17 de abril de 2016

Carrie

Admitámoslo: el instituto puede ser una etapa horrorosa. Quién no ha sido objeto de alguna burla en un momento dado y ha deseado con todas sus fuerzas que al agresor le lloviera del cielo un meteorito enorme que lo barriera de la faz de la Tierra, o que de repente una mano prodigiosa bajara del cielo y asestara un guantazo al acosador en cuestión... Pues bien: en este libro, todas esas fantasías adolescentes se cumplen.

Carrie, a sus 16 años, sabe lo que es ser «la rara» del instituto: apocada, asocial, lo único que desea es que la dejen en paz. Vive sola con su madre, una fanática religiosa que ejerce un total dominio sobre ella. Pero lo que nadie sabe es que Carrie tiene el poder de la telequinesis. Y lo está ejercitando para tratar de controlarlo. Y un día se vengará de todos esos que hoy le están haciendo la vida imposible. Su madre incluida.

Oh, qué libro. Mi eterna deuda pendiente desde que me lo compré en 1997 (lo descatalogaron de una biblioteca inglesa y lo adquirí por cuatro peniques, aunque la edición está desvencijada). Llevaba tiempo llamándome desde la estantería, y es que saber que fue el primer libro que le publicaron a Stephen King ya era razón suficiente. ¡Y con 26 años! No sé si conocéis la anécdota, pero fue Tabby, la mujer de King, quien descubrió en la papelera una bola de papel arrugado con las primeras páginas de la novela, en las que se narra la famosa escena de la ducha, y animó a su marido a que continuara: este las había tirado exasperado porque no estaba nada contento con aquel inicio. De hecho, el mismo King dijo:

"Who'd want to read a book about a poor little girl with menstrual problems?' I couldn't believe I was writing it."

(«¿Quién iba a querer leer una novela acerca de una pobre chica con problemas menstruales? No me cabía en la cabeza que estuviera escribiendo aquello.»)

Sin embargo, Tabby supo ver más allá y creyó firmemente en el potencial que encerraban aquellas líneas. Al parecer fue ella quien guió a King a la hora de perfilar a una panda de chicas de instituto, sus reacciones, sus vínculos y sus confrontaciones. Y así fue hilando King este peculiar libro, en el que la narración la conforman recortes de prensa, fragmentos de supuestos libros y retazos de cartas. Recordemos que Stephen y Tabitha las estaban pasando canutas en aquel momento: vivían en una caravana, apenas llegaban a fin de mes e incluso habían tenido que cortar el teléfono porque no podían pagarlo. King finalmente terminó el libro y trató de publicarlo.

Más de treinta editoriales rechazaron el manuscrito.

¿No es genial como historia? El escritor que pasó grandes penurias hasta que alguien creyó en él y, por fin, salió de la pobreza y llegó a vender millones y millones de libros (historia que repetiría J. K. Rowling años después, ¿no?).

El caso es que finalmente el libro se publicó, se empezó a vender como rosquillas y, como suele decirse, el resto es historia. Yo solo puedo recomendarlo, muy bueno también para quien no haya leído nada de King todavía, pues se termina en un suspiro y ¿qué mejor que empezar con la primera obra publicada del autor?

16 de abril de 2016

We Are All Completely Beside Ourselves

Cuando Rosemary era una niña hablaba por los codos, soltaba frases como una metralleta: era imposible verla callada. Hoy, sin embargo, es una veinteañera universitaria más bien silenciosa, encerrada en su mundo: hay cosas de las que prefiere no hablar ya. Tenía una hermana, Fern, su otra mitad y todo un torbellino de energía, cómplice de todas sus travesuras, que desapareció cuando Rosemary tenía 5 años en circunstancias que desearía poder olvidar. También su hermano, Lowell, desapareció un tiempo después y han pasado diez años desde la última vez que se vieron.

Sin embargo, Rosemary se da cuenta de que no puede seguir adelante sin volver la vista atrás, a aquel momento en que la enviaron unos días a casa de sus abuelos y, de regreso a casa, se encontró con que Fern ya no estaba. Así que empieza a preguntar y, sobre todo, a indagar entre sus propios recuerdos, con lo que Rosemary va conformando una narración divertida, inteligente y llena de trasfondo.

Y esto es todo lo que necesitáis conocer de este libro que os recomiendo encarecidamente. Sobre todo hay que evitar saber más de antemano, pues pasado un tercio del libro se hace una revelación que cambia la percepción que se tiene de la historia (una pista: no es thriller, ni novela policíaca, ni nada por el estilo). Este es un libro sobre el intenso amor y la rivalidad entre hermanos, sobre lo que uno recuerda de su infancia (que no siempre coincide con lo que ocurrió en realidad) y sobre ciertas conversaciones que nunca se tuvieron con los padres y que nunca es tarde para abordar. Y, bueno, en realidad el tema central de la historia es otro, que daría para hablar largo y tendido y que es ciertamente interesante, pero que, como digo, creo que es mejor no desvelar.

¿Estáis vosotros de acuerdo con que a veces es mejor no saber de antemano nada acerca de la trama de un libro? Yo reconozco que es una manía que tengo: intento no tener nada de información (¡ni siquiera me leo el texto de la contra!). Para escoger mis lecturas me guío por recomendaciones que haya leído por ahí y también suelo leerme la primera página para ver qué impresiones me transmite. En este caso la contra no desvela nada de la parte principal de la trama, cosa que sí se hace en la edición en español. ¿No creéis que en este sentido original y traducción deberían ir en la misma línea?

Hablando de la traducción, el libro se publicó en español con el título de Fuera de quicio. Por cierto, ¿no os parece poco acertada la portada en español? Yo creo que ha perdido muchísima garra. Una de las cosas que me atrapó de este libro desde el estante de una charity fue ese amarillo estridente de la portada en conjunción con el negro. Aunque me chiflan los árboles y el dibujo es muy bonito, la novela en español me hace pensar en un deprimente ensayo de psiquiatría o algo así, con esos tonos en verde y gris apagado... ¿Qué opináis?