Las hermanas Elisa y Sabela crecen en una pequeña aldea cercana a Ferrol, donde su madre, Rosalía, una leiteira pobre, las cría sin la ayuda de su marido. Mateo, que emigró a América para iniciar un negocio que nunca concluyó, solo le dejó a su hermano Manuel, sordo de nacimiento, que con su bondad temerosa y sencilla la ayuda a sacar a sus hijas adelante.
Cuando Rosalía comienza a planear la boda de su hija Elisa con Eloy, el único bachiller del pueblo, no cuenta con que Sabela se ha enamorado de él y que el guapo minero Martín tiene otros planes para Elisa.
Tierra sin hombres es una novela de personajes y de intrigas familiares que se enmarca en la Galicia de finales del siglo XIX y principios del XX, en una aldea cargada de supersticiones y de habladurías, lluviosa, pobre; una tierra de viudas de vivos, donde las mujeres ven como sus hombres han de emigrar en busca de una vida mejor, un sueño que a veces se cumple y otras se vuelve contra todos.
Corría el año 2017 e iba con mi padre en coche recorriendo un estrecho congosto de nuestra provincia, Huesca. Teníamos la radio puesta y comenzaron a emitir una entrevista a Inma Chacón en la que hablaba de su última novela. La agradable charla, la historia interesante que contó sobre las «viudas de vivos», aquel momento con mi padre y los paisajes oscenses se me quedaron grabados en la memoria. Y me dije que aquel libro prometía una historia singular y que valdría la pena leerlo. Dos años después por fin he conseguido hacer hueco a esta lectura y puedo confirmar que es una historia magnífica.
Como dice la propia autora en una nota al final del libro, esta historia gira en torno a una de aquellas «viudas de vivos», mujeres gallegas que veían cómo sus maridos se marchaban a América para buscarse la vida. A veces no regresaban, o lo hacían al cabo de los años y volvían a marcharse, dejándolas a ellas al cuidado de los hijos y de las tierras. Es esta, pues, una historia en la que las protagonistas son sobre todo las mujeres, esas que se pasan años mirando al mar en busca de un barco, de un marido, que ha de volver. Es el caso de Rosalía, la leiteira, que se queda sola al cuidado de sus hijas Elisa y Sabela, con la única ayuda de su cuñado Manuel, sordo desde los cinco años, una persona silenciosa pero atenta y cariñosa. La vida de Rosalía no es fácil: cada día anda los nueve kilómetros que separan la aldea de Cobas de Ferrol para vender la leche que lleva en pesadas cántaras en equilibrio sobre la cabeza. Rosalía no quiere esa vida para sus hijas, por lo que traza su futuro con escuadra y cartabón: Elisa se casará con Eloy el de las cesteiras, un joven de la aldea estudioso y con un prometedor futuro, y Sabela se quedará al cuidado de la casa familiar. Pero no sabe que a Elisa no le hace ilusión ese compromiso y que Sabela está enamorada en secreto de Eloy, por lo que todo apunta a que los planes de Rosalía quizá no salgan tal como ella espera.
Este libro nos transportará a la Galicia de principios del s. XX, a la aldea de Cobas, donde los chismes de los vecinos marcarán la vida de Rosalía, Elisa y Sabela. Buena parte de sus acciones se verán condicionadas por el consabido «qué dirán»... Para mí esta novela destaca por muchas cosas: la narración es impecable, los personajes están muy bien descritos y el ritmo se mantiene a lo largo de toda la lectura, pero lo que más destaca es la ambientación que transcurre en Galicia, esa tristeza que todo lo empapa, esa lluvia infinita. Para muestra, el párrafo que abre la novela:
El aguacero descargó sobre el camposanto como si quisiera cobrarse una deuda. Los goterones rebotaban sin interrupción sobre los paraguas que rodeaban el ataúd, resignado a recibir el diluvio soportando el sonido constante de la lluvia al estrellarse contra la tapa. Mientras, los deudos permanecían con la mirada clavada en el hoyo. Ni una sola corona de flores, ni una lágrima, ni un ramo descuidado, ni un suspiro, ni un rezo, ni un gesto de desolación. Sólo el ruido del agua. Y, a lo lejos, el mar, embravecido y triunfante, levantado sobre sí mismo para que todos supieran que también él había acudido al entierro.
Ninguno de los presentes recordaba haber vivido un temporal semejante. Se había formado cinco días atrás, cuando el horizonte comenzó a llenarse de nubes que se ennegrecían a medida que se acercaban a tierra y alcanzaban la costa, alimentándose unas a otras, despacio, amenazantes, hasta formar una masa de nubarrones que encapotó el cielo de Cobas y se precipitó sobre las colinas donde se desperdigaba la aldea. Desde entonces, no había dejado de llover.
Una lectura sin duda recomendable. No le pondría un diez redondo porque en ocasiones el drama, las pasiones, las tragedias eran un poco demasiado para mi gusto, y además no he acabado de comulgar con ninguno de los personajes; ninguno se me ha hecho simpático del todo. Pero quizá ese es otro punto a favor de la novela, puesto que los personajes eran terriblemente reales, con sus fallos, sus debilidades y fortalezas, y con acciones muchas veces incomprensibles. ¿No somos un poco así todos en algún momento de la vida?
26 de diciembre de 2019
11 de diciembre de 2019
Sorteo aniversario Inquilinas de Netherfield
En el blog de Las inquilinas de Netherfield han organizado un tremendo sorteo (nada menos que siete libros) para celebrar que el blog cumple cuatro años. Sigue abierto hasta el viernes y los libros que sortean son preciosísimos, así que aún estáis a tiempo de participar. ¡Suerte!
6 de diciembre de 2019
Jane Eyre (Charlotte Brontë, Chan Crystal S., SunNeko Lee)
Hace unos meses me leí Jane Eyre por primera vez (ahora veo que no quedó constancia en el blog) y no pudo gustarme más. Así que cuando vi en El rincón de Marlau una versión en manga me picó la curiosidad, hasta tal punto que poco después me lo compré. Y así es como he leído Jane Eyre dos veces en un año, pero han sido dos experiencias muy distintas.
La dura infancia de Jane Eyre no ha conseguido doblegar su espíritu, y como muchas otras jóvenes sin fortuna, tiene que trabajar para ganarse el pan, por lo que acepta un empleo como institutriz en Thornfield Hall. Casi sin poder evitarlo se enamora del tutor de su pupila, el Sr. Rochester, ¿pero podrá su amor superar el terrible secreto que se oculta en esa casa?
Me da pena no haber conocido antes esta historia, porque seguro que a mi yo adolescente le habría encantado. Esa protagonista dulce pero con ideas claras, esa historia de amor que parece encaminada al éxito, esos acontecimientos que irrumpen en mitad del libro, que lo hacen todo añicos y que no me esperaba para nada, esos toques góticos en una mansión de campo inglesa... Este clasicazo tiene todos los ingredientes para gustarme y la verdad es que la novela no me decepcionó. Eso sí, admito que se me hicieron un pelín largos algunos pasajes, como la estancia de Jane en la escuela de Lowood.
En cuanto a la versión manga, admito que es el primer cómic de este estilo que he leído en mi vida (sí, sí) y me ha encantado la experiencia. Desde empezar a leer el libro por la última página, al estilo japonés, hasta ver que esos personajes de novela gótica han adoptado un aire a Candy Candy. La historia se ha condensado a la perfección y los personajes están recreados con mucho acierto (si bien tanto Jane como el señor Rochester son mucho más guapos de lo que deja entrever la novela...). El cómic se lee facilísimo, así que me parece una buena introducción al clásico de Charlotte Brontë, por ejemplo para adolescentes que no sean de leer mucho. Este libro seguro que les conquista y les lleva a animarse a leer la novela entera (o quizá no, pero al menos ya podrán decir que conocen la historia).
Cualquiera de las dos versiones de este clásico es una buenísima idea para regalar estas Navidades, ¿no os parece?
Me da pena no haber conocido antes esta historia, porque seguro que a mi yo adolescente le habría encantado. Esa protagonista dulce pero con ideas claras, esa historia de amor que parece encaminada al éxito, esos acontecimientos que irrumpen en mitad del libro, que lo hacen todo añicos y que no me esperaba para nada, esos toques góticos en una mansión de campo inglesa... Este clasicazo tiene todos los ingredientes para gustarme y la verdad es que la novela no me decepcionó. Eso sí, admito que se me hicieron un pelín largos algunos pasajes, como la estancia de Jane en la escuela de Lowood.
En cuanto a la versión manga, admito que es el primer cómic de este estilo que he leído en mi vida (sí, sí) y me ha encantado la experiencia. Desde empezar a leer el libro por la última página, al estilo japonés, hasta ver que esos personajes de novela gótica han adoptado un aire a Candy Candy. La historia se ha condensado a la perfección y los personajes están recreados con mucho acierto (si bien tanto Jane como el señor Rochester son mucho más guapos de lo que deja entrever la novela...). El cómic se lee facilísimo, así que me parece una buena introducción al clásico de Charlotte Brontë, por ejemplo para adolescentes que no sean de leer mucho. Este libro seguro que les conquista y les lleva a animarse a leer la novela entera (o quizá no, pero al menos ya podrán decir que conocen la historia).
Cualquiera de las dos versiones de este clásico es una buenísima idea para regalar estas Navidades, ¿no os parece?
La versión de Jane Eyre que me leí, un clásico ilustrado de Editorial Alma. |
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SunNeko Lee
20 de noviembre de 2019
Lectura conjunta "Cruzando la línea" de James Patterson
Laky de Libros que hay que leer ha organizado una lectura conjunta con la editorial Duomo con sorteo de tres ejemplares. El libro escogido es Cruzando la línea de James Patterson. Es un thriller que forma parte de una serie, pero no es necesario haber leído los anteriores, pues es un libro independiente. Qué, ¿os animáis? Pinchando en la imagen iréis al blog de Laky, donde está toda la información. ¡Suerte a todos!
17 de noviembre de 2019
Un día de diciembre (Josie Silver)
Laurie no cree en el amor a primera vista. Piensa que una cosa son las películas y otra, la vida real. Sin embargo, un día de diciembre, su mirada se cruza con la de un desconocido a través de la ventanilla empañada de un autobús. Surge la magia y Laurie se enamora perdidamente, pero el autobús arranca y sigue su camino por las calles nevadas de Londres.
Está convencida de que es el hombre de su vida, pero no sabe dónde encontrarlo. Un año después, su mejor amiga Sarah le presenta a Jack, su nuevo novio, del que está muy enamorada. Y sí, es él: el chico del autobús.
Laurie decide olvidarle, pero ¿y si el destino tiene otros planes?
No me extraña que la editorial esté haciendo una fuerte promoción de este libro, porque es el regalo perfecto para las Navidades: pese a que transcurre a lo largo de casi diez años, la Navidad es protagonista de más de una escena, y en Londres para más inri, al más puro estilo Love Actually. Incluso hay referencias a la película, como por ejemplo el párrafo final de la página 41, que reproduce esta escena:
La protagonista es Laurie, una chica de veintipocos años que vive junto con Sarah en un piso compartido que será testigo de sus primeras experiencias con trabajos y novietes. Su amistad poco a poco se va forjando durante esa vida un poco de piso de estudiantes, e incluso se inventan un sándwich que es en cierta manera el símbolo de esa amistad y que aparecerá más de una vez a lo largo del libro:
La miro formar capas de pollo y queso azul con lechuga, mayonesa y arándanos, una ciencia exacta que yo aún no he logrado dominar. Sé que suena asqueroso, pero, créeme, no lo es. Puede que no sea una comida muy típica de estudiantes, pero desde que dimos con el combo ganador durante nuestra época universitaria nos aseguramos de tener siempre los ingredientes en el frigorífico. Es más o menos nuestra dieta básica. Eso, junto con el helado y vino barato.
Y es ahí donde entra en juego el tercero en discordia del que será este triángulo: Jack, un hombre maravilloso que Laurie atisba desde un autobús en una tarde invernal y que meses después se materializa en su propia casa como nuevo novio de Sarah. A partir de ahí, Laurie y Jack saben que ahí hay algo, pero ninguno quiere herir a Sarah y tratan de acallar esos sentimientos y seguir con su vida, y así pasan años y años...
La verdad es que este libro no es un mal regalo para Navidad: se lee muy bien, la narración es agradable y se pasan las páginas en un suspiro. La ambientación es muy Londres en Navidad, con lo cual es una lectura que ahora apetece, y sobre todo es ideal para gente de diecimuchos o veintipocos que están dando sus primeros pasos en la vida: primeros trabajos, primeras relaciones, primeras amistades a muerte. Este libro tiene una puntuación buenísima en todas las redes sociales y puedo entender por qué.
En cuanto a mí, es una lectura que no se hace cuesta arriba, pero da mil vueltas y en un momento dado me descubría esperando pacientemente a que la trama dejara de enredarse de una vez y Laurie y Jack acabaran juntos. No hago aquí mucho spoiler, porque está claro en una novela de este tipo, y con la imagen de portada que tiene, que van a acabar juntos. Y lo malo es que en un momento determinado de la trama casi me daba igual que eso pasara o no, porque como lectora no he acabado de entender el atractivo de Jack. Sí, vale, es guapísimo y hace suspirar a todas las féminas al entrar en una sala, y sus ojos color verde miel (o algo así) quitan el sentido, pero en realidad no llegamos a conocerlo mucho más y varias cosas que hace a lo largo de la trama son bastante deleznables. Por otra parte se habla mucho de la GRAN AMISTAD que tenían Laurie y Jack, a la que recurren durante casi una década, pero en realidad esos dos personajes apenas pasan juntos un puñado de escenas. Esas escenas la autora las hace muy cinematográficas (como la del callejón con lucecitas, o en lo alto de la noria) para asegurarse de que quedan muy bien en una futura película, pero en realidad no hay mucha chicha detrás. Josie Silver te dice todo el rato que Jack y Laurie son muy amigos, pero yo como lectora no he acabado de entender por qué.
Por no hablar de que, si ves a un chico que te gusta muchísimo en la parada de un autobús, hasta el punto de que te obsesionas con él y lo buscas en los bares de todo Londres, ¿no sería lo más lógico volver a esa parada de autobús más o menos a la misma hora durante varios días para ver si lo encuentras? Pues no, a nuestra intrépida protagonista eso no se le ocurre.
En fin, para mí la historia de amor no ha estado a la altura (y se resuelve de forma demasiado precipitada, por cierto). Además, la autora cambia historias y personajes a su gusto para que le cuadren en la trama: ¿que Oscar es un hombre racional y maravilloso? Pues lo cambiamos cuando se va a Bruselas y lo volvemos un ser egoísta y frío para justificar lo que pasa después. ¿Que sería un poco raro tener a Sarah en escena cuando Jack y Laurie por fin se líen? ¿Y si la matamos? No, eso sería un poco exagerado, pero podríamos mandarla a la otra punta del planeta. Ah, eso suena mejor. Así, nuestros protas no se sentirán cohibidos en absoluto en su happily ever after.
El problema ha sido llegar a este libro que gira en torno a una supuesta gran amistad entre hombre y mujer después de haber leído el libro por excelencia sobre ese tema, El silencio del bosque, la maravillosa química entre Rob y Cassie y la forma de narrar de Tana French. Después de eso, nada de lo que una lee está a la altura...
Gracias a Edición Anticipada por el ejemplar.
Está convencida de que es el hombre de su vida, pero no sabe dónde encontrarlo. Un año después, su mejor amiga Sarah le presenta a Jack, su nuevo novio, del que está muy enamorada. Y sí, es él: el chico del autobús.
Laurie decide olvidarle, pero ¿y si el destino tiene otros planes?
No me extraña que la editorial esté haciendo una fuerte promoción de este libro, porque es el regalo perfecto para las Navidades: pese a que transcurre a lo largo de casi diez años, la Navidad es protagonista de más de una escena, y en Londres para más inri, al más puro estilo Love Actually. Incluso hay referencias a la película, como por ejemplo el párrafo final de la página 41, que reproduce esta escena:
La protagonista es Laurie, una chica de veintipocos años que vive junto con Sarah en un piso compartido que será testigo de sus primeras experiencias con trabajos y novietes. Su amistad poco a poco se va forjando durante esa vida un poco de piso de estudiantes, e incluso se inventan un sándwich que es en cierta manera el símbolo de esa amistad y que aparecerá más de una vez a lo largo del libro:
La miro formar capas de pollo y queso azul con lechuga, mayonesa y arándanos, una ciencia exacta que yo aún no he logrado dominar. Sé que suena asqueroso, pero, créeme, no lo es. Puede que no sea una comida muy típica de estudiantes, pero desde que dimos con el combo ganador durante nuestra época universitaria nos aseguramos de tener siempre los ingredientes en el frigorífico. Es más o menos nuestra dieta básica. Eso, junto con el helado y vino barato.
Y es ahí donde entra en juego el tercero en discordia del que será este triángulo: Jack, un hombre maravilloso que Laurie atisba desde un autobús en una tarde invernal y que meses después se materializa en su propia casa como nuevo novio de Sarah. A partir de ahí, Laurie y Jack saben que ahí hay algo, pero ninguno quiere herir a Sarah y tratan de acallar esos sentimientos y seguir con su vida, y así pasan años y años...
La verdad es que este libro no es un mal regalo para Navidad: se lee muy bien, la narración es agradable y se pasan las páginas en un suspiro. La ambientación es muy Londres en Navidad, con lo cual es una lectura que ahora apetece, y sobre todo es ideal para gente de diecimuchos o veintipocos que están dando sus primeros pasos en la vida: primeros trabajos, primeras relaciones, primeras amistades a muerte. Este libro tiene una puntuación buenísima en todas las redes sociales y puedo entender por qué.
En cuanto a mí, es una lectura que no se hace cuesta arriba, pero da mil vueltas y en un momento dado me descubría esperando pacientemente a que la trama dejara de enredarse de una vez y Laurie y Jack acabaran juntos. No hago aquí mucho spoiler, porque está claro en una novela de este tipo, y con la imagen de portada que tiene, que van a acabar juntos. Y lo malo es que en un momento determinado de la trama casi me daba igual que eso pasara o no, porque como lectora no he acabado de entender el atractivo de Jack. Sí, vale, es guapísimo y hace suspirar a todas las féminas al entrar en una sala, y sus ojos color verde miel (o algo así) quitan el sentido, pero en realidad no llegamos a conocerlo mucho más y varias cosas que hace a lo largo de la trama son bastante deleznables. Por otra parte se habla mucho de la GRAN AMISTAD que tenían Laurie y Jack, a la que recurren durante casi una década, pero en realidad esos dos personajes apenas pasan juntos un puñado de escenas. Esas escenas la autora las hace muy cinematográficas (como la del callejón con lucecitas, o en lo alto de la noria) para asegurarse de que quedan muy bien en una futura película, pero en realidad no hay mucha chicha detrás. Josie Silver te dice todo el rato que Jack y Laurie son muy amigos, pero yo como lectora no he acabado de entender por qué.
Por no hablar de que, si ves a un chico que te gusta muchísimo en la parada de un autobús, hasta el punto de que te obsesionas con él y lo buscas en los bares de todo Londres, ¿no sería lo más lógico volver a esa parada de autobús más o menos a la misma hora durante varios días para ver si lo encuentras? Pues no, a nuestra intrépida protagonista eso no se le ocurre.
En fin, para mí la historia de amor no ha estado a la altura (y se resuelve de forma demasiado precipitada, por cierto). Además, la autora cambia historias y personajes a su gusto para que le cuadren en la trama: ¿que Oscar es un hombre racional y maravilloso? Pues lo cambiamos cuando se va a Bruselas y lo volvemos un ser egoísta y frío para justificar lo que pasa después. ¿Que sería un poco raro tener a Sarah en escena cuando Jack y Laurie por fin se líen? ¿Y si la matamos? No, eso sería un poco exagerado, pero podríamos mandarla a la otra punta del planeta. Ah, eso suena mejor. Así, nuestros protas no se sentirán cohibidos en absoluto en su happily ever after.
El problema ha sido llegar a este libro que gira en torno a una supuesta gran amistad entre hombre y mujer después de haber leído el libro por excelencia sobre ese tema, El silencio del bosque, la maravillosa química entre Rob y Cassie y la forma de narrar de Tana French. Después de eso, nada de lo que una lee está a la altura...
Gracias a Edición Anticipada por el ejemplar.
2 de noviembre de 2019
El exorcista (William Peter Blatty)
Al principio son cosas sutiles, a las que la reputada actriz Chris MacNeil no da demasiada importancia: unos golpecitos que suenan, rítmicos, en el cuarto de su hija, Regan; unos repentinos miedos que atenazan a la niña, que acude en mitad de la noche a dormir con su madre porque su cama se mueve. Muebles muy pesados que aparecen desplazados en medio de la habitación... Con el paso de los días las cosas no solo no mejoran, sino que las mentiras de Regan parecen ir a más, así que Chris la lleva a médicos y psiquiatras, que le hacen una batería de pruebas y empiezan a emitir diagnósticos inciertos: histeria, esquizofrenia, personalidad desdoblada... En poco tiempo el estado físico y mental de Regan se deteriora y empieza a hacer cosas que escapan a todo entendimiento, con lo que al final un médico se atreve a pronunciar la palabra: exorcismo. Y así es como entran en escena dos personajes memorables, el padre Damien Karras primero y Lankester Merrin hacia el final del libro (quien, por cierto, es el verdadero exorcista, ¡y yo pensando todo el rato que el exorcista era el padre Karras!). Juntos se enfrentarán a una fuerza muy superior a ellos, una vieja conocida, y es imposible saber si dos simples mortales podrán salir airosos del embate. Y sobre todo la niña, Regan, que va menguando sus fuerzas y apenas tiene un hilo de vida en las últimas páginas de la novela. Es imposible que, con un panorama así, la historia acabe bien... ¿o no?
En octubre me gusta leer novelas de terror que me vayan preparando para la noche de Halloween y luego para el otoño/invierno que se avecina, y a El exorcista le tenía ganas desde que encontré un tomo de segunda mano que, por su encuadernación en riguroso negro, podría pasar por uno de los ejemplares del Ritual romano que los curas utilizan para el exorcismo. La lectura es inquietante, eso desde luego, pero no me ha resultado tan terrorífica como fue la película, que vi en mi adolescencia, aunque sin atreverme a mirar en muchas de las escenas. Buena parte del libro transcurre entre salas de médicos que aventuran diversos diagnósticos para Regan, y solo a partir de la mitad entran en acción los curas y miramos al demonio a la cara. De todas formas, también dinamiza la trama un inesperado asesinato y el pasado oculto de uno de los personajes, con lo que al final me ha resultado una lectura adictiva y terrorífica que recomiendo totalmente para una fecha como es Halloween.
Por cierto, precisamente la noche de Halloween estaba leyendo yo la novela cuando me encontré en la tele la película. And guess what... ¡No me atreví a verla!
En octubre me gusta leer novelas de terror que me vayan preparando para la noche de Halloween y luego para el otoño/invierno que se avecina, y a El exorcista le tenía ganas desde que encontré un tomo de segunda mano que, por su encuadernación en riguroso negro, podría pasar por uno de los ejemplares del Ritual romano que los curas utilizan para el exorcismo. La lectura es inquietante, eso desde luego, pero no me ha resultado tan terrorífica como fue la película, que vi en mi adolescencia, aunque sin atreverme a mirar en muchas de las escenas. Buena parte del libro transcurre entre salas de médicos que aventuran diversos diagnósticos para Regan, y solo a partir de la mitad entran en acción los curas y miramos al demonio a la cara. De todas formas, también dinamiza la trama un inesperado asesinato y el pasado oculto de uno de los personajes, con lo que al final me ha resultado una lectura adictiva y terrorífica que recomiendo totalmente para una fecha como es Halloween.
Por cierto, precisamente la noche de Halloween estaba leyendo yo la novela cuando me encontré en la tele la película. And guess what... ¡No me atreví a verla!
—Mire, yo no sé nada de esas tonterías —lo interrumpió, con voz baja e intensa—. Pero le voy a decir algo, padre. Si usted me mostrara a la hermana gemela de Regan, que tuviese la misma cara, la misma voz, que fuese igual hasta en la manera de poner los puntos sobre las íes, no me equivocaría; en un segundo sabría que no es ella. ¡Lo sabría! Lo sabría en mis entrañas; por eso le digo que sé que ¡eso que hay en la «planta alta» no es mi hija! ¡Lo sé! ¡Lo sé!
27 de octubre de 2019
In the Woods (Tana French)
Rob Ryan trabaja en la brigada de homicidios de Dublín, donde debe investigar la muerte de una niña de 12 años que aparece en un yacimiento arqueológico amenazado por la construcción de una autopista. Sin embargo, para Ryan este caso es especialmente delicado porque ha sucedido junto al bosque en el que él jugaba de niño y donde se produjo un crimen que marcó su vida. Ahora debe enfrentarse a los demonios de su pasado a la vez que investiga este nuevo caso, pues además todo apunta a que ambos crímenes podrían estar relacionados.
Hasta aquí, todo correcto. Una buena premisa, pero nada que a priori se salga de lo habitual en este tipo de libros, ¿no? Bueno, pues no. Este libro es mucho más que eso, este libro te llega adentro, te retuerce las entrañas y te deja llorando en una esquina. Me ha encantado la forma de narrar que tiene Tana French, compleja, detallada, que en ocasiones roza lo poético, y las reflexiones que salpican la trama, con abundantes flashbacks que le ayudan a perfilar a unos maravillosos protagonistas que cobran vida ante tus ojos. Consigue que llegues a conocer a los personajes, que llegues a quererlos, que te preocupes por ellos. Ha creado a la que es para mí una de las parejas más memorables que he leído en una novela: Rob y Cassie son compañeros de trabajo y amigos del alma, que forman un tándem absolutamente inolvidable. Con ellos no solo avanzamos en las investigaciones, sino que compartimos innumerables guiños, noches de cenas, whisky y cigarros, y pullas que se lanzan el uno al otro con la tranquilidad que da la confianza de tantos años. Y es en ese momento, cuando como lector estás pensando que qué maravilla de libro tienes entre manos, qué bien fluye todo y qué increíble es la pareja protagonista, cuando Tana French empieza a dejar caer que quizá el tema no vaya a acabar del todo bien. Algo va a pasar, aunque no se especifica exactamente el qué. Y eso hace que la segunda mitad del libro se lea con el alma encogida y una pena infinita, y las últimas páginas llegan hasta un final que a mí me ha parecido extrañamente satisfactorio. Un final que, eso sí, te destroza el corazón.
En fin, han pasado días desde que terminé este libro; no me quito a los protagonistas de la cabeza y de momento soy incapaz de emprender una nueva lectura. Creo que ese es uno de los mayores cumplidos que podemos hacerle a una novela, ¿no?
Lo dicho, una novela que me ha parecido increíble, una autora a quien ya estoy deseando leer de nuevo y una novela policíaca compleja y con muchas subtramas superpuestas que recomiendo encarecidamente, aunque avisados estáis de que el final no es para todos los gustos...
En español se llamó El silencio del bosque y lo publicó RBA. La traducción la firma Isabel Margelí Bailo.
Hasta aquí, todo correcto. Una buena premisa, pero nada que a priori se salga de lo habitual en este tipo de libros, ¿no? Bueno, pues no. Este libro es mucho más que eso, este libro te llega adentro, te retuerce las entrañas y te deja llorando en una esquina. Me ha encantado la forma de narrar que tiene Tana French, compleja, detallada, que en ocasiones roza lo poético, y las reflexiones que salpican la trama, con abundantes flashbacks que le ayudan a perfilar a unos maravillosos protagonistas que cobran vida ante tus ojos. Consigue que llegues a conocer a los personajes, que llegues a quererlos, que te preocupes por ellos. Ha creado a la que es para mí una de las parejas más memorables que he leído en una novela: Rob y Cassie son compañeros de trabajo y amigos del alma, que forman un tándem absolutamente inolvidable. Con ellos no solo avanzamos en las investigaciones, sino que compartimos innumerables guiños, noches de cenas, whisky y cigarros, y pullas que se lanzan el uno al otro con la tranquilidad que da la confianza de tantos años. Y es en ese momento, cuando como lector estás pensando que qué maravilla de libro tienes entre manos, qué bien fluye todo y qué increíble es la pareja protagonista, cuando Tana French empieza a dejar caer que quizá el tema no vaya a acabar del todo bien. Algo va a pasar, aunque no se especifica exactamente el qué. Y eso hace que la segunda mitad del libro se lea con el alma encogida y una pena infinita, y las últimas páginas llegan hasta un final que a mí me ha parecido extrañamente satisfactorio. Un final que, eso sí, te destroza el corazón.
En fin, han pasado días desde que terminé este libro; no me quito a los protagonistas de la cabeza y de momento soy incapaz de emprender una nueva lectura. Creo que ese es uno de los mayores cumplidos que podemos hacerle a una novela, ¿no?
Por cierto, también es casualidad que haya leído este libro ahora después de que llevara un año en mis estanterías, porque justo ha coincidido con el estreno de una serie que ha grabado la BBC inspirada en la historia. ¡Y no tenía ni idea! Lo malo es que ya me había hecho una composición mental de cómo eran Rob Ryan y Cassie Maddox, y no sé si estoy preparada para ver cómo lo han plasmado en pantalla (de momento los protagonistas no se parecen en nada a lo que tenía en mente):
En español se llamó El silencio del bosque y lo publicó RBA. La traducción la firma Isabel Margelí Bailo.
7 de octubre de 2019
Cita: In the Woods (Tana French)
How can I ever make you understand Cassie and me? I would have to take you there, walk you down every path of our secret shared geography. The truism says it’s against all odds for a straight man and woman to be real friends, platonic friends; we rolled thirteen, threw down five aces and ran away giggling. She was the summertime cousin out of storybooks, the one you taught to swim at some midge-humming lake and pestered with tadpoles down her swimsuit, with whom you practiced first kisses on a heather hillside and laughed about it years later over a clandestine joint in your granny’s cluttered attic. She painted my fingernails gold and dared me to leave them that way for work…We climbed out her window and down the fire escape and lay on the roof of the extension below, drinking improvised cocktails and singing Tom Waits and watching the stars spin dizzily around us.
No.
In the Woods (Tana French)
No.
In the Woods (Tana French)
29 de septiembre de 2019
El escalón de hojalata (Mónica de Cristóbal)
César es un niño de 12 años que va a 6.˚ de Primaria, es feliz, inteligente y tiene un grupo de buenos amigos. Sin embargo, está cansado de que los demás lo miren de forma diferente, y es que padece acondroplastia (la forma de enanismo más común). Un día, en el colegio les llega la noticia de que se ha convocado un concurso de niños inventores, y César y sus amigos deciden presentarse con una idea: ¡inventarán un escalón portátil de 30 cm para que César pueda superar sin problemas los obstáculos de su día a día! ¿Lograrán dar con una idea que funcione?
Este es el argumento de El escalón de hojalata (Istarduk ediciones), de Mónica de Cristóbal, que pretende acercar a los niños a la realidad de las personas con acondroplasia «desde una perspectiva realista pero positiva».
Con siete años sí recuerdo que uno de otra clase me llamó enano. Y otro llamó negro al negro de Roxani. La verdad es que negro es. Pero, claro, él no quiere que se le diferencie por eso. No quiere que le señalen por el color de su piel.
Le pasa como a mí. No quiero que me miren por mi estatura y si me miran, porque yo sé que llamo la atención, que lo hagan con respeto. Si me quieren preguntar, adelante, que me pregunten con educación que yo les voy a explicar todo encantado de la vida.
Pero que no se burlen, que no señalen, que no se rían, que no se den codazos. Los codazos siempre los vemos por el rabillo del ojo.
Mi hija tiene la misma edad que el protagonista y puedo afirmar que la autora ha captado muy bien el tono con el que se expresan los niños de 11 años, su sentido del humor, sus anécdotas de cada día. Es un libro escrito con frases sencillas y en capítulos cortos, por lo que es una lectura ideal para niños en torno a 8-12 años y también para adultos, pues a menudo somos nosotros los primeros que tenemos que olvidarnos de las diferencias entre los niños y evitar que nuestros prejuicios lleguen a proyectarse en nuestros hijos.
Otra cosa que me ha encantado es que en el libro participan varios ilustradores diferentes, lo que le da un toque diferente y más redondo. Es un punto del que no me di cuenta hasta que casi estaba terminando el libro y la verdad es que me sorprendió muy gratamente:
Este es el argumento de El escalón de hojalata (Istarduk ediciones), de Mónica de Cristóbal, que pretende acercar a los niños a la realidad de las personas con acondroplasia «desde una perspectiva realista pero positiva».
Con siete años sí recuerdo que uno de otra clase me llamó enano. Y otro llamó negro al negro de Roxani. La verdad es que negro es. Pero, claro, él no quiere que se le diferencie por eso. No quiere que le señalen por el color de su piel.
Le pasa como a mí. No quiero que me miren por mi estatura y si me miran, porque yo sé que llamo la atención, que lo hagan con respeto. Si me quieren preguntar, adelante, que me pregunten con educación que yo les voy a explicar todo encantado de la vida.
Pero que no se burlen, que no señalen, que no se rían, que no se den codazos. Los codazos siempre los vemos por el rabillo del ojo.
Mi hija tiene la misma edad que el protagonista y puedo afirmar que la autora ha captado muy bien el tono con el que se expresan los niños de 11 años, su sentido del humor, sus anécdotas de cada día. Es un libro escrito con frases sencillas y en capítulos cortos, por lo que es una lectura ideal para niños en torno a 8-12 años y también para adultos, pues a menudo somos nosotros los primeros que tenemos que olvidarnos de las diferencias entre los niños y evitar que nuestros prejuicios lleguen a proyectarse en nuestros hijos.
Otra cosa que me ha encantado es que en el libro participan varios ilustradores diferentes, lo que le da un toque diferente y más redondo. Es un punto del que no me di cuenta hasta que casi estaba terminando el libro y la verdad es que me sorprendió muy gratamente:
Ilustración de Sylvia Vivanco. |
Ilustración de Carlos Venegas. |
Ilustración de Gabriel Sanz. |
Ilustración de Gabriel Sanz. |
En definitiva, es un libro ideal para que los niños aprendan a no ver como «bichos raros» a otros niños que quizá sean diferentes. No se trata de sentir pena ni compasión, sino de ponerse en el lugar de estas personas al aprender cómo es su día a día. La autora decidió escribir este libro a raíz de que la mamá de una niña con acondroplastia leyera su libro anterior, La nube blanca (que gira en torno al alzheimer). Esta mamá le sugirió que publicara un libro en la misma línea, pero con un protagonista con enanismo. Esta madre, que conoce la realidad de la enfermedad tan de cerca, leyó el libro antes de ser publicado y asesoró a la autora. La verdad es que el tema está tratado con mucho cariño y sensibilidad, y es un libro que plantearía muy buenos debates si se leyera en los colegios. Seguro que los niños se identifican con los protagonistas (pues, al fin y al cabo, son personas igual que ellos) y les ayuda a trabajar la empatía y a aceptar las diferencias de los demás.
Gracias a Masa Crítica de Babelio por el ejemplar y a Isabel de la editorial Istarduk, que por cierto me envió el libro en un paquete precioso, con un par de marcapáginas y una tarjeta dedicada.
17 de septiembre de 2019
Naranja de sangre (Harriet Tyce)
Solo una noche más y lo dejo.
Alison tiene un marido entregado, una hija adorable y una carrera en ascenso como abogada: le acaban de confiar su primer caso de homicidio. Pero bebe demasiado. Descuida a su familia. Y mantiene una aventura que raya en lo obsesivo con un colega al que le gusta traspasar los límites.
Lo hice. Yo lo maté. Debería estar encerrada.
Su cliente no niega que apuñaló a su marido. Quiere declararse culpable. Y, sin embargo, hay algo en su historia que no encaja. Salvar a esta mujer podría ser el primer paso para que Alison logre su propia salvación.
Te estoy viendo. Sé lo que estás haciendo.
Pero alguien conoce sus secretos. Alguien que quiere que Alison pague por lo que ha hecho y que no parará hasta que lo haya perdido todo.
La premisa de la que parte este libro es arriesgada, pues nos presenta a una protagonista cuyo comportamiento es muy cuestionable: después de interminables jornadas de trabajo como abogada en Londres, Alison se va de bares con sus compañeros y en muchas ocasiones acaba borracha como una cuba. Su marido es el que cuida a la hija de ambos, de 6 años, que más de una vez la ha visto durmiendo la mona. Por si eso fuera poco, Alison tiene un amante y muchas tardes se va con él después del trabajo, con lo que sigue sin atender a su hija, pues vuelve a llegar a casa cuando ella ya está durmiendo. Y Alison es consciente de todo esto: como dice el subtítulo de la cubierta, «sé que lo que hago está mal, pero no puedo parar».
Solo llevaba leídos unos pocos capítulos y recuerdo que pensé que no tenía mucho sentido que el libro girara en torno a una persona tan deleznable. Incluso me planteé si valía la pena seguir. Sin embargo, el ritmo es bastante frenético y enseguida me vi envuelta en la trama, porque llega un momento en que te pica la curiosidad: el comportamiento de Alison es tremendamente destructivo, pero en un momento dado te das cuenta de que ahí hay algo más, de que en todo lo que está pasando hay algo que empieza a no cuadrar. Poco a poco las pistas van siendo más claras pero la situación pinta cada vez más embrollada, de manera que es imposible dejar de leer porque quieres ver a dónde lleva todo eso. Y para mí el final es totalmente satisfactorio, y eso que faltaban ya poquísimas páginas para terminar el libro y no me imaginaba cómo iba a hacer la autora para deshacer el entuerto.
Otro punto que me ha gustado muchísimo es que el libro refleja lo que es el trabajo de abogados y procuradores en el Londres actual. Además habla mucho de los pasos que sigue cada caso en los tribunales, pero no se hace pesado en absoluto; Harriet Tyce, la autora, trabajó durante 10 años como abogada y ese conocimiento se refleja en la trama. Después de unas larguísimas jornadas de trabajo, los bares se llenan de abogados, procuradores, pasantes y becarios dispuestos a relajarse un poco y beber unas copas, y en esas reuniones a veces la línea que separa la vida profesional de la personal es muy fina. Todo esto me ha parecido tremendamente verosímil: podía imaginarme más de un episodio de los que se cuentan ocurriendo en la vida real.
Al final, lo que más me ha gustado es la sutileza con la que evolucionan los personajes y cómo la autora consigue que poco a poco vayamos cambiando de opinión con cada uno, e incluso quedan algunos personajes con muchas luces y sombras de quienes no sabemos bien qué pensar. Pese a su patético inicio, al final la protagonista me ha conquistado, aunque me hubiera gustado que se hubiera puesto firme mucho antes y hubiera sido más contundente ante algunas situaciones.
Naranja de sangre es una apuesta arriesgada, pues quizá haya gente que no logre empatizar con Alison, pero a mí me ha gustado precisamente por eso: Harriet Tyce tiene la valentía de crear una novela en torno a una persona que, al menos al principio, es difícil que caiga bien, pero tiene la habilidad suficiente para hacer cambiar al lector de opinión con los sutiles giros que da la trama y destapando poco a poco el carácter de los demás personajes. Si estáis aburridos de los domestic noir, dadle una oportunidad a este libro. A mí todo su planteamiento me ha parecido muy original, con un desenlace de lo más satisfactorio.
Gracias a Edición Anticipada por el ejemplar.
15 de septiembre de 2019
Los muertos no tienen amigos (Luis Gutiérrez Maluenda)
Hace unos años leí varios libros de Luis Gutiérrez Maluenda, que tenían como protagonista a Atila, un detective marginal del Raval de Barcelona. Disfruté tanto con las aventuras de Atila que me dije que tendría que descubrir a otro de los detectives de Maluenda, Humphrey. Y así es como llegué esta semana a Los muertos no tienen amigos.
Los libros de Maluenda tienen la facultad de remover toda la porquería de los bajos fondos y sacar a la luz lo peor del ser humano, pero al mismo tiempo le quita hierro salpicando la acción con un delirante sentido del humor y poniendo de protagonista al antihéroe por excelencia: Basilio Céspedes nunca lleva pistola, como mucho se defiende haciendo el salto de la rana o propinando un puñetazo sujetando en el puño un cilindro de plomo, es abstemio (solo bebe naranjada, salvo que las cosas le vengan cuesta arriba) y resulta bastante torpe como detective, pues muchas veces lo pillan a la primera. Sin embargo, tiene amigos hasta en el infierno y, donde no tiene amigos, consigue hacerlos rápidamente gracias a su labia. Es más el pícaro que sale de embrollos a base de pequeñas tretas que el típico tipo duro protagonista de novela negra.
Aparte de su atípico protagonista, un punto fuerte de este libro son los personajes secundarios: Maruchi la Desdentá, el tío Matías, el Sargento García, Billy Ray Cunqueiro... Y también la banda sonora que destila la trama, a ritmo de bolero cuando Humphrey está enamorado y de blues el resto del tiempo. Una buena ambientación de la trama, un ritmo vertiginoso y un antihéroe muy malhablado que no termina de encajar en el sistema son las piezas con las que Maluenda construye su novela. Además, consigue arrancar más de una carcajada, pues el sentido del humor es la herramienta que utiliza el autor para presentar escenas negrísimas que, de otro modo, se haría más difícil digerir.
Para mí, las novelas de Luis Gutiérrez Maluenda son una apuesta segura para los amantes de la novela negra cuando busquen una lectura ágil, no demasiado densa, plagada de acción y que nos arranque unas risas mientras se viven aventuras a ritmo de vértigo en la Barcelona actual.
Es detective, se llama Basilio Céspedes, aunque en el barrio donde vive, el Poble Sec de Barcelona, todo el mundo se empeñe en llamarle Humphrey. No bebe más que cuando la vida le supera, no es un tipo duro ni le interesa serlo, lo suyo son los divorcios y la manipulación de las notas de gastos que presenta a sus clientes. De repente la muerte florece a su alrededor; sus nuevas amistades son: un gallego, un capo mafioso, una puta que lo sabe todo, un policía violento y un dios con minúscula. No le gustan los cabarets, pero debe entrar en uno donde nada es lo que parece y donde hay más lagrimas que risas.
Los libros de Maluenda tienen la facultad de remover toda la porquería de los bajos fondos y sacar a la luz lo peor del ser humano, pero al mismo tiempo le quita hierro salpicando la acción con un delirante sentido del humor y poniendo de protagonista al antihéroe por excelencia: Basilio Céspedes nunca lleva pistola, como mucho se defiende haciendo el salto de la rana o propinando un puñetazo sujetando en el puño un cilindro de plomo, es abstemio (solo bebe naranjada, salvo que las cosas le vengan cuesta arriba) y resulta bastante torpe como detective, pues muchas veces lo pillan a la primera. Sin embargo, tiene amigos hasta en el infierno y, donde no tiene amigos, consigue hacerlos rápidamente gracias a su labia. Es más el pícaro que sale de embrollos a base de pequeñas tretas que el típico tipo duro protagonista de novela negra.
Aparte de su atípico protagonista, un punto fuerte de este libro son los personajes secundarios: Maruchi la Desdentá, el tío Matías, el Sargento García, Billy Ray Cunqueiro... Y también la banda sonora que destila la trama, a ritmo de bolero cuando Humphrey está enamorado y de blues el resto del tiempo. Una buena ambientación de la trama, un ritmo vertiginoso y un antihéroe muy malhablado que no termina de encajar en el sistema son las piezas con las que Maluenda construye su novela. Además, consigue arrancar más de una carcajada, pues el sentido del humor es la herramienta que utiliza el autor para presentar escenas negrísimas que, de otro modo, se haría más difícil digerir.
Para mí, las novelas de Luis Gutiérrez Maluenda son una apuesta segura para los amantes de la novela negra cuando busquen una lectura ágil, no demasiado densa, plagada de acción y que nos arranque unas risas mientras se viven aventuras a ritmo de vértigo en la Barcelona actual.
9 de septiembre de 2019
El misterio de Salem's Lot (Stephen King)
La casa de los Marsten vuelve a estar habitada. Cuando años atrás se cometieron allí un asesinato y un suicidio, nadie quiso volver a alquilar esa casa desvencijada que se alza sobre una colina con vistas a todo el pueblo de Salem's Lot. Hasta ahora, pues dos misteriosos forasteros han adquirido tanto la casa de los Marsten como un local comercial del pueblo, donde montan una tienda de antigüedades. Poco después de su llegada desaparecen dos hermanos mientras atravesaban un bosque, aunque solo uno, el pequeño Danny, es hallado muerto poco después. Cuando Danny se aparece flotando tras los cristales de la ventana de un habitante de Salem's Lot, buscando entrar en su casa y con intenciones poco halagüeñas, los habitantes de Salem's Lot se dan cuenta de que quizá lo que está pasando en el pueblo no es normal del todo...
Anoche, cuando terminé de leer este libro y cerré la última página, me quedé mirando al vacío y me dije: «Salem's Lot, madre mía... ¿qué lee uno después de esto?». Este es King en su más pura esencia, ese King que me deja admirada por lo bien que sabe construir historias, por los tremendos personajes que idea, pues se toma su tiempo en describir a los habitantes del pueblo, sus miserias, sus trapos sucios, sus vulnerabilidades; nos presenta a los protagonistas y construye una historia a su alrededor para que les cojamos cariño, y entonces... ¡bam! Empieza a desatar el horror a su alrededor. Pero es un terror que empieza a desplegarse muy poco a poco, dando al lector tiempo de anticipar todo lo que puede pasar... y ya sabemos que King puede hacer que pase cualquier cosa.
Pensé que la novela giraría en torno a Ben Mears, y en cierto modo él es el eje vertebrador, pero en realidad el peso de la acción se reparte bastante bien entre tres o cuatro personajes. Sin embargo, el que para mí destaca de entre todos ellos es Mark Petrie, un chaval de doce años capaz de hacer frente a los vampiros recurriendo a todo lo que ha leído sobre ellos en los cómics de su infancia. Cuánto he sufrido por el pobre Mark: me lo veía pereciendo entre grandes dolores en todas las escenas en las que aparece. Ah, cómo habría disfrutado este libro de adolescente, es buenísimo...
Si os gusta King y os gustan los vampiros a la antigua usanza, sin romances ni sensualidades, que solo buscan chuparte la sangre hasta dejarte seco para que te unas a sus huestes por toda la eternidad, con un ritmo tremendamente conseguido, con seis o siete escenas épicas, donde sufres por todos los protagonistas hasta la última página, este es vuestro libro.
Por último, se me ha ocurrido hacer un listado de los libros que he leído de King ordenados según lo que los he disfrutado. Como veis, para ser que me gusta tanto este autor apenas he leído nada de su obra, pero me he propuesto enmendar la plana. He aquí mi top 8:
1. La tienda. Sé que no es el mejor libro de King, ni siquiera suele aparecer entre los más populares, pero me lo leí a una edad en que era muy impresionable (sobre los 17 años) y me dejó huella en muchos sentidos. Para empezar, la idea sobre la que gira el libro (una tienda en la que puedes conseguir aquello que más anhelas, a cambio de un «módico» precio, una minucia casi) me pareció tremendamente original. El dolor que sufre Polly en las manos debido a la artritis está tan bien descrito que se me quedó grabado a fuego. El final no creo que sea de los más logrados de King, pero se lo perdonamos.
2. Cementerio de animales. Me recuerdo preguntándome: «No, no será capaz de hacer eso, ¿no irán por ahí los tiros...?». Vaya si iban. King es capaz de dar vida a las pesadillas más retorcidas. Lo disfruté como una enana y lo devoré tan rápido que debería volver a leerlo para disfrutarlo al detalle.
3. Misery. Perfecto para leer de adolescente por los detalles gore. Creo que fue mi primer libro de King, y vaya si flipé...
4. Carrie. Me parece un libro buenísimo y muy original, al estar contado en buena parte a través de recortes de periódicos. Qué bien conseguido está el ambiente de instituto y las agonías adolescentes...
5. Un saco de huesos. Me gustó mucho el matrimonio protagonista, la relación que tenían ambos. La historia en sí no me marcó especialmente.
6. Insomnia. King hace un fantástico retrato de lo chungo que es llegar a viejo; en ese sentido este libro me fascinó. Pero se va mucho por las ramas y el resultado final es un poco ladrillo.
7. Tommyknockers. Después de leer Misery, que me lo prestó mi prima, y La tienda me planté en la librería de mi pueblo para comprar algo más de ese autor tan flipante que acababa de descubrir. Recuerdo que tuve en la mano It y Tommyknockers, pero como It era un tocho impresionante opté por el otro. Solo recuerdo que se me hizo eterno y llegó un punto en que no entendía nada. Ahora leo que incluso Stephen King piensa de Tommyknockers que era un libro flojo y demasiado largo. A veces he pensado en volver a leerlo, para ver si con el tiempo le pillo el punto, pero no será a corto ni medio plazo, desde luego.
8. Maleficio. Seguramente este libro me gustó más que Tommyknockers (aunque solo sea porque no es tan gordo). Me lo compré después de la decepción que supuso este y la cosa no mejoró, todo lo contrario. Leer dos libros peñazo de Stephen King fue demasiado para mi yo adolescente y pasaron años hasta que volví a leer algo suyo. Solo por ser el libro que me apartó durante tantos años de la obra de King ya se ha ganado el último lugar. :)
A Salem's Lot lo pondría entre los primeros puestos, ahí ahí con Cementerio de animales y La tienda. ¡Y lo mejor es pensar que aún me queda por leer el 85% de la bibliografía de King!
Pensé que la novela giraría en torno a Ben Mears, y en cierto modo él es el eje vertebrador, pero en realidad el peso de la acción se reparte bastante bien entre tres o cuatro personajes. Sin embargo, el que para mí destaca de entre todos ellos es Mark Petrie, un chaval de doce años capaz de hacer frente a los vampiros recurriendo a todo lo que ha leído sobre ellos en los cómics de su infancia. Cuánto he sufrido por el pobre Mark: me lo veía pereciendo entre grandes dolores en todas las escenas en las que aparece. Ah, cómo habría disfrutado este libro de adolescente, es buenísimo...
Si os gusta King y os gustan los vampiros a la antigua usanza, sin romances ni sensualidades, que solo buscan chuparte la sangre hasta dejarte seco para que te unas a sus huestes por toda la eternidad, con un ritmo tremendamente conseguido, con seis o siete escenas épicas, donde sufres por todos los protagonistas hasta la última página, este es vuestro libro.
Por último, se me ha ocurrido hacer un listado de los libros que he leído de King ordenados según lo que los he disfrutado. Como veis, para ser que me gusta tanto este autor apenas he leído nada de su obra, pero me he propuesto enmendar la plana. He aquí mi top 8:
1. La tienda. Sé que no es el mejor libro de King, ni siquiera suele aparecer entre los más populares, pero me lo leí a una edad en que era muy impresionable (sobre los 17 años) y me dejó huella en muchos sentidos. Para empezar, la idea sobre la que gira el libro (una tienda en la que puedes conseguir aquello que más anhelas, a cambio de un «módico» precio, una minucia casi) me pareció tremendamente original. El dolor que sufre Polly en las manos debido a la artritis está tan bien descrito que se me quedó grabado a fuego. El final no creo que sea de los más logrados de King, pero se lo perdonamos.
2. Cementerio de animales. Me recuerdo preguntándome: «No, no será capaz de hacer eso, ¿no irán por ahí los tiros...?». Vaya si iban. King es capaz de dar vida a las pesadillas más retorcidas. Lo disfruté como una enana y lo devoré tan rápido que debería volver a leerlo para disfrutarlo al detalle.
3. Misery. Perfecto para leer de adolescente por los detalles gore. Creo que fue mi primer libro de King, y vaya si flipé...
4. Carrie. Me parece un libro buenísimo y muy original, al estar contado en buena parte a través de recortes de periódicos. Qué bien conseguido está el ambiente de instituto y las agonías adolescentes...
5. Un saco de huesos. Me gustó mucho el matrimonio protagonista, la relación que tenían ambos. La historia en sí no me marcó especialmente.
6. Insomnia. King hace un fantástico retrato de lo chungo que es llegar a viejo; en ese sentido este libro me fascinó. Pero se va mucho por las ramas y el resultado final es un poco ladrillo.
7. Tommyknockers. Después de leer Misery, que me lo prestó mi prima, y La tienda me planté en la librería de mi pueblo para comprar algo más de ese autor tan flipante que acababa de descubrir. Recuerdo que tuve en la mano It y Tommyknockers, pero como It era un tocho impresionante opté por el otro. Solo recuerdo que se me hizo eterno y llegó un punto en que no entendía nada. Ahora leo que incluso Stephen King piensa de Tommyknockers que era un libro flojo y demasiado largo. A veces he pensado en volver a leerlo, para ver si con el tiempo le pillo el punto, pero no será a corto ni medio plazo, desde luego.
8. Maleficio. Seguramente este libro me gustó más que Tommyknockers (aunque solo sea porque no es tan gordo). Me lo compré después de la decepción que supuso este y la cosa no mejoró, todo lo contrario. Leer dos libros peñazo de Stephen King fue demasiado para mi yo adolescente y pasaron años hasta que volví a leer algo suyo. Solo por ser el libro que me apartó durante tantos años de la obra de King ya se ha ganado el último lugar. :)
A Salem's Lot lo pondría entre los primeros puestos, ahí ahí con Cementerio de animales y La tienda. ¡Y lo mejor es pensar que aún me queda por leer el 85% de la bibliografía de King!
7 de septiembre de 2019
Me quedo aquí (Marco Balzano)
La historia que os traigo hoy arranca hace cien años en un rincón precioso de Italia: el Val Venosta, un valle italiano situado muy cerca de las fronteras con Suiza y Austria, en medio de una naturaleza desbordante. Una de las poblaciones del valle es Curon, que hoy en día nos ofrece una imagen parecida a la que ilustra la portada del libro:
Como se puede adivinar por el título y la portada, en este libro conoceremos la historia de ese pueblo que quedó enterrado bajo un pantano, Curon, así como de sus habitantes y de la mujer que decidió no irse como todos los demás, la que se dijo a sí misma: «Me quedo aquí».
Estamos en 1921. Los fascistas acaban de ascender al poder e impiden a los habitantes del Tirol del Sur hablar su propia lengua, el alemán, y les imponen el italiano; incluso hacen cambiar los nombres de las lápidas en el cementerio. Trina es una joven maestra del pueblo que no puede dar clases porque Mussolini se lo impide, así que decide enseñar en escuelas clandestinas, con un grupo de alumnos que aún quieren aprender alemán, pero lo hacen escondidos y con el miedo en el cuerpo por la posibilidad de que los fascistas los encuentren.
Con el tiempo Trina se casa con un granjero del pueblo, un apasionado de las montañas que no se plantea salir de allí en busca de una vida mejor. Cuando se cierne sobre ellos la amenaza de la construcción de un pantano, su marido se erige en una especie de Quijote que lucha contra la multinacional responsable de las obras, con la ayuda de Trina, que le ayuda a comunicarse en italiano. Sin embargo, ellos son los únicos que luchan contra tal injusticia, y los únicos que se quedan cuando poco a poco el resto del pueblo se rinde y se va marchando.
La historia nos la cuenta la propia Trina, una mujer valiente, honesta, lúcida, que nos transmite una clara visión de las cosas, sin engaños. La novela está narrada en forma de relato que le dirige a su hija, y sus palabras nos transmiten lo que era la vida de unos granjeros en un paraje idílico de los Alpes, así como la guerra, la represión fascista, las penurias, y la etapa en que su marido y ella decidieron no participar más en la guerra y se hicieron prófugos.
Me ha encantado la voz de Trina, sus reflexiones lúcidas y el tono que le da a la trama. Pese a que la historia de Trina y Erich es ficticia, todo lo que la rodea fue real y surgió a partir de una visita que hizo Marco Balzano a Curon, donde quedó impactado ante la belleza que lo rodeaba y ante ese elemento extraño, la torre de un campanario, surgiendo de un contexto real. Según dijo él mismo en una entrevista:
Pero como no se escribe solo para pasar cuentas con la historia, sino también para redimir el cinismo y la violencia insensata, me atrajo la idea de imaginar a alguien con el valor necesario para plantarse, para salir a la calle a exponer a gritos sus argumentos: alguien con el valor necesario para quedarse cuando todos los demás huyen. Exactamente como no sucedió entonces y como no sucede la mayoría de la veces que nos roban, que nos expropian o que destruyen un espacio que nos pertenece. Erich y Trina, en cambio, se quedan. Incluso cuando las palabras ya no bastan. Incluso cuando el destino ya ha decidido.
Os recomiendo encarecidamente esta novela.
Como se puede adivinar por el título y la portada, en este libro conoceremos la historia de ese pueblo que quedó enterrado bajo un pantano, Curon, así como de sus habitantes y de la mujer que decidió no irse como todos los demás, la que se dijo a sí misma: «Me quedo aquí».
Estamos en 1921. Los fascistas acaban de ascender al poder e impiden a los habitantes del Tirol del Sur hablar su propia lengua, el alemán, y les imponen el italiano; incluso hacen cambiar los nombres de las lápidas en el cementerio. Trina es una joven maestra del pueblo que no puede dar clases porque Mussolini se lo impide, así que decide enseñar en escuelas clandestinas, con un grupo de alumnos que aún quieren aprender alemán, pero lo hacen escondidos y con el miedo en el cuerpo por la posibilidad de que los fascistas los encuentren.
Con el tiempo Trina se casa con un granjero del pueblo, un apasionado de las montañas que no se plantea salir de allí en busca de una vida mejor. Cuando se cierne sobre ellos la amenaza de la construcción de un pantano, su marido se erige en una especie de Quijote que lucha contra la multinacional responsable de las obras, con la ayuda de Trina, que le ayuda a comunicarse en italiano. Sin embargo, ellos son los únicos que luchan contra tal injusticia, y los únicos que se quedan cuando poco a poco el resto del pueblo se rinde y se va marchando.
La historia nos la cuenta la propia Trina, una mujer valiente, honesta, lúcida, que nos transmite una clara visión de las cosas, sin engaños. La novela está narrada en forma de relato que le dirige a su hija, y sus palabras nos transmiten lo que era la vida de unos granjeros en un paraje idílico de los Alpes, así como la guerra, la represión fascista, las penurias, y la etapa en que su marido y ella decidieron no participar más en la guerra y se hicieron prófugos.
Me ha encantado la voz de Trina, sus reflexiones lúcidas y el tono que le da a la trama. Pese a que la historia de Trina y Erich es ficticia, todo lo que la rodea fue real y surgió a partir de una visita que hizo Marco Balzano a Curon, donde quedó impactado ante la belleza que lo rodeaba y ante ese elemento extraño, la torre de un campanario, surgiendo de un contexto real. Según dijo él mismo en una entrevista:
Pero como no se escribe solo para pasar cuentas con la historia, sino también para redimir el cinismo y la violencia insensata, me atrajo la idea de imaginar a alguien con el valor necesario para plantarse, para salir a la calle a exponer a gritos sus argumentos: alguien con el valor necesario para quedarse cuando todos los demás huyen. Exactamente como no sucedió entonces y como no sucede la mayoría de la veces que nos roban, que nos expropian o que destruyen un espacio que nos pertenece. Erich y Trina, en cambio, se quedan. Incluso cuando las palabras ya no bastan. Incluso cuando el destino ya ha decidido.
Os recomiendo encarecidamente esta novela.
25 de julio de 2019
El misterioso caso de Styles (Agatha Christie)
Seguro que muchos de vosotros tenéis entre vuestros recuerdos la lectura de los libros de Agatha Christie en aquellas antiguas ediciones de Molino. Yo me pasaba ratos y ratos leyendo y recuerdo ir a una librería tan vieja que más bien parecía una tienda de antigüedades, con estanterías desde el techo hasta el suelo y atendido por dos señoras mayores, hermanas, altas y delgadas como juncos, muy arrugaditas, cuya sola presencia añadía encanto a aquel lugar. Lástima que cerraron la librería hace muchos años (allá por 1990, así que yo tendría 12 o 13 años, imaginaos...), pero si inventaran los viajes en el tiempo creo que ese sería uno de los primeros lugares que visitaría.
En verano suelo reencontrarme con los libros de Agatha Christie porque vuelvo a la casa de mi infancia y los veo en mis estanterías, y sin embargo hace muchísimo tiempo que no leo uno (de hecho, calculo que al menos diez años, porque no tengo ninguno reseñado en el blog). Este año coincidió que vi un reto en el blog de las Inquilinas de Netherfield, en el que se han propuesto leer todos los libros de esta autora en orden cronológico. Y como llevaba tiempo rumiándolo, ¡he decidido unirme al reto! He creado una pestaña ahí arriba para ir registrando mis avances y os cuento que ya me he leído el primer libro de la lista, escrito hace más de cien años pero al que apenas se le nota el paso del tiempo.
El misterioso caso de Styles se sitúa en una casa de campo de Essex, donde vive una anciana millonaria, la señora Inglethorp. Lo que en un principio parece un ataque al corazón resulta ser un envenenamiento por estricnina, y de repente todos los habitantes de la casa parecen tener motivos para asesinar a la anciana. En la casa casualmente se alojaba Hastings, que se encuentra en el pueblo con su viejo amigo Hércules Poirot, a quien se pide que investigue el caso. Y así se nos presenta la primera novela con Hércules Poirot y su fiel Hastings como protagonistas.
La verdad es que, para ser su primera novela, la he encontrado muy bien planteada y muy bien resuelta, con un montón de pistas falsas que te hacen sospechar de todo el mundo. Incluso reproduce los típicos mapas de habitaciones y fragmentos escritos a mano que contribuyen a presentar un misterio más completo. Para mi gusto el final se ha alargado un poco, con vueltas y más vueltas que llevaban a sospechar de unos y de otros, pero en general mi impresión es que es un libro al más puro estilo Christie que puede gustar a todo el mundo.
Este libro lo saqué de la biblioteca de la ciudad en la que viví de pequeña. Tuvieron que ir a buscarlo a los depósitos porque ya han retirado todos los libros de Agatha Christie de los estantes principales. La bibliotecaria me dijo que ocupaban mucho espacio (al fin y al cabo, es fácil que tuvieran cuarenta ejemplares diferentes) y que la gente ya no los pedía porque ahora lo que se lleva es la novela negra más actual. Me dio una pena... De hecho, en la foto he querido incluir la tarjeta antigua de préstamos en la que puede verse que el libro se sacó una vez cada dos o tres años... ¿No es triste ver que un clasicazo como este no ha vivido una trayectoria más popular?
Por cierto, la bibliotecaria incluso se disculpó porque el libro tenía las hojas más bien amarillentas, pero le dije que al contrario, eso no hacía sino añadirle encanto. Es cierto que hoy en día se están reeditando los libros de la Christie y seguro que se pulen muchos de los errorcillos que contienen las versiones de Molino, pero yo de momento me resisto a leer ninguna otra edición.
¡Ah! Os dejo un par de pequeñas curiosidades sobre este libro: Christie y su primer marido, Archie, llamaron Styles a su primera casa en recuerdo de este libro, que lanzaría su carrera literaria. Y cuando la editorial Penguin Books lanzó su primera colección de diez libros en 1935, este fue uno de ellos.
En fin, que doy por inaugurado el reto de Agatha Christie. Lo cojo con muchas ganas, ¡pero a saber cuándo seré capaz de terminarlo!
En verano suelo reencontrarme con los libros de Agatha Christie porque vuelvo a la casa de mi infancia y los veo en mis estanterías, y sin embargo hace muchísimo tiempo que no leo uno (de hecho, calculo que al menos diez años, porque no tengo ninguno reseñado en el blog). Este año coincidió que vi un reto en el blog de las Inquilinas de Netherfield, en el que se han propuesto leer todos los libros de esta autora en orden cronológico. Y como llevaba tiempo rumiándolo, ¡he decidido unirme al reto! He creado una pestaña ahí arriba para ir registrando mis avances y os cuento que ya me he leído el primer libro de la lista, escrito hace más de cien años pero al que apenas se le nota el paso del tiempo.
El misterioso caso de Styles se sitúa en una casa de campo de Essex, donde vive una anciana millonaria, la señora Inglethorp. Lo que en un principio parece un ataque al corazón resulta ser un envenenamiento por estricnina, y de repente todos los habitantes de la casa parecen tener motivos para asesinar a la anciana. En la casa casualmente se alojaba Hastings, que se encuentra en el pueblo con su viejo amigo Hércules Poirot, a quien se pide que investigue el caso. Y así se nos presenta la primera novela con Hércules Poirot y su fiel Hastings como protagonistas.
La verdad es que, para ser su primera novela, la he encontrado muy bien planteada y muy bien resuelta, con un montón de pistas falsas que te hacen sospechar de todo el mundo. Incluso reproduce los típicos mapas de habitaciones y fragmentos escritos a mano que contribuyen a presentar un misterio más completo. Para mi gusto el final se ha alargado un poco, con vueltas y más vueltas que llevaban a sospechar de unos y de otros, pero en general mi impresión es que es un libro al más puro estilo Christie que puede gustar a todo el mundo.
Este libro lo saqué de la biblioteca de la ciudad en la que viví de pequeña. Tuvieron que ir a buscarlo a los depósitos porque ya han retirado todos los libros de Agatha Christie de los estantes principales. La bibliotecaria me dijo que ocupaban mucho espacio (al fin y al cabo, es fácil que tuvieran cuarenta ejemplares diferentes) y que la gente ya no los pedía porque ahora lo que se lleva es la novela negra más actual. Me dio una pena... De hecho, en la foto he querido incluir la tarjeta antigua de préstamos en la que puede verse que el libro se sacó una vez cada dos o tres años... ¿No es triste ver que un clasicazo como este no ha vivido una trayectoria más popular?
Por cierto, la bibliotecaria incluso se disculpó porque el libro tenía las hojas más bien amarillentas, pero le dije que al contrario, eso no hacía sino añadirle encanto. Es cierto que hoy en día se están reeditando los libros de la Christie y seguro que se pulen muchos de los errorcillos que contienen las versiones de Molino, pero yo de momento me resisto a leer ninguna otra edición.
¡Ah! Os dejo un par de pequeñas curiosidades sobre este libro: Christie y su primer marido, Archie, llamaron Styles a su primera casa en recuerdo de este libro, que lanzaría su carrera literaria. Y cuando la editorial Penguin Books lanzó su primera colección de diez libros en 1935, este fue uno de ellos.
En fin, que doy por inaugurado el reto de Agatha Christie. Lo cojo con muchas ganas, ¡pero a saber cuándo seré capaz de terminarlo!
19 de julio de 2019
Lectura conjunta "Me quedo aquí" (Duomo)
Laky de Libros que hay que leer y Albanta de Adivina quién lee han organizado una lectura conjunta junto con la editorial Duomo, y como el libro tiene una pinta buenísima y parece que ahora en verano hay más tiempo, me apunto y a ver si hay suerte.
Si os animáis, tenéis más información en cada uno de los blogs. ¡Suerte!
Si os animáis, tenéis más información en cada uno de los blogs. ¡Suerte!
Tratando de tiburones (Karlos Simón, Alfonso Mateo-Sagasta)
Por eso me tentó esta propuesta que hizo Babelio desde su última edición de Masa Crítica: adentrarme en el mundo de los tiburones de la mano de un submarinista experimentado, Karlos Simón, uno de los mayores especialistas del mundo en bucear con tiburones en todos los mares del mundo. El hilo conductor lo ha creado el novelista Alfonso Mateo-Sagasta, que de forma hábil nos narra la biografía de Karlos, desde su infancia y su primer interés en los deportes a cómo descubrió el buceo y llegó a convertirse en instructor PADI. Pronto se sintió cautivado por los tiburones y se propuso saber más de esas criaturas de tan mala fama. Hoy en día, tras más de 9000 inmersiones en mares y océanos de los cinco continentes, Karlos ha acumulado cientos de experiencias que Mateo-Sagasta nos desgrana en este libro.
La narración se hace muy amena (se nota el oficio de Mateo-Sagasta) y se nos cuenta de todo, desde las diferentes especies de tiburones y su distinto comportamiento hasta anécdotas del día a día de Karlos Simón, como la vez en que contrató a un instructor de submarinismo muy experimentado que resultó ser un delincuente que le robó todo el material de su negocio, o la vez en que quiso experimentar la «borrachera de las profundidades» (la narcosis nitrogenada) y casi no vive para contarlo.
Como se puede imaginar, hay innumerables especies de tiburones y cada una tiene sus particularidades, así que con este libro aprenderemos cómo hay que comportarse en una inmersión con cada especie, cómo darles de comer, cómo detectar que un ejemplar se ha puesto nervioso y qué no hay que hacer en ningún caso en situaciones de peligro, y todo ello cuajado de ejemplos extraídos de las propias experiencias del autor (suyas o de clientes a los que guio en inmersiones).
Una cosa que me ha gustado muchísimo de este libro es que no solo se centra en la vida de Karlos Simón y de sus aventuras como buzo, sino que va combinando la narración con fragmentos de la cultura popular y citas a libros y películas que tratan el tema de los tiburones (para tratar de desmitificar su mala fama). Así, Veinte mil leguas de viaje submarino, Moby Dick o Tiburón desfilan entre sus páginas (muchas veces, se incluyen imágenes de las mismas portadas de los libros que recuerdo haber visto de pequeña), contribuyendo a crear un libro más completo, más redondo.
La edición es cuidadísima, un tomo en tapa dura con sobrecubierta, papel grueso e impresionantes fotos con el azul del mar de protagonista. Un libro perfecto para quien, como yo, guste de leer relatos en primera persona que le transporten a tierras lejanas, para los amantes de los océanos y de los tiburones, o para los aficionados al submarinismo. Un libro perfecto para evadirse ahora en verano y soñar entre sus páginas, e ideal para regalar por su cuidada edición.
Por cierto, si os ha picado la curiosidad, en este enlace de la editorial se pueden leer las primeras páginas, para que veáis que la edición es tan bonita como os cuento. :)
Gracias a Masa Crítica de Babelio y a Reino de Cordelia por el ejemplar.
Etiquetas:
Alfonso Mateo-Sagasta,
Babelio,
Karlos Simón
29 de junio de 2019
Butter (Erin Lange)
Butter es un adolescente obeso (190 kg, nada menos) y acomplejado que un día, cansado de los atracones de comida que se pega y de que todo el mundo le ignore, decide poner un anuncio en internet: la noche de fin de año, se conectará para retransmitir en directo cómo come hasta morir.
“You think I eat a lot now? That’s nothing. Tune in December 31st, when I will stream a live webcast of my last meal. Death row inmates get one. Why shouldn’t I? I can’t take another year in this fat suit, but I can end this year with a bang. If you can stomach it, you’re invited to watch . . . as I eat myself to death. —Butter” (página 3)
Quizá Butter solo pretendía llamar la atención y no esperaba más que burlas o pena por parte de sus compañeros de instituto (que normalmente le ignoran), pero en realidad se encuentra con que los chicos populares del instituto, impresionados por su morbosa hazaña, empiezan a animarle, lo acogen entre sus filas e incluso le dan ideas para «el último menú». Y por primera vez Butter siente algo parecido a la popularidad y la aceptación en los pasillos del instituto... algo que le hace sentir fenomenal.
Popularity was like a drug – one taste and I was hooked. (página 158)
Sin embargo, se supone que sus compañeros deberían mostrarse preocupados por él (al fin y al cabo, ¡su plan termina en suicidio!), pero, salvo un par de tímidas voces en los pasillos del instituto, el resto solo quiere reunir las palomitas y ponerse en primera fila para ver si Butter será capaz de hacerlo... o no. Por mucho que de repente sea uno de los chicos populares del instituto, estas nuevas amistades parecen solo un espejismo... pero ¿sabrá Butter verlo a tiempo?
I thought about the night I'd started the website. I'd embarrassed myself at school; I was angry at Mom and Dad and the Professor for thinking they could fix me; I was fighting back against that damn 'most likely' list. I wanted people to see my threat and feel guilty. I didn't expect them to believe it. And I sure as hell didn't expect them to like me for it. (página 297)
Me encanta la literatura juvenil porque creo que entre sus filas se pueden encontrar auténticas joyas. Este libro puede gustar a chavales de 15 años porque es la típica novela ambientada en los pasillos de un instituto, pero los adultos también disfrutarán con las vivencias de Butter a lo largo de unas intensas semanas en las que llegará al límite. Es una novela que trata del acoso escolar, pero no el habitual, sino el que a veces viene de quienes consideramos nuestros amigos y en realidad no lo son tanto, pero que aceptamos porque queremos sentirnos parte del grupo. También se tocan otros temas como los primeros amores, la simulación de identidades online y la pasión que siente Butter por tocar el saxofón en la naturaleza, un hobby que constituye su única vía de escape.
Por último, es un libro que nos permite ver la lucha diaria a la que se enfrentan las personas obesas (las miradas, la lucha por perder peso, recurrir a la comida como consuelo, la gente cercana que te da comida en lugar de ayudarte...) y también lo chunga que es la etapa del instituto, especialmente cuando destacas físicamente por lo que sea y al malote de la clase le da por tomarla contigo.
Nada, una lectura que me ha entusiasmado y os recomiendo encarecidamente.
¡Ah! También está publicada en español, nos la trajo Naufragio de Letras con traducción de Natalia Aróstegui.
“You think I eat a lot now? That’s nothing. Tune in December 31st, when I will stream a live webcast of my last meal. Death row inmates get one. Why shouldn’t I? I can’t take another year in this fat suit, but I can end this year with a bang. If you can stomach it, you’re invited to watch . . . as I eat myself to death. —Butter” (página 3)
Quizá Butter solo pretendía llamar la atención y no esperaba más que burlas o pena por parte de sus compañeros de instituto (que normalmente le ignoran), pero en realidad se encuentra con que los chicos populares del instituto, impresionados por su morbosa hazaña, empiezan a animarle, lo acogen entre sus filas e incluso le dan ideas para «el último menú». Y por primera vez Butter siente algo parecido a la popularidad y la aceptación en los pasillos del instituto... algo que le hace sentir fenomenal.
Popularity was like a drug – one taste and I was hooked. (página 158)
Sin embargo, se supone que sus compañeros deberían mostrarse preocupados por él (al fin y al cabo, ¡su plan termina en suicidio!), pero, salvo un par de tímidas voces en los pasillos del instituto, el resto solo quiere reunir las palomitas y ponerse en primera fila para ver si Butter será capaz de hacerlo... o no. Por mucho que de repente sea uno de los chicos populares del instituto, estas nuevas amistades parecen solo un espejismo... pero ¿sabrá Butter verlo a tiempo?
I thought about the night I'd started the website. I'd embarrassed myself at school; I was angry at Mom and Dad and the Professor for thinking they could fix me; I was fighting back against that damn 'most likely' list. I wanted people to see my threat and feel guilty. I didn't expect them to believe it. And I sure as hell didn't expect them to like me for it. (página 297)
Me encanta la literatura juvenil porque creo que entre sus filas se pueden encontrar auténticas joyas. Este libro puede gustar a chavales de 15 años porque es la típica novela ambientada en los pasillos de un instituto, pero los adultos también disfrutarán con las vivencias de Butter a lo largo de unas intensas semanas en las que llegará al límite. Es una novela que trata del acoso escolar, pero no el habitual, sino el que a veces viene de quienes consideramos nuestros amigos y en realidad no lo son tanto, pero que aceptamos porque queremos sentirnos parte del grupo. También se tocan otros temas como los primeros amores, la simulación de identidades online y la pasión que siente Butter por tocar el saxofón en la naturaleza, un hobby que constituye su única vía de escape.
Por último, es un libro que nos permite ver la lucha diaria a la que se enfrentan las personas obesas (las miradas, la lucha por perder peso, recurrir a la comida como consuelo, la gente cercana que te da comida en lugar de ayudarte...) y también lo chunga que es la etapa del instituto, especialmente cuando destacas físicamente por lo que sea y al malote de la clase le da por tomarla contigo.
Nada, una lectura que me ha entusiasmado y os recomiendo encarecidamente.
¡Ah! También está publicada en español, nos la trajo Naufragio de Letras con traducción de Natalia Aróstegui.
14 de junio de 2019
La fragilidad del crisantemo (José Vicente Alfaro)
Dos hermanos pequeños se sumergen en la profundidad del bosque en busca de leña, cuando una extraña criatura alada se materializa ante sus aterrorizados ojos…
A partir de aquí se desencadena una vertiginosa trama de aventuras, intriga y romance en el desconocido y deslumbrante Japón clásico del periodo Heian, cuya capital se convertiría en centro cultural más floreciente del mundo, desarrollándose un culto a la belleza y al complejo ceremonial cortesano como nunca antes se había conocido.
El emperador, fuente absoluta del poder, a quien se le atribuía un origen divino como descendiente directo de la diosa solar Amaterasu Okami, gobernaba sobre una población empobrecida, salvo por una minoría conformada por la privilegiada aristocracia. En todo caso, la mentalidad de unos y otros se hallaba impregnada por la creencia en todo tipo de demonios y criaturas sobrenaturales —los yokai—, que desde tiempos inmemoriales formaban parte del folclore japonés e influían directamente sobre sus vidas.
En este universo de leyenda tendrán lugar las vicisitudes de los tres protagonistas: Asatori, un humilde campesino; Katsumi, una dama erudita; y Tokinobu, un agente de la Guardia Ciudadana, que al comienzo de la historia nada tienen en común. Cortesanos, aristócratas, princesas, adivinos y guerreros expertos en artes marciales se codean en esta vertiginosa narración que también incluye personajes reales, como el emperador Kanmu o el comandante Sakanoue no Tamuramaro.
José Vicente Alfaro irrumpió en el panorama literario en el 2013 cuando publicó en Amazon su primer libro, La esperanza del Tíbet. Las ventas le respaldaron desde el primer momento y, tras publicar varios libros más en Amazon, ahora ha fichado por Ediciones Martínez Roca con su última novela, La fragilidad del crisantemo.
Los libros de este autor onubense se caracterizan por transcurrir cada una en periodos históricos muy dispares y por la amplia labor de documentación que hay detrás. Así pues, a medida que avanza la trama de La fragilidad del crisantemo, Alfaro introduce abundantes datos históricos y curiosidades, en este caso sobre el Japón clásico, que ayudan a poner en contexto al lector. La novela se abre con tres historias independientes, las de Asatori (el hijo de un humilde campesino que, repudiado por su aldea, se va de casa para buscarse la vida), Katsumi (una joven noble, rica y cultivada que no vive encerrada en su jaula de oro, sino que se preocupa por las injusticias que la rodean) y Tokinobu (miembro de la Guardia Real cuya aspiración es ascender en el escalafón). Como no podía ser de otra manera, las historias de los tres personajes van convergiendo a medida que avanza la trama con sus dosis de romance, superación personal, misterio y batallas. Es un libro que te atrapa, se lee muy fácil y está contado con mucho oficio, por lo que creo que gustará a un amplio público.
Pese a no haber leído nada de José Vicente Alfaro y a que no soy especialmente aficionada a las novelas con trasfondo histórico, la fama de este autor le precede y me animé a emprender esta lectura. ¿Mis impresiones? He disfrutado de esta historia, reconozco que tiene mucho trabajo detrás y se lee muy bien, y sin embargo... me ha faltado algo. Me ha parecido todo muy correcto, en cierto modo predecible (y eso que la resolución del misterio no la he visto venir para nada), pero en ningún momento he sufrido por los personajes, y eso que algunos acaban bastante maltrechos. Lo dicho, me ha faltado un poco de alma, me ha faltado que los personajes acaben de cobrar vida. Esa sensación que tengo al leer un libro de Stephen King, por ejemplo, en los que ves cómo los personajes toman forma ante tus ojos y empatizas con ellos desde el primer minuto, o las batallas que narra George R. R. Martin y te encogen el corazón... En este libro no puedo decir que los personajes estén mal caracterizados o a las batallas les falte ritmo, todo lo contrario, pero por algún motivo no han logrado capturarme como hacen otros autores.
De todas formas, creo que es un libro que puede gustar a un público muy amplio, aunque no sean especialmente aficionados al Japón clásico o a los libros históricos, y ya tengo en mente a un par de personas a quienes se lo voy a recomendar. Si os gusta la ficción ambientada en un periodo particular de la historia, José Vicente Alfaro puede ser vuestro autor de cabecera.
Por cierto, me ha gustado saber de dónde viene el título de la novela (que no voy a desvelar para mantener la intriga). Tiene que ver con una curiosa costumbre que realizaban las parejas en el Japón clásico a la hora de escribir correspondencia.
Ah, otra cosa: me ha sorprendido mucho ver que, en un libro de Martínez Roca, se les ha colado el uso de «el mismo» o «la misma» como uso anafórico. Es decir, en este tipo de frases: «Aunque no conocía a Senkobo, contaba con la detallada descripción que del mismo le había dado Asatori». La novela está plagada de estos usos y confieso que no me gustan nada. De momento la RAE lo califica de error, pero me da a mí que con el tiempo acabarán aceptándolo como correcto. ¡Espero que no llegue ese día, porque le tengo una tremenda manía a este uso!
Gracias a Laky por organizar la lectura conjunta y a José Vicente Alfaro por el envío del ejemplar.
A partir de aquí se desencadena una vertiginosa trama de aventuras, intriga y romance en el desconocido y deslumbrante Japón clásico del periodo Heian, cuya capital se convertiría en centro cultural más floreciente del mundo, desarrollándose un culto a la belleza y al complejo ceremonial cortesano como nunca antes se había conocido.
El emperador, fuente absoluta del poder, a quien se le atribuía un origen divino como descendiente directo de la diosa solar Amaterasu Okami, gobernaba sobre una población empobrecida, salvo por una minoría conformada por la privilegiada aristocracia. En todo caso, la mentalidad de unos y otros se hallaba impregnada por la creencia en todo tipo de demonios y criaturas sobrenaturales —los yokai—, que desde tiempos inmemoriales formaban parte del folclore japonés e influían directamente sobre sus vidas.
En este universo de leyenda tendrán lugar las vicisitudes de los tres protagonistas: Asatori, un humilde campesino; Katsumi, una dama erudita; y Tokinobu, un agente de la Guardia Ciudadana, que al comienzo de la historia nada tienen en común. Cortesanos, aristócratas, princesas, adivinos y guerreros expertos en artes marciales se codean en esta vertiginosa narración que también incluye personajes reales, como el emperador Kanmu o el comandante Sakanoue no Tamuramaro.
José Vicente Alfaro irrumpió en el panorama literario en el 2013 cuando publicó en Amazon su primer libro, La esperanza del Tíbet. Las ventas le respaldaron desde el primer momento y, tras publicar varios libros más en Amazon, ahora ha fichado por Ediciones Martínez Roca con su última novela, La fragilidad del crisantemo.
Los libros de este autor onubense se caracterizan por transcurrir cada una en periodos históricos muy dispares y por la amplia labor de documentación que hay detrás. Así pues, a medida que avanza la trama de La fragilidad del crisantemo, Alfaro introduce abundantes datos históricos y curiosidades, en este caso sobre el Japón clásico, que ayudan a poner en contexto al lector. La novela se abre con tres historias independientes, las de Asatori (el hijo de un humilde campesino que, repudiado por su aldea, se va de casa para buscarse la vida), Katsumi (una joven noble, rica y cultivada que no vive encerrada en su jaula de oro, sino que se preocupa por las injusticias que la rodean) y Tokinobu (miembro de la Guardia Real cuya aspiración es ascender en el escalafón). Como no podía ser de otra manera, las historias de los tres personajes van convergiendo a medida que avanza la trama con sus dosis de romance, superación personal, misterio y batallas. Es un libro que te atrapa, se lee muy fácil y está contado con mucho oficio, por lo que creo que gustará a un amplio público.
Pese a no haber leído nada de José Vicente Alfaro y a que no soy especialmente aficionada a las novelas con trasfondo histórico, la fama de este autor le precede y me animé a emprender esta lectura. ¿Mis impresiones? He disfrutado de esta historia, reconozco que tiene mucho trabajo detrás y se lee muy bien, y sin embargo... me ha faltado algo. Me ha parecido todo muy correcto, en cierto modo predecible (y eso que la resolución del misterio no la he visto venir para nada), pero en ningún momento he sufrido por los personajes, y eso que algunos acaban bastante maltrechos. Lo dicho, me ha faltado un poco de alma, me ha faltado que los personajes acaben de cobrar vida. Esa sensación que tengo al leer un libro de Stephen King, por ejemplo, en los que ves cómo los personajes toman forma ante tus ojos y empatizas con ellos desde el primer minuto, o las batallas que narra George R. R. Martin y te encogen el corazón... En este libro no puedo decir que los personajes estén mal caracterizados o a las batallas les falte ritmo, todo lo contrario, pero por algún motivo no han logrado capturarme como hacen otros autores.
De todas formas, creo que es un libro que puede gustar a un público muy amplio, aunque no sean especialmente aficionados al Japón clásico o a los libros históricos, y ya tengo en mente a un par de personas a quienes se lo voy a recomendar. Si os gusta la ficción ambientada en un periodo particular de la historia, José Vicente Alfaro puede ser vuestro autor de cabecera.
Por cierto, me ha gustado saber de dónde viene el título de la novela (que no voy a desvelar para mantener la intriga). Tiene que ver con una curiosa costumbre que realizaban las parejas en el Japón clásico a la hora de escribir correspondencia.
Ah, otra cosa: me ha sorprendido mucho ver que, en un libro de Martínez Roca, se les ha colado el uso de «el mismo» o «la misma» como uso anafórico. Es decir, en este tipo de frases: «Aunque no conocía a Senkobo, contaba con la detallada descripción que del mismo le había dado Asatori». La novela está plagada de estos usos y confieso que no me gustan nada. De momento la RAE lo califica de error, pero me da a mí que con el tiempo acabarán aceptándolo como correcto. ¡Espero que no llegue ese día, porque le tengo una tremenda manía a este uso!
Gracias a Laky por organizar la lectura conjunta y a José Vicente Alfaro por el envío del ejemplar.
12 de junio de 2019
Persuasión (Jane Austen)
La última novela que escribió Jane Austen gira en torno a Anne Elliot, una joven inglesa cuya familia se ve obligada a mudarse para sanear su economía y reducir gastos. A sus 27 años, se considera que ya ha pasado la edad «adecuada» de Anne para contraer matrimonio, pues ha perdido su belleza y su plenitud de antaño. Varios años atrás, Anne mantuvo un romance con un oficial de la Marina, Frederick Wentworth, pero la familia de ella consideró que Wentworth no tenía los posibles para aspirar a la mano de Anne y no era digno de pasar a formar parte de la familia. Anne se dejó persuadir por lady Russell, una amiga de la familia que crió a Anne como una madre, y se distanció de su pretendiente. A esto siguieron varios años de soledad en los que Anne se preguntó si había hecho lo correcto. Y ahora, después de todos estos años, los caminos de Wentworth y Anne se vuelven a cruzar: él ha sido ascendido a capitán, ha ganado una fortuna y está más atractivo que nunca. Por su parte, Anne ha perdido belleza, pero su bondad e inteligencia no han hecho sino aumentar, si bien la posición de la familia en el plano económico es bastante precaria. Al principio el capitán Wentworth se ve movido por el dolor del rechazo anterior, pero todo apunta a que el carácter de Anne lo cautivará de nuevo. ¿Podrán tener ambos una nueva oportunidad en la vida?
He aquí otra novela que me habría encantado leer de adolescente. Dos jóvenes que se enamoran localmente, se ven obligados a separarse y se reencuentran ocho años después, pero su momento ya ha pasado: él aún está resentido, la belleza de ella se ha marchitado, su familia está en bancarrota, y otras jóvenes en la plenitud de la vida compiten por la atención del capitán. Todo apunta a que esta vez no tendremos el final feliz. ¿O sí?
He disfrutado esta novela muchísimo, pues además de ser tremendamente romántica, gira en torno a un tema con el que todos podemos sentirnos identificados: las segundas oportunidades en el amor. Cuánto no habríamos dado muchos de nosotros por poder reparar lo que una vez se torció. Nuestra protagonista prácticamente no existe para la sociedad: una mujer cuya belleza no destaca, que no se ha casado, poseedora de una muy exigua fortuna, que se siente prácticamente invisible en la sociedad que la rodea, y ninguna persona de su familia parece tomarla muy en consideración. La verdad es que me he sentido muy identificada con ella (no por esto que comento, sino por el carácter en general de Anne) y tanto la historia como los protagonistas me han gustado mucho más que los de Orgullo y prejuicio, el otro libro de Austen que leí hace poco. Ya digo que a mi yo adolescente le hubiera encantado, pero en la actualidad he disfrutado esta historia tanto o más. Y el paisaje melancólico inglés que nos pinta Jane Austen es el marco perfecto para este tipo de historias.
Como siempre recomiendo con los clásicos, es una buena idea ir a una librería grande donde puedan acumular varias ediciones (yo fui a El Corte Inglés, donde yo creo que las tienen TODAS) y compararlas para escoger la que más se adecue a los gustos de cada uno. A mí me gustaron las traducciones de Alba (en la que se incluye Sanditon, la novela que Austen dejó inacabada) y la de Penguin.
He aquí otra novela que me habría encantado leer de adolescente. Dos jóvenes que se enamoran localmente, se ven obligados a separarse y se reencuentran ocho años después, pero su momento ya ha pasado: él aún está resentido, la belleza de ella se ha marchitado, su familia está en bancarrota, y otras jóvenes en la plenitud de la vida compiten por la atención del capitán. Todo apunta a que esta vez no tendremos el final feliz. ¿O sí?
He disfrutado esta novela muchísimo, pues además de ser tremendamente romántica, gira en torno a un tema con el que todos podemos sentirnos identificados: las segundas oportunidades en el amor. Cuánto no habríamos dado muchos de nosotros por poder reparar lo que una vez se torció. Nuestra protagonista prácticamente no existe para la sociedad: una mujer cuya belleza no destaca, que no se ha casado, poseedora de una muy exigua fortuna, que se siente prácticamente invisible en la sociedad que la rodea, y ninguna persona de su familia parece tomarla muy en consideración. La verdad es que me he sentido muy identificada con ella (no por esto que comento, sino por el carácter en general de Anne) y tanto la historia como los protagonistas me han gustado mucho más que los de Orgullo y prejuicio, el otro libro de Austen que leí hace poco. Ya digo que a mi yo adolescente le hubiera encantado, pero en la actualidad he disfrutado esta historia tanto o más. Y el paisaje melancólico inglés que nos pinta Jane Austen es el marco perfecto para este tipo de historias.
Como siempre recomiendo con los clásicos, es una buena idea ir a una librería grande donde puedan acumular varias ediciones (yo fui a El Corte Inglés, donde yo creo que las tienen TODAS) y compararlas para escoger la que más se adecue a los gustos de cada uno. A mí me gustaron las traducciones de Alba (en la que se incluye Sanditon, la novela que Austen dejó inacabada) y la de Penguin.
8 de mayo de 2019
Muerte por funky (Jordi Casals i Merchán)
Con Barcelona de fondo, y la literatura y los cómics como escenario, Muerte por funky es una divertida y trepidante novela negra que retrata la movida musical de Barcelona durante la década del 2000.
El protagonista, Joaquín Balboa AKA Eutanasio, es un sicario atípico que sólo mata a aquellos suicidas que contratan sus servicios. Vestido siempre como un Blues Brother, ex-músico profesional y desde hace más de un lustro manager con pedigrí es además el representante de los Funktastic Four, una banda con la que sueña retirarse.
Actitud funk, acción, pasajes de humor y antihéroes amorales capaces de casi cualquier cosa para conseguir su triunfo personal son los ingredientes principales de Muerte por funky. Prometedora ópera prima de Jordi Casals i Merchán, profesor de literatura y músico.
¿Os ha pasado alguna vez que habéis escogido un libro únicamente por el título y la portada? ¿Sin saber absolutamente nada más de él...? Bueno, pues eso me pasó a mí con Muerte por funky. No sé ni dónde lo vi, porque creo que ha tenido muy poca difusión, pero me dije que un libro con semejante título y semejante portada tenía que ser mío. Me imaginaba leyendo absorta una buena novela negra, con un carismático detective protagonista vestido a lo Blues Brothers y encadenando alocadas aventuras en una ciudad española a ritmo de funk.
Ay, lamentablemente mis expectativas no se vieron colmadas del todo. Y eso que este libro tenía todos los ingredientes para gustarme: una historia original, bastante interesante, bien traída y para nada predecible, humor negro, personajes bien perfilados, y todo hilado al ritmo de música funk y jazz. Y sin embargo, no he conectado con la historia, sobre todo por el protagonista, que no tenía ese carisma canalla que hace que, pese a que es un rematado gilipollas, te caiga bien (este se queda en gilipollas y punto, y conste que esto se lo dicen también otros personajes en el libro, jeje). Los chistes son malísimos, pero el autor parece encantado de escucharse y mete un montón de pensamientos de barra de bar que seguro que ha contado a sus amigos tomando cañas un domingo por la mañana. Y por último, un tema básico para mí: la puntuación me ha sacado de quicio. Por ejemplo, el autor se pasa por el forro constantemente la coma del vocativo y eso hacía que me fuera difícil centrarme en la historia en sí. Sinceramente digo que este libro mejoraría mucho con una nueva corrección.
¿Queréis una buena novela negra, ambientada en Barcelona, con un detective carismático pero muy venido a menos y muy de los bajos fondos? Os recomiendo a Atila, de Luis Gutiérrez Marluenda (en tres libros: Mala hostia, Un buen lugar para reposar y Ruido de cañerías). Si es que... ¡quién me mandaba a mí arriesgar!
El protagonista, Joaquín Balboa AKA Eutanasio, es un sicario atípico que sólo mata a aquellos suicidas que contratan sus servicios. Vestido siempre como un Blues Brother, ex-músico profesional y desde hace más de un lustro manager con pedigrí es además el representante de los Funktastic Four, una banda con la que sueña retirarse.
Actitud funk, acción, pasajes de humor y antihéroes amorales capaces de casi cualquier cosa para conseguir su triunfo personal son los ingredientes principales de Muerte por funky. Prometedora ópera prima de Jordi Casals i Merchán, profesor de literatura y músico.
¿Os ha pasado alguna vez que habéis escogido un libro únicamente por el título y la portada? ¿Sin saber absolutamente nada más de él...? Bueno, pues eso me pasó a mí con Muerte por funky. No sé ni dónde lo vi, porque creo que ha tenido muy poca difusión, pero me dije que un libro con semejante título y semejante portada tenía que ser mío. Me imaginaba leyendo absorta una buena novela negra, con un carismático detective protagonista vestido a lo Blues Brothers y encadenando alocadas aventuras en una ciudad española a ritmo de funk.
Ay, lamentablemente mis expectativas no se vieron colmadas del todo. Y eso que este libro tenía todos los ingredientes para gustarme: una historia original, bastante interesante, bien traída y para nada predecible, humor negro, personajes bien perfilados, y todo hilado al ritmo de música funk y jazz. Y sin embargo, no he conectado con la historia, sobre todo por el protagonista, que no tenía ese carisma canalla que hace que, pese a que es un rematado gilipollas, te caiga bien (este se queda en gilipollas y punto, y conste que esto se lo dicen también otros personajes en el libro, jeje). Los chistes son malísimos, pero el autor parece encantado de escucharse y mete un montón de pensamientos de barra de bar que seguro que ha contado a sus amigos tomando cañas un domingo por la mañana. Y por último, un tema básico para mí: la puntuación me ha sacado de quicio. Por ejemplo, el autor se pasa por el forro constantemente la coma del vocativo y eso hacía que me fuera difícil centrarme en la historia en sí. Sinceramente digo que este libro mejoraría mucho con una nueva corrección.
¿Queréis una buena novela negra, ambientada en Barcelona, con un detective carismático pero muy venido a menos y muy de los bajos fondos? Os recomiendo a Atila, de Luis Gutiérrez Marluenda (en tres libros: Mala hostia, Un buen lugar para reposar y Ruido de cañerías). Si es que... ¡quién me mandaba a mí arriesgar!
6 de mayo de 2019
Las brujas de San Petersburgo (Imogen Edwards-Jones)
Este libro lo empecé con bastantes dudas, porque las opiniones que había consultado en Goodreads no eran nada halagüeñas. Y como para mí Goodreads es el oráculo, pues con un suspiro me dispuse a empezar esta lectura, que para colmo de males (me decía yo...) es bastante larga.
Pasadas diez páginas me dije: «Oye, pues no está tan mal». Cuando llevaba 50 páginas ya no lo podía soltar, y en la 250 sacaba tiempo de donde no lo tenía para seguir leyendo un poco más, solo un capítulo más... Y el caso es que no se trata de una lectura trepidante, es mejor abordar esta novela con calma, pero durante esta semana me he metido tanto en la historia que hasta me descubría dándole vueltas a las reacciones de algunos personajes cuando no tenía el libro entre las manos.
Militza y Stana, hijas del empobrecido rey de Montenegro, se ven forzadas a casarse con dos miembros de la aristocracia rusa para que su padre pueda recuperar parte de su poder.
La vida, a pesar del esplendor de la corte del zar Nicolás, no es fácil. Una de ellas, Militza, parece tener poderes ocultos y siente fascinación por todo lo que tenga que ver con la magia y el espiritismo. Ante una influenciable zarina Alexandra, que haría cualquier cosa para darle al país el heredero que está esperando, despliegan su relación con el más allá, y entre sesiones de espiritismo, pócimas engañosas y coqueteos con la magia negra, logran hacerse con un gran poder en la corte.
Sin embargo, cuando den con Rasputín, precisamente en la búsqueda de un hombre con poder espiritual, descubrirán que quizás han ido demasiado lejos.
Esta novela nos introducirá en el periodo convulso que precedió a la caída de los Romanov, los últimos zares de Rusia, y el papel crucial que jugó Rasputín en todo aquel proceso. Seremos testigos de los lujos, los fastos, las veladas de bailes, cenas y sesiones de teatro y ballet donde se urdían muchas tramas políticas, así como traiciones y alianzas. Pero mi sorpresa ha sido saber que Militza y Stana, las Princesas Negras, también existieron en la realidad y llegaron a ser personas de confianza de la zarina Alexandra, a quien ayudaron con sus artes ocultas ante sus problemas para concebir a un hijo varón. Ellas fueron también quienes introdujeron a Rasputín en la corte de los zares.
Está claro que muchos detalles del libro son ficción, pero a grandes rasgos sí que va siguiendo hechos que se produjeron en la realidad, como los matrimonios de las princesas con grandes duques rusos, su acercamiento al círculo íntimo de los zares, la dificultad de la zarina para concebir un hijo varón después de cuatro niñas, el miedo aterrador que la acecha cuando el ansiado niño es hemofílico, y cómo la estabilidad de Rusia se va tambaleando a medida que la era de los Romanov toca a su fin. Por no hablar de Rasputín, un personaje fascinante que me ha gustado conocer más de cerca: un campesino llegado de la estepa siberiana que consiguió ir incrementando su influencia en las grandes esferas rusas hasta hacerse indispensable para la zarina como consejero espiritual y sanador, al tiempo que se daba al libertinaje más absoluto creyéndose prácticamente invencible.
De todas formas, las verdaderas protagonistas de esta novela son Militza y Stana, las princesas de Montenegro que en la Rusia de los zares recibían miradas por encima del hombro por sus orígenes pobres y sus ansias de protagonismo en la corte, para lo que se valían de unas artes a veces cuestionables. Su padre, desde Montenegro, las somete a una fuerte presión para que Rusia le envíe dinero o armas y se posicione a su lado en los conflictos bélicos, algo que solo es posible si Militza cuenta con el favor de zares. Y esta presión hace que Militza y Stana lleguen a extremos con tal de seguir perteneciendo a la esfera cercana de los Romanov. Sin embargo, el lector al final se pregunta si no es también la ambición y el ansia de no perder estatus social y poder económico lo que mueve a las hermanas. Son personajes que no siempre caen bien, uno se pregunta hasta dónde están dispuestas a llegar solo para mantener su estatus, pero eso es precisamente lo que aumenta su atractivo: el hecho de que la autora no ha querido dibujar unos personajes beatos, perfectos e inmaculados que nunca dan un paso en falso, sino que ha retratado a dos personas con sus virtudes y defectos.
Puedo entender que a algunos lectores no les haya gustado este libro, pues ciertos pasajes resultan un poco desagradables (uno que tiene que ver con un vómito y otros que tratan el tema del aborto de una manera algo explícita), y también por las escenas de sexo, que las hay, y en cierto modo parece que una no se las espera en una novela histórica. Sin embargo, para mi gusto estas escenas no están fuera de lugar, pues resultan necesarias para entender la influencia y la fascinación que ejercían algunos personajes.
Yo desde luego sí recomendaría esta lectura a quien quiera saber más sobre la época convulsa de los Romanov, los últimos zares de Rusia, y el papel que jugó Rasputín en este declive, pero sin incidir demasiado en datos históricos (no es un libro que se haga pesado en este sentido); más bien hace hincapié en los caracteres de cada uno de los protagonistas de esta era, que quedan muy bien retratados. Me ha parecido que la autora, licenciada en Estudios Rusos, se ha documentado muchísimo para reflejar en su novela la Rusia de los zares, como también queda patente en los agradecimientos de las últimas páginas.
También recomiendo esta novela a quien tenga ganas de abordar una lectura con la mente abierta para mezclar la Rusia de los zares con magia negra, artes ocultas y bajas pasiones, salpicado con alguna que otra pincelada de sexo. Desde luego, un planteamiento de lo más original y quizá algo arriesgado (como he podido ver por los comentarios de Goodreads), pero que a mí desde luego me ha ganado por completo.
Gracias a Edición Anticipada por el ejemplar.
Pasadas diez páginas me dije: «Oye, pues no está tan mal». Cuando llevaba 50 páginas ya no lo podía soltar, y en la 250 sacaba tiempo de donde no lo tenía para seguir leyendo un poco más, solo un capítulo más... Y el caso es que no se trata de una lectura trepidante, es mejor abordar esta novela con calma, pero durante esta semana me he metido tanto en la historia que hasta me descubría dándole vueltas a las reacciones de algunos personajes cuando no tenía el libro entre las manos.
Militza y Stana, hijas del empobrecido rey de Montenegro, se ven forzadas a casarse con dos miembros de la aristocracia rusa para que su padre pueda recuperar parte de su poder.
La vida, a pesar del esplendor de la corte del zar Nicolás, no es fácil. Una de ellas, Militza, parece tener poderes ocultos y siente fascinación por todo lo que tenga que ver con la magia y el espiritismo. Ante una influenciable zarina Alexandra, que haría cualquier cosa para darle al país el heredero que está esperando, despliegan su relación con el más allá, y entre sesiones de espiritismo, pócimas engañosas y coqueteos con la magia negra, logran hacerse con un gran poder en la corte.
Sin embargo, cuando den con Rasputín, precisamente en la búsqueda de un hombre con poder espiritual, descubrirán que quizás han ido demasiado lejos.
Esta novela nos introducirá en el periodo convulso que precedió a la caída de los Romanov, los últimos zares de Rusia, y el papel crucial que jugó Rasputín en todo aquel proceso. Seremos testigos de los lujos, los fastos, las veladas de bailes, cenas y sesiones de teatro y ballet donde se urdían muchas tramas políticas, así como traiciones y alianzas. Pero mi sorpresa ha sido saber que Militza y Stana, las Princesas Negras, también existieron en la realidad y llegaron a ser personas de confianza de la zarina Alexandra, a quien ayudaron con sus artes ocultas ante sus problemas para concebir a un hijo varón. Ellas fueron también quienes introdujeron a Rasputín en la corte de los zares.
Está claro que muchos detalles del libro son ficción, pero a grandes rasgos sí que va siguiendo hechos que se produjeron en la realidad, como los matrimonios de las princesas con grandes duques rusos, su acercamiento al círculo íntimo de los zares, la dificultad de la zarina para concebir un hijo varón después de cuatro niñas, el miedo aterrador que la acecha cuando el ansiado niño es hemofílico, y cómo la estabilidad de Rusia se va tambaleando a medida que la era de los Romanov toca a su fin. Por no hablar de Rasputín, un personaje fascinante que me ha gustado conocer más de cerca: un campesino llegado de la estepa siberiana que consiguió ir incrementando su influencia en las grandes esferas rusas hasta hacerse indispensable para la zarina como consejero espiritual y sanador, al tiempo que se daba al libertinaje más absoluto creyéndose prácticamente invencible.
De todas formas, las verdaderas protagonistas de esta novela son Militza y Stana, las princesas de Montenegro que en la Rusia de los zares recibían miradas por encima del hombro por sus orígenes pobres y sus ansias de protagonismo en la corte, para lo que se valían de unas artes a veces cuestionables. Su padre, desde Montenegro, las somete a una fuerte presión para que Rusia le envíe dinero o armas y se posicione a su lado en los conflictos bélicos, algo que solo es posible si Militza cuenta con el favor de zares. Y esta presión hace que Militza y Stana lleguen a extremos con tal de seguir perteneciendo a la esfera cercana de los Romanov. Sin embargo, el lector al final se pregunta si no es también la ambición y el ansia de no perder estatus social y poder económico lo que mueve a las hermanas. Son personajes que no siempre caen bien, uno se pregunta hasta dónde están dispuestas a llegar solo para mantener su estatus, pero eso es precisamente lo que aumenta su atractivo: el hecho de que la autora no ha querido dibujar unos personajes beatos, perfectos e inmaculados que nunca dan un paso en falso, sino que ha retratado a dos personas con sus virtudes y defectos.
La princesa Militza de Montenegro |
Yo desde luego sí recomendaría esta lectura a quien quiera saber más sobre la época convulsa de los Romanov, los últimos zares de Rusia, y el papel que jugó Rasputín en este declive, pero sin incidir demasiado en datos históricos (no es un libro que se haga pesado en este sentido); más bien hace hincapié en los caracteres de cada uno de los protagonistas de esta era, que quedan muy bien retratados. Me ha parecido que la autora, licenciada en Estudios Rusos, se ha documentado muchísimo para reflejar en su novela la Rusia de los zares, como también queda patente en los agradecimientos de las últimas páginas.
También recomiendo esta novela a quien tenga ganas de abordar una lectura con la mente abierta para mezclar la Rusia de los zares con magia negra, artes ocultas y bajas pasiones, salpicado con alguna que otra pincelada de sexo. Desde luego, un planteamiento de lo más original y quizá algo arriesgado (como he podido ver por los comentarios de Goodreads), pero que a mí desde luego me ha ganado por completo.
Gracias a Edición Anticipada por el ejemplar.
4 de mayo de 2019
La cata (Roald Dahl)
Seis personas se sientan a la mesa en la casa de Mike Schofield, un corredor de bolsa londinense: Mike, su esposa e hija, un narrador sin nombre y su esposa, y un famoso gastrónomo, Richard Pratt. Pratt suele hacer pequeñas apuestas con Schofield con el fin de adivinar el vino que se está sirviendo en la mesa, pero esta noche la apuesta será mayor… Cuando Schofield sirve el segundo vino de la cena comenta que será imposible adivinar cuál es, lo que Pratt toma como un reto.
Roald Dahl se desenvuelve especialmente bien en los relatos: sabe mantener el ritmo y da a las historias un toque perverso que hace que esperes el final con aprensión. Aún me acuerdo de un libro que leí hace veinte años, Kiss Kiss, que recoge varios relatos cortos de Dahl: uno de ellos, con el inocente título de William and Mary, me caló tanto que aún me vienen a la memoria de vez en cuando retazos de «la historia aquella que va de un cerebro».
De todas formas, Dahl también escribió relatos más amables, como este que traigo hoy. Lo vi anunciado en su día en las redes de la editorial Nórdica y hace poco me lo encontré en la biblioteca. Pese a que llevo una temporada que no he tenido tiempo de leer nada, vi que era un libro muy cortito y decidí llevármelo.
El narrador nos cuenta una velada que pasó en casa de un corredor de bolsa londinense, Mike, donde también era un invitado habitual el gastrónomo Richard Pratt, un hombre desagradable que enseguida se gana la animadversión de los presentes (y del lector). En esas veladas Mike y Richard suelen hacer pequeñas apuestas sin importancia con el fin de adivinar el vino que el anfitrión sirve en la mesa, pero esa noche la apuesta parece ir un poco más allá. El lector asiste impotente y con inquietud al curso de los acontecimientos sin saber en qué terminará la loca apuesta...
Esta lectura ágil, breve y con el ritmo inconfundible de Dahl es redonda, y además viene acompañada de un contrapunto perfecto: las magníficas ilustraciones de Iban Barrenetxea, que ayudan a poner en contexto al lector perfectamente y están cargadas de un fino sentido del humor. La impecable traducción la firma Íñigo Jáuregui.
En definitiva, un libro que se lee en un suspiro firmado por uno de los maestros de la literatura inglesa y que, dada su brevedad, conquistará incluso a los lectores más reticentes. Además gira en torno al vino, por lo que también constituye un regalo ideal para enólogos y aficionados. Yo tuve que devolverlo a la biblioteca, pero no descarto hacerme con él en esta próxima feria del libro de Madrid. Por cierto, se lo recomendé a mi madre (en un momento en el que no tiene el ánimo para centrarse en lecturas, la pobre) y le gustó muchísimo, tanto la historia como las imágenes. En definitiva, ¡este libro es un acierto seguro!
Roald Dahl se desenvuelve especialmente bien en los relatos: sabe mantener el ritmo y da a las historias un toque perverso que hace que esperes el final con aprensión. Aún me acuerdo de un libro que leí hace veinte años, Kiss Kiss, que recoge varios relatos cortos de Dahl: uno de ellos, con el inocente título de William and Mary, me caló tanto que aún me vienen a la memoria de vez en cuando retazos de «la historia aquella que va de un cerebro».
De todas formas, Dahl también escribió relatos más amables, como este que traigo hoy. Lo vi anunciado en su día en las redes de la editorial Nórdica y hace poco me lo encontré en la biblioteca. Pese a que llevo una temporada que no he tenido tiempo de leer nada, vi que era un libro muy cortito y decidí llevármelo.
El narrador nos cuenta una velada que pasó en casa de un corredor de bolsa londinense, Mike, donde también era un invitado habitual el gastrónomo Richard Pratt, un hombre desagradable que enseguida se gana la animadversión de los presentes (y del lector). En esas veladas Mike y Richard suelen hacer pequeñas apuestas sin importancia con el fin de adivinar el vino que el anfitrión sirve en la mesa, pero esa noche la apuesta parece ir un poco más allá. El lector asiste impotente y con inquietud al curso de los acontecimientos sin saber en qué terminará la loca apuesta...
Esta lectura ágil, breve y con el ritmo inconfundible de Dahl es redonda, y además viene acompañada de un contrapunto perfecto: las magníficas ilustraciones de Iban Barrenetxea, que ayudan a poner en contexto al lector perfectamente y están cargadas de un fino sentido del humor. La impecable traducción la firma Íñigo Jáuregui.
En definitiva, un libro que se lee en un suspiro firmado por uno de los maestros de la literatura inglesa y que, dada su brevedad, conquistará incluso a los lectores más reticentes. Además gira en torno al vino, por lo que también constituye un regalo ideal para enólogos y aficionados. Yo tuve que devolverlo a la biblioteca, pero no descarto hacerme con él en esta próxima feria del libro de Madrid. Por cierto, se lo recomendé a mi madre (en un momento en el que no tiene el ánimo para centrarse en lecturas, la pobre) y le gustó muchísimo, tanto la historia como las imágenes. En definitiva, ¡este libro es un acierto seguro!
25 de abril de 2019
Mujercitas (Louisa May Alcott)
¿Qué opináis de las lecturas de clásicos que, leídos hoy, resultan tremendamente anticuados? ¿Sois capaces de tomar distancia y apreciarlos como los clásicos que son, u os resultan tan pasados de moda que no conseguís llegar a apreciar su valor? Esta es la reflexión que me he hecho estos días después de haber terminado Mujercitas, ese clásico que Louisa May Alcott escribió en 1868 basándose en las experiencias de su propia familia.
Mujercitas gira en torno a cuatro hermanas: la bella Meg, la siempre independiente, revoltosa y chicazo Jo, la dulce, callada y servicial Beth, y la pequeña Amy, todavía infantil y algo superficial. Las cuatro viven con su madre, la señora March, y la criada Hanna, y su día a día transcurre con estrecheces pero dignamente mientras esperan a que su padre vuelva de la guerra. El lector las acompaña en sus pequeñas anécdotas, vivencias y frustraciones del día a día casi como si fueran sus propias hermanas.
Creo que es un libro que me hubiera encantado leer entre los 11 y los 15 años, y lástima que no se cruzara en mi camino entonces. La prosa no es muy compleja y los capítulos no muy largos animan a seguir avanzando en la lectura; además, para una adolescente puede ser fácil verse reflejadas en las anécdotas de estas cuatro hermanas, que aunque vivieron casi 150 años atrás siguen experimentando emociones con las que todas las jóvenes se pueden identificar.
Leído ahora, siendo yo adulta, lo he disfrutado bastante (no se me ha hecho una lectura tediosa para nada), pero no podía evitar poner los ojos en blanco ante algunas escenas o, más bien, ante la moralina que parece cerrar cada capítulo en boca de la señora March (o de la narradora omnisciente, que a veces parece confundirse con aquella). La edición que yo leí reunía en un solo volumen tanto el libro Mujercitas como la segunda parte, Buenas esposas. Esta segunda parte arranca tres años después de concluido Mujercitas con la boda de Meg, pero para mi gusto esta segunda parte no está del todo a la altura. Las historias de las cuatro hermanas a menudo siguen derroteros que no me esperaba para nada (un punto bastante criticado es que Jo parece perder toda la esencia que caracteriza a su intrépido carácter, se diría que está casi «domesticada») y se hace mucho más hincapié en las moralinas. ¡Parece un tratado de cómo convertirse en la perfecta esposa! Me gustó avanzar un poco más en la historia de estas cuatro hermanas y en cierto modo creo que es necesario leer esta segunda parte para cerrar algunas tramas, pero no me parece tan redonda como la primera parte y supongo que es inevitable juzgar el relato desde la perspectiva de hoy.
En definitiva, pese a que es un libro que me ha gustado y que recomendaría sin dudarlo a las adolescentes de hoy en día, creo que es un clásico que no ha envejecido tan bien como otros. En este sentido, Anna Karenina, por ejemplo, que terminé hace poco, u Orgullo y prejuicio, Jane Eyre o mi adorado Drácula han resistido muchísimo mejor el paso del tiempo.
Louisa May Alcott escribió posteriormente otros libros que continuaban la historia de estas Mujercitas, pero yo con estos dos he tenido suficiente y casi puedo afirmar que ya no leeré ninguno más. Sobre todo teniendo en cuenta que la cantidad de libros pendientes en mi mesilla de noche no hace sino aumentar, y en el horizonte acecha la Feria del Libro de Madrid... ¡ay!
Mujercitas gira en torno a cuatro hermanas: la bella Meg, la siempre independiente, revoltosa y chicazo Jo, la dulce, callada y servicial Beth, y la pequeña Amy, todavía infantil y algo superficial. Las cuatro viven con su madre, la señora March, y la criada Hanna, y su día a día transcurre con estrecheces pero dignamente mientras esperan a que su padre vuelva de la guerra. El lector las acompaña en sus pequeñas anécdotas, vivencias y frustraciones del día a día casi como si fueran sus propias hermanas.
Creo que es un libro que me hubiera encantado leer entre los 11 y los 15 años, y lástima que no se cruzara en mi camino entonces. La prosa no es muy compleja y los capítulos no muy largos animan a seguir avanzando en la lectura; además, para una adolescente puede ser fácil verse reflejadas en las anécdotas de estas cuatro hermanas, que aunque vivieron casi 150 años atrás siguen experimentando emociones con las que todas las jóvenes se pueden identificar.
Leído ahora, siendo yo adulta, lo he disfrutado bastante (no se me ha hecho una lectura tediosa para nada), pero no podía evitar poner los ojos en blanco ante algunas escenas o, más bien, ante la moralina que parece cerrar cada capítulo en boca de la señora March (o de la narradora omnisciente, que a veces parece confundirse con aquella). La edición que yo leí reunía en un solo volumen tanto el libro Mujercitas como la segunda parte, Buenas esposas. Esta segunda parte arranca tres años después de concluido Mujercitas con la boda de Meg, pero para mi gusto esta segunda parte no está del todo a la altura. Las historias de las cuatro hermanas a menudo siguen derroteros que no me esperaba para nada (un punto bastante criticado es que Jo parece perder toda la esencia que caracteriza a su intrépido carácter, se diría que está casi «domesticada») y se hace mucho más hincapié en las moralinas. ¡Parece un tratado de cómo convertirse en la perfecta esposa! Me gustó avanzar un poco más en la historia de estas cuatro hermanas y en cierto modo creo que es necesario leer esta segunda parte para cerrar algunas tramas, pero no me parece tan redonda como la primera parte y supongo que es inevitable juzgar el relato desde la perspectiva de hoy.
En definitiva, pese a que es un libro que me ha gustado y que recomendaría sin dudarlo a las adolescentes de hoy en día, creo que es un clásico que no ha envejecido tan bien como otros. En este sentido, Anna Karenina, por ejemplo, que terminé hace poco, u Orgullo y prejuicio, Jane Eyre o mi adorado Drácula han resistido muchísimo mejor el paso del tiempo.
Louisa May Alcott escribió posteriormente otros libros que continuaban la historia de estas Mujercitas, pero yo con estos dos he tenido suficiente y casi puedo afirmar que ya no leeré ninguno más. Sobre todo teniendo en cuenta que la cantidad de libros pendientes en mi mesilla de noche no hace sino aumentar, y en el horizonte acecha la Feria del Libro de Madrid... ¡ay!
15 de abril de 2019
Lucía en la noche (Juan Manuel de Prada)
Siempre he dicho que me encanta la prosa alambicada de Juan Manuel de Prada, por lo que me hizo especial ilusión cuando gané este libro gracias a Babelio. Además no esperaba que De Prada firmara una historia contemporánea de misterio, amor e intriga, así que emprendí la lectura con ganas y sin querer saber nada más de la trama de antemano.
Alejandro Ballesteros (personaje que ya aparecía en La tempestad, novela ganadora del Premio Planeta de 1997, y en Mirlo blanco, cisne negro), es un escritor venido a menos cuya falta de inspiración le ha llevado a abandonarse a noches de tabaco y alcohol en los garitos de Madrid. Pero una noche conoce a Lucía, una joven misteriosa y desgarbada que se cuela en su vida y conquista su corazón, pero a quien nunca llega a conocer del todo. Ella es muy reservada, aparece y desaparece de su vida, hasta que, tras un año de relación, Lucía se esfuma. Sin embargo, Alejandro, perdido sin su musa, no se resigna al destino y emprende una búsqueda incansable tras la sombra de Lucía para intentar saber quién era en realidad y, lo más importante, qué quería de él.
La novela cuenta en paralelo dos historias a capítulos alternos (y con una leve diferencia en el tamaño de la tipografía y en la numeración de los capítulos): por un lado cómo conoció Alejandro a Lucía un año atrás y cómo se gestó la relación, y por otro lado el momento presente en el que Alejandro la ha perdido y, pese a su zozobra, saca fuerzas de flaqueza para intentar encontrar alguna pista que arroje algo de luz a la desaparición y al verdadero rostro de Lucía. De esta manera la novela ofrece un ritmo dinámico y muy conseguido que no da un momento de respiro y hace que este libro se devore en tres tardes.
De Prada, además, logra mantener el misterio hasta las últimas páginas y ofrece una resolución satisfactoria pero que yo no me esperaba para nada. De todas formas, ese epílogo de montones de páginas explicativas me parece que rompe un poco el ritmo en un momento en el que el lector está deseando poner el broche final al libro y ver qué ha ocurrido en realidad entre Alejandro y Lucía.
Es una novela que me ha gustado mucho y que ya estoy recomendando, pero hay algunas cosas que no me han acabado de convencer. En primer lugar, me ha parecido que la prosa de este libro está un punto por debajo de anteriores novelas de De Prada. A mí, ya lo he dicho, me encanta la prosa alambicada de este escritor y su uso de palabras rarísimas que me obliguen a consultar en el diccionario. Me gusta que me lo pongan difícil como lectora y leer a este hombre ha sido siempre un auténtico reto. Y sin embargo, en este libro me ha parecido que había bajado el listón un pelín, como si el editor le hubiera dicho que tratara de llegar a un público más amplio rebajando el tono general de la prosa. No hay tantas palabras raras como en otras novelas y las repeticiones se me han llegado a hacer algo pesadas (hay incontables «divorciadas talluditas» y «pijos estresados» en la novela...). De todas formas, supongo que esto en realidad es un punto a favor del libro, porque una de las críticas que se le suelen hacer a De Prada es el uso excesivo que hace de palabras rimbombantes.
Por otra parte, el libro gira demasiado en torno al ego de Alejandro Ballesteros y me resulta un poco agotador ver el mundo a través de sus ojos («comprobé que el grupo lo componían modernillos y gafapastas, artistillas de medio pelo y barba hipster y algún que otro gacetillero especializado en chismorreos culturetas», «Allí se refugiaba, en los meses más crudos del invierno, una niebla que expulsaba a los pijos estresados que en otras estaciones del año se congregaban en el lugar, para disfrazar sus adulterios de carreritas párvulas y ejercicios gimnásticos perfectamente memos»). Apuntes de este tipo son constantes y se hacen agotadores (pero vamos, en esos apuntes se ve que De Prada se sabe bicho raro y se regodea en ello).
Por último, y cuidado, que aquí va un spoiler, no me cuadra la situación que ha vivido Lucía en su pasado con el hecho de que, en ese momento de su vida, cuando estaba asentándose en Madrid, tratando de curarse de un trauma tremendo y con la necesidad literal de borrarse del mapa, quisiera ponerse en el disparadero iniciando una relación con un escritor popular que para más inri sale en la tele, lo que iba a hacer de ella el foco de muchas miradas. Que sí, que él podía servir a sus fines en un momento dado, pero no me trago que en ese momento Lucía quisiera exponerse de esa manera o tuviera siquiera la fortaleza emocional necesaria para plantearse algo así (además acercarse a él le llevó meses de preparativos). Ese punto, que es básico y sobre el que gira toda la novela, me ha resultado muy difícil de creer.
¡Ah! Y una cosa más: me imaginaba constantemente que De Prada describía a su mujer, María Cárcaba, cada vez que hablaba de Lucía. De hecho, él mismo ha comentado en una entrevista que «de alguna manera estoy contando en [la novela] la resurrección que para mí fue conocer a mi mujer en un momento en el que yo era un escritor en horas bajas, hundido, que a través del amor se redime». Por otra parte, Alejandro Ballesteros «es como una especie de alter ego, ni soy yo ni es él siempre el mismo. En cada novela es un Alejandro Ballesteros distinto y una manera de encontrar un narrador que tiene cosas que ver conmigo en diferentes aspectos y pasajes de mi vida y, al mismo tiempo, un personaje de ficción». Esto por un lado me ha gustado (quizá sea esta la novela más romántica de las que ha escrito De Prada), pero por otro me los imaginaba a ellos dos, a De Prada y Cárcaba, constantemente de protagonistas y eso me ha impedido meterme del todo en la ficción.
De todas formas, seguramente esto son percepciones mías que no creo que afecten a otros lectores. Lucía en la noche, en palabras del propio autor, «es una historia de intriga que nace del misterio de una mujer y de la obsesión amorosa de un hombre que pierde a esa mujer y quiere recuperarla a toda costa». Un relato que dosifica muy bien el misterio a lo largo de toda la lectura, que gira en torno al miedo, la culpa, el duelo y la búsqueda, con guiños a Hitchcock, y que nos obliga a aceptar que nada es lo que parece.
Alejandro Ballesteros (personaje que ya aparecía en La tempestad, novela ganadora del Premio Planeta de 1997, y en Mirlo blanco, cisne negro), es un escritor venido a menos cuya falta de inspiración le ha llevado a abandonarse a noches de tabaco y alcohol en los garitos de Madrid. Pero una noche conoce a Lucía, una joven misteriosa y desgarbada que se cuela en su vida y conquista su corazón, pero a quien nunca llega a conocer del todo. Ella es muy reservada, aparece y desaparece de su vida, hasta que, tras un año de relación, Lucía se esfuma. Sin embargo, Alejandro, perdido sin su musa, no se resigna al destino y emprende una búsqueda incansable tras la sombra de Lucía para intentar saber quién era en realidad y, lo más importante, qué quería de él.
La novela cuenta en paralelo dos historias a capítulos alternos (y con una leve diferencia en el tamaño de la tipografía y en la numeración de los capítulos): por un lado cómo conoció Alejandro a Lucía un año atrás y cómo se gestó la relación, y por otro lado el momento presente en el que Alejandro la ha perdido y, pese a su zozobra, saca fuerzas de flaqueza para intentar encontrar alguna pista que arroje algo de luz a la desaparición y al verdadero rostro de Lucía. De esta manera la novela ofrece un ritmo dinámico y muy conseguido que no da un momento de respiro y hace que este libro se devore en tres tardes.
De Prada, además, logra mantener el misterio hasta las últimas páginas y ofrece una resolución satisfactoria pero que yo no me esperaba para nada. De todas formas, ese epílogo de montones de páginas explicativas me parece que rompe un poco el ritmo en un momento en el que el lector está deseando poner el broche final al libro y ver qué ha ocurrido en realidad entre Alejandro y Lucía.
Es una novela que me ha gustado mucho y que ya estoy recomendando, pero hay algunas cosas que no me han acabado de convencer. En primer lugar, me ha parecido que la prosa de este libro está un punto por debajo de anteriores novelas de De Prada. A mí, ya lo he dicho, me encanta la prosa alambicada de este escritor y su uso de palabras rarísimas que me obliguen a consultar en el diccionario. Me gusta que me lo pongan difícil como lectora y leer a este hombre ha sido siempre un auténtico reto. Y sin embargo, en este libro me ha parecido que había bajado el listón un pelín, como si el editor le hubiera dicho que tratara de llegar a un público más amplio rebajando el tono general de la prosa. No hay tantas palabras raras como en otras novelas y las repeticiones se me han llegado a hacer algo pesadas (hay incontables «divorciadas talluditas» y «pijos estresados» en la novela...). De todas formas, supongo que esto en realidad es un punto a favor del libro, porque una de las críticas que se le suelen hacer a De Prada es el uso excesivo que hace de palabras rimbombantes.
Por otra parte, el libro gira demasiado en torno al ego de Alejandro Ballesteros y me resulta un poco agotador ver el mundo a través de sus ojos («comprobé que el grupo lo componían modernillos y gafapastas, artistillas de medio pelo y barba hipster y algún que otro gacetillero especializado en chismorreos culturetas», «Allí se refugiaba, en los meses más crudos del invierno, una niebla que expulsaba a los pijos estresados que en otras estaciones del año se congregaban en el lugar, para disfrazar sus adulterios de carreritas párvulas y ejercicios gimnásticos perfectamente memos»). Apuntes de este tipo son constantes y se hacen agotadores (pero vamos, en esos apuntes se ve que De Prada se sabe bicho raro y se regodea en ello).
Por último, y cuidado, que aquí va un spoiler, no me cuadra la situación que ha vivido Lucía en su pasado con el hecho de que, en ese momento de su vida, cuando estaba asentándose en Madrid, tratando de curarse de un trauma tremendo y con la necesidad literal de borrarse del mapa, quisiera ponerse en el disparadero iniciando una relación con un escritor popular que para más inri sale en la tele, lo que iba a hacer de ella el foco de muchas miradas. Que sí, que él podía servir a sus fines en un momento dado, pero no me trago que en ese momento Lucía quisiera exponerse de esa manera o tuviera siquiera la fortaleza emocional necesaria para plantearse algo así (además acercarse a él le llevó meses de preparativos). Ese punto, que es básico y sobre el que gira toda la novela, me ha resultado muy difícil de creer.
¡Ah! Y una cosa más: me imaginaba constantemente que De Prada describía a su mujer, María Cárcaba, cada vez que hablaba de Lucía. De hecho, él mismo ha comentado en una entrevista que «de alguna manera estoy contando en [la novela] la resurrección que para mí fue conocer a mi mujer en un momento en el que yo era un escritor en horas bajas, hundido, que a través del amor se redime». Por otra parte, Alejandro Ballesteros «es como una especie de alter ego, ni soy yo ni es él siempre el mismo. En cada novela es un Alejandro Ballesteros distinto y una manera de encontrar un narrador que tiene cosas que ver conmigo en diferentes aspectos y pasajes de mi vida y, al mismo tiempo, un personaje de ficción». Esto por un lado me ha gustado (quizá sea esta la novela más romántica de las que ha escrito De Prada), pero por otro me los imaginaba a ellos dos, a De Prada y Cárcaba, constantemente de protagonistas y eso me ha impedido meterme del todo en la ficción.
De todas formas, seguramente esto son percepciones mías que no creo que afecten a otros lectores. Lucía en la noche, en palabras del propio autor, «es una historia de intriga que nace del misterio de una mujer y de la obsesión amorosa de un hombre que pierde a esa mujer y quiere recuperarla a toda costa». Un relato que dosifica muy bien el misterio a lo largo de toda la lectura, que gira en torno al miedo, la culpa, el duelo y la búsqueda, con guiños a Hitchcock, y que nos obliga a aceptar que nada es lo que parece.
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