Escribo esta entrada en febrero —aunque voy a programarla para que se publique entre las últimas entradas del 2017— porque, aunque tarde, quería hacer un huequito para que esas muchas lecturas buenas que he disfrutado no se pierdan sin más en el olvido. Y estos son, pues, los libros que recupero de este 2017 que ya ha terminado y que recomiendo leer encarecidamente:
Instrumental, de James Rhodes: Libro autobiográfico que es como meterse en la tortuosa mente de Rhodes, pianista de éxito al que persiguen los terribles fantasmas del pasado. Un libro duro y extraordinario y un protagonista difícil de olvidar, sobre todo al pensar que todo lo que narra es tan real. Ah, y tiene banda sonora, pues el autor recomienda una pieza de música clásica para escuchar mientras se lee cada capítulo. Obsesivo y brutal.
Nina is Not OK, de Shappi Khorsandi: Temas muy de actualidad (los límites del consentimiento en las relaciones sexuales, el excesivo consumo de alcohol entre adolescentes, el peligro de las redes sociales...) hilados de forma magistral en un libro insospechado que empecé con curiosidad y pocas expectativas, y terminé entusiasmada.
Rosemary's Baby, de Ira Levin: No hay nada que te haga disfrutar como un clásico, y La semilla del diablo es un maestro en su género, el del terror. Ni siquiera saber cómo termina hace que se disfrute menos.
Para no extenderme más, citaré de pasada otros libros que he disfrutado mucho (aunque en menor medida) en este año de buenísimas lecturas: Horns (Joe Hill), digno heredero de su padre; Un matrimonio de provincias, de la Marquesa Colombi, con un final inesperado que me caló; The Loney, de Andrew Michael Hurley, por el ambiente que consigue en esta novela de tintes góticos; Shirley Jackson y Barbara Comyns, por esos mundos extraños en los que nos sumergen; Patria de Aramburu, y I Am, I Am, I Am, de Maggie O'Farrell. Como digo, un año repleto de buenas lecturas. ¡Poco más se puede pedir!
31 de diciembre de 2017
30 de diciembre de 2017
Festín de cuervos (George R. R. Martin)
Madre mía, George, qué me has hecho... Vale que superar el tercer libro de la saga de «Canción de Hielo y Fuego» era muy difícil, pero es que este libro ha supuesto un bajonazo total. Qué puedo decir; creo que los que os lo hayáis leído me entenderéis: a Martin le quedó un libro tan gordo cuando terminó esta cuarta parte que decidió dividirlo en dos volúmenes; en lugar de partirlo cronológicamente, lo partió por personajes y ubicación, y todos los personajes interesantes se quedaron en el otro (que es el quinto, Danza de dragones). Así pues, en Festín de cuervos tenemos a Arya, a Cersei, a Brienne, a Jaime, a Samwell y algo de Sansa, pero también hay capítulos enteros en los que no tenía ni idea de qué me estaban hablando (como todo lo que pasa en Dorne, por ejemplo). Y como no es prolijo ni nada en detalles el señor Martin, esos capítulos que me resultaban de poco interés se me hicieron eternos. En fin, que me ha dado penita porque me he aburrido muuucho en esos pasajes, y me sabe fatal decir eso de una serie que tanto he disfrutado. En fin, sigo con ganas de leer el quinto volumen de la serie, eso desde luego (que además sale Tyrion), pero mi entusiasmo por esta saga se ha desinflado bastante...
19 de noviembre de 2017
La pasión turca (Antonio Gala)
Creo que la película de Vicente Aranda, si bien cosechó un gran éxito de público, no fue muy popular entre quienes habían leído la novela, pues muchos no aprobaban la elección de Ana Belén para el papel protagonista. Yo vi la película primero y, quizá sin estar condicionada por la idea que me había forjado en la cabeza del personaje de Desideria, abracé con entusiasmo la elección de la cantante. Creo que encarna a la perfección a la Desi mojigata de sus primeros años de matrimonio, a la Desi consumida por la pasión poco después de conocer a Yamám y a la Desi destruida por los celos y por esa misma pasión, ahora enfermiza, de su última etapa con el turco.
Diría que la novela gira en torno a dos temas: en primer lugar la insatisfacción. Desi cuenta cómo se casó con su primer novio un poco empujada por las circunstancias, porque era el siguiente paso lógico, y vivían en un matrimonio asentado, cómodo, lleno de convencionalismos, una historia de amor más en una ciudad de provincias (Huesca). En la pareja ya no hay pasión, quizá nunca la hubo, y, si bien Desi es medianamente feliz, empieza a nacer en ella un sentimiento de insatisfacción. Así las cosas, ambos deciden ir de viaje a Turquía con un grupo de amigos y es allí donde Desi conoce a Yamám y, de su mano, la pasión más enfermiza. Porque Desi decide dejar su ordenada y aburguesada vida y mudarse a Turquía, donde vivirá a las órdenes de Yamám, sin saber apenas nada de él, ni cómo se gana la vida ni cuál fue su vida anterior. Nada le importa, salvo que cada noche él le hace tocar el cielo con las manos...
Lo cierto es que a Desi se la puede situar en dos extremos: para unos encarna a una mujer fuerte que decide tomar las riendas de su vida y dejar atrás una existencia autómata que nada le aportaba para abrazar la pasión y el erotismo sin ambages, disfrutando de su cuerpo y de su sexualidad como si no hubiera un mañana. Para otros, retrata la sumisión y la pérdida de la dignidad ante un amor por el que lo dejas todo y que solo te aporta la humillación más absoluta.
En cuanto a mí, por un lado pensaba en qué se sentirá al verse uno tan llevado al límite, tan consumido por una pasión. Por otro lado, me pareció afortunado que algo así no me haya ocurrido nunca, porque qué horror verse envuelto en una situación tal que no te deja pensar con claridad, una situación en la que no escuchas los consejos de tus allegados, donde solo tienes ojos para tu amado y te da igual morir por él, pues con gusto lo harías. Sí, eso precisamente es lo que me venía a la cabeza al leer este libro: ¿y si un día me veo consumida por una pasión así...?
En cualquier caso, este es un libro que me ha gustado leer, porque como veis plantea una situación tan extrema que da para muchos debates. Antonio Gala no me gusta especialmente, pero esta es una historia tan particular que la he leído con ganas y estuve en vilo hasta el final (acaba diferente a la película, por cierto).
Como curiosidad, comentar que empecé este libro hace muchísimos años y lo abandoné antes de la página 20, pues no me enganchó en absoluto. Es curioso cómo cambiamos como lectores, pues leí esas mismas páginas consciente de que hace veinte años no había conectado con ellas y ahora, en cambio, las encontraba de lo más interesantes y coincidía con más de una reflexión de Desi sobre su historia de amor rodeada de convencionalismos. Me pareció un experimento curioso.
Diría que la novela gira en torno a dos temas: en primer lugar la insatisfacción. Desi cuenta cómo se casó con su primer novio un poco empujada por las circunstancias, porque era el siguiente paso lógico, y vivían en un matrimonio asentado, cómodo, lleno de convencionalismos, una historia de amor más en una ciudad de provincias (Huesca). En la pareja ya no hay pasión, quizá nunca la hubo, y, si bien Desi es medianamente feliz, empieza a nacer en ella un sentimiento de insatisfacción. Así las cosas, ambos deciden ir de viaje a Turquía con un grupo de amigos y es allí donde Desi conoce a Yamám y, de su mano, la pasión más enfermiza. Porque Desi decide dejar su ordenada y aburguesada vida y mudarse a Turquía, donde vivirá a las órdenes de Yamám, sin saber apenas nada de él, ni cómo se gana la vida ni cuál fue su vida anterior. Nada le importa, salvo que cada noche él le hace tocar el cielo con las manos...
Lo cierto es que a Desi se la puede situar en dos extremos: para unos encarna a una mujer fuerte que decide tomar las riendas de su vida y dejar atrás una existencia autómata que nada le aportaba para abrazar la pasión y el erotismo sin ambages, disfrutando de su cuerpo y de su sexualidad como si no hubiera un mañana. Para otros, retrata la sumisión y la pérdida de la dignidad ante un amor por el que lo dejas todo y que solo te aporta la humillación más absoluta.
En cuanto a mí, por un lado pensaba en qué se sentirá al verse uno tan llevado al límite, tan consumido por una pasión. Por otro lado, me pareció afortunado que algo así no me haya ocurrido nunca, porque qué horror verse envuelto en una situación tal que no te deja pensar con claridad, una situación en la que no escuchas los consejos de tus allegados, donde solo tienes ojos para tu amado y te da igual morir por él, pues con gusto lo harías. Sí, eso precisamente es lo que me venía a la cabeza al leer este libro: ¿y si un día me veo consumida por una pasión así...?
En cualquier caso, este es un libro que me ha gustado leer, porque como veis plantea una situación tan extrema que da para muchos debates. Antonio Gala no me gusta especialmente, pero esta es una historia tan particular que la he leído con ganas y estuve en vilo hasta el final (acaba diferente a la película, por cierto).
Como curiosidad, comentar que empecé este libro hace muchísimos años y lo abandoné antes de la página 20, pues no me enganchó en absoluto. Es curioso cómo cambiamos como lectores, pues leí esas mismas páginas consciente de que hace veinte años no había conectado con ellas y ahora, en cambio, las encontraba de lo más interesantes y coincidía con más de una reflexión de Desi sobre su historia de amor rodeada de convencionalismos. Me pareció un experimento curioso.
12 de noviembre de 2017
I Am, I Am, I Am (Maggie O'Farrell)
Supongo que una regla básica de supervivencia es no pensar a menudo en la muerte, y yo al menos así procuro hacerlo. Así que resulta cuanto menos sorprendente toparse con un libro en el que su autora narra nada menos que diecisiete experiencias reales en las que rozó la muerte. Y también sorprende esta elevada cifra, porque una cosa es haberte topado un día de frente con la hoja de la guadaña, pero ¿diecisiete veces?
La autora resulta ser Maggie O'Farrell, a quien hace tiempo que quería descubrir, pero lo que me hizo decidirme por este libro fueron dos fragmentos que pude leer en sendas entrevistas por Internet: precisamente los que constituyen el primer capítulo del libro y el último. El libro se abre con la experiencia de una Maggie adolescente que tuvo la desgracia de toparse con un asesino en un camino solitario de montaña. Son solo unas pocas páginas, pero está narrado de tal manera que te mantiene con el corazón encogido y en vilo hasta el final. El último capítulo no concierne a Maggie O'Farrell en persona, sino a su hija, que nació con un trastorno del sistema inmunitario, lo que se tradujo en un eccema tan grave que la piel se le caía a tiras y una alergia tal que, tan solo con sentarse junto a un niño que hubiera comido cacahuetes, podía acabar en el hospital. De hecho, tienen que llevar a la niña a urgencias con shock anafiláctico entre 12 y 15 veces al año. Imaginaos lo que es eso para una madre.
De ahí viene precisamente la necesidad de Maggie O'Farrell de escribir este libro: pretende explicarle a su hija que su familiaridad con la muerte (debido a su alergia) no es exclusivo de ella, sino que su propia madre se ha cruzado muchas veces con ella y ahí está aún para contarlo. En definitiva, pretende normalizar las experiencias cercanas a la muerte para que su hija no se sienta un bicho raro.
El libro me gustó, aunque, si bien el hilo conductor es este que comento, los capítulos quedan algo deslavazados. Narran diferentes periodos de su día a día, sí, pero es difícil ver la vida de la autora en su conjunto. Lo que sí me llevé una impresión peculiar de la autora y no precisamente positiva, pues su vida parecía girar enteramente en torno al melodrama, pero luego entendí que no es eso, que simplemente se describe a sí misma de una forma muy crítica y severa. Lo explica la autora de la entrevista que puede leerse en el primer enlace que pongo abajo (y que, si os defendéis en inglés, os recomiendo leer encarecidamente).
The self-portrait revealed in its pages, though, is rather severe, and nothing like the person I meet today. More than 20 years ago, O’Farrell and I worked in the same office, and although we didn’t really know each other, I wouldn’t have recognised from her memoir the cheerful presence I recall from those days. “Contrary” and prone to tantrums as a child, O’Farrell’s account of her adult self is often similarly dissatisfied and prickly. Yet in person she is nothing like that at all. She is warm and easy, quick to laugh, full of good humour and generosity. The discrepancy is so striking, I suggest she’s been rather unfair on herself in the book...
Entrevista con la autora y primer capítulo
Último capítulo, donde narra la enfermedad de su hija
Para mí es un libro muy recomendable, tanto por su originalidad como por lo bien escrito que está. Y es que la pluma de Maggie O'Farrell me ha convencido y ya estoy deseando hacerme con alguna novela suya.
En español la publicó Libros del Asteroide con el título Sigo aquí, y la traducción la firma Concha Cardeñoso.
La autora resulta ser Maggie O'Farrell, a quien hace tiempo que quería descubrir, pero lo que me hizo decidirme por este libro fueron dos fragmentos que pude leer en sendas entrevistas por Internet: precisamente los que constituyen el primer capítulo del libro y el último. El libro se abre con la experiencia de una Maggie adolescente que tuvo la desgracia de toparse con un asesino en un camino solitario de montaña. Son solo unas pocas páginas, pero está narrado de tal manera que te mantiene con el corazón encogido y en vilo hasta el final. El último capítulo no concierne a Maggie O'Farrell en persona, sino a su hija, que nació con un trastorno del sistema inmunitario, lo que se tradujo en un eccema tan grave que la piel se le caía a tiras y una alergia tal que, tan solo con sentarse junto a un niño que hubiera comido cacahuetes, podía acabar en el hospital. De hecho, tienen que llevar a la niña a urgencias con shock anafiláctico entre 12 y 15 veces al año. Imaginaos lo que es eso para una madre.
De ahí viene precisamente la necesidad de Maggie O'Farrell de escribir este libro: pretende explicarle a su hija que su familiaridad con la muerte (debido a su alergia) no es exclusivo de ella, sino que su propia madre se ha cruzado muchas veces con ella y ahí está aún para contarlo. En definitiva, pretende normalizar las experiencias cercanas a la muerte para que su hija no se sienta un bicho raro.
El libro me gustó, aunque, si bien el hilo conductor es este que comento, los capítulos quedan algo deslavazados. Narran diferentes periodos de su día a día, sí, pero es difícil ver la vida de la autora en su conjunto. Lo que sí me llevé una impresión peculiar de la autora y no precisamente positiva, pues su vida parecía girar enteramente en torno al melodrama, pero luego entendí que no es eso, que simplemente se describe a sí misma de una forma muy crítica y severa. Lo explica la autora de la entrevista que puede leerse en el primer enlace que pongo abajo (y que, si os defendéis en inglés, os recomiendo leer encarecidamente).
The self-portrait revealed in its pages, though, is rather severe, and nothing like the person I meet today. More than 20 years ago, O’Farrell and I worked in the same office, and although we didn’t really know each other, I wouldn’t have recognised from her memoir the cheerful presence I recall from those days. “Contrary” and prone to tantrums as a child, O’Farrell’s account of her adult self is often similarly dissatisfied and prickly. Yet in person she is nothing like that at all. She is warm and easy, quick to laugh, full of good humour and generosity. The discrepancy is so striking, I suggest she’s been rather unfair on herself in the book...
Entrevista con la autora y primer capítulo
Último capítulo, donde narra la enfermedad de su hija
Para mí es un libro muy recomendable, tanto por su originalidad como por lo bien escrito que está. Y es que la pluma de Maggie O'Farrell me ha convencido y ya estoy deseando hacerme con alguna novela suya.
En español la publicó Libros del Asteroide con el título Sigo aquí, y la traducción la firma Concha Cardeñoso.
8 de noviembre de 2017
The Vet's Daughter (Barbara Comyns)
¡Qué descolocada me dejó este libro! Yo me disponía a leer una historia escrita por una apacible ama de casa en los años cincuenta, un poco en la línea de Shirley Jackson. Y si ya me quedé sorprendida en su día por las historias que se sacaba la Jackson de la manga, cuando terminé The Vet's Daughter estaba boquiabierta. ¡Pero qué tenían estas señoras en la cabeza para crear unas historias tan... fuera de lo normal!
Alice Rowlands vive en el Londres de principios del s. xx con su padre, veterinario, en una casa que hace las veces de clínica y acoge un sinfín de animales. El padre es un hombre bruto que maltrata a Alice y a su madre; más adelante sabremos que la madre murió en esa misma casa después de languidecer durante años a causa de una enfermedad. La primera mitad del libro se dedica a narrar esta situación y llega un momento en que uno se pregunta si solo se va a leer sobre una vida, la de Alice, tremendamente desgraciada. Las cosas parecen cambiar cuando un pretendiente de Alice la envía al campo a cuidar a su madre y allí vive un breve romance con un marino. Sin embargo, justo entonces empiezan a pasarle cosas extrañas que no voy a desvelar porque ahí está toda la enjundia de la trama, pero os aseguro que cuando llegué a esa parte mi sorpresa era ya mayúscula.
La trama narra el trato que a menudo recibían las mujeres de época eduardiana tras las puertas de sus aparentemente respetables hogares. La madre de Alice está atrapada en un hogar en el que es infeliz y el lector ve cómo se va marchitando a ojos de todos. Alice, por su parte, es un símbolo de inocencia en un mundo cruel y predador.
Desde luego, cuando escogí este breve librito como lectura transitoria no me esperaba lo que encontré entre sus páginas. Tiene un toque gótico y otro de realismo mágico, pero el mundo depresivo y sofocante que rodea a la protagonista en ocasiones me pareció demasiado abrumador. De todas formas, me gustó la forma en que está narrada la historia, con un tono entre peculiar y estrambótico, y es una novela que, aunque no sé si recomendaré en mi círculo más cercano, sí que recordaré como un libro muy bien tramado y una experiencia lectora curiosa.
Alice Rowlands vive en el Londres de principios del s. xx con su padre, veterinario, en una casa que hace las veces de clínica y acoge un sinfín de animales. El padre es un hombre bruto que maltrata a Alice y a su madre; más adelante sabremos que la madre murió en esa misma casa después de languidecer durante años a causa de una enfermedad. La primera mitad del libro se dedica a narrar esta situación y llega un momento en que uno se pregunta si solo se va a leer sobre una vida, la de Alice, tremendamente desgraciada. Las cosas parecen cambiar cuando un pretendiente de Alice la envía al campo a cuidar a su madre y allí vive un breve romance con un marino. Sin embargo, justo entonces empiezan a pasarle cosas extrañas que no voy a desvelar porque ahí está toda la enjundia de la trama, pero os aseguro que cuando llegué a esa parte mi sorpresa era ya mayúscula.
La trama narra el trato que a menudo recibían las mujeres de época eduardiana tras las puertas de sus aparentemente respetables hogares. La madre de Alice está atrapada en un hogar en el que es infeliz y el lector ve cómo se va marchitando a ojos de todos. Alice, por su parte, es un símbolo de inocencia en un mundo cruel y predador.
Desde luego, cuando escogí este breve librito como lectura transitoria no me esperaba lo que encontré entre sus páginas. Tiene un toque gótico y otro de realismo mágico, pero el mundo depresivo y sofocante que rodea a la protagonista en ocasiones me pareció demasiado abrumador. De todas formas, me gustó la forma en que está narrada la historia, con un tono entre peculiar y estrambótico, y es una novela que, aunque no sé si recomendaré en mi círculo más cercano, sí que recordaré como un libro muy bien tramado y una experiencia lectora curiosa.
4 de noviembre de 2017
Orgullo y prejuicio (Jane Austen)
Pocas probabilidades había de que una servidora llegara a la edad que tiene sin haber leído Orgullo y prejuicio. Es más, no solo no había leído el libro, sino que tampoco había visto las películas y, ya puestos, tampoco había leído ninguna de las demás obras de Jane Austen. Tamaña proeza tiene mérito, ¿no? :)
Los señores Bennet tienen cinco hijas y una preocupación: lograr un buen matrimonio para cada una de ellas, teniendo en cuenta además la falta de posibles de la familia. Estamos en la Inglaterra de principios del s. XIX y ninguna de las hijas puede heredar la propiedad del señor Bennet, por lo que es fundamental que al menos una de ellas haga un buen matrimonio. A ello no ayuda la absoluta falta de decoro de la señora Bennet, una mujer escandalosa y de poca sustancia que no contribuye a que ningún pretendiente tome a la familia en serio. Tampoco ayudan mucho a la causa las dos hermanas menores, Kitty y Lydia, unas adolescentes superficiales, incultas y tontuelas que, yendo todo el día detrás de los oficiales del regimiento del pueblo en busca de marido, contribuyen asimismo a propagar una cierta mala fama entre las grandes familias de la comarca.
Así las cosas, Elizabeth Bennet tendrá que analizar bien qué posibilidades reales tiene de contraer matrimonio y valorar si debe dar prioridad a un futuro resuelto con un marido que aporte una buena renta o si esperar a alguien de quien se enamore (teniendo en cuenta además las presiones a las que las familias someten a las jóvenes). El libro también explora el tema de cómo muchas veces se prejuzga a las personas y cómo es fácil quedarse con la primera impresión que tenemos de ellas.
Mi lectura se vio entorpecida de nuevo por la calidad de la traducción, pero aun así pude disfrutar de este clásico y de los afilados diálogos que se intercambian los personajes. Me hubiera encantado haber descubierto antes este libro (de adolescente lo habría disfrutado mucho), pero, oye, nunca es tarde. Lo que me tiene indignada es la película del 2005 (aproveché para verla estos días) y, en particular, la interpretación de Matthew Macfadyen: no me creo que el señor Darcy pusiera ojitos de cordero degollado durante toda la trama. Desde luego, no es eso lo que me transmitió el libro durante la lectura. Seguro que la interpretación de Colin Firth la supera con creces (¡y espero verla pronto!).
No he encontrado la portada del libro que me leí, así que cuelgo esta de Alianza, que creo que refleja bien el saborcillo de antaño. Además, la traducción seguro que sí es de calidad (y creedme que en una obra como esta, en la que hay que cuidar tanto el lenguaje para reflejar los afilados diálogos y las convenciones de la época, es de una importancia capital).
Los señores Bennet tienen cinco hijas y una preocupación: lograr un buen matrimonio para cada una de ellas, teniendo en cuenta además la falta de posibles de la familia. Estamos en la Inglaterra de principios del s. XIX y ninguna de las hijas puede heredar la propiedad del señor Bennet, por lo que es fundamental que al menos una de ellas haga un buen matrimonio. A ello no ayuda la absoluta falta de decoro de la señora Bennet, una mujer escandalosa y de poca sustancia que no contribuye a que ningún pretendiente tome a la familia en serio. Tampoco ayudan mucho a la causa las dos hermanas menores, Kitty y Lydia, unas adolescentes superficiales, incultas y tontuelas que, yendo todo el día detrás de los oficiales del regimiento del pueblo en busca de marido, contribuyen asimismo a propagar una cierta mala fama entre las grandes familias de la comarca.
Así las cosas, Elizabeth Bennet tendrá que analizar bien qué posibilidades reales tiene de contraer matrimonio y valorar si debe dar prioridad a un futuro resuelto con un marido que aporte una buena renta o si esperar a alguien de quien se enamore (teniendo en cuenta además las presiones a las que las familias someten a las jóvenes). El libro también explora el tema de cómo muchas veces se prejuzga a las personas y cómo es fácil quedarse con la primera impresión que tenemos de ellas.
Mi lectura se vio entorpecida de nuevo por la calidad de la traducción, pero aun así pude disfrutar de este clásico y de los afilados diálogos que se intercambian los personajes. Me hubiera encantado haber descubierto antes este libro (de adolescente lo habría disfrutado mucho), pero, oye, nunca es tarde. Lo que me tiene indignada es la película del 2005 (aproveché para verla estos días) y, en particular, la interpretación de Matthew Macfadyen: no me creo que el señor Darcy pusiera ojitos de cordero degollado durante toda la trama. Desde luego, no es eso lo que me transmitió el libro durante la lectura. Seguro que la interpretación de Colin Firth la supera con creces (¡y espero verla pronto!).
No he encontrado la portada del libro que me leí, así que cuelgo esta de Alianza, que creo que refleja bien el saborcillo de antaño. Además, la traducción seguro que sí es de calidad (y creedme que en una obra como esta, en la que hay que cuidar tanto el lenguaje para reflejar los afilados diálogos y las convenciones de la época, es de una importancia capital).
26 de octubre de 2017
Cinco semanas en globo (Julio Verne)
Mis amigos me tienen por una gran lectora, y sin embargo no creo serlo: me falta muchísimo por leer, sobre todo libros de base, clásicos, novelas de toda la vida que a todo buen lector se le dan por supuestas. Así que, bueno, poco a poco habrá que ir enmendando este despropósito y, con esa intención, aquí vengo con el primer libro que leo de Julio Verne: Cinco semanas en globo.
(A decir verdad, hace unos años intenté leerme Veinte mil leguas de viaje submarino, pero tuve que abandonar la lectura porque se me ocurrió comprármelo en francés, me pareció dificilísimo y apenas pude seguir la trama...)
Londres, 1862. Estamos en la era de las grandes exploraciones y África es el continente desconocido. Samuel Fergusson, un notable científico, planea un viaje de descubrimiento que le llevará a cruzar el continente africano desde Zanzíbar hasta Senegal en cinco semanas con un único medio de transporte: un globo aerostático. Irá tan solo acompañado de un buen amigo, el cazador escocés Dick Kennedy, de su criado Joe y de un buen acopio de provisiones. Y así empieza su aventura, en la que tendrán que vérselas con leones, tribus caníbales, brujos hechiceros, aves rapaces que pretenden perforar el globo, desiertos inacabables que acaban con sus provisiones de agua... Por supuesto a los tres amigos no les faltan anécdotas trepidantes y momentos inciertos, y al final el lector llega a dudar de que sean capaces de llegar a buen término, los tres juntos y en buen estado.
Es una novela que se lee rápido, entretiene un montón, te da una cierta dosis de pseudociencia (con las explicaciones sobre cómo funciona el aerostato) y se empatiza enseguida con los tres protagonistas, con los que el lector se embarca en un viaje trepidante. Es cierto que algunos pasajes pueden parecer algo pasados de moda por el ligero racismo que destilan, pero como novela para jóvenes es totalmente recomendable. Como no podía ser de otro modo: ¡estamos hablando de Julio Verne!
Lo que sí aconsejaría a quienes quieran acercarse a la obra de Verne es hacerse con varias traducciones y compararlas: la cosa cambia sobremanera y hay algunas que dejan mucho que desear. Yo me leí esta de aquí al lado, de Sopena, en una edición de 1957 (no pone el nombre del traductor). Es cierto que esa traducción tiene muchos años y el texto transmite un cierto sabor añejo por el lenguaje y los giros empleados, pero es una de las mejores que pude consultar. Lo encontré en uno de los puestos de la Cuesta de Moyano de Madrid.
(A decir verdad, hace unos años intenté leerme Veinte mil leguas de viaje submarino, pero tuve que abandonar la lectura porque se me ocurrió comprármelo en francés, me pareció dificilísimo y apenas pude seguir la trama...)
Londres, 1862. Estamos en la era de las grandes exploraciones y África es el continente desconocido. Samuel Fergusson, un notable científico, planea un viaje de descubrimiento que le llevará a cruzar el continente africano desde Zanzíbar hasta Senegal en cinco semanas con un único medio de transporte: un globo aerostático. Irá tan solo acompañado de un buen amigo, el cazador escocés Dick Kennedy, de su criado Joe y de un buen acopio de provisiones. Y así empieza su aventura, en la que tendrán que vérselas con leones, tribus caníbales, brujos hechiceros, aves rapaces que pretenden perforar el globo, desiertos inacabables que acaban con sus provisiones de agua... Por supuesto a los tres amigos no les faltan anécdotas trepidantes y momentos inciertos, y al final el lector llega a dudar de que sean capaces de llegar a buen término, los tres juntos y en buen estado.
Es una novela que se lee rápido, entretiene un montón, te da una cierta dosis de pseudociencia (con las explicaciones sobre cómo funciona el aerostato) y se empatiza enseguida con los tres protagonistas, con los que el lector se embarca en un viaje trepidante. Es cierto que algunos pasajes pueden parecer algo pasados de moda por el ligero racismo que destilan, pero como novela para jóvenes es totalmente recomendable. Como no podía ser de otro modo: ¡estamos hablando de Julio Verne!
Lo que sí aconsejaría a quienes quieran acercarse a la obra de Verne es hacerse con varias traducciones y compararlas: la cosa cambia sobremanera y hay algunas que dejan mucho que desear. Yo me leí esta de aquí al lado, de Sopena, en una edición de 1957 (no pone el nombre del traductor). Es cierto que esa traducción tiene muchos años y el texto transmite un cierto sabor añejo por el lenguaje y los giros empleados, pero es una de las mejores que pude consultar. Lo encontré en uno de los puestos de la Cuesta de Moyano de Madrid.
24 de octubre de 2017
Asking For It (Louise O'Neill)
El de esta semana ha sido un libro interesante. Al igual que Nina Is Not OK, gira en torno a las relaciones no consentidas entre jóvenes, especialmente cuando hay mucho alcohol de por medio. Tanto alcohol y tanto desfase que, al día siguiente, Emma O'Donovan no se acuerda de nada, pero unas fotos subidas en modo público a redes sociales se encargarán de rellenar sus lapsus de memoria. Hasta el último detalle. Y de destrozar su vida.
Hasta ahí, muy parecido a Nina Is Not Ok. Sin embargo, la autora de este libro, Louise O’Neill, plantea un enfoque que, como digo, me ha parecido muy interesante: ¿y si crea un personaje con el que el lector no empatiza en absoluto? Emma es vanidosa, superficial, engreída, la chica más guapa de su pueblo. Todos la admiran, todos quieren ser sus amigos, todos se giran a mirarla por la calle, todos le dicen una y otra vez lo guapa que es y la cantidad de puertas que su belleza le abrirá. Y ella también se asegura de ser la chica que todos miren al pasar, incluso flirtea con los novios de sus amigas o con los chicos que les gustan a ellas. Porque Emma nunca se liaría con el novio de su mejor amiga, pero le gusta saber que podría si quisiera.
Por otra parte, la relación con sus amigas también es competitiva y superficial. Las trata con desdén, como esperando que le hagan favores todo el rato, que le rindan pleitesía. Incluso no duda en robar algún objeto caro (unas gafas de sol, un perfume) a una de sus amigas, que nada en la abundancia. Total, a ella le pueden comprar otro par de gafas cuando quiera…
Una noche acuden a una fiesta en casa de unos amigos. Son del pueblo, de toda la vida, buenos chicos. Emma se pone un vestido con un escote hasta el ombligo y una falda tan corta que apenas le tapa nada. Sin ropa interior y con tacones de vértigo. Bebe hasta emborracharse y toma unas pastillas, drogas ilegales. Se exhibe, se contonea sabiéndose la reina de la fiesta. Flirtea con uno de los chicos, mucho mayor que ella (Emma tiene 18 años) y se lo lleva a una habitación.
Y es ese el reto que la autora plantea: una chica por la que el lector no se siente ningún aprecio ni empatía y una conducta extrema. ¿También nosotros diremos de ella, como afirma el título del libro, que se lo estaba buscando…? O’Neill pone al lector frente a frente con este hecho y le obliga a revisar sus propias ideas preconcebidas y convicciones, a ser sincero consigo mismo y a pensar que quizá él, el lector, también ha pensado así, sin darse cuenta de que todas las víctimas son tales, por mucho que no sintamos simpatía por ellas.
Como os digo, me ha parecido un enfoque muy muy diferente a lo que estamos acostumbrados y, precisamente por eso, transmite su mensaje de manera poderosísima, calando profundamente en el lector. Sin embargo, no es un libro que haya disfrutado en demasía porque no me ha gustado la ejecución. No me ha parecido que la autora escriba especialmente bien; de hecho mezcla hechos del presente con recuerdos y retazos del pasado de manera muy confusa, y cuesta saber cuándo te está hablando de unos y de otros. Ningún personaje del libro tiene valores (salvo Bryan, el hermano de Emma, que parece el único de todo el libro con un poco de materia gris) y es imposible empatizar mínimamente con ninguno (ya sé que esa era la idea, pero no sé, un mínimo…). Además, la segunda parte es muuuuuy repetitiva y, francamente, bastante aburrida. El final… bueno, no lo destripo, pero diré que es muy realista. Para bien y para mal. Además, el mundo que plantea me resulta muy lejano (una sociedad tan superficial, unos padres tan ausentes, tan poco empáticos, unas relaciones de amistad tan materiales, un culto al físico y al dinero que yo nunca tuve…). Me ha parecido un escenario caricaturesco, aunque quizá sea yo, que he vivido en un círculo muy diferente.
De una nota sobre 5, le daría un 3 o 3,5. Me ha encantado la idea, pero la ejecución no, para nada. Y, sin embargo, ha cosechado unas críticas entusiastas en Goodreads. Como conclusión, quizá sí que lo recomendaría, aunque solo sea porque nunca está de más tomar conciencia sobre un tema tan horrible, habitual y real como este.
Actualizo la entrada en febrero del 2020 para decir que La Esfera de los Libros acaba de publicar la traducción, Tú te lo has buscado, firmada por Palma Carvajal Lara. A ver qué acogida tiene en el mercado español.
Hasta ahí, muy parecido a Nina Is Not Ok. Sin embargo, la autora de este libro, Louise O’Neill, plantea un enfoque que, como digo, me ha parecido muy interesante: ¿y si crea un personaje con el que el lector no empatiza en absoluto? Emma es vanidosa, superficial, engreída, la chica más guapa de su pueblo. Todos la admiran, todos quieren ser sus amigos, todos se giran a mirarla por la calle, todos le dicen una y otra vez lo guapa que es y la cantidad de puertas que su belleza le abrirá. Y ella también se asegura de ser la chica que todos miren al pasar, incluso flirtea con los novios de sus amigas o con los chicos que les gustan a ellas. Porque Emma nunca se liaría con el novio de su mejor amiga, pero le gusta saber que podría si quisiera.
Por otra parte, la relación con sus amigas también es competitiva y superficial. Las trata con desdén, como esperando que le hagan favores todo el rato, que le rindan pleitesía. Incluso no duda en robar algún objeto caro (unas gafas de sol, un perfume) a una de sus amigas, que nada en la abundancia. Total, a ella le pueden comprar otro par de gafas cuando quiera…
Una noche acuden a una fiesta en casa de unos amigos. Son del pueblo, de toda la vida, buenos chicos. Emma se pone un vestido con un escote hasta el ombligo y una falda tan corta que apenas le tapa nada. Sin ropa interior y con tacones de vértigo. Bebe hasta emborracharse y toma unas pastillas, drogas ilegales. Se exhibe, se contonea sabiéndose la reina de la fiesta. Flirtea con uno de los chicos, mucho mayor que ella (Emma tiene 18 años) y se lo lleva a una habitación.
Y es ese el reto que la autora plantea: una chica por la que el lector no se siente ningún aprecio ni empatía y una conducta extrema. ¿También nosotros diremos de ella, como afirma el título del libro, que se lo estaba buscando…? O’Neill pone al lector frente a frente con este hecho y le obliga a revisar sus propias ideas preconcebidas y convicciones, a ser sincero consigo mismo y a pensar que quizá él, el lector, también ha pensado así, sin darse cuenta de que todas las víctimas son tales, por mucho que no sintamos simpatía por ellas.
Como os digo, me ha parecido un enfoque muy muy diferente a lo que estamos acostumbrados y, precisamente por eso, transmite su mensaje de manera poderosísima, calando profundamente en el lector. Sin embargo, no es un libro que haya disfrutado en demasía porque no me ha gustado la ejecución. No me ha parecido que la autora escriba especialmente bien; de hecho mezcla hechos del presente con recuerdos y retazos del pasado de manera muy confusa, y cuesta saber cuándo te está hablando de unos y de otros. Ningún personaje del libro tiene valores (salvo Bryan, el hermano de Emma, que parece el único de todo el libro con un poco de materia gris) y es imposible empatizar mínimamente con ninguno (ya sé que esa era la idea, pero no sé, un mínimo…). Además, la segunda parte es muuuuuy repetitiva y, francamente, bastante aburrida. El final… bueno, no lo destripo, pero diré que es muy realista. Para bien y para mal. Además, el mundo que plantea me resulta muy lejano (una sociedad tan superficial, unos padres tan ausentes, tan poco empáticos, unas relaciones de amistad tan materiales, un culto al físico y al dinero que yo nunca tuve…). Me ha parecido un escenario caricaturesco, aunque quizá sea yo, que he vivido en un círculo muy diferente.
De una nota sobre 5, le daría un 3 o 3,5. Me ha encantado la idea, pero la ejecución no, para nada. Y, sin embargo, ha cosechado unas críticas entusiastas en Goodreads. Como conclusión, quizá sí que lo recomendaría, aunque solo sea porque nunca está de más tomar conciencia sobre un tema tan horrible, habitual y real como este.
Actualizo la entrada en febrero del 2020 para decir que La Esfera de los Libros acaba de publicar la traducción, Tú te lo has buscado, firmada por Palma Carvajal Lara. A ver qué acogida tiene en el mercado español.
Rosemary's Baby (Ira Levin)
¿A que no hay nada como un buen clásico? Pues aquí va mi recomendación de lectura para Halloween: La semilla del diablo. A muchos os sonará la tremenda película de Polanski, pero es que el libro en el que se basó no se queda atrás y constituye una estupenda obra de ficción —sencilla, breve, ágil y aterradora— para la cual no han pasado los años.
Manhattan, década de 1960: Rosemary y Guy acaban de mudarse al piso de sus sueños, situado en el Bramford, un codiciado edificio de estilo gótico. Se muestran entusiasmados con la perspectiva de vivir en un lugar con solera y tradición, y no se amedrentan ni siquiera cuando un buen amigo de Rosemary les advierte del siniestro pasado del edificio, donde se han producido varios episodios de brujería y asesinatos.
Pronto la pareja conoce a los vecinos del rellano, unos ancianos afables y voluntariosos con los que Guy enseguida traba amistad. Rosemary prefiere mantener un poco las distancias, pues los encuentra algo entrometidos y pesados, aunque la relación entre todos es siempre cordial.
Guy, un actor en ciernes que hasta el momento ha tenido poca suerte, consigue de repente un buen papel cuando su rival en un casting se ve afectado por una súbita ceguera. A partir de ahí parece cambiar su fortuna y empiezan a lloverle buenos papeles, con lo que pronto se anima a tener hijos, algo que Rosemary deseaba de corazón.
Finalmente Rosemary se queda embarazada, pero sufre fuertes dolores y las cosas no parecen ir como deberían. Sin embargo, todo el mundo le dice que deje de preocuparse, que no hay ningún problema, que cada embarazo es único. Así pues, la joven intenta hacer de tripas corazón y esperar a que llegue el ansiado momento de verle la carita al bebé. Un momento que quedará grabado a fuego en su memoria.
La trama resulta sencilla pero muy interesante como punto de partida, ¿verdad? Ira Levin es un narrador muy ágil y la lectura engancha por completo, además de inquietar un montón. Sin embargo, no son los aspectos demoníacos del libro los que me parecieron más espeluznantes, sino el retrato que pinta de Rosemary como persona totalmente aislada, sin nadie en quien confiar, rodeada de personas que no han dudado un ápice en utilizarla para sus fines al tiempo que le hacen creer que es ella la que no ve las cosas claras, la que está exagerando, la que debe dejar de darle vueltas a las cosas. En más de una ocasión dan ganas de gritarle que despierte de una vez, que no se fíe, que no haga eso, pero la tela de araña está bien tejida a su alrededor y no hay escapatoria. En cuanto al final, ¿qué decir? Sé que no es para todos los gustos, pero a mí me pareció soberbio.
Manhattan, década de 1960: Rosemary y Guy acaban de mudarse al piso de sus sueños, situado en el Bramford, un codiciado edificio de estilo gótico. Se muestran entusiasmados con la perspectiva de vivir en un lugar con solera y tradición, y no se amedrentan ni siquiera cuando un buen amigo de Rosemary les advierte del siniestro pasado del edificio, donde se han producido varios episodios de brujería y asesinatos.
Pronto la pareja conoce a los vecinos del rellano, unos ancianos afables y voluntariosos con los que Guy enseguida traba amistad. Rosemary prefiere mantener un poco las distancias, pues los encuentra algo entrometidos y pesados, aunque la relación entre todos es siempre cordial.
Guy, un actor en ciernes que hasta el momento ha tenido poca suerte, consigue de repente un buen papel cuando su rival en un casting se ve afectado por una súbita ceguera. A partir de ahí parece cambiar su fortuna y empiezan a lloverle buenos papeles, con lo que pronto se anima a tener hijos, algo que Rosemary deseaba de corazón.
Finalmente Rosemary se queda embarazada, pero sufre fuertes dolores y las cosas no parecen ir como deberían. Sin embargo, todo el mundo le dice que deje de preocuparse, que no hay ningún problema, que cada embarazo es único. Así pues, la joven intenta hacer de tripas corazón y esperar a que llegue el ansiado momento de verle la carita al bebé. Un momento que quedará grabado a fuego en su memoria.
21 de octubre de 2017
Te quiero porque me das de comer (David Llorente)
¿Os ha pasado alguna vez que, al terminar un libro, no habéis sabido decir si os ha gustado o no? Esa es justo la sensación que tengo yo desde hace varias semanas, desde que me quedé en shock al terminar Te quiero porque me das de comer. Y de verdad que sigo sin saber qué pensar.
Es esta una novela negrísima en torno a un asesino en serie, con una estructura única, pero ninguno de los muchos personajes es más protagonista que el barrio de Carabanchel, donde se desarrolla la trama en su totalidad. Y es que en el barrio de Carabanchel, símbolo de vida marginal, todo tiene cabida: asesinos en serie, sadomaso, mafia china, cárceles, violencia conyugal, prostitución, canis con perros asesinos, cuernos, amores imposibles y prolongados en el tiempo... Y todo con una estructura aséptica, que tan pronto te cuenta el asesinato de una niña como te describe una receta o menciona el tiempo previsto para mañana. Las primeras veinte páginas resultan de lo más desconcertantes, hasta que el lector se hace a semejante estructura narrativa, pero creo que al final funciona, pues narra los hechos más brutales de forma como digo aséptica, de manera que es lector quien debe aportar todo atisbo de emoción a la narración.
Esta lectura es todo un reto, pero para mi gusto la violencia es excesiva, y eso que ese es precisamente un recurso más que utiliza David Llorente: llevar la violencia a tal extremo que acabe siendo una caricatura, precisamente para que quede subrayada. A mí la lectura me tuvo absorbida y saqué horas de donde no las tenía para avanzar más rápido, pero aparte de que me enganchó, también lo hice con la sensación de «acabemos con esto de una vez». Hasta ese punto me resultaron fuertes las escenas de violencia (y no solo fuertes sino frecuentes, en cada página hay una, de tal manera que el lector se pregunta si de verdad es necesaria tanta violencia hasta que cae en eso, en que todo es una caricatura, una herramienta más de Llorente).
En definitiva, ¿recomendaría esta lectura? Con mucha cautela, pues no es apta para todos los estómagos, aunque sí creo que sería una lectura interesante para los más amantes de la novela negra. ¿Me ha resultado interesante? Desde luego, porque es diferente a todo lo que he leído hasta ahora y el libro está muy bien estructurado: como apunta el dibujo de la portada, es un auténtico puzzle con piezas que van casando muy poco a poco y estoy segura de que hacer casar semejante crisol de historias individuales debió de haber planteado a su autor más de un quebradero de cabeza. Entonces ¿me ha gustado? Pues sigo sin saberlo... Me quedo entre dos aguas y diré que es un libro que voy a recordar durante mucho tiempo.
Es esta una novela negrísima en torno a un asesino en serie, con una estructura única, pero ninguno de los muchos personajes es más protagonista que el barrio de Carabanchel, donde se desarrolla la trama en su totalidad. Y es que en el barrio de Carabanchel, símbolo de vida marginal, todo tiene cabida: asesinos en serie, sadomaso, mafia china, cárceles, violencia conyugal, prostitución, canis con perros asesinos, cuernos, amores imposibles y prolongados en el tiempo... Y todo con una estructura aséptica, que tan pronto te cuenta el asesinato de una niña como te describe una receta o menciona el tiempo previsto para mañana. Las primeras veinte páginas resultan de lo más desconcertantes, hasta que el lector se hace a semejante estructura narrativa, pero creo que al final funciona, pues narra los hechos más brutales de forma como digo aséptica, de manera que es lector quien debe aportar todo atisbo de emoción a la narración.
Esta lectura es todo un reto, pero para mi gusto la violencia es excesiva, y eso que ese es precisamente un recurso más que utiliza David Llorente: llevar la violencia a tal extremo que acabe siendo una caricatura, precisamente para que quede subrayada. A mí la lectura me tuvo absorbida y saqué horas de donde no las tenía para avanzar más rápido, pero aparte de que me enganchó, también lo hice con la sensación de «acabemos con esto de una vez». Hasta ese punto me resultaron fuertes las escenas de violencia (y no solo fuertes sino frecuentes, en cada página hay una, de tal manera que el lector se pregunta si de verdad es necesaria tanta violencia hasta que cae en eso, en que todo es una caricatura, una herramienta más de Llorente).
En definitiva, ¿recomendaría esta lectura? Con mucha cautela, pues no es apta para todos los estómagos, aunque sí creo que sería una lectura interesante para los más amantes de la novela negra. ¿Me ha resultado interesante? Desde luego, porque es diferente a todo lo que he leído hasta ahora y el libro está muy bien estructurado: como apunta el dibujo de la portada, es un auténtico puzzle con piezas que van casando muy poco a poco y estoy segura de que hacer casar semejante crisol de historias individuales debió de haber planteado a su autor más de un quebradero de cabeza. Entonces ¿me ha gustado? Pues sigo sin saberlo... Me quedo entre dos aguas y diré que es un libro que voy a recordar durante mucho tiempo.
30 de septiembre de 2017
The Haunting of Hill House (Shirley Jackson)
¿Cuál es vuestro defecto lector? Yo tengo montones, pero quizá el que más destaca de todos es que me cuesta horrores repetir con un autor que me ha gustado (y ya no os cuento de darle segundas oportunidades a un autor que no haya disfrutado).
Me vienen un montón de ejemplos a la cabeza: me encantaron autores como Cheryl Strayed, Elizabeth Gilbert, Adrian McKinty, Patrick Rothfuss, Anne Rice, Joe Hill, Alex Garland, Alberto Morán Roa, Jesús Carrasco... Encima algunos de ellos son autores de sagas, como Rothfuss, Morán Roa o Anne Rice, por lo que a priori no hay motivo para no volver a ellos (¡aunque solo sea para terminar la saga!). De cajón. Bueno, pues no soy capaz. Siempre me siento atraída por los cantos de sirena provenientes de los nuevos autores que descubro en Goodreads. ¡Y la lista no deja de crecer!
El caso es que ya hace tiempo que quiero corregirme y, después de leer Siempre hemos vivido en el castillo, me dije que Shirley Jackson era una autora tan buena como cualquier otra para enmendarme, así que recurrí a los chicos de Book Depository para adquirir The Haunting of Hill House y The Lottery and Other Stories. Y a principios de septiembre me adentré en Hill House.
Si este que he mencionado es mi defecto, una virtud considero que es mi afición por no saber nada de antemano de las tramas o de los libros que leo en general. Por lo general escojo basándome en escuetas referencias que leo por ahí. Y me alegro de haber llegado bastante a ciegas a The Haunting of Hill House. Si hubiera leído, por ejemplo, que Stephen King la considera una de las mejores novelas de terror de finales del siglo xx y otros la sitúan como la mejor novela sobre casas encantadas de todos los tiempos... bueno, quizá habría sido un problema, porque ya se sabe lo que ocurre cuando uno tiene las expectativas muy altas.
La maldición de Hill House gira en torno a un inquietante experimento que llevó a cabo el doctor John Montague, entregado desde hace años al estudio de las «perturbaciones psíquicas» que tienen lugar en las casas encantadas. Cuando se entera de la existencia de Hill House, decide alquilarla por unos meses y allí da cita a Eleanor, una joven solitaria después de haber pasado once años cuidando de su madre; Theodora, una joven despreocupada con capacidades psíquicas, y Luke, un vividor que se ve envuelto en la aventura a petición de su tía, propietaria de la casa. El objetivo es que todos ellos cohabiten en Hill House unos días y vayan registrando los fenómenos paranormales que allí sucedan; con el resultado de todo ello, el doctor pretende publicar un estudio. Así pues, para conocer las experiencias que vivieron los cuatro en la casa, el lector tendrá que adentrarse en ella también...
Journeys end in lovers meeting.
No se me ocurre otra palabra que defina mejor los libros de Shirley Jackson que peculiares. Desde la caracterización de los personajes hasta los diálogos a veces surrealistas que se llevan entre ellos, cuando menos curioso si imaginas que este libro lo escribió un ama de casa a finales de la década de los cincuenta. Y, encima, el resultado final sigue asombrando a los escritores más consagrados de hoy en día.
It will be a long time, I think, before she opens another door by herself.
Now I know why people scream, because I think I'm going to.
En definitiva, en este libro, que he disfrutado un montón, se encuentran todos los clásicos del género (casa siniestra en una colina apartada, inquietante ama de llaves que se va de la casa cada día al atardecer, ruidos, psicofonías, habitaciones que aparecen desordenadas, sueños que se mezclan con la realidad...) y se le da un giro de tuerca con la exploración psicológica de uno de los personajes en especial. Porque... ¿es la casa la que está poseyendo a uno de sus habitantes, o es ese habitante el que acaba poseyendo a la casa? Lo mejor es que Shirley Jackson no termina de desvelarlo y despliega toda la historia para que el lector lo decida por sí mismo.
Me vienen un montón de ejemplos a la cabeza: me encantaron autores como Cheryl Strayed, Elizabeth Gilbert, Adrian McKinty, Patrick Rothfuss, Anne Rice, Joe Hill, Alex Garland, Alberto Morán Roa, Jesús Carrasco... Encima algunos de ellos son autores de sagas, como Rothfuss, Morán Roa o Anne Rice, por lo que a priori no hay motivo para no volver a ellos (¡aunque solo sea para terminar la saga!). De cajón. Bueno, pues no soy capaz. Siempre me siento atraída por los cantos de sirena provenientes de los nuevos autores que descubro en Goodreads. ¡Y la lista no deja de crecer!
El caso es que ya hace tiempo que quiero corregirme y, después de leer Siempre hemos vivido en el castillo, me dije que Shirley Jackson era una autora tan buena como cualquier otra para enmendarme, así que recurrí a los chicos de Book Depository para adquirir The Haunting of Hill House y The Lottery and Other Stories. Y a principios de septiembre me adentré en Hill House.
Si este que he mencionado es mi defecto, una virtud considero que es mi afición por no saber nada de antemano de las tramas o de los libros que leo en general. Por lo general escojo basándome en escuetas referencias que leo por ahí. Y me alegro de haber llegado bastante a ciegas a The Haunting of Hill House. Si hubiera leído, por ejemplo, que Stephen King la considera una de las mejores novelas de terror de finales del siglo xx y otros la sitúan como la mejor novela sobre casas encantadas de todos los tiempos... bueno, quizá habría sido un problema, porque ya se sabe lo que ocurre cuando uno tiene las expectativas muy altas.
La maldición de Hill House gira en torno a un inquietante experimento que llevó a cabo el doctor John Montague, entregado desde hace años al estudio de las «perturbaciones psíquicas» que tienen lugar en las casas encantadas. Cuando se entera de la existencia de Hill House, decide alquilarla por unos meses y allí da cita a Eleanor, una joven solitaria después de haber pasado once años cuidando de su madre; Theodora, una joven despreocupada con capacidades psíquicas, y Luke, un vividor que se ve envuelto en la aventura a petición de su tía, propietaria de la casa. El objetivo es que todos ellos cohabiten en Hill House unos días y vayan registrando los fenómenos paranormales que allí sucedan; con el resultado de todo ello, el doctor pretende publicar un estudio. Así pues, para conocer las experiencias que vivieron los cuatro en la casa, el lector tendrá que adentrarse en ella también...
Journeys end in lovers meeting.
No se me ocurre otra palabra que defina mejor los libros de Shirley Jackson que peculiares. Desde la caracterización de los personajes hasta los diálogos a veces surrealistas que se llevan entre ellos, cuando menos curioso si imaginas que este libro lo escribió un ama de casa a finales de la década de los cincuenta. Y, encima, el resultado final sigue asombrando a los escritores más consagrados de hoy en día.
It will be a long time, I think, before she opens another door by herself.
En cuanto a la lectura en sí, por algún motivo pensaba que no me iba a dar miedo para nada, que al final se quedaría en palabras vacías (un poco como pasó con La casa y el cerebro, que, ahora que me doy cuenta, ¿por qué no lo tengo reseñado en el blog si me lo leí hace relativamente poco?). Y sin embargo sí, me dio miedo, me resultó inquietante sobre todo ver cómo la influencia de la casa se iba metiendo cada vez más y más en uno de los personajes, haciendo dudar al lector acerca de si ese personaje estaba perturbado por naturaleza o se comportaba así por influencia de la casa.
En definitiva, en este libro, que he disfrutado un montón, se encuentran todos los clásicos del género (casa siniestra en una colina apartada, inquietante ama de llaves que se va de la casa cada día al atardecer, ruidos, psicofonías, habitaciones que aparecen desordenadas, sueños que se mezclan con la realidad...) y se le da un giro de tuerca con la exploración psicológica de uno de los personajes en especial. Porque... ¿es la casa la que está poseyendo a uno de sus habitantes, o es ese habitante el que acaba poseyendo a la casa? Lo mejor es que Shirley Jackson no termina de desvelarlo y despliega toda la historia para que el lector lo decida por sí mismo.
20 de septiembre de 2017
Hipótesis sobre Verónica (Enrique Álvarez)
Este librito, que ganó el premio de novela Ciudad de Barbastro en 1994, narra unos hechos extraños sucedidos en Santander en 1989, en los que una adolescente llamada Verónica supuestamente fue víctima de un caso de posesión diabólica. El libro comienza cuando un profesor de literatura lee un día un pequeño recorte de prensa que narra de forma sucinta el caso de Verónica y las sospechas de que la muchacha esté endemoniada. Sin embargo, no se publica nada más acerca de la historia ni de su desenlace, ni hay forma de saber qué ha sido de Verónica; el caso parece extrañamente silenciado, pues ni en las noticias lo mencionan ni en la dirección de la joven parecen saber su paradero actual (también su familia parece haberse esfumado).
El relato empieza contándolo este profesor de literatura, pero luego otras voces toman su relevo: desde el novio de la joven hasta un cura interesado en posesiones diabólicas, pasando por una carta de la propia Verónica. El lector es el que tiene que unir el testimonio de unos y otros para obtener las diferentes piezas que componen este relato de intriga. Sin embargo, a medida que pasamos las páginas los hechos no solo no se esclarecen, sino que se complican cada vez más para todos los personajes de esta historia.
Es un librito muy breve, bien escrito y bien resuelto, con un uso del lenguaje muy rico, que se lee rápido y funciona muy bien como relato de intriga. Además este libro me ha dejado preguntándome si los acontecimientos narrados ocurrieron de verdad, pues el texto de la contra apunta a que está basado en hechos reales. El caso es que no he encontrado nada de nada en Internet que dé por cierta la historia de Verónica (o que la mencione siquiera), pero el relato juega con la ambigüedad y ahí queda mi duda. Una lectura interesante.
El relato empieza contándolo este profesor de literatura, pero luego otras voces toman su relevo: desde el novio de la joven hasta un cura interesado en posesiones diabólicas, pasando por una carta de la propia Verónica. El lector es el que tiene que unir el testimonio de unos y otros para obtener las diferentes piezas que componen este relato de intriga. Sin embargo, a medida que pasamos las páginas los hechos no solo no se esclarecen, sino que se complican cada vez más para todos los personajes de esta historia.
Es un librito muy breve, bien escrito y bien resuelto, con un uso del lenguaje muy rico, que se lee rápido y funciona muy bien como relato de intriga. Además este libro me ha dejado preguntándome si los acontecimientos narrados ocurrieron de verdad, pues el texto de la contra apunta a que está basado en hechos reales. El caso es que no he encontrado nada de nada en Internet que dé por cierta la historia de Verónica (o que la mencione siquiera), pero el relato juega con la ambigüedad y ahí queda mi duda. Una lectura interesante.
19 de septiembre de 2017
Patria (Fernando Aramburu)
Dada mi fatídica experiencia con el último bombazo editorial que me leí (La verdad sobre el caso Harry Quebert), me dije que nunca volvería a caer en las garras del márketing editorial. Y, sin embargo, aquí estaba de nuevo, comprando el Patria de Fernando Aramburu con la única referencia de los miles de ventas que acumulaba y los encendidos aplausos que parecía recibir por doquier. Sin embargo, a diferencia del libro de Quebert, este título sí que me ha conquistado. ¡Me tuvo enganchada y lo devoré en cuestión de días!
Patria nos sumerge en la vida de dos familias de un pueblo vasco (al parecer inspirado en Hernani). En el seno de una de esas familias se gesta un futuro miembro de ETA. En la otra, el cabeza de familia es un empresario cuyo nombre empieza a aparecer en el centro de una diana en pintadas por todo el pueblo. Hasta ese momento, la amistad de ambas familias había sido inquebrantable, pero, a medida que el acoso aumenta y la situación se vuelve insostenible, la solidez de esa amistad se resquebraja.
Con esta trama como telón de fondo, Aramburu perfila los últimos 40 años de la historia del País Vasco, la época álgida de ETA, su declive, la situación actual de los presos, lo que fue crecer en un entorno radical asfixiante del que apenas había escapatoria, y cómo todo eso sigue afectando a sus protagonistas hoy, cuando hace años que el proceso parece caído en el olvido.
Qué decir de este libro... me ha parecido un libro redondo, conseguidísimo, con una trama bien sostenida de principio a fin y un planteamiento en cierto modo original. Lo primero, destaca la forma que tiene Aramburu de escribir: nunca había leído nada suyo y me sorprendió el estilo un poco seco y cortante que tienen algunas frases. Confieso que el primer capítulo me lo leí dos veces sin estar segura de haberlo entendido y la causa era precisamente este estilo peculiar que se gasta Aramburu.
Luego está el tema espinoso de ETA. Yo no crecí en el País Vasco, pero sí recuerdo los telediarios con las noticias de un nuevo atentado, de un nuevo tira y afloja, la mirada entre temerosa y curiosa que echaba cada vez que pasaba junto al cuartel de la Guardia Civil de mi pueblo, preguntándome lo que sería vivir ahí dentro, con el miedo de que aparcaran un coche bomba junto a la ventana de tu habitación. Y, sin embargo, esto no era nada comparado con haber crecido en un pueblo del País Vasco, donde los propios amigos de toda la vida presionan para que te unas a la causa, y si no lo haces empiezas a aparecer en el punto de mira de la banda. El libro refleja esto de forma impresionante y era algo que, francamente, yo nunca me había parado a pensar. ¿Qué pasa con un grupo de amigos cuando, de repente, se ven divididos en dos grupos, cada uno a un lado de la línea ideológica?
Este tema podría haberse abordado de tan diferentes maneras... pero creo que Aramburu da en el clavo con su enfoque. Ofrece todo un elenco de personajes muy bien trazados, a los que no cuesta nada imaginarse. Y nos mete con ellos en su más pura cotidianidad, nos hace entrar en sus cocinas de gente humilde, nos hace imaginarnos el pescado friéndose en el fuego y al ama de casa colocando un geranio en la ventana. Además, pese a que la trama principal gira en torno a ETA, hay otras subtramas igualmente interesantes que hacen que la atención no decaiga ni un momento (me han gustado todas las historias de los personajes secundarios, desde Arantxa y Xabier hasta Gorka y Nerea). Y qué decir de esos dos personajes inolvidables, las matriarcas, Bittori y Miren... Por último, pese a que el libro tiene bastantes páginas, los capítulos muy breves hacen que la lectura enganche y no puedas parar.
En definitiva, un libro que recomiendo sin dudarlo, con pasajes que estremecen y muchísimos otros que te hacen reflexionar, mientras recordamos un periodo que dejó una cicatriz en la historia del país.
Patria nos sumerge en la vida de dos familias de un pueblo vasco (al parecer inspirado en Hernani). En el seno de una de esas familias se gesta un futuro miembro de ETA. En la otra, el cabeza de familia es un empresario cuyo nombre empieza a aparecer en el centro de una diana en pintadas por todo el pueblo. Hasta ese momento, la amistad de ambas familias había sido inquebrantable, pero, a medida que el acoso aumenta y la situación se vuelve insostenible, la solidez de esa amistad se resquebraja.
Con esta trama como telón de fondo, Aramburu perfila los últimos 40 años de la historia del País Vasco, la época álgida de ETA, su declive, la situación actual de los presos, lo que fue crecer en un entorno radical asfixiante del que apenas había escapatoria, y cómo todo eso sigue afectando a sus protagonistas hoy, cuando hace años que el proceso parece caído en el olvido.
Qué decir de este libro... me ha parecido un libro redondo, conseguidísimo, con una trama bien sostenida de principio a fin y un planteamiento en cierto modo original. Lo primero, destaca la forma que tiene Aramburu de escribir: nunca había leído nada suyo y me sorprendió el estilo un poco seco y cortante que tienen algunas frases. Confieso que el primer capítulo me lo leí dos veces sin estar segura de haberlo entendido y la causa era precisamente este estilo peculiar que se gasta Aramburu.
Luego está el tema espinoso de ETA. Yo no crecí en el País Vasco, pero sí recuerdo los telediarios con las noticias de un nuevo atentado, de un nuevo tira y afloja, la mirada entre temerosa y curiosa que echaba cada vez que pasaba junto al cuartel de la Guardia Civil de mi pueblo, preguntándome lo que sería vivir ahí dentro, con el miedo de que aparcaran un coche bomba junto a la ventana de tu habitación. Y, sin embargo, esto no era nada comparado con haber crecido en un pueblo del País Vasco, donde los propios amigos de toda la vida presionan para que te unas a la causa, y si no lo haces empiezas a aparecer en el punto de mira de la banda. El libro refleja esto de forma impresionante y era algo que, francamente, yo nunca me había parado a pensar. ¿Qué pasa con un grupo de amigos cuando, de repente, se ven divididos en dos grupos, cada uno a un lado de la línea ideológica?
Este tema podría haberse abordado de tan diferentes maneras... pero creo que Aramburu da en el clavo con su enfoque. Ofrece todo un elenco de personajes muy bien trazados, a los que no cuesta nada imaginarse. Y nos mete con ellos en su más pura cotidianidad, nos hace entrar en sus cocinas de gente humilde, nos hace imaginarnos el pescado friéndose en el fuego y al ama de casa colocando un geranio en la ventana. Además, pese a que la trama principal gira en torno a ETA, hay otras subtramas igualmente interesantes que hacen que la atención no decaiga ni un momento (me han gustado todas las historias de los personajes secundarios, desde Arantxa y Xabier hasta Gorka y Nerea). Y qué decir de esos dos personajes inolvidables, las matriarcas, Bittori y Miren... Por último, pese a que el libro tiene bastantes páginas, los capítulos muy breves hacen que la lectura enganche y no puedas parar.
En definitiva, un libro que recomiendo sin dudarlo, con pasajes que estremecen y muchísimos otros que te hacen reflexionar, mientras recordamos un periodo que dejó una cicatriz en la historia del país.
31 de agosto de 2017
Elizabeth Is Missing (Emma Healey)
Maud, una anciana de 82 años, se olvida de las cosas. Se hace un té y se le enfría en la cocina. Se prepara tostadas tres veces seguidas (y se las come). Cada día compra varias latas de piña en conserva, que acumula en los estantes. Y pregunta a su hija una y otra vez cuál es el mejor sitio para plantar calabacines. En los bolsillos de su chaqueta se acumulan pequeñas notitas en las que anota lo más importante, aquello que no debe olvidar de ninguna de las maneras. Y entre los papelitos, una de las frases que más se repiten es «Elizabeth ha desaparecido».
Como habréis adivinado, Maud sufre de demencia, pero eso no es óbice para que, terca como una mula, haga todo lo que está en su mano para encontrar a su mejor amiga, Elizabeth, pues tiene un temible presentimiento acerca de ella. Desde luego, el hijo de Elizabeth es un bruto y Maud no acaba de confiar que él la tenga a buen recaudo...
Y si bien su memoria es cada vez más frágil para recordar hechos recientes, la memoria a largo plazo de Maud es cada vez más viva, y se ve sorprendida por continuos pensamientos de algo que sucedió 70 años atrás y que le afectó mucho: otra desaparición, la de su hermana Sukey. Esos fragmentos nos hacen retroceder a la época de la posguerra inglesa, cuando la familia tenía que sobrevivir con cartillas de racionamiento y no era raro que algunas personas desaparecieran. Sin embargo, Sukey no era el tipo de persona que se iría sin más, dejando sumidos en la desesperación a sus padres y su hermana.
Así, las dos desapariciones se intercalan en la narración a medida que Maud se ve cada vez más perdida en el mundo actual y con crecientes recuerdos de décadas atrás. ¿Logrará Maud, y con ella el lector, saber qué les ocurrió tanto a Elizabeth como a Sukey?
Esta novela me resultó muy entretenida, a ratos divertida, a ratos intrigante, pero sobre todo me dejó un poso de tristeza al ver cómo Maud se pierde cada vez más en los laberintos de su memoria. La autora, Emma Healey, vivió la demencia de primera mano cuando su abuela la padeció, y creo que ha quedado perfectamente reflejado en las páginas de Elizabeth Is Missing: la dificultad de recordar qué hace Maud de pie en la cocina de su casa a las tres de la mañana, la impaciencia que siente cuando no es capaz de recordar cómo se llama el objeto que tiene en la mano, y a medida que avanzan las páginas vemos lo que ocurre cuando la enfermedad avanza y Maud poco a poco se va deteriorando, hasta el punto de no llegar a reconocer a su propia hija. Me ha gustado mucho la novela porque la autora ha captado muy bien los mecanismos que tienen lugar en la cabeza de una persona con demencia y las cadenas de pensamientos que les llevan a actuar como lo hacen.
También creo que hace un buen trabajo a la hora de reflejar el papel de los cuidadores, y también las limitaciones, miradas de condescendencia o pequeños momentos de bochorno a los que uno debe de enfrentarse cuando llega a una edad avanzada y no tiene la cabeza del todo bien. También resulta entrañable ver la profunda amistad que mantenían Maud y Elizabeth, y cómo la primera no quiere dejar en la estacada a su amiga bajo ningún concepto y trata de buscarla por todos los medios.
Esta es la primera novela de Emma Healey y me ha parecido francamente bien resuelta. Constantemente se intercalan el día a día de Maud con sus recuerdos del pasado lejano y ambas historias casan muy bien. Quizá hacia la mitad del hilo algunos fragmentos se me hicieron un poco repetitivos y tampoco me gustaba la forma facilona con la que la autora hacía a Maud evocar los pensamientos del pasado. Dicho esto, me ha parecido una idea fantástica para un libro, que, aparte de entretener, hacer tomar un poco de conciencia por los enfermos de demencia, sus cuidadores y su familia, algo que siempre es de alabar.
Una novela muy entretenida, con un poso agridulce, pero no por ello menos recomendable.
En español, Elizabeth ha desaparecido fue publicada por Duomo Editorial en el 2014 y la traducción viene firmada por Antonio Prometeo Moya Valle.
Como habréis adivinado, Maud sufre de demencia, pero eso no es óbice para que, terca como una mula, haga todo lo que está en su mano para encontrar a su mejor amiga, Elizabeth, pues tiene un temible presentimiento acerca de ella. Desde luego, el hijo de Elizabeth es un bruto y Maud no acaba de confiar que él la tenga a buen recaudo...
Y si bien su memoria es cada vez más frágil para recordar hechos recientes, la memoria a largo plazo de Maud es cada vez más viva, y se ve sorprendida por continuos pensamientos de algo que sucedió 70 años atrás y que le afectó mucho: otra desaparición, la de su hermana Sukey. Esos fragmentos nos hacen retroceder a la época de la posguerra inglesa, cuando la familia tenía que sobrevivir con cartillas de racionamiento y no era raro que algunas personas desaparecieran. Sin embargo, Sukey no era el tipo de persona que se iría sin más, dejando sumidos en la desesperación a sus padres y su hermana.
Así, las dos desapariciones se intercalan en la narración a medida que Maud se ve cada vez más perdida en el mundo actual y con crecientes recuerdos de décadas atrás. ¿Logrará Maud, y con ella el lector, saber qué les ocurrió tanto a Elizabeth como a Sukey?
Esta novela me resultó muy entretenida, a ratos divertida, a ratos intrigante, pero sobre todo me dejó un poso de tristeza al ver cómo Maud se pierde cada vez más en los laberintos de su memoria. La autora, Emma Healey, vivió la demencia de primera mano cuando su abuela la padeció, y creo que ha quedado perfectamente reflejado en las páginas de Elizabeth Is Missing: la dificultad de recordar qué hace Maud de pie en la cocina de su casa a las tres de la mañana, la impaciencia que siente cuando no es capaz de recordar cómo se llama el objeto que tiene en la mano, y a medida que avanzan las páginas vemos lo que ocurre cuando la enfermedad avanza y Maud poco a poco se va deteriorando, hasta el punto de no llegar a reconocer a su propia hija. Me ha gustado mucho la novela porque la autora ha captado muy bien los mecanismos que tienen lugar en la cabeza de una persona con demencia y las cadenas de pensamientos que les llevan a actuar como lo hacen.
También creo que hace un buen trabajo a la hora de reflejar el papel de los cuidadores, y también las limitaciones, miradas de condescendencia o pequeños momentos de bochorno a los que uno debe de enfrentarse cuando llega a una edad avanzada y no tiene la cabeza del todo bien. También resulta entrañable ver la profunda amistad que mantenían Maud y Elizabeth, y cómo la primera no quiere dejar en la estacada a su amiga bajo ningún concepto y trata de buscarla por todos los medios.
Esta es la primera novela de Emma Healey y me ha parecido francamente bien resuelta. Constantemente se intercalan el día a día de Maud con sus recuerdos del pasado lejano y ambas historias casan muy bien. Quizá hacia la mitad del hilo algunos fragmentos se me hicieron un poco repetitivos y tampoco me gustaba la forma facilona con la que la autora hacía a Maud evocar los pensamientos del pasado. Dicho esto, me ha parecido una idea fantástica para un libro, que, aparte de entretener, hacer tomar un poco de conciencia por los enfermos de demencia, sus cuidadores y su familia, algo que siempre es de alabar.
Una novela muy entretenida, con un poso agridulce, pero no por ello menos recomendable.
En español, Elizabeth ha desaparecido fue publicada por Duomo Editorial en el 2014 y la traducción viene firmada por Antonio Prometeo Moya Valle.
28 de agosto de 2017
El perfume (Patrick Süskind)
Los veranos son para releer, al menos para mí. Suelo pasar una temporada en casa de mis padres, donde conservo más o menos la mitad de mi biblioteca y, por tanto, esa vuelta a casa en verano supone el reencuentro con muchos de los libros que tanto me han gustado en las últimas décadas. La relectura de este verano ha sido esta, El perfume, un libro que me fascinó en mi adolescencia y que habré leído ya cuatro o cinco veces. Me recuerdo a mí misma con unos 15 años a la mesa, comiendo con la familia, libro en mano, sin poder parar, fascinada con la historia de Jean-Baptiste Grenouille, sin apenas prestar atención a lo que ocurría a mi alrededor (una terrible costumbre la de leer a la mesa, lo sé, pero lo hice muy a menudo de adolescente...).
Poca gente habrá que no conozca la historia, pero para esos pocos incluyo aquí la primera página del libro, que ofrece un resumen excelente; aún recuerdo la fascinación que ejercían sobre mí, aún adolescente, estos primeros párrafos:
En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales. Aquí relataremos su historia. Se llamaba Jean-Baptiste Grenouille y si su nombre, a diferencia del de otros monstruos geniales como De Sade, Saint-Just, Fouché, Napoleón, etcétera, ha caído en el olvido, no se debe en modo alguno a que Grenouille fuera a la zaga de estos hombres célebres y tenebrosos en altanería, desprecio por sus semejantes, inmoralidad, en una palabra, impiedad, sino a que su genio y su única ambición se limitaban a un terreno que no deja huellas en la historia: al efímero mundo de los olores.
En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata, las cocinas, a col podrida y grasa de carnero…
Así pues, con esta relectura he revivido todas las sensaciones de años atrás, y he sido consciente además de una cosa: si he disfrutado tanto de este libro es porque la edición es soberbia. La traducción la firma Pilar Giralt Gorina y me parece destacable de principio a fin, no solo por la dificultad que seguro entrañó traducir un libro como este, sino por la naturalidad con la que se lee su texto, la sensación que deja de que cada una de las palabras escogidas en la traducción es la más precisa y no otra. Un auténtico gustazo.
En fin, que una vez más me sumergí en las páginas de este libro y disfruté la historia de principio a fin. De todas formas, debo admitir que esta vez me dio una tremenda pena por las jóvenes y deseé que las cosas no le hubieran salido tan relativamente bien durante todo el libro a la garrapata de Grenouille.
Poca gente habrá que no conozca la historia, pero para esos pocos incluyo aquí la primera página del libro, que ofrece un resumen excelente; aún recuerdo la fascinación que ejercían sobre mí, aún adolescente, estos primeros párrafos:
En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales. Aquí relataremos su historia. Se llamaba Jean-Baptiste Grenouille y si su nombre, a diferencia del de otros monstruos geniales como De Sade, Saint-Just, Fouché, Napoleón, etcétera, ha caído en el olvido, no se debe en modo alguno a que Grenouille fuera a la zaga de estos hombres célebres y tenebrosos en altanería, desprecio por sus semejantes, inmoralidad, en una palabra, impiedad, sino a que su genio y su única ambición se limitaban a un terreno que no deja huellas en la historia: al efímero mundo de los olores.
En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata, las cocinas, a col podrida y grasa de carnero…
Así pues, con esta relectura he revivido todas las sensaciones de años atrás, y he sido consciente además de una cosa: si he disfrutado tanto de este libro es porque la edición es soberbia. La traducción la firma Pilar Giralt Gorina y me parece destacable de principio a fin, no solo por la dificultad que seguro entrañó traducir un libro como este, sino por la naturalidad con la que se lee su texto, la sensación que deja de que cada una de las palabras escogidas en la traducción es la más precisa y no otra. Un auténtico gustazo.
En fin, que una vez más me sumergí en las páginas de este libro y disfruté la historia de principio a fin. De todas formas, debo admitir que esta vez me dio una tremenda pena por las jóvenes y deseé que las cosas no le hubieran salido tan relativamente bien durante todo el libro a la garrapata de Grenouille.
22 de agosto de 2017
Nina is Not OK (Shappi Khorsandi)
A sus 17 años, Nina es una adolescente divertida y despreocupada que saca buenas notas y está recuperándose de un fracaso amoroso. Le encanta salir con sus amigas y tomarse una o dos copas. Salvo que Nina nunca se toma solo dos... las noches de Nina son épicas y acaban entre vómitos y con una tremenda resaca a la mañana siguiente, pero eso es lo que hacen todos los adolescentes, ¿no? Aunque alguna de esas noches acabe teniendo sexo borracha con algún desconocido. Eso también lo hace todo el mundo, ¿verdad...??
Sin embargo, un sábado por la noche Nina parece desfasar especialmente cuando la expulsan de una discoteca por «comportamiento deshonesto». Está totalmente borracha y, cuando empieza a recuperar la consciencia, se encuentra a bordo de un taxi, a punto de vomitar, con las bragas en la mano y a la puerta de su casa, con su madre esperándola con cara acongojada en el umbral. Algo le dice que esta noche, de la que no recuerda prácticamente nada, ha sido diferente de las demás...
No sé muy bien cómo demostrar mi entusiasmo por este libro, que, junto con Instrumental, se coloca en el primer puesto de un año de lecturas muy bueno. Y es que esta novela que puede parecer ligera trata un montón de temas interesantísimos, como el exceso de alcohol entre los jóvenes, la búsqueda de aprobación externa a edades tan vulnerables, el poder (negativo) de las redes sociales, los conflictos entre amigos, el consentimiento en las relaciones sexuales, las relaciones en familias con padrastros e hijos de otras relaciones... Además, la autora es una monologuista famosa en el Reino Unido, por lo que la novela tiene muchos fragmentos en los que te partes de risa pese a la dureza de los temas que se tratan de fondo.
Es un libro que recomendaría sin duda para leer en edad adolescente, pero se puede disfrutar a cualquier edad por los diferentes mensajes que transmite, por su brutal sinceridad, porque la lectura engancha y porque cada uno de los personajes de la novela resulta totalmente creíble. Es facilísimo empatizar con todos ellos, y en más de un pasaje me encontraba pensando: «Nina, por Dios, ¡no lo hagas!», o riendo en un párrafo y acongojada en el párrafo siguiente. Me lo terminé hace un mes y volvería a empezarlo hoy mismo, solo os digo eso.
También es cierto que contiene descripciones sexuales algo explícitas y que trata el tema del alcoholismo sin pelos en la lengua, por lo que quizá su estilo no resulte del agrado de todo el mundo. Pero, si se sabe ver más allá, se descubrirá una lectura cuya protagonista dan ganas de acoger bajo el ala y de dar dos guantazos para que reaccione, todo al mismo tiempo.
Y hay una cosa que me sorprendió de este libro: pensé que la trama principal era la que se deja entrever en la portada, la del alcoholismo en adolescentes, pero hacia la mitad del libro otro tema toma el relevo, un tema de candente actualidad, y está tan bien narrado que te deja con el corazón encogido hasta el final. No me esperaba este cambio de tercio, pero es solo un punto más a favor de esta buenísima novela.
La única pega es que creo que de momento no está disponible en español, y es una pena porque creo que una historia así funcionaría de perlas también en nuestro mercado. A ver si alguna editorial se anima.
Y una última cosa: ME ENCANTA la portada. Es el típico libro que saco de la estantería de vez en cuando para verlo y acariciarlo, jeje. Creo que el diseño está muy bien conseguido y fue lo primero que me atrapó de esta novela. De hecho, me lo compré solamente viendo la portada y la altísima puntuación (un 4,28 a día de hoy) que tiene en Goodreads.
27 de julio de 2017
El vigilante (Peter Terrin)
Al lector apenas se le da información a la que agarrarse en esta novela. Dos vigilantes montan guardia en un sótano desde hace dos años. Son metódicos, fríos y cumplen a rajatabla su trabajo. Protegen a los habitantes de un edificio de apartamentos de lujo en medio de una ciudad que parece desierta: una amenaza desconocida, tal vez un gas tóxico o un virus, la ha arrasado. Un día, todos los inquilinos empiezan a abandonar el edificio en dirección a las lujosas villas rurales, pero, si las cuentas no les fallan a los vigilantes, aún queda en el edificio el último inquilino. Así pues, los vigilantes prosiguen con sus interminables rondas, tratando de acumular puntos ante sus jefes y conseguir así una promoción para pasar a formar parte de la élite, los mejores vigilantes, los que trabajan en las apacibles villas rurales. Sin embargo, en un mundo en el que no tienen noticias del exterior, la desconfianza y la paranoia empiezan a anidar en la cabeza de uno de ellos. ¿Cómo terminarán las cosas para este par de vigilantes? Cuando no saben si la situación en el exterior está peor que nunca o si son sus superiores quienes les están poniendo a prueba, es difícil mantener la cabeza fría.
Esta me ha parecido una novela muy curiosa. La mayor parte de la trama se produce en un sótano y casi no aparecen más personajes que los dos vigilantes; aun así, el autor tiene mucho mérito porque logra mantener el suspense psicológico durante toda la lectura. Y es que, aunque la trama no tiene un ritmo trepidante, los temas que trata sí que resultan tremendamente inquietantes: el sometimiento incuestionado a un superior, la paranoia que provoca la soledad, la crueldad humana, las consecuencias de la desinformación, el comportamiento ante una situación límite... Si se busca algo distinto, El vigilante desde luego puede ser una lectura recomendable, y tanto su brevedad como sus cortos y afilados capítulos son ideales para una lectura en verano, aunque tiene un final de esos totalmente abiertos que deja perplejo al lector, preguntándose si habrá entendido bien lo que ocurre.
Por último, decir que he disfrutado mucho de la traducción de María Rosich. Este es el primer libro que leo de la editorial Rayo Verde y me he llevado una buenísima impresión por lo cuidada que está esta novela a todos los niveles.
Esta me ha parecido una novela muy curiosa. La mayor parte de la trama se produce en un sótano y casi no aparecen más personajes que los dos vigilantes; aun así, el autor tiene mucho mérito porque logra mantener el suspense psicológico durante toda la lectura. Y es que, aunque la trama no tiene un ritmo trepidante, los temas que trata sí que resultan tremendamente inquietantes: el sometimiento incuestionado a un superior, la paranoia que provoca la soledad, la crueldad humana, las consecuencias de la desinformación, el comportamiento ante una situación límite... Si se busca algo distinto, El vigilante desde luego puede ser una lectura recomendable, y tanto su brevedad como sus cortos y afilados capítulos son ideales para una lectura en verano, aunque tiene un final de esos totalmente abiertos que deja perplejo al lector, preguntándose si habrá entendido bien lo que ocurre.
Por último, decir que he disfrutado mucho de la traducción de María Rosich. Este es el primer libro que leo de la editorial Rayo Verde y me he llevado una buenísima impresión por lo cuidada que está esta novela a todos los niveles.
23 de julio de 2017
Insomnia (Stephen King)
Unos meses después de que fallezca su mujer, a Ralph Roberts, un septuagenario de Derry (Maine) le sobreviene un episodio de insomnio. Empieza despertándose cada vez más pronto. Y más. Hasta que hay días que ya no pega ojo a partir de las dos de la mañana. Pero eso no es lo peor. Al poco empieza a ver auras, un mundo en tecnicolor que se activa de vez en cuando y que le permite ver a todas las personas que le rodean envueltas en determinados colores según su estado de ánimo y de salud. Poco después, además de auras ve a unos inquietantes médicos calvos y bajitos con unas enormes tijeras en la mano, que siempre parecen rondar la zona en la que se produce una muerte. Ralph no sabe qué es lo que está pasando... solo sabe que necesita dormir. Una noche entera. Del tirón. Pero no puede.
In a real dark night of the soul it is always three o'clock in the morning, day after day.
F. Scott Fitzgerald
In daylight he was still able to scoff at the notion but he was discovering certain dismal truths about F. Scott Fitzgerald's dark night of the soul, and the grand-prize winner was this: at 4:15 a.m., anything seems possible. Anything.
Stephen King
Cuando descubrí este libro de Stephen King, me sorprendió porque no me sonaba en absoluto, pero en seguida me pareció una buena idea leer lo que fuera que King tenía que decir sobre el tema del insomnio. Seguro que conseguía sacarle punta al tema... Al fin y al cabo, estoy de acuerdo con las dos citas de arriba: esos momentos de insomnio que asaltan a veces a las tres de la mañana son bastante angustiosos, pues hasta los pensamientos más descabellados parecen tener visos de realidad. A mí me ha pasado en noches aisladas, así que no quiero pensar lo que es vivir eso en etapas prolongadas, una noche tras otra.
Lo bueno de King es que sus libros se pueden desgranar en múltiples capas, trata multitud de temas y todos ellos dan que pensar. En Insomnia, las subtramas son el aborto, el maltrato a la mujer, lo difícil que es llegar a la tercera edad, el mito griego de las tres moiras... King construye unos personajes tan buenos y creíbles que no me importó acompañarlos a lo largo de esta historia enrevesada de 650 páginas, pero debo reconocer que la historia no me ha convencido del todo. Este libro suyo es una tremenda ida de olla. Y cuando parece que no puede liarse más, King se inventa otra ida de olla mayor aún.
Así pues, no es el libro de King que más me ha impresionado, aunque parece ser que, para entenderlo bien, debería haber leído las novelas de La torre oscura. No lo parece, pero este libro está muy ligado a ellas, tanto por las ideas que se nombran como por algunos de los personajes. Supongo que por eso me he perdido buena parte de la enjundia y el libro me ha dejado más bien fría. Es lo que tiene King: algunos libros suyos me entusiasman, y otros hacen que no me vuelva a acercar a su obra en años (como me pasó de adolescente, tras leer Tommyknockers y Maleficio, dos novelas más bien reguleras).
Yo solo lo recomendaría a los fans más acérrimos de Stephen King (por lo que he leído, estos opinan que es un libro muy, muy bueno). A los demás... quizá les recomendaría que se busquen algo más ligero. De todas formas, el protagonista Ralph Roberts me ha encantado, y también las reflexiones del libro acerca de hacerse mayor, de ver que los amigos a tu alrededor van desapareciendo o se llenan de achaques, y de repente te ves en primera fila, esperando a que te llegue el momento de irte para siempre. Menudo vértigo. Para pensar.
Getting old is certainly no job for sissies, is it?
In a real dark night of the soul it is always three o'clock in the morning, day after day.
F. Scott Fitzgerald
In daylight he was still able to scoff at the notion but he was discovering certain dismal truths about F. Scott Fitzgerald's dark night of the soul, and the grand-prize winner was this: at 4:15 a.m., anything seems possible. Anything.
Stephen King
Cuando descubrí este libro de Stephen King, me sorprendió porque no me sonaba en absoluto, pero en seguida me pareció una buena idea leer lo que fuera que King tenía que decir sobre el tema del insomnio. Seguro que conseguía sacarle punta al tema... Al fin y al cabo, estoy de acuerdo con las dos citas de arriba: esos momentos de insomnio que asaltan a veces a las tres de la mañana son bastante angustiosos, pues hasta los pensamientos más descabellados parecen tener visos de realidad. A mí me ha pasado en noches aisladas, así que no quiero pensar lo que es vivir eso en etapas prolongadas, una noche tras otra.
Lo bueno de King es que sus libros se pueden desgranar en múltiples capas, trata multitud de temas y todos ellos dan que pensar. En Insomnia, las subtramas son el aborto, el maltrato a la mujer, lo difícil que es llegar a la tercera edad, el mito griego de las tres moiras... King construye unos personajes tan buenos y creíbles que no me importó acompañarlos a lo largo de esta historia enrevesada de 650 páginas, pero debo reconocer que la historia no me ha convencido del todo. Este libro suyo es una tremenda ida de olla. Y cuando parece que no puede liarse más, King se inventa otra ida de olla mayor aún.
Así pues, no es el libro de King que más me ha impresionado, aunque parece ser que, para entenderlo bien, debería haber leído las novelas de La torre oscura. No lo parece, pero este libro está muy ligado a ellas, tanto por las ideas que se nombran como por algunos de los personajes. Supongo que por eso me he perdido buena parte de la enjundia y el libro me ha dejado más bien fría. Es lo que tiene King: algunos libros suyos me entusiasman, y otros hacen que no me vuelva a acercar a su obra en años (como me pasó de adolescente, tras leer Tommyknockers y Maleficio, dos novelas más bien reguleras).
Yo solo lo recomendaría a los fans más acérrimos de Stephen King (por lo que he leído, estos opinan que es un libro muy, muy bueno). A los demás... quizá les recomendaría que se busquen algo más ligero. De todas formas, el protagonista Ralph Roberts me ha encantado, y también las reflexiones del libro acerca de hacerse mayor, de ver que los amigos a tu alrededor van desapareciendo o se llenan de achaques, y de repente te ves en primera fila, esperando a que te llegue el momento de irte para siempre. Menudo vértigo. Para pensar.
Getting old is certainly no job for sissies, is it?
28 de mayo de 2017
We Have Always Lived in the Castle (Shirley Jackson)
Melody. Gloucester. Pegasus.
De este libro solo sabía que era peculiar en un sentido positivo y que la editorial Penguin me lo había recomendado cuando les pregunté por un libro semejante a Rebecca (mi novela favorita de todos los tiempos). Partiendo de esas dos premisas lo empecé con mucha cautela, porque no quería crearme grandes expectativas y que luego ese libro, pese a ser bueno, me decepcionara.
Ahora que lo he terminado puedo decir que me costó un poco meterme en materia, que efectivamente es peculiar, pero que en su conjunto me gustó mucho y no me ha decepcionado. La trama gira en torno a Mary Catherine (Merricat) y Constance, dos hermanas que viven solas junto con su tío Julian, enfermo y en silla de ruedas. Ambas pertenecen a los Blackwood, una familia de terratenientes de buena posición social que viven sin aprietos económicos. Sin embargo, como nos dirá Merricat ya en el primer párrafo del libro, todos los demás miembros de su familia han muerto.
Los tres viven en su caserón aislados del resto del pueblo, que les da la espalda debido a unos hechos sucedidos tiempo atrás. Y en ese caserón se desarrolla casi toda la novela, una casa llena de recuerdos familiares que las dos hermanas cuidan con mucho mimo, aunque es Constance la que lleva el peso de las tareas del hogar; a Merricat hay muchas cosas que no le están permitidas, como cocinar, pero sí es ella la encargada de ir dos veces por semana a hacer la compra y a sacar libros de la biblioteca; ese es el momento de la semana en que se enfrenta a las miradas reprobatorias de todos los habitantes del pueblo. Pese a la evidente tensión que hay con estos, los tres miembros de la familia Blackwood viven en un frágil pero duradero equilibrio. Sin embargo, un día ese equilibrio se ve afectado por la llegada del primo Charles, que parece dispuesto a instalarse en la casa sin fecha de partida...
Como digo, me costó meterme en materia, ver las relaciones que tienen establecidas unos personajes con otros, ir adivinando lo que ocurrió en el pasado, hasta finalmente darme cuenta de lo que ocurrió en realidad, que es uno de los puntos fuertes de la novela: cómo de repente te paras a pensar y te das cuenta de que uno de los personajes no es peculiar, lo que ocurre es que está como una cabra...
Al igual que en Rebecca, la casa aquí casi adquiere un papel protagonista. Si en Rebecca era una entidad misteriosa, amenazadora, sofocante y plagada de recuerdos del pasado, aquí es una presencia protectora, un símbolo de seguridad, un entorno casi delicado que hay que proteger. También influye el hecho de que la casa está aislada, de que el difunto señor Blackwood la rodeara con una cerca, cerca que Merricat abre y cierra ritualmente cada vez que sale o entra para asegurarse de que nadie más puede traspasarla, lo que causa una distancia física con el resto del pueblo, distancia que también es emocional, pues Merricat siente que su familia es superior a los demás habitantes. Y esta cerca física se complementa con los elementos de pensamiento mágico que Merricat pone en marcha a modo de ritual para protegerse:
I decided that I would choose three powerful words, words of strong protection, and so long as these great words were never spoken aloud no change would come. I wrote the first word–melody–in the apricot jam on my toast with the handle of a spoon and then put the toast in my mouth and ate it very quickly. I was one-third safe.
La naturaleza también está muy presente en sus pensamientos a la hora de establecer esta red de seguridad. Dejo este fragmento que me hizo mucha gracia, pero debo destacar en general la manera tan bonita en que Merricat describe la naturaleza.
I was thinking of [him]. I could turn him into a fly and drop him into a spider's web and watch him tangled and helpless and struggling, shut into the body of a dying buzzing fly; I could wish him dead until he died. I could fasten him to a tree and keep him there until he grew into the trunk and bark grew over his mouth. I could bury him in the hole where my box of silver dollars had been so safe until he came; if he was under the ground I could walk over him stamping my feet.
Es un libro que en la superficie parece muy amable, como en los constantes fragmentos en que las dos hermanas se dicen que se quieren:
"Good morning, my Merricat," she said.
"Good morning, my Constance. Is Uncle Julian better today?"
"Much, much better. And the sun is going to shine after yesterday's rain. And I am going to make a chocolate mousse for your dinner, my Merricat."
"I love you, Constance."
"And I love you. Now what will you have for breakfast?"
Sin embargo, pasada esa cara amable de la historia se observa un trasfondo mucho más siniestro, sobre todo a medida que avanza la historia y el lector se va dando cuenta de lo que está ocurriendo en realidad. Y ese es el punto verdaderamente fuerte del libro: el contraste entre la diligencia y buena voluntad de Constance, el aire aniñado y carente de obligaciones de Merricat, y los vericuetos por los que vemos que se adentra su mente. Es un libro en apariencia muy sencillo, pero con un tremendo trasfondo detrás. Muy, muy recomendable.
“I would have liked to come into the grocery some morning and see them all, even the Elberts and the children, lying there crying with the pain of dying. I would help myself to groceries, I thought, stepping over their bodies, taking whatever I fancied from the shelves, and go home, with perhaps a kick for Mrs. Donell while she lay there. I was never sorry when I had thoughts like this; I only wished they would come true."
De este libro solo sabía que era peculiar en un sentido positivo y que la editorial Penguin me lo había recomendado cuando les pregunté por un libro semejante a Rebecca (mi novela favorita de todos los tiempos). Partiendo de esas dos premisas lo empecé con mucha cautela, porque no quería crearme grandes expectativas y que luego ese libro, pese a ser bueno, me decepcionara.
Ahora que lo he terminado puedo decir que me costó un poco meterme en materia, que efectivamente es peculiar, pero que en su conjunto me gustó mucho y no me ha decepcionado. La trama gira en torno a Mary Catherine (Merricat) y Constance, dos hermanas que viven solas junto con su tío Julian, enfermo y en silla de ruedas. Ambas pertenecen a los Blackwood, una familia de terratenientes de buena posición social que viven sin aprietos económicos. Sin embargo, como nos dirá Merricat ya en el primer párrafo del libro, todos los demás miembros de su familia han muerto.
Los tres viven en su caserón aislados del resto del pueblo, que les da la espalda debido a unos hechos sucedidos tiempo atrás. Y en ese caserón se desarrolla casi toda la novela, una casa llena de recuerdos familiares que las dos hermanas cuidan con mucho mimo, aunque es Constance la que lleva el peso de las tareas del hogar; a Merricat hay muchas cosas que no le están permitidas, como cocinar, pero sí es ella la encargada de ir dos veces por semana a hacer la compra y a sacar libros de la biblioteca; ese es el momento de la semana en que se enfrenta a las miradas reprobatorias de todos los habitantes del pueblo. Pese a la evidente tensión que hay con estos, los tres miembros de la familia Blackwood viven en un frágil pero duradero equilibrio. Sin embargo, un día ese equilibrio se ve afectado por la llegada del primo Charles, que parece dispuesto a instalarse en la casa sin fecha de partida...
Como digo, me costó meterme en materia, ver las relaciones que tienen establecidas unos personajes con otros, ir adivinando lo que ocurrió en el pasado, hasta finalmente darme cuenta de lo que ocurrió en realidad, que es uno de los puntos fuertes de la novela: cómo de repente te paras a pensar y te das cuenta de que uno de los personajes no es peculiar, lo que ocurre es que está como una cabra...
Al igual que en Rebecca, la casa aquí casi adquiere un papel protagonista. Si en Rebecca era una entidad misteriosa, amenazadora, sofocante y plagada de recuerdos del pasado, aquí es una presencia protectora, un símbolo de seguridad, un entorno casi delicado que hay que proteger. También influye el hecho de que la casa está aislada, de que el difunto señor Blackwood la rodeara con una cerca, cerca que Merricat abre y cierra ritualmente cada vez que sale o entra para asegurarse de que nadie más puede traspasarla, lo que causa una distancia física con el resto del pueblo, distancia que también es emocional, pues Merricat siente que su familia es superior a los demás habitantes. Y esta cerca física se complementa con los elementos de pensamiento mágico que Merricat pone en marcha a modo de ritual para protegerse:
I decided that I would choose three powerful words, words of strong protection, and so long as these great words were never spoken aloud no change would come. I wrote the first word–melody–in the apricot jam on my toast with the handle of a spoon and then put the toast in my mouth and ate it very quickly. I was one-third safe.
La naturaleza también está muy presente en sus pensamientos a la hora de establecer esta red de seguridad. Dejo este fragmento que me hizo mucha gracia, pero debo destacar en general la manera tan bonita en que Merricat describe la naturaleza.
I was thinking of [him]. I could turn him into a fly and drop him into a spider's web and watch him tangled and helpless and struggling, shut into the body of a dying buzzing fly; I could wish him dead until he died. I could fasten him to a tree and keep him there until he grew into the trunk and bark grew over his mouth. I could bury him in the hole where my box of silver dollars had been so safe until he came; if he was under the ground I could walk over him stamping my feet.
Es un libro que en la superficie parece muy amable, como en los constantes fragmentos en que las dos hermanas se dicen que se quieren:
"Good morning, my Merricat," she said.
"Good morning, my Constance. Is Uncle Julian better today?"
"Much, much better. And the sun is going to shine after yesterday's rain. And I am going to make a chocolate mousse for your dinner, my Merricat."
"I love you, Constance."
"And I love you. Now what will you have for breakfast?"
Sin embargo, pasada esa cara amable de la historia se observa un trasfondo mucho más siniestro, sobre todo a medida que avanza la historia y el lector se va dando cuenta de lo que está ocurriendo en realidad. Y ese es el punto verdaderamente fuerte del libro: el contraste entre la diligencia y buena voluntad de Constance, el aire aniñado y carente de obligaciones de Merricat, y los vericuetos por los que vemos que se adentra su mente. Es un libro en apariencia muy sencillo, pero con un tremendo trasfondo detrás. Muy, muy recomendable.
“I would have liked to come into the grocery some morning and see them all, even the Elberts and the children, lying there crying with the pain of dying. I would help myself to groceries, I thought, stepping over their bodies, taking whatever I fancied from the shelves, and go home, with perhaps a kick for Mrs. Donell while she lay there. I was never sorry when I had thoughts like this; I only wished they would come true."
13 de mayo de 2017
The Loney (Andrew Michael Hurley)
Este libro me da mucha nostalgia, porque fue uno de los últimos que me compré antes de mudarme desde Inglaterra a España hace unos meses. La cubierta, tremenda, muy evocadora, me llamaba desde los estantes de Waterstones, y de hecho se pasó semanas ocupando las mesas de lecturas destacadas y recomendadas.
Esta primera novela de Andrew Michael Hurley se publicó inicialmente en el 2014 con una tirada de solo 300 ejemplares, aunque apenas tardó un año en conseguir un contrato con una editorial más grande. Ese mismo año, el 2015, fue premiada como mejor novela de debut de los Costa Book Awards y de la British Book Industry. ¡No está nada mal como carta de presentación!
The Loney es una novela de tintes góticos que se desarrolla en los parajes fríos y brumosos de la costa norte de Lancashire en 1976. Todos los años, el protagonista y su hermano Hanny, un joven mudo y con dificultades de aprendizaje, acuden desde su Londres natal a una especie de retiro espiritual en la costa junto con sus padres, varios amigos suyos y un cura, todos miembros de la misma congregación católica. Allí llevan a cabo un ritual con el que pretenden curar a Hanny, ritual alentado sobre todo por la madre, una ferviente católica.
Este es un libro difícil de catalogar: no es de terror porque no da exactamente miedo, pero tampoco es tan trepidante como para tildarlo de thriller. Sin embargo, tiene todos los ingredientes de una novela gótica al uso: tramos de costa solitarios y brumosos, una casa aislada en la que vive gente extraña, lluvia incesante, una joven bella y misteriosa (de cuyas circunstancias se dan pocos, pero estremecedores detalles), inesperados descubrimientos tras las paredes de una casa vieja... Y la línea de fondo que lo une todo es el choque entre las creencias católicas más fervientes y los ritos paganos que tienen lugar en The Loney: efectivamente, buena parte de la historia gira en torno a la religión, el fanatismo y la pérdida de la fe. La madre de los protagonistas es católica ferviente, y sus maneras chocan con las del nuevo párroco, joven y más flexible. El anterior, que seguía los rituales al pie de la letra, murió recientemente y aún hay incógnitas en torno a su muerte.
Para mí lo que realmente destaca de esta novela es la caracterización de los personajes y cómo su autor ha tejido todo el entramado: algo realmente sorprendente en una novela debut. Especialmente entrañable me ha parecido la estrecha relación entre los dos hermanos y su forma de comunicarse entre sí. Por último, destaca también el ambiente que entreteje la novela; no es misterio ni terror, es la sensación de que algo está pasando y de que en ese lugar no hay buenas vibraciones, pero es difícil achacar esa sensación a nada en concreto. Lo único que no me convenció de la novela, y que puede decepcionar a algunos lectores, es que el final es de esos totalmente ambiguos, en los que uno tiene que imaginarse la mitad de lo que realmente pasó. Confieso que yo prefiero las tramas más masticadas, pero aun así esto no impidió que disfrutara tremendamente esta lectura y la recomiende a todos los amantes de los libros de tintes góticos ambientados en tierras inglesas. En español lo ha editado Berenice con una cubierta muy parecida a la original.
Esta primera novela de Andrew Michael Hurley se publicó inicialmente en el 2014 con una tirada de solo 300 ejemplares, aunque apenas tardó un año en conseguir un contrato con una editorial más grande. Ese mismo año, el 2015, fue premiada como mejor novela de debut de los Costa Book Awards y de la British Book Industry. ¡No está nada mal como carta de presentación!
El autor posa orgulloso con su libro en los Costa Book Awards. |
The Loney es una novela de tintes góticos que se desarrolla en los parajes fríos y brumosos de la costa norte de Lancashire en 1976. Todos los años, el protagonista y su hermano Hanny, un joven mudo y con dificultades de aprendizaje, acuden desde su Londres natal a una especie de retiro espiritual en la costa junto con sus padres, varios amigos suyos y un cura, todos miembros de la misma congregación católica. Allí llevan a cabo un ritual con el que pretenden curar a Hanny, ritual alentado sobre todo por la madre, una ferviente católica.
Este es un libro difícil de catalogar: no es de terror porque no da exactamente miedo, pero tampoco es tan trepidante como para tildarlo de thriller. Sin embargo, tiene todos los ingredientes de una novela gótica al uso: tramos de costa solitarios y brumosos, una casa aislada en la que vive gente extraña, lluvia incesante, una joven bella y misteriosa (de cuyas circunstancias se dan pocos, pero estremecedores detalles), inesperados descubrimientos tras las paredes de una casa vieja... Y la línea de fondo que lo une todo es el choque entre las creencias católicas más fervientes y los ritos paganos que tienen lugar en The Loney: efectivamente, buena parte de la historia gira en torno a la religión, el fanatismo y la pérdida de la fe. La madre de los protagonistas es católica ferviente, y sus maneras chocan con las del nuevo párroco, joven y más flexible. El anterior, que seguía los rituales al pie de la letra, murió recientemente y aún hay incógnitas en torno a su muerte.
Para mí lo que realmente destaca de esta novela es la caracterización de los personajes y cómo su autor ha tejido todo el entramado: algo realmente sorprendente en una novela debut. Especialmente entrañable me ha parecido la estrecha relación entre los dos hermanos y su forma de comunicarse entre sí. Por último, destaca también el ambiente que entreteje la novela; no es misterio ni terror, es la sensación de que algo está pasando y de que en ese lugar no hay buenas vibraciones, pero es difícil achacar esa sensación a nada en concreto. Lo único que no me convenció de la novela, y que puede decepcionar a algunos lectores, es que el final es de esos totalmente ambiguos, en los que uno tiene que imaginarse la mitad de lo que realmente pasó. Confieso que yo prefiero las tramas más masticadas, pero aun así esto no impidió que disfrutara tremendamente esta lectura y la recomiende a todos los amantes de los libros de tintes góticos ambientados en tierras inglesas. En español lo ha editado Berenice con una cubierta muy parecida a la original.
1 de mayo de 2017
Un matrimonio de provincias (Marquesa Colombi)
Este libro, bastante breve y de fácil lectura, narra los años de juventud de Denza, una muchacha de pocos posibles que reside en un pueblo italiano a finales del siglo XIX. Huérfana de madre, Denza vive con su hermana y su padre, que al cabo de un tiempo se casa en segundas nupcias y tiene otro hijo. Los días transcurren tediosos para la joven, que lo único que hace en todo el día es pasear incesantemente con su padre y su hermana por los campos circundantes al pueblo mientras el padre les va dando lecciones que sustituyen la asistencia de ambas al colegio. La llegada de la madrastra no mejora las cosas: no es que se lleven mal, pero es una señora brusca y poco cariñosa que pone a Denza al cuidado del recién nacido y que no ayuda a que los días discurran con algún aliciente.
Así las cosas, lo único a lo que puede aspirar Denza es a hacer un buen matrimonio, y la joven ve alimentadas sus expectativas cuando le dicen que su belleza le ayudará a dar con un buen partido. Y así es: un buen día se entera de que Onorato, un joven gordo y elefantino pero de muy buena familia, se ha fijado en ella, y ambos intercambian ardientes miradas, incluso antes de conocerse, en las ocasiones en las que se encuentran en el pueblo. La falta de dote no es un argumento a favor de la joven, pero Denza confía en su belleza y en las ardientes miradas que ambos se han intercambiado y está convencida de que es solo cuestión de tiempo que Onorato dé el paso y acuda a su casa para pedirle la mano a su padre. Está dispuesta a esperar cuanto sea necesario.
Un matrimonio de provincias habla de la pérdida de la juventud y de las expectativas y anhelos adolescentes, al tiempo que traza un retrato de la vida en un pueblecito italiano de provincias. Es una lectura en apariencia sencilla, pero escrita de forma magistral que hace que se disfrute cada página. Plasma a la perfección las ilusiones de una adolescente ante un posible pretendiente, las miradas que alimentaban las ilusiones de Denza durante meses... Y el lector no puede sino acompañar a Denza en esas ensoñaciones, en esa incertidumbre ante el futuro, en esas ilusiones cuyo desenlace no se desvela hasta casi el final.
Así las cosas, lo único a lo que puede aspirar Denza es a hacer un buen matrimonio, y la joven ve alimentadas sus expectativas cuando le dicen que su belleza le ayudará a dar con un buen partido. Y así es: un buen día se entera de que Onorato, un joven gordo y elefantino pero de muy buena familia, se ha fijado en ella, y ambos intercambian ardientes miradas, incluso antes de conocerse, en las ocasiones en las que se encuentran en el pueblo. La falta de dote no es un argumento a favor de la joven, pero Denza confía en su belleza y en las ardientes miradas que ambos se han intercambiado y está convencida de que es solo cuestión de tiempo que Onorato dé el paso y acuda a su casa para pedirle la mano a su padre. Está dispuesta a esperar cuanto sea necesario.
Un matrimonio de provincias habla de la pérdida de la juventud y de las expectativas y anhelos adolescentes, al tiempo que traza un retrato de la vida en un pueblecito italiano de provincias. Es una lectura en apariencia sencilla, pero escrita de forma magistral que hace que se disfrute cada página. Plasma a la perfección las ilusiones de una adolescente ante un posible pretendiente, las miradas que alimentaban las ilusiones de Denza durante meses... Y el lector no puede sino acompañar a Denza en esas ensoñaciones, en esa incertidumbre ante el futuro, en esas ilusiones cuyo desenlace no se desvela hasta casi el final.
23 de abril de 2017
Estás sola (Alexandra Oliva)
La primera edición de un reality tipo Supervivientes, con un presupuesto de superproducción hollywoodiense, ha llevado a doce concursantes a un bosque remoto. Las pruebas son duras y los participantes deben pasar cada vez más tiempo en soledad, recorriendo los bosques para ir completando las pruebas que ha organizado el equipo de producción. Zoo, una de las concursantes más fuertes y lúcidas, va avanzando sola mientras trata de interpretar las pistas que le ha dejado el programa. Sin embargo, llega un momento en que nada parece ir como debería, y cuando se encuentra en apuros nadie acude en su ayuda, tal como estipula el contrato. Pero ella está segura de que la están poniendo a prueba, de que puede optar por abandonar el concurso en cuanto las cosas se pongan demasiado duras, y sigue adelante convencida de que todo lo que ve, incluidos cadáveres, forma parte de un decorado...
Detrás de esta interesante premisa se analiza la mecánica de los realities. ¿Hasta qué punto es cierto todo lo que vemos en la pantalla? ¿Ese concursante es así o se está proyectando una cierta imagen de él, y todo lo que no case con esa imagen no se emite? Me gustó ver plasmado en el papel cómo los productores quitan escenas clave o emiten solo determinados comentarios para aumentar el dramatismo, cómo la edición final cambia totalmente la percepción de una escena, cómo el equipo de producción está cenando y durmiendo en cabañas a unos cientos de metros de los famélicos concursantes... Por otra parte, cuando un concursante estalla o se derrumba, ¿no habrá llegado a ese punto azuzada por los productores?
Este libro me ha gustado mucho, sobre todo por cómo ha perfilado a Zoo, la protagonista, sus miedos y sus motivaciones para entrar en el concurso. Lo valoro más si cabe teniendo en cuenta que es el primero que escribe su joven autora, Alexandra Oliva. La única pega que le veo es los primeros capítulos (en los que por cierto estuve a punto de abandonar), porque la introducción de los diferentes personajes es bastante liosa y poco interesante, pero en torno a la página 70 la trama empieza a cobrar ritmo y ya es imposible de soltar.
Lo recomendaría sobre todo a un público joven interesado en los realities de televisión, aunque si esto último no se cumple no es problema, pues creo que la trama trepidante del libro se puede disfrutar igual.
Gracias a Edición Anticipada por el ejemplar.
Detrás de esta interesante premisa se analiza la mecánica de los realities. ¿Hasta qué punto es cierto todo lo que vemos en la pantalla? ¿Ese concursante es así o se está proyectando una cierta imagen de él, y todo lo que no case con esa imagen no se emite? Me gustó ver plasmado en el papel cómo los productores quitan escenas clave o emiten solo determinados comentarios para aumentar el dramatismo, cómo la edición final cambia totalmente la percepción de una escena, cómo el equipo de producción está cenando y durmiendo en cabañas a unos cientos de metros de los famélicos concursantes... Por otra parte, cuando un concursante estalla o se derrumba, ¿no habrá llegado a ese punto azuzada por los productores?
Este libro me ha gustado mucho, sobre todo por cómo ha perfilado a Zoo, la protagonista, sus miedos y sus motivaciones para entrar en el concurso. Lo valoro más si cabe teniendo en cuenta que es el primero que escribe su joven autora, Alexandra Oliva. La única pega que le veo es los primeros capítulos (en los que por cierto estuve a punto de abandonar), porque la introducción de los diferentes personajes es bastante liosa y poco interesante, pero en torno a la página 70 la trama empieza a cobrar ritmo y ya es imposible de soltar.
Lo recomendaría sobre todo a un público joven interesado en los realities de televisión, aunque si esto último no se cumple no es problema, pues creo que la trama trepidante del libro se puede disfrutar igual.
Gracias a Edición Anticipada por el ejemplar.
9 de abril de 2017
Instrumental (James Rhodes)
En esta reseña, más que demostrar mi entusiasmo por este libro (que también), debo centrarme en mostrar mi entusiasmo por su autor, James Rhodes, porque de verdad que ha sido todo un descubrimiento.
Flaco, con gafas de pasta y el pelo revuelto, un cierto aire hipster y una mirada entre inocente, entusiasmada y excéntrica. Pero James Rhodes no es el último cantante de pop-rock de moda: es pianista, y siente auténtica pasión por la música clásica. Pese a que ya ha despuntado como concertista y tiene una buena trayectoria a sus espaldas, no ha escrito su autobiografía a los 38 años por ese motivo. Instrumental nació porque Rhodes sentía que debía exorcizar su pasado y tratar de hacer las paces con él, y qué mejor forma que volcarse en las páginas de un libro y contar con honestidad el larguísimo camino que ha recorrido hasta la fecha.
Así, en este libro Rhodes nos cuenta cómo llegó a apasionarse por la música clásica, pero para ello debe tocar un tema espinoso que está intrínsecamente ligado con el anterior: de pequeño sufrió abusos sexuales durante años. Y eso que aquí se despacha en media frase y parece que ya puede uno pasar a otro tema, en el libro es durísimo de leer, y no porque dé detalles explícitos (la intención del autor fue precisamente esa, no ser gráfico en sus explicaciones), sino porque narra cómo aquellos hechos afectarían tan gravemente a los siguientes 30 años de su vida.
James Rhodes, que hoy tiene 42 años, acudió en su infancia a un colegio carísimo en un buen barrio de Londres. Fue allí donde comenzó a frecuentar unas clases de boxeo después del cole con seis años; el profesor en seguida se fijó en él, en su aire tímido y desvalido, y lo acogió bajo su ala. Bajo su ala perversa, pues fue este profesor el que abusó de él, después de las clases, sin que el pequeño James se atreviera a decir nada ni nadie a su alrededor notase nada raro (solo una profesora se atrevió a hablar años después tras ver a James en la prensa hablando del tema y se ofreció a declarar ante la policía). Comenzó para James el infierno, y lo único que aplacó su sufrimiento fue el descubrimiento de la música clásica con 7 años. Al escuchar determinadas piezas se sentía transportado a una esfera superior donde nada malo le ocurría ya, y se agarró a la música clásica como su tabla de salvación.
Los abusos se prolongaron hasta los 11 años y le dejaron secuelas físicas y, sobre todo, psíquicas, que solo saldrían a la luz años después: trastornos obsesivo-compulsivos, depresión, narcisismo, egoísmo, alcoholismo, adicción a las drogas, paranoia, trastornos de la alimentación, estrés postraumático, autolesiones, intentos de suicidio… Todo esto lo narra James en el libro, con un estilo tan apasionado que te atrapa desde la primera página: es como estar con él en una cafetería mientras te cuenta qué ha sido de él en estos últimos años, o mejor, en su casa, mientras te va poniendo piezas de música clásica y te habla de por qué le gustan (cada capítulo empieza con una recomendación musical que puede escucharse online). El lector también asiste a todos estos hechos con una especie de pudor, pues James se muestra totalmente sincero y vulnerable en su narración.
Se requiere una tremenda valentía para verter todo esto en un libro, pero James Rhodes aún necesitó más: tuvo que ir a juicio con su exmujer para poder publicar sus memorias, pues ella creía que ver todo esto plasmado en papel podría afectar al hijo de ambos. James ganó en el tribunal su derecho a publicarlo, y es un libro para leer, releer y maravillarse ante la resiliencia humana y ante el poder redentor de la música clásica, que para James actuó como un auténtico refugio en todas las fases de su vida.
Es un libro duro, pero lo recomiendo encarecidamente. El libro además termina de una manera muy optimista, pero voy a insertar un tremendo spoiler (avisados estáis, mejor no seguir leyendo si no os gusta que os fastidien los libros): James cuenta en el libro cómo conoció a su segunda mujer y el camino a ratos tortuoso y a ratos inmensamente feliz que recorrieron juntos. Pese a los altibajos, al final del libro James se muestra tremendamente optimista acerca de su futuro. Bueno, pues lamentablemente ya se han divorciado (el segundo divorcio para James). Da una pena tremenda, sobre todo después de leer el libro y ver cómo habla James de ella, pero también en parte se entiende.
Por último, si os gusta la música clásica, aparte de leer el libro de James Rhodes os recomiendo escuchar sus canales de radio en Spotify. En ellos nos presenta sus canciones de música clásica favoritas, nos cuenta sus motivos y añade alguna anécdota de la época, pero todo ello con un estilo propio: de verdad que no habéis escuchado a nadie hablar así, con tanta pasión y tanto entusiasmo, sobre música clásica. Parece un niño pequeño, da gusto escucharlo. De hecho, transcribo aquí un fragmento que me encantó, que es muy su estilo, para que veáis cómo se expresa y por dónde van los tiros (hablando de si debía poner en su programa de radio las últimas escenas de una ópera de Mozart). Es genial:
I was debating whether or not to do this, if you can believe it, I was thinking, "oh, fuck, no, I shouldn't play the last bit because it's like a spoiler", and then I thought, literally, if there's a single fucking person listening to this who is upset at the idea of an opera spoiler on Spotify you and I would be best friends, so please get in touch, I'd love to hang out with you. Otherwise I don't think anyone else would really care...
En español lo ha publicado Blackie Books y la traducción la firma Ismael Attrache.
Flaco, con gafas de pasta y el pelo revuelto, un cierto aire hipster y una mirada entre inocente, entusiasmada y excéntrica. Pero James Rhodes no es el último cantante de pop-rock de moda: es pianista, y siente auténtica pasión por la música clásica. Pese a que ya ha despuntado como concertista y tiene una buena trayectoria a sus espaldas, no ha escrito su autobiografía a los 38 años por ese motivo. Instrumental nació porque Rhodes sentía que debía exorcizar su pasado y tratar de hacer las paces con él, y qué mejor forma que volcarse en las páginas de un libro y contar con honestidad el larguísimo camino que ha recorrido hasta la fecha.
Así, en este libro Rhodes nos cuenta cómo llegó a apasionarse por la música clásica, pero para ello debe tocar un tema espinoso que está intrínsecamente ligado con el anterior: de pequeño sufrió abusos sexuales durante años. Y eso que aquí se despacha en media frase y parece que ya puede uno pasar a otro tema, en el libro es durísimo de leer, y no porque dé detalles explícitos (la intención del autor fue precisamente esa, no ser gráfico en sus explicaciones), sino porque narra cómo aquellos hechos afectarían tan gravemente a los siguientes 30 años de su vida.
James Rhodes, que hoy tiene 42 años, acudió en su infancia a un colegio carísimo en un buen barrio de Londres. Fue allí donde comenzó a frecuentar unas clases de boxeo después del cole con seis años; el profesor en seguida se fijó en él, en su aire tímido y desvalido, y lo acogió bajo su ala. Bajo su ala perversa, pues fue este profesor el que abusó de él, después de las clases, sin que el pequeño James se atreviera a decir nada ni nadie a su alrededor notase nada raro (solo una profesora se atrevió a hablar años después tras ver a James en la prensa hablando del tema y se ofreció a declarar ante la policía). Comenzó para James el infierno, y lo único que aplacó su sufrimiento fue el descubrimiento de la música clásica con 7 años. Al escuchar determinadas piezas se sentía transportado a una esfera superior donde nada malo le ocurría ya, y se agarró a la música clásica como su tabla de salvación.
Los abusos se prolongaron hasta los 11 años y le dejaron secuelas físicas y, sobre todo, psíquicas, que solo saldrían a la luz años después: trastornos obsesivo-compulsivos, depresión, narcisismo, egoísmo, alcoholismo, adicción a las drogas, paranoia, trastornos de la alimentación, estrés postraumático, autolesiones, intentos de suicidio… Todo esto lo narra James en el libro, con un estilo tan apasionado que te atrapa desde la primera página: es como estar con él en una cafetería mientras te cuenta qué ha sido de él en estos últimos años, o mejor, en su casa, mientras te va poniendo piezas de música clásica y te habla de por qué le gustan (cada capítulo empieza con una recomendación musical que puede escucharse online). El lector también asiste a todos estos hechos con una especie de pudor, pues James se muestra totalmente sincero y vulnerable en su narración.
Se requiere una tremenda valentía para verter todo esto en un libro, pero James Rhodes aún necesitó más: tuvo que ir a juicio con su exmujer para poder publicar sus memorias, pues ella creía que ver todo esto plasmado en papel podría afectar al hijo de ambos. James ganó en el tribunal su derecho a publicarlo, y es un libro para leer, releer y maravillarse ante la resiliencia humana y ante el poder redentor de la música clásica, que para James actuó como un auténtico refugio en todas las fases de su vida.
Es un libro duro, pero lo recomiendo encarecidamente. El libro además termina de una manera muy optimista, pero voy a insertar un tremendo spoiler (avisados estáis, mejor no seguir leyendo si no os gusta que os fastidien los libros): James cuenta en el libro cómo conoció a su segunda mujer y el camino a ratos tortuoso y a ratos inmensamente feliz que recorrieron juntos. Pese a los altibajos, al final del libro James se muestra tremendamente optimista acerca de su futuro. Bueno, pues lamentablemente ya se han divorciado (el segundo divorcio para James). Da una pena tremenda, sobre todo después de leer el libro y ver cómo habla James de ella, pero también en parte se entiende.
Por último, si os gusta la música clásica, aparte de leer el libro de James Rhodes os recomiendo escuchar sus canales de radio en Spotify. En ellos nos presenta sus canciones de música clásica favoritas, nos cuenta sus motivos y añade alguna anécdota de la época, pero todo ello con un estilo propio: de verdad que no habéis escuchado a nadie hablar así, con tanta pasión y tanto entusiasmo, sobre música clásica. Parece un niño pequeño, da gusto escucharlo. De hecho, transcribo aquí un fragmento que me encantó, que es muy su estilo, para que veáis cómo se expresa y por dónde van los tiros (hablando de si debía poner en su programa de radio las últimas escenas de una ópera de Mozart). Es genial:
I was debating whether or not to do this, if you can believe it, I was thinking, "oh, fuck, no, I shouldn't play the last bit because it's like a spoiler", and then I thought, literally, if there's a single fucking person listening to this who is upset at the idea of an opera spoiler on Spotify you and I would be best friends, so please get in touch, I'd love to hang out with you. Otherwise I don't think anyone else would really care...
En español lo ha publicado Blackie Books y la traducción la firma Ismael Attrache.
20 de marzo de 2017
Martes con mi viejo profesor (Mitch Albom)
En algún momento de nuestras vidas, todos hemos tenido cerca a una persona en quien confiábamos especialmente por sus consejos lúcidos, su apoyo incondicional o la orientación que quizá nos brindó en un momento en el que estábamos especialmente perdidos (como la adolescencia y la juventud).
Todo eso lo encontró el autor de este libro en la figura de Morrie Schwartz, que fue su profesor en la universidad. Morrie era una persona tremendamente positiva, vital, que abrazaba la vida y contagiaba esa vitalidad a todos los que lo conocían. Ambos establecieron un fuerte vínculo que, sin embargo, se fue diluyendo cuando Mitch dejó la universidad y emprendió una exitosa carrera laboral como redactor deportivo que apenas le dejaba tiempo para pensar en nada.
Los años pasaron; Morrie ha enfermado de ELA y sabe que su esperanza de vida no va a ser larga. Mitch retoma el contacto con el que fue su profesor y, en honor a los viejos tiempos, deciden reunirse una vez a la semana, los martes (como hacían en la universidad); estos encuentros al principio relajados se convierten en reuniones ineludibles en las que hablan de uno de los temas más recurrentes de la literatura: lo importante es el amor, rodéate de él en la medida en que te sea posible, y aléjate de las bondades del dinero y los negocios.
Con el consentimiento de Morrie, Mitch decide reunir todas sus enseñanzas en un librito, que se convertiría en este aclamado superventas (no lo he aclarado antes, pero el libro está basado en hechos reales).
No es este el tipo de libro que me apetecía leer, pero me lo ofreció una madre a las puertas del colegio y me dije que por qué no probar (al fin y al cabo, su fama le precede). Y quizá fue eso, que no me apetecía ahora mismo esta lectura, pero debo decir que ni me gustó ni me marcó especialmente. La verdad es que tiene un tonillo de autoayuda bastante barato para mi gusto: no cuenta nada nuevo y, lo que cuenta, está escrito de una forma demasiado simple. Además va dando lecciones de sabiduría que hay que digerir sin más; ningún personaje se ve transformado a lo largo del proceso. Hay libros como Come, reza, ama que también son considerados de autoayuda pero a mí me gustaron muchísimo más porque ofrecen un desarrollo de la historia más elaborado: no hace falta sermonear, sino que basta con ver la evolución de la autora a lo largo del libro. Por otra parte, el autor, Mitch, no acabó de caerme del todo bien: parece que él es la persona a quien Morrie más ha echado de menos de todas las que ha conocido en su vida y llega a decirle que es el hijo que nunca tuvo, cuando en realidad Mitch no parece tener ninguna cualidad demasiado positiva. Mitch Albom podría haberse limitado a escribir la biografía de Morrie, pero no, se aseguró de que él mismo tenía un papel prominente en la historia...
Lo recomendaría a personas que disfrutan de libros sencillos, breves, que tocan la fibra sensible sin tratar de complicar demasiado al lector. A quien busque algo más en un libro de superación personal le recomendaría sin duda Come, reza, ama, de Elizabeth Gilbert (aunque este tiene también una cantidad importante de detractores) y Salvaje, de Cheryl Strayed. Los dos están reseñados en el blog si os interesan.
Todo eso lo encontró el autor de este libro en la figura de Morrie Schwartz, que fue su profesor en la universidad. Morrie era una persona tremendamente positiva, vital, que abrazaba la vida y contagiaba esa vitalidad a todos los que lo conocían. Ambos establecieron un fuerte vínculo que, sin embargo, se fue diluyendo cuando Mitch dejó la universidad y emprendió una exitosa carrera laboral como redactor deportivo que apenas le dejaba tiempo para pensar en nada.
Los años pasaron; Morrie ha enfermado de ELA y sabe que su esperanza de vida no va a ser larga. Mitch retoma el contacto con el que fue su profesor y, en honor a los viejos tiempos, deciden reunirse una vez a la semana, los martes (como hacían en la universidad); estos encuentros al principio relajados se convierten en reuniones ineludibles en las que hablan de uno de los temas más recurrentes de la literatura: lo importante es el amor, rodéate de él en la medida en que te sea posible, y aléjate de las bondades del dinero y los negocios.
Con el consentimiento de Morrie, Mitch decide reunir todas sus enseñanzas en un librito, que se convertiría en este aclamado superventas (no lo he aclarado antes, pero el libro está basado en hechos reales).
No es este el tipo de libro que me apetecía leer, pero me lo ofreció una madre a las puertas del colegio y me dije que por qué no probar (al fin y al cabo, su fama le precede). Y quizá fue eso, que no me apetecía ahora mismo esta lectura, pero debo decir que ni me gustó ni me marcó especialmente. La verdad es que tiene un tonillo de autoayuda bastante barato para mi gusto: no cuenta nada nuevo y, lo que cuenta, está escrito de una forma demasiado simple. Además va dando lecciones de sabiduría que hay que digerir sin más; ningún personaje se ve transformado a lo largo del proceso. Hay libros como Come, reza, ama que también son considerados de autoayuda pero a mí me gustaron muchísimo más porque ofrecen un desarrollo de la historia más elaborado: no hace falta sermonear, sino que basta con ver la evolución de la autora a lo largo del libro. Por otra parte, el autor, Mitch, no acabó de caerme del todo bien: parece que él es la persona a quien Morrie más ha echado de menos de todas las que ha conocido en su vida y llega a decirle que es el hijo que nunca tuvo, cuando en realidad Mitch no parece tener ninguna cualidad demasiado positiva. Mitch Albom podría haberse limitado a escribir la biografía de Morrie, pero no, se aseguró de que él mismo tenía un papel prominente en la historia...
Lo recomendaría a personas que disfrutan de libros sencillos, breves, que tocan la fibra sensible sin tratar de complicar demasiado al lector. A quien busque algo más en un libro de superación personal le recomendaría sin duda Come, reza, ama, de Elizabeth Gilbert (aunque este tiene también una cantidad importante de detractores) y Salvaje, de Cheryl Strayed. Los dos están reseñados en el blog si os interesan.
18 de marzo de 2017
Horns (Joe Hill)
Una se entera de que el hijo de Stephen King también está cosechando éxito en su carrera como escritor y, claro, le falta tiempo para ir a la librería. Y aquel día en Waterstones no solo encontré varios libros de Joe Hill, sino que uno de ellos ¡estaba firmado por el autor! Tengo que repetir el dato: el libro que al final me compré ha estado entre las manos del hijo de Stephen King. Me pareció insuperable.
Y pasado el momento fan, vamos a la reseña. La novela empieza sin rodeos: Ig se levanta una mañana con una tremenda resaca (tras pasar una mala noche en el aniversario del asesinato de su novia), y descubre que le han salido unos prominentes cuernos. Durante esta primera parte del libro Ig se dedica a comprobar qué otras cosas han cambiado en su día a día, pues los cuernos provocan un intenso efecto involuntario en las personas con las que se encuentra.
Después de un inicio a un ritmo frenético, la trama se ralentiza en la segunda parte cuando se nos cuenta la historia de amor de Ig y Merrin. Pero no hay que bajar la guardia: estas páginas pueden ser un poco lentas (aunque a mí me encantaron), pero se van dando datos que nos ayudarán a entender lo que viene después.
La tercera parte vuelve a adquirir un ritmo trepidante con la descripción de la noche del asesinato de Maggie. La cuarta parte se ve desde la perspectiva del malo del libro, que está muy bien caracterizado. La quinta parte, donde la verdad sale a la luz y todo se resuelve, tiene partes que me gustaron mucho (aunque la escena cumbre recuerdo que no me pareció del todo satisfactoria) y otras que me dejaron perpleja (aún estoy intentando adivinar el significado de la casa del árbol).
Hasta ahí la trama. En cuanto al estilo de Hill, yo la verdad es que he visto muchísimos rasgos en común con su padre. La primera parte en concreto me pareció que tenía muchas similitudes con mi libro favorito de King, La tienda, en especial las reacciones de los clientes cuando entraban en el negocio de Leland Gaunt. Aparte de ese aspecto concreto, también la forma de narrar me recuerda mucho a su padre, algo que para mí es totalmente positivo. Quizá sí esperaba que la escritura de Hill buscara deliberadamente no parecerse en nada a la de su progenitor, por aquello de evitar las odiosas comparaciones, pero supongo que escribir en la misma línea y con los mismos recursos es algo natural.
[Ojo, a partir de aquí hay spoilers.]
Me encantan los escritores que caracterizan bien a sus personajes y las relaciones entre ellos, y Joe Hill lo hace a la perfección: Ig, Merrin y Lee cobran vida ante nuestros ojos y sus vivencias se antojan de lo más natural. Un punto que me pareció muy interesante y bien narrado es el momento en que Merrin decide dejar a Ig; ambos habían empezado la relación muy jóvenes y llega un punto en el que Merrin necesita ver qué hay más allá, estar con otras personas, descubrir más mundo. Me pareció algo totalmente real, natural, creíble. Por eso fue un poco shock leer en las páginas finales un giro de la trama al más puro estilo Rebecca, que para mí hubiera sido preferible que no se hubiera producido.
Cuando emprendí esta lectura creo que, inconscientemente, buscaba un estilo de escritura que se pareciera un poco al de Stephen King, que me permitiera relacionarlos a ambos e imaginarme qué consejos le estaba dando el padre al hijo. En ese sentido disfruté mucho el libro. Si os gusta mínimamente Stephen King, probad con Joe Hill. No os defraudará. Además creo que este autor hubiera triunfado también de no ser hijo de quien es (de hecho, hasta que no alcanzó un cierto éxito con sus novelas y relatos, Hill no reveló su verdadera identidad). En definitiva, se trata de un autor con ideas novedosas, que sabe construir personajes y crear tramas interesantes, alternando momentos trepidantes con otros más reflexivos y salpicando el libro de profundidad y reflexiones interesantes (¡aunque el final es quizá demasiado rebuscado para mi gusto!).
“Remember the day in the tree house?” he asked. “The tree house we could never find again, the place with the white curtains? You said this doesn’t happen to ordinary couples. You said we were different. You said the love we had was marked out as special, that no two people out of a million were ever given anything like we were given. You said we were meant for each other. You said there was no ignoring the signs.”
“It wasn’t a sign. It was just an afternoon lay in someone’s tree house.”
Ig shook his head slowly from side to side. Talking to her now was like flailing his hands at a storm of hornets. It did nothing, and it stung, and yet he couldn’t stop himself.
“Don’t you remember we looked for it? We looked all summer, and we could never find it again? And you said it was a tree house of the mind?”
“That’s what I said so we could stop looking for it. This is exactly what I’m talking about, Ig. You and your magical thinking. A fuck can’t just be a fuck. It always has to be a transcendent experience, life-changing. It’s depressing and weird, and I’m tired of acting like it’s normal. Will you listen to yourself? Why the fuck are we even talking about a tree house?”
“I’m getting sick of your mouth,” Ig said.
“You don’t like it? You don’t like to hear me talk about fucking? Why, Ig? Does it mess with your picture of me? You don’t want a real person. You want a holy vision you can beat off to.”
The waitress said, “I guess you still haven’t made up your minds.” Standing beside their table again.
“Two more,” Ig said, and she went away.
They stared at each other. Ig was gripping the table and felt dangerously close to turning it over.
“We were kids when we met,” she said. “We let it get a lot more serious than any high-school relationship should’ve been. If we spend some time with other people, it will put our relationship in perspective. Maybe we pick it up again later and see if we can love each other as adults the way we did as kids. I don’t know. After some time has gone by, maybe we can take another look at what we have to offer each other.”
“‘At what we have to offer each other’?” Ig said. “You sound like a loan officer.”
She was rubbing her throat with one hand, her eyes miserable now, which was when Ig noticed she wasn’t wearing her cross. He wondered if there was meaning in that. The cross had been like an engagement ring, long before either of them had ever discussed the idea of staying together their whole lives. He honestly could not remember ever seeing her without it-a thought that filled his chest with a sick, drafty sensation.
“So do you have someone picked out?” Ig asked. “Someone you want to fuck in the name of putting our relationship in perspective?”
“I’m not thinking about it that way. I’m just-”
“Yes you are. That’s what this is all about, you said so yourself. We need to fuck other people.”
Y pasado el momento fan, vamos a la reseña. La novela empieza sin rodeos: Ig se levanta una mañana con una tremenda resaca (tras pasar una mala noche en el aniversario del asesinato de su novia), y descubre que le han salido unos prominentes cuernos. Durante esta primera parte del libro Ig se dedica a comprobar qué otras cosas han cambiado en su día a día, pues los cuernos provocan un intenso efecto involuntario en las personas con las que se encuentra.
Después de un inicio a un ritmo frenético, la trama se ralentiza en la segunda parte cuando se nos cuenta la historia de amor de Ig y Merrin. Pero no hay que bajar la guardia: estas páginas pueden ser un poco lentas (aunque a mí me encantaron), pero se van dando datos que nos ayudarán a entender lo que viene después.
La tercera parte vuelve a adquirir un ritmo trepidante con la descripción de la noche del asesinato de Maggie. La cuarta parte se ve desde la perspectiva del malo del libro, que está muy bien caracterizado. La quinta parte, donde la verdad sale a la luz y todo se resuelve, tiene partes que me gustaron mucho (aunque la escena cumbre recuerdo que no me pareció del todo satisfactoria) y otras que me dejaron perpleja (aún estoy intentando adivinar el significado de la casa del árbol).
Hasta ahí la trama. En cuanto al estilo de Hill, yo la verdad es que he visto muchísimos rasgos en común con su padre. La primera parte en concreto me pareció que tenía muchas similitudes con mi libro favorito de King, La tienda, en especial las reacciones de los clientes cuando entraban en el negocio de Leland Gaunt. Aparte de ese aspecto concreto, también la forma de narrar me recuerda mucho a su padre, algo que para mí es totalmente positivo. Quizá sí esperaba que la escritura de Hill buscara deliberadamente no parecerse en nada a la de su progenitor, por aquello de evitar las odiosas comparaciones, pero supongo que escribir en la misma línea y con los mismos recursos es algo natural.
[Ojo, a partir de aquí hay spoilers.]
Me encantan los escritores que caracterizan bien a sus personajes y las relaciones entre ellos, y Joe Hill lo hace a la perfección: Ig, Merrin y Lee cobran vida ante nuestros ojos y sus vivencias se antojan de lo más natural. Un punto que me pareció muy interesante y bien narrado es el momento en que Merrin decide dejar a Ig; ambos habían empezado la relación muy jóvenes y llega un punto en el que Merrin necesita ver qué hay más allá, estar con otras personas, descubrir más mundo. Me pareció algo totalmente real, natural, creíble. Por eso fue un poco shock leer en las páginas finales un giro de la trama al más puro estilo Rebecca, que para mí hubiera sido preferible que no se hubiera producido.
Cuando emprendí esta lectura creo que, inconscientemente, buscaba un estilo de escritura que se pareciera un poco al de Stephen King, que me permitiera relacionarlos a ambos e imaginarme qué consejos le estaba dando el padre al hijo. En ese sentido disfruté mucho el libro. Si os gusta mínimamente Stephen King, probad con Joe Hill. No os defraudará. Además creo que este autor hubiera triunfado también de no ser hijo de quien es (de hecho, hasta que no alcanzó un cierto éxito con sus novelas y relatos, Hill no reveló su verdadera identidad). En definitiva, se trata de un autor con ideas novedosas, que sabe construir personajes y crear tramas interesantes, alternando momentos trepidantes con otros más reflexivos y salpicando el libro de profundidad y reflexiones interesantes (¡aunque el final es quizá demasiado rebuscado para mi gusto!).
“Remember the day in the tree house?” he asked. “The tree house we could never find again, the place with the white curtains? You said this doesn’t happen to ordinary couples. You said we were different. You said the love we had was marked out as special, that no two people out of a million were ever given anything like we were given. You said we were meant for each other. You said there was no ignoring the signs.”
“It wasn’t a sign. It was just an afternoon lay in someone’s tree house.”
Ig shook his head slowly from side to side. Talking to her now was like flailing his hands at a storm of hornets. It did nothing, and it stung, and yet he couldn’t stop himself.
“Don’t you remember we looked for it? We looked all summer, and we could never find it again? And you said it was a tree house of the mind?”
“That’s what I said so we could stop looking for it. This is exactly what I’m talking about, Ig. You and your magical thinking. A fuck can’t just be a fuck. It always has to be a transcendent experience, life-changing. It’s depressing and weird, and I’m tired of acting like it’s normal. Will you listen to yourself? Why the fuck are we even talking about a tree house?”
“I’m getting sick of your mouth,” Ig said.
“You don’t like it? You don’t like to hear me talk about fucking? Why, Ig? Does it mess with your picture of me? You don’t want a real person. You want a holy vision you can beat off to.”
The waitress said, “I guess you still haven’t made up your minds.” Standing beside their table again.
“Two more,” Ig said, and she went away.
They stared at each other. Ig was gripping the table and felt dangerously close to turning it over.
“We were kids when we met,” she said. “We let it get a lot more serious than any high-school relationship should’ve been. If we spend some time with other people, it will put our relationship in perspective. Maybe we pick it up again later and see if we can love each other as adults the way we did as kids. I don’t know. After some time has gone by, maybe we can take another look at what we have to offer each other.”
“‘At what we have to offer each other’?” Ig said. “You sound like a loan officer.”
She was rubbing her throat with one hand, her eyes miserable now, which was when Ig noticed she wasn’t wearing her cross. He wondered if there was meaning in that. The cross had been like an engagement ring, long before either of them had ever discussed the idea of staying together their whole lives. He honestly could not remember ever seeing her without it-a thought that filled his chest with a sick, drafty sensation.
“So do you have someone picked out?” Ig asked. “Someone you want to fuck in the name of putting our relationship in perspective?”
“I’m not thinking about it that way. I’m just-”
“Yes you are. That’s what this is all about, you said so yourself. We need to fuck other people.”
Daniel Radcliffe caracterizado como Ig en la película Horns, basada en el libro de Joe Hill. |
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