus libros llevan tiempo en el mercado, es desde hace dos o tres años cuando se están redescubriendo y son muchas las voces que los aclaman como toda una revelación.

En cualquier caso, últimamente parece que no se hablaba de otra escritora y eso fue lo que me animó a leer Crónicas del desamor, que reúne en un solo volumen estos tres libros: El amor molesto (escrito en 1992), Los días del abandono (2002) y La hija oscura (2006).

Los tres libros responden en cierto modo a un mismo patrón: los protagonizan mujeres de mediana edad (40-50 años) en la Italia contemporánea, y todas emprenden una especie de viaje interior guiadas por un acontecimiento que desata la trama. En El amor molesto, es la muerte de la madre de Delia, la protagonista; nunca se conocieron realmente, así que Delia vuelve a Nápoles, donde vivieron ambas, para tratar de volver a capturar su esencia. En Los días del abandono, el marido de Olga abandona el hogar conyugal de la noche a la mañana y ella se sumerge en una espiral de depresión. La hija oscura narra las vacaciones de una mujer liberada tras años de cuidar a sus hijas, ya adultas, las vivencias durante esos días a orillas del mar y sus reflexiones acerca del pasado.

En los tres libros he visto muchos más puntos en común: los protagonizan mujeres  con un tremendo análisis de su vida interior; con un humor cambiante, que resultan inestables y presa fácil de los nervios. Los hijos son a menudo un fastidio, una razón más para andar malhumoradas. Expresan poca empatía hacia ellos; siempre molestan. Las relaciones entre madres e hijas (adultas ambas) se perciben tensas, distantes. Se ven a menudo como dos seres desconocidos.

Me costaba empatizar con las reacciones de cualquiera de las tres protagonistas: a menudo exageradas, pasadas de rosca, y encima narrado de forma hiperrealista (preparaos a leer cómo la protagonista se cambia de bragas o se limpia la regla). No sé, la verdad es que no llegué a tomar cariño a ninguna de las protagonistas de los tres libros. Por decirlo resumido, están las tres un poco como regaderas. Dicho esto, ¿me gustaría seguir leyendo novelas de la Ferrante? A priori diría que sí. Es un mundo interesante el que plantea esta escritora, está muy bien narrado y es diferente a lo que estoy acostumbrada a leer. No sé, supongo que es un poco como mirar por una cerradura una escena que te disgusta. Te disgusta, sí, pero algo te impele a seguir mirando.  


11 de junio de 2016

Charlie and the Chocolate Factory

Más vale tarde que nunca, y está claro que yo voy a descubrir buena parte de los clásicos infantiles ya casi rozando los cuarenta. ¿Cómo se explica que no haya leído este libro hasta ahora? Alguna vez ya he contado que de pequeña leía los mismos libros una y otra vez; estuve años sin descubrir lecturas nuevas (aparte de los del colegio, claro). ¡Tremendo! El caso es que ahora con mi hija tengo la oportunidad de redimirme y puedo afirmar que nunca es tarde para disfrutar de la literatura infantil.

La cuestión es que ni había leído el libro de Charlie y la fábrica de chocolate ni había visto la película cuando mi hija me dijo que se había convertido en su libro favorito (lo estaban leyendo en el colegio) y que TENÍA que hacerle un hueco. ¿Y cómo voy a hacer yo caso omiso de una recomendación literaria que me haga mi hija? Jejeje... Así que enseguida lo busqué y sí, ¡acabé tan entusiasmada con esta historia como ella!

Un resumen por si alguien no conoce la trama: Charlie Bucket es un niño muy pobre que vive con sus padres y sus cuatro abuelos en una casita muy pequeña, donde pasan hambre y frío (los cuatro abuelos, muy mayores y arrugaditos, se apiñan todos en una sola cama porque no hay dinero ni sitio para más, y a Inés y a mí nos hacía mucha gracia imaginarlos allí a los cuatro, con los pies tocándose en el centro de la cama). Lo único que tienen para comer es sopa de col. ¡Todos los días, un día tras otro! Muy cerca de su casa se halla la fábrica de chocolate de Willy Wonka, que lleva años funcionando pero cerrada al público, hasta que un día el señor Wonka, el propietario, decide que cinco niños podrán visitarla, ¡los cinco afortunados que encuentren un billete dorado dentro de las barras de chocolate que vende la fábrica! El mayor sueño de Charlie sería poder ver la fábrica por dentro, pero ¿cómo le va a tocar si no tiene dinero ni para tentar a la suerte comprando una sola barrita de chocolate? ¿Conseguirá Charlie tan ansiada visita?

Lo primero que pensé al terminar este libro fue el derroche de imaginación del que hace gala el autor. Es increíble, no solo por la cantidad de cosas disparatadas que ocurren en el libro, sino también por el vocabulario que se inventa (una palabra detrás de otra) y la sucesión de escenas alocadas que tienen lugar dentro de la fábrica. Por no hablar de todas esas puertas con nombres curiosísimos, sobre todo las que no llegan a abrirse. Yo me quedaba pensando en qué podría haber detrás de ellas... Desde luego, para un niño tiene que ser divertidísimo y alucinante leer un libro así.

Una de mis escenas favoritas es la de los «square sweets that look round» que aparecen en una sala de la fábrica de chocolate: me pareció un juego de palabras brillantísimo y no hacía más que preguntarme cómo lo habrían solucionado en la versión traducida (y fue así: «caramelos cuadrados que se vuelven en redondo». ¡Me pareció una traducción bastante acertada!).

The square sweets that look round.

Sin embargo, el libro no se limita solo a ofrecer una trama entretenida, sino que condena temas que hoy siguen siendo vigentes, como la gula, la avaricia, la mala educación en los niños, mascar chicle, el exceso de televisión, los padres que consienten a sus hijos en exceso... En general la novela castiga a los niños que se portan mal y premia a los que se portan de manera ejemplar. Y pensar que el libro se escribió hace más de cincuenta años y todos esos temas siguen estando a la orden del día...

Fragmento de una de las canciones de los oompa-loompas que aboga por tirar la tele a la basura y, en su lugar, leer un libro.
El libro en general ha envejecido muy bien y conserva la capacidad de encandilar, aunque hay un detalle considerado políticamente incorrecto y son los oompa-loompas, que en un principio eran pigmeos traídos de lo más profundo de una selva africana y, después de que se considerara conveniente una versión más políticamente correcta, se convirtieron en una especie de enanitos hippies de piel sonrosada.

Pese a encajar totalmente en la categoría de literatura infantil (para niños de 6 o 7 años en adelante, más o menos), los adultos también lo disfrutarán y de hecho quizá capten más matices en el libro, como el hecho de que Willy Wonka es un personaje bastante siniestro: no se puede decir que sienta mucha empatía por las cosas que les pasan a los niños en la fábrica y, de hecho, va poniendo a prueba las debilidades de cada uno mediante «trampas» maquiavélicas para ver quién es un digno sucesor de llegar al final del recorrido. De hecho, hay páginas que apuntan a que la fábrica en realidad utilizaba a niños como materia prima para fabricar los dulces y golosinas. Ese detalle se me había escapado, pero leyendo la teoría que se explica ahí, ¡tiene todo el sentido! Y los oompa-loompas también presentan un lado siniestro, puesto que entonan sus cantos moralizantes después de que el niño en cuestión haya cometido un error, ¡no antes, para advertirles! Podrían compararse con los esbirros de un matón, que son los que ocultan las pruebas y entierran el cadáver... Yo admito que Willy Wonka no me cayó bien en ningún momento: un carácter brusco; cero empatía; despide a todos los trabajadores de su fábrica y se va a un país lejano a traer a cientos de peones que viven en su fábrica y están a sus órdenes; todo el rato metiendo prisas y no dejando que nadie disfrute del recorrido... ¡Me pareció un personaje más bien odioso, la verdad!

De todas formas, no resulta extraño que Charlie y la fábrica de chocolate tenga un lado oscuro. Roald Dahl escribió también historias macabras para adultos, caracterizadas por su tono siniestro y su negro sentido del humor que a menudo terminaban con un desenlace inesperado. Hay varias antologías publicadas con estos relatos, como por ejemplo Kiss Kiss, que tengo en casa y me han dado ganas de releer para recordar esta otra faceta de Dahl menos conocida. ¿Habéis leído vosotros estas historias?

Ilustración de Quentin Blake para Charlie y la fábrica de chocolate. El libro está lleno de frases para enmarcar.


23 de mayo de 2016

Yo sí que me cuido

Muchos de vosotros recordaréis a Patricia Pérez cuando presentaba El gran juego de la oca allá por 1993 junto a Emilio Aragón. Yo me acuerdo perfectamente de ella porque me parecía muy simpática y apareció muchísimo en la televisión en los años noventa y principios de la década del 2000. Cuando parecía que llevaba un tiempo desaparecida, se recicló haciendo «algunos cursos de nutrición alternativa» (Wikipedia) y sacó a la venta su primer libro, Yo sí que como, que cosechó un gran éxito de ventas y propició la publicación de Yo sí que cocino y, ahora, Yo sí que me cuido.




Este último libro es el que ha caído en mis manos, y en el que Patricia Pérez nos explica cómo realizar productos cosméticos caseros, desde cremas para las manos a contornos de ojos, brillos de labios o lociones para el cabello, con ingredientes cotidianos y explicaciones sencillas y concisas. La sección de recetas va precedida de una breve introducción en la que Patricia explica cómo llegó a escribir libros de nutrición y cosmética, con qué ingredientes básicos debemos contar y cuáles son los ingredientes generales que debemos evitar en los cosméticos por ser potencialmente nocivos para el cuerpo.


Lo cierto es que muchas de las recetas sí requieren acudir a un herbolario a comprar ingredientes que no se encuentran habitualmente en la cocina (como bórax o cera lanette pulcra), pero hay muchas otras bien sencillas, como la que recomienda utilizar una simple patata rallada para combatir las bolsas en los ojos. Estoy segura de que probaré más de una receta porque además ya hace tiempo que me interesa el tema: en concreto quería elaborar un contorno de ojos a base de aceites esenciales porque no acabo de encontrar ninguno que me funcione en la cosmética tradicional y justamente en este libro dan un par de ideas.

El formato del libro es muy agradable, más bien grande, de tapa blanda y con fotos cuidadas y atractivas. Sin embargo, tengo que ponerle dos peros: el primero, que parece que el libro se ha editado de forma un tanto precipitada, porque en una primera lectura he detectado varios errores (como al hablar del aceite de albaricoque, que dice que es «resistente al enraizamiento», por «enranciamiento») o pequeñas erratas. La segunda es que no sé hasta qué punto Patricia Pérez puede ser una autoridad a la hora de hablar de estos temas. En su libro se pueden leer cosas como «He leído una estadística seria que dice que...». Vale que el texto pretende conseguir un tono informal y no presentar al lector un montón de datos científicos confusos, pero una simple nota al pie con la referencia de la estadística contribuiría a darle al libro rigor científico. La sensación que me ha quedado, tanto por lo que cuenta como por el tono cercano que usa, es que la autora podría ser cualquier amiga que ha hecho un cursito de cosmética y nos explica una tarde en una cafetería todo lo que ha aprendido y las recetas con las que ha experimentado. Y es el hecho de que no haya una autoridad seria que respalde todo lo que dice el libro lo que hace que dude un poco a la hora de fiarme de los remedios: ¿de verdad este gel limpiador se va a llevar las impurezas de la piel, o la mezcla no es acertada y los poros me van a quedar peor de lo que estaban? Este es el tipo de dudas que se me plantean.

Como digo, me queda la duda del rigor científico del libro pero, aun así, podría ser una buena introducción al tema por la gran variedad de recetas que plantea y la sencillez de las explicaciones.


17 de abril de 2016

Carrie

Admitámoslo: el instituto puede ser una etapa horrorosa. Quién no ha sido objeto de alguna burla en un momento dado y ha deseado con todas sus fuerzas que al agresor le lloviera del cielo un meteorito enorme que lo barriera de la faz de la Tierra, o que de repente una mano prodigiosa bajara del cielo y asestara un guantazo al acosador en cuestión... Pues bien: en este libro, todas esas fantasías adolescentes se cumplen.

Carrie, a sus 16 años, sabe lo que es ser «la rara» del instituto: apocada, asocial, lo único que desea es que la dejen en paz. Vive sola con su madre, una fanática religiosa que ejerce un total dominio sobre ella. Pero lo que nadie sabe es que Carrie tiene el poder de la telequinesis. Y lo está ejercitando para tratar de controlarlo. Y un día se vengará de todos esos que hoy le están haciendo la vida imposible. Su madre incluida.

Oh, qué libro. Mi eterna deuda pendiente desde que me lo compré en 1997 (lo descatalogaron de una biblioteca inglesa y lo adquirí por cuatro peniques, aunque la edición está desvencijada). Llevaba tiempo llamándome desde la estantería, y es que saber que fue el primer libro que le publicaron a Stephen King ya era razón suficiente. ¡Y con 26 años! No sé si conocéis la anécdota, pero fue Tabby, la mujer de King, quien descubrió en la papelera una bola de papel arrugado con las primeras páginas de la novela, en las que se narra la famosa escena de la ducha, y animó a su marido a que continuara: este las había tirado exasperado porque no estaba nada contento con aquel inicio. De hecho, el mismo King dijo:

"Who'd want to read a book about a poor little girl with menstrual problems?' I couldn't believe I was writing it."

(«¿Quién iba a querer leer una novela acerca de una pobre chica con problemas menstruales? No me cabía en la cabeza que estuviera escribiendo aquello.»)

Sin embargo, Tabby supo ver más allá y creyó firmemente en el potencial que encerraban aquellas líneas. Al parecer fue ella quien guió a King a la hora de perfilar a una panda de chicas de instituto, sus reacciones, sus vínculos y sus confrontaciones. Y así fue hilando King este peculiar libro, en el que la narración la conforman recortes de prensa, fragmentos de supuestos libros y retazos de cartas. Recordemos que Stephen y Tabitha las estaban pasando canutas en aquel momento: vivían en una caravana, apenas llegaban a fin de mes e incluso habían tenido que cortar el teléfono porque no podían pagarlo. King finalmente terminó el libro y trató de publicarlo.

Más de treinta editoriales rechazaron el manuscrito.

¿No es genial como historia? El escritor que pasó grandes penurias hasta que alguien creyó en él y, por fin, salió de la pobreza y llegó a vender millones y millones de libros (historia que repetiría J. K. Rowling años después, ¿no?).

El caso es que finalmente el libro se publicó, se empezó a vender como rosquillas y, como suele decirse, el resto es historia. Yo solo puedo recomendarlo, muy bueno también para quien no haya leído nada de King todavía, pues se termina en un suspiro y ¿qué mejor que empezar con la primera obra publicada del autor?

16 de abril de 2016

We Are All Completely Beside Ourselves

Cuando Rosemary era una niña hablaba por los codos, soltaba frases como una metralleta: era imposible verla callada. Hoy, sin embargo, es una veinteañera universitaria más bien silenciosa, encerrada en su mundo: hay cosas de las que prefiere no hablar ya. Tenía una hermana, Fern, su otra mitad y todo un torbellino de energía, cómplice de todas sus travesuras, que desapareció cuando Rosemary tenía 5 años en circunstancias que desearía poder olvidar. También su hermano, Lowell, desapareció un tiempo después y han pasado diez años desde la última vez que se vieron.

Sin embargo, Rosemary se da cuenta de que no puede seguir adelante sin volver la vista atrás, a aquel momento en que la enviaron unos días a casa de sus abuelos y, de regreso a casa, se encontró con que Fern ya no estaba. Así que empieza a preguntar y, sobre todo, a indagar entre sus propios recuerdos, con lo que Rosemary va conformando una narración divertida, inteligente y llena de trasfondo.

Y esto es todo lo que necesitáis conocer de este libro que os recomiendo encarecidamente. Sobre todo hay que evitar saber más de antemano, pues pasado un tercio del libro se hace una revelación que cambia la percepción que se tiene de la historia (una pista: no es thriller, ni novela policíaca, ni nada por el estilo). Este es un libro sobre el intenso amor y la rivalidad entre hermanos, sobre lo que uno recuerda de su infancia (que no siempre coincide con lo que ocurrió en realidad) y sobre ciertas conversaciones que nunca se tuvieron con los padres y que nunca es tarde para abordar. Y, bueno, en realidad el tema central de la historia es otro, que daría para hablar largo y tendido y que es ciertamente interesante, pero que, como digo, creo que es mejor no desvelar.

¿Estáis vosotros de acuerdo con que a veces es mejor no saber de antemano nada acerca de la trama de un libro? Yo reconozco que es una manía que tengo: intento no tener nada de información (¡ni siquiera me leo el texto de la contra!). Para escoger mis lecturas me guío por recomendaciones que haya leído por ahí y también suelo leerme la primera página para ver qué impresiones me transmite. En este caso la contra no desvela nada de la parte principal de la trama, cosa que sí se hace en la edición en español. ¿No creéis que en este sentido original y traducción deberían ir en la misma línea?

Hablando de la traducción, el libro se publicó en español con el título de Fuera de quicio. Por cierto, ¿no os parece poco acertada la portada en español? Yo creo que ha perdido muchísima garra. Una de las cosas que me atrapó de este libro desde el estante de una charity fue ese amarillo estridente de la portada en conjunción con el negro. Aunque me chiflan los árboles y el dibujo es muy bonito, la novela en español me hace pensar en un deprimente ensayo de psiquiatría o algo así, con esos tonos en verde y gris apagado... ¿Qué opináis?

  

7 de marzo de 2016

The Sheep-Pig

¿Habéis visto Babe, el cerdito valiente? Bueno, pues este es el libro en el que se basó la película, y es igual de tierno, divertido y conmovedor que esta. Por si no sabéis de qué va, se resume rápido: el granjero Hogget ha ganado un cerdito en la feria y, a falta de un sitio mejor, le hace un hueco en el granero, junto a su perra pastor Fly y los cachorritos que esta acaba de tener. Babe resulta ser un cerdito inteligente y educadísimo que, con sus buenas maneras, se gana el cariño de los animales de la granja, especialmente de Fly, que acoge al cerdito huérfano como si fuera un cachorro más, y de la vieja oveja Ma. Así Babe conoce el oficio de Fly como perra pastor y se pregunta si no podría él mismo, algún día, ser un perro pastor... bueno, un cerdo pastor más bien. Por supuesto todo el mundo piensa que eso es imposible, que el único destino del cerdito es engordar y llenar el congelador de la señora Hogget, pero lo que ni siquiera sospechan es la buena mano que parece tener Babe con las ovejas...

Un libro más que recomendable si os apetece una historia amable, tierna y sencilla (muy adecuada para niños también) que se lee prácticamente de una sentada. Yo ya era fan de la película (que cosechó en su día unas críticas buenísimas), pero el libro me ha parecido aún mejor, y eso que, al contrario de lo que suele suceder, la línea argumental de la novela en este caso es más sencilla que la de la película. Y con esa carita tan tierna que presenta en la cubierta de la novela, ¿quién puede resistirse a Babe?

5 de marzo de 2016

Interview with the Vampire

San Francisco, década de 1970. Louis de Pointe du Lac, un vampiro de doscientos años de edad, acepta reunirse con un joven entrevistador para contarle la historia de su vida a lo largo de toda una noche. Y así empieza la historia, que se remonta entonces a 1791: Louis era el joven señor de una plantación en Luisiana (Estados Unidos). Allí disfrutaba de una posición acomodada y su vida parecía desarrollarse sin excesivas preocupaciones hasta que un día su hermano fallece, hecho que deja a Louis tremendamente afectado. Una noche, no mucho después, es atacado por un vampiro, Lestat de Lioncourt. Tras este ataque Louis no muere, sino que queda con vida y recibe poco después una nueva visita de Lestat: quiere hacerse con su dinero y sus propiedades, por lo que convierte a Louis en vampiro y hace de él su compañero para la eternidad.

Louis de Pointe du Lac en la versión cinematográfica
Sin embargo, la sensibilidad de Louis y el estado emocional en el que había quedado tras la muerte de su hermano hacen que sufra mucho ante este proceso. A sus ojos, Lestat no le está guiando en sus primeros pasos como vampiro con el suficiente tacto; por ejemplo, Lestat conduce a Louis hasta la que será su primera víctima y le indica que beba su sangre y la mate; le presenta el proceso como un mero trámite. Ante esto, Louis solo puede sentirse asqueado ante su primera víctima. Esa será en cierto modo la dinámica que guiará su relación. Lestat tiene un carácter frío, desapegado y superficial, y esconde muchos secretos sobre la vida vampírica que no quiere revelarle a Louis, como por ejemplo quién convirtió a Lestat en vampiro, si hay más como ellos y dónde están, si un vampiro puede morir y de qué manera, de qué peligros deben huir...... Lestat se guarda todos estos secretos como una forma de control sobre Louis y así van pasando los años, hasta que llega un punto en que Louis ansía saber más y amenaza con abandonar a Lestat para iniciar su camino en solitario... ¿Aceptará Lestat sin más esta separación?

¡Qué buenos momentos he pasado con este libro! Ya desde las primeras páginas de la vieja edición que tenía yo (tipografía antigua, olor añejo entre sus páginas) supe que lo iba a disfrutar, como así fue. Anne Rice es única a la hora de recrear un ambiente gótico y sensual (y «sensualidad» es un adjetivo que puede aplicarse a muchísimos pasajes de este libro), y otro tema novedoso es que presenta a un vampiro atormentado, profundamente descontento y asqueado ante sus instintos, que aborrece matar y que se plantea intensas dudas morales ante su naturaleza. Veo que hay lectores no muy partidarios de Louis, pero yo he empatizado mucho con él y me he quedado literalmente con la boca abierta ante algunos pasajes en los que se narra la frialdad y crueldad de Lestat. 

El siguiente libro (de esta trilogía, Crónicas vampíricas) narra precisamente la historia desde el punto de vista de Lestat y logra explicar el motivo de su comportamiento, por lo que muchos partidarios de Louis en este primer libro se cambian de bando en el siguiente. ¡Yo ya me lo he comprado!

Por cierto, de la película no puedo comentar nada porque no la he visto; solo puedo decir que no acabo de ver a un Tom Cruise rubio como Lestat (ni tampoco a Banderas en el papel de Armand), pero Brad Pitt sí parece encarnar a la perfección la sensibilidad de Louis. 

¿Habéis leído esta novela de Anne Rice? ¿Os gusta su particular versión del mundo vampírico? 



6 de febrero de 2016

Eat Pray Love

En este libro autobiográfico, la escritora neoyorquina Elizabeth Gilbert narra el año sabático que se tomó a los 35 años para superar un divorcio traumático. Así, el libro se divide en tres partes, en las que Liz nos cuenta el periplo que la llevó a pasar cuatro meses en Roma (eat, para experimentar el placer en su máxima expresión y aprender italiano), cuatro meses en la India (pray, para encontrar a Dios) y otros cuatro meses en Bali (love, siguiendo la predicción de un anciano que le leyó la palma de la mano).

Cuajado de anécdotas y con un estilo que impele al lector a pasar página tras página, leemos acerca de las semanas que pasó en Roma, practicando italiano con una entrega y pasión absolutas y dándose a los placeres gastronómicos, pues cató todas las pizzas y helados en kilómetros a la redonda (Liz admite que engordó varios kilos en esos pocos meses). A continuación, la protagonista se dirige a un ashram en la India (una especie de monasterio) para un retiro espiritual que consistió en trabajos físicos durante varias horas al día, largas sesiones de meditación, yoga, comida vegetariana y días de silencio, todo ello en jornadas que se extendían desde las tres de la mañana a las nueve de la noche. Su intención era pasar seis semanas en el ashram y recorrer luego otros puntos de la India, pero su experiencia allí fue tan completa que decidió consumir todo su tiempo y permaneció los cuatro meses. Por último, Bali, adonde se dirigió sin ningún plan en absoluto y sin tener muy claro el motivo: solo sabía que un anciano de esa isla le había leído las manos años atrás y había predicho que volvería a visitarle. Y allí, superado el divorcio y más feliz y centrada que nunca, encontró el amor.

Sí, admito que el libro me ha gustado. Elizabeth Gilbert es para mi gusto muy buena narradora y no aburre en ningún momento: combina sin ningún esfuerzo la narración de su nuevo día a día fuera de Nueva York con sus recuerdos del pasado y torbellinos de emociones, todo ello salpicado de bastantes notas de humor. Muy recomendado si os gustan las narraciones de viajes combinadas con historias de superación personal. ¿El pero? Le pondría uno, y es que algunas escenas suenan un poco peliculeras, como si hubiera ido aportando toques de imaginación aquí y allá para hacer la historia más interesante. Además reproduce frases de amigos suyos palabra por palabra y una de dos, o iba viajando por ahí cuaderno de notas en mano sabiendo que todo eso luego lo escribiría en un libro (lo que le resta un poco de naturalidad al asunto), o un 30% es lo que se dijo realmente y un 70% lo que ella recuerda (por lo que podría ser fruto de su imaginación).

No he visto la película, por lo que a priori no tenía ni idea de la historia. Y ahora que he buscado las fotos de los protagonistas por Internet y he puesto cara a todo el mundo, la verdad es que no quiero que estos pasen a ser en mi cabeza Julia Roberts y Javier Bardem… Cómo odio, por cierto, las ediciones de libros que utilizan imágenes de la película en la portada. Pero ya sabéis que siempre subo la cubierta de la edición exacta que tengo yo (esta, adquirida en una charity, por lo que no pude ponerme tiquismiquis), y no podía faltar aquí a la costumbre.


Mistery in White

El otro día le iba contando a mi hija el argumento del libro que me estaba leyendo: un tren sale de la estación londinense de Euston el día de Nochebuena en dirección al norte del país. Por el camino, cae una tremenda nevada y el tren se queda parado en medio de la nada sin poder avanzar... Varios pasajeros deciden buscar una solución y caminan por parajes nevados hasta llegar, agotados, a una casa, completamente vacía pero con el fuego encendido y una cena servida en la mesa. Se diría incluso que un misterioso anfitrión les estaba esperando.

«Eso es muy tú... ¡y encima en un libro!», fue lo que me contestó mi hija. Y sí, yo no podía estar más de acuerdo. El argumento era perfecto; la edición, preciosísima y tremendamente evocadora; y, además, ya hacía días que le había echado el ojo a la colección entera en la mesa de lecturas destacadas de Waterstones. No me digáis que no resultaba tentadora:




Así pues, mi alegría fue tremenda cuando un día me encontré justo el libro que más me gustaba de la colección en una charity cerca de mi casa, nuevecito y por 75 peniques. Lo cierto es que quería leerlo en Navidad para disfrutar al máximo el tema del libro y estábamos ya a finales de enero, pero ¡qué demonios! Me lo llevé a casa y lo empecé ese mismo día.

El principio era inmejorable; ambientado allá por los años treinta o cuarenta, en un mismo compartimento de un tren de vapor se reúnen varios personajes de diferentes orígenes y caracteres. El clima no parece muy favorable y, efectivamente, llega un momento en que cae tal nevada que el tren no puede avanzar. Hasta ahí, todo perfecto. Sin embargo, a medida que la trama avanza un poco más y los personajes salen del tren y se refugian en una misteriosa casa, la cosa dejó de fluir: sobre todo, por los diálogos de los personajes, que no resultaban muy interesantes, y porque la trama se desvía constantemente con acciones que resultan de nulo interés. Llega un momento en que te da igual lo que les pase a los protagonistas, no empaticé con ninguno de ellos y, hacia la mitad del libro, la decepción fue tan grande que decidí dejarlo. No suelo dudar a la hora de abandonar novelas que no estoy disfrutando, pero admito que con esta tuve reparos porque quería que me gustara. ¡Por Dios, era el libro perfecto! Pero no, admito que pudo conmigo...

La verdad es que me hacía ilusión pensar que había descubierto toda una serie de autores (los de la foto de arriba) que escribían tramas muy del estilo de Agatha Christie, y me dije: ¿pero cómo no habré oído hablar de ellos antes? Bueno, pues este es el motivo por el que tales autores no alcanzaron la misma popularidad. Christie era toda una maestra a la hora de presentar a los personajes, desarrollar las tramas, ir dando pistas y detalles con cuentagotas y mantener la intriga hasta el final sin que el interés decayera en ningún momento, ¡y presentando tramas perfectamente creíbles! Es precisamente al leer libros que fallan en el intento cuando me doy cuenta de que lo que hacía Agatha Christie no era nada fácil (pese a que una profesora de lengua que tuve afirmara que la suya era literatura de segunda).

Si habéis leído alguno de los de arriba, ¿cuál me recomendáis? A los pocos días encontré en una charity de Portobello otro libro de esta serie por cuatro duros (A Scream in Soho, de John Gordon Brandon), pero, la verdad, decidí no llevármelo a casa ante la duda de si me llevaría una nueva decepción. En su lugar, voy a invertir el dinero en una colección facsímil preciosa de Agatha Christie que he descubierto aquí, publicada por Harper Collins. Esta foto no hace justicia a la edición, que era justo lo que andaba buscando: una colección bonita de los libros de la reina del crimen pero con tintes vintage. Cada uno de los títulos tiene una portada y un diseño distintos (reproducen, de hecho, las de ediciones originales) y son en tapa dura. Recomendadísimos si os gusta esta autora: