17 de agosto de 2021

Una de minireseñas

No se lo digas a nadie (Harlan Coben) 

El doctor David Beck vivió una terrible pérdida hace ocho años: mataron a su mujer, de la que había sido inseparable desde que ambos tenían 7 años. Él trata de seguir su día a día, pero los recuerdos le pesan y más ahora que se acerca el aniversario de ambos. Pero ocurren dos cosas que ponen su mundo patas arriba: recibe un mensaje de correo electrónico que parece indicar que su mujer podría seguir viva, y desentierran algo importante en el lugar donde la mataron. Para más inri, las sospechas parecen recaer ahora sobre el propio Beck. 

Es un thriller muy bien construido, que me ha tenido tres días mordiéndome las uñas, con uno de los esbirros más terroríficos que me he encontrado últimamente, y con una trama sin trampas. Muy, muy recomendable.

Lo único malo que tengo que decir es que la traducción tiene algunos errores gordos. No digo que el trabajo de la traductora fuera malo, pero sí creo que la editorial tendría que haber hecho una revisión de la traducción más pulida. Lo primero que me llamó la atención fue esta frase, cuando dos personajes hablan de una chica que está de muy buen ver: «Tiene un cuerpo asesino». Tenía toda la pinta de ser un calco, porque la expresión «killer body» en inglés significa «cuerpo de infarto», pero traducido literal killer significa «asesino». Para no pasarme de lista busqué el original (puede consultarse una versión online, mal maquetada e incómoda de leer, pero que usé para confirmar estos fallos). Efectivamente, en inglés decía «She's got a killer body».

Trabajo en el sector de la traducción y tengo un cliente cuyo mantra es «sentido común». Y tiene razón. Si alguien (el traductor, el corrector, el editor, el lector) se encuentra una frase como «tiene un cuerpo asesino», ¿no hay nada que le llame la atención? ¿No se plantearía si el original quería decir otra cosa?

Pensé que era deformación profesional y que sería un fallo puntual, pero no. A medida que avanzaba en la lectura iba encontrando cosas en la trama que de nuevo sonaban raras, y lo peor es que las que detecté me sonaron mal porque impedían la comprensión de la trama. Por ejemplo, en estas frases:

"That's not true. You were her husband. In such cases, the odds of a family member's involvement..."

"Maybe if you didn't waste time with that crap, you would have found her before"

Aquí, con «that crap» se refiere a que la policía perdió demasiado tiempo en investigarlo a él (el marido), como pariente cercano, en lugar de seguir otras pistas fiables. La traducción dice:

—Eso no es verdad. Usted era su marido. En casos como este, las probabilidades de que un miembro de la familia esté involucrado...

—Si no hubiera perdido tanto tiempo con aquel tipejo, quizá la habría encontrado antes...

Aquí no tiene sentido hablar de «aquel tipejo» (que en la lectura hace referencia a un asesino en serie), porque está hablando de la implicación de un miembro de la familia. Aquí consulté el original porque, de nuevo, no sabía qué quería decirme el texto con «aquel tipejo», y me encontré de nuevo con un error de traducción.

Así pues, un tironcillo de orejas a RBA, y espero que en futuras ediciones del libro se revise con más cuidado (la mía es una de bolsillo del 2005). El nombre de la traductora no lo pongo porque no querría que las críticas de mi reseña se cebaran con un nombre en concreto (cuando un libro traducido es producto del trabajo de muchas personas).  


El misterioso señor Brown (Agatha Christie)

Aquí voy con otro libro para el reto de Agatha Christie (el de leer sus novelas por orden cronológico). De momento estoy teniendo poco éxito con el reto porque este es solo el segundo que leo, escrito en 1922, cuando la autora aún estaba buscando su estilo. En este libro se nos presenta a Tommy y Tuppence, un par de amigos veinteañeros (chico y chica) que, recién acabada la Primera Guerra Mundial, se encuentran sin un penique en el bolsillo y con escasez de ofertas en el mercado laboral, por lo que deciden hacerse detectives. Pero en su primer caso se ven envueltos en una historia de espías, con rusos, contraseñas secretas, secuestros y la búsqueda de un misterioso personaje, el «señor Brown» que le da el título a la novela.

No ha sido la lectura de esta autora que más he disfrutado; también es verdad que no me gustan mucho los libros de espías. Por otra parte, la trama avanza demasiado a golpe de casualidades (sobre todo al principio) y si la trama fuera «seria» la pareja protagonista ya habría fallecido en la página 30, porque no miden en absoluto los riesgos. De todas formas, es fácil de leer y las aventuras se suceden; además, Tommy y Tuppence resultan bastante entrañables y la trama tiene a veces el saborcillo de una comedia romántica. 

En fin, no está mal, pero no me ha parecido tan memorable como otros libros que he leído de la autora. Espero con ganas el siguiente.


11 de agosto de 2021

La isla del tesoro (Robert Louis Stevenson)

¡Yo, ho, ho! ¡Y una botella de ron!

¿Qué mejor para empezar un mes de agosto que leer La isla del tesoro? Siempre he dicho que tengo grandes lagunas con los clásicos y este era uno de esos títulos que me rondaban desde hace tiempo y nunca encontraba el momento de leer. La oportunidad me llegó con la última edición de Masa Crítica de Babelio, donde tuve la suerte de que me tocara este libro.

Y puede sonar a topicazo, pero cuando lo lees te das cuenta de por qué es todo un clásico: publicado en 1883, es una de las novelas de aventuras por excelencia, una historia que ha contribuido a cimentar la mitología que se asocia hoy a las historias de piratas: el cofre de un pirata muerto, tabernas junto al mar donde recalan bucaneros, un pirata con pata de palo y loro al hombro, un mapa del tesoro con una cruz marcada en rojo, piratas que cantan canciones ebrios de ron, la bandera negra con dos tibias y una calavera, el terror de recibir «la marca negra»... Y a eso se suman apariciones fantasmales, traiciones, deserciones y la emocionante búsqueda en pos de un inmenso tesoro escondido. Además, los cortos capítulos contribuyen a darle ritmo a una narración en la que no dejan de suceder cosas y que mantendrá al lector pegado a sus páginas hasta el final.

Como digo, la acción es desenfrenada, y sin embargo los primeros capítulos se toman su tiempo para presentar a los personajes y desarrollar la acción, y me resultaron tremendamente evocadores. Las descripciones de Billy Bones son maravillosas y su caída en decadencia se lee con ansia porque anticipa el viaje que está por venir. Jim Hawkins es el narrador, un joven que lo observa todo con ojos de asombro y que va adquiriendo lecciones de vida en cada una de las aventuras que vive en el barco. Es inevitable para el lector sentir empatía hacia Jim, pues pese a su juventud se comporta como todo un héroe y más de una vez pone en peligro el pellejo ante lo que se va encontrando en la isla. Otro de los personajes maravillosos de este libro, maravilloso en su ambigüedad, es John Silver el Largo, de quien no diré nada para no fastidiar la trama pero que, para mí, se lleva todo el protagonismo en cada una de las escenas en las que aparece.

En el prólogo de la traducción que hizo de esta obra en 1901, Manuel Caballero dice:

La Isla del Tesoro es una narración llana, un romance fácil, un cuento sabroso con un niño por héroe, y que, a pesar de sus peripecias dramáticas y conmovedoras, conserva en todo el discurso del libro una pureza y una sencillez tales que no habrá hogar, por mucha severidad que impere en él, del cual pueda desterrársele con razón.

Hablando de la traducción, la editorial Eneida ha utilizado esta que comento de Manuel Caballero, pero creo entender que le ha dado un buen lavado de cara porque la traducción original se puede consultar por Internet y desde luego no tiene nada que ver con la que yo he leído. En los créditos figura también Lur Sotuela Elorriaga, que supongo habrá sido el editor del texto y el encargado de actualizarlo y de limpiar un poco las expresiones que suenan más pesadas. Si es así, ha hecho un magnífico trabajo. En cualquier caso, os recomiendo encarecidamente la edición de Eneida: transmite el saborcillo de los relatos de aventuras en el mar y al mismo tiempo no se hace pesada de leer ni está trufada de notas al pie. Si queréis aproximaros a este clásico entre los clásicos, la edición de Eneida es ideal. 

En definitiva, La isla del tesoro es todo un clásico de aventuras y una lectura que recomiendo encarecidamente. Un libro para el que, desde luego, no pasan los años.

Con buenos vientos, que estoy seguro de que los tendremos, la travesía será rápida y sin dificultades. Encontraremos el sitio, y después, ah, después, habrá tanto dinero que podremos revolcarnos en él. Viviremos en el mayor de los lujos el resto de nuestros días.


Gracias a Masa Crítica de Babelio y a Eneida Editorial por el ejemplar.