20 de abril de 2018

Un extraño en casa (Shari Lapena)

Al empezar a escribir esta entrada, estaba pensando que Un extraño en casa quizá sea el primer título que leo de domestic noir: esas novelas de misterio llenas de giros inesperados, pero reducidas al seno del hogar y protagonizadas por gente corriente, en su mayoría esas típicas parejitas felices que parecen tenerlo todo para vivir una vida idílica. Normalmente forman parte de una comunidad placentera que no sospecha que pueda haber problemas hasta que la normalidad salta por los aires... El boom de estos dramas psicológicos bajo la apariencia de una esfera doméstica perfecta comenzó quizá con Perdida y luego con La chica del tren. Más adelante llegó Shari Lapena con La pareja de al lado y también se hizo un hueco entre las «grandes», pese a los miedos iniciales de sus editores de que, para cuando salió al mercado en el 2016, el género ya estuviera saturado. Pero no fue así, el libro se situó entre los más vendidos y el género sigue estando en muy buena forma.

Una vez digerido el éxito, tocaba repetir la fórmula y Lapena lo ha intentado con este libro que traigo hoy, Un extraño en casa, y que, como digo, ha sido mi primer contacto con el género.

El libro empieza con una mujer que huye despavorida de los bajos fondos de una ciudad hasta que, descontrolada, se empotra con el coche contra una farola. A los policías que acuden a la escena no acaba de cuadrarles que una respetable ama de casa de un buen barrio de Nueva York fuera a mil por hora por una de las peores zonas de la ciudad. Encima, se enteran de que su marido acaba de llamar al 911, alarmado porque su mujer parece haber salido de casa a todo correr, dejando la cena a medio hacer y sin llevarse ni siquiera el móvil y el bolso. La mujer se recupera en el hospital de sus heridas, pero no recuerda nada del accidente ni de lo que hacía ella en aquel barrio a aquellas horas: un ataque de amnesia ha borrado todos sus recuerdos de aquel momento.

Y este es el punto de partida de un libro de esos que no puedes soltar, pero que a mí me ha parecido un pelín flojo. ¿Puntos positivos? Que se lee rapidísimo (la letra es grande además) y que es de estos que, si tienes una tarde por delante, te lees de una sentada porque no puedes dejar de pasar páginas para descubrir el siguiente giro de la trama. ¿Puntos negativos? Pues unos cuantos... Me sorprendió lo sencillo que es el estilo de la autora, ¡demasiado! Apenas profundiza en los personajes, apenas detalla nada, continuamente cambia de escenario. El recurso de la amnesia me parece un poco manido y queda algo impostado; a estas alturas recurrir a una amnesia parece una opción facilona y perezosa para darle chicha a una trama que quizá de otro modo no destacaría. La historia es en cierto modo predecible, pero la autora la resuelve en las ultimísimas páginas con un giro que no te ves venir, pero para mal. Normalmente un autor te va dejando semillitas durante la trama y al final atas cabos y dices: «¡Ah! ¡Pues claro!». Pero aquí no, aquí te plantan ese final que a mí me dejó fría como un témpano.

Durante toda la lectura, me dije que este libro es muy comparable a una película de Antena 3, para bien y para mal. Te enganchas y la devoras, y todas giran en torno a familias jovencitas aparentemente felices que viven en sus caserones americanos, pero la narración es muy básica y en cuanto termina la peli ya te has olvidado de ella. Pues este libro es un poco lo mismo. ¿Que puede ser una lectura estupenda para un aeropuerto o para el borde de la piscina? Pues sí. Y quizá también atraiga a la lectura a gente que a priori no es lo que más le interesa, y eso es genial. Pero ya. Por mi blog va a pasar sin pena ni gloria y sin embargo (al contrario que me pasó con el libro de Inés Plana) sí que es un libro que recomendaré porque, para pasar un rato de evasión, cumple su cometido perfectamente. Sin más.

Gracias a Edición Anticipada por el ejemplar.



9 de abril de 2018

Daddy's Little Princess

Beth es una niña de 7 años que vive sola con su padre, Derek, a quien quiere con locura. Demuestra una gran madurez para su edad y está acostumbrada a cuidar a su padre casi como si fuera adulta; su madre no es una figura presente, pues los abandonó cuando Beth era un bebé y no volvieron a saber nada de ella. Un día Derek sufre una crisis nerviosa y tiene que ser hospitalizado; no hay familiares cercanos y nadie puede hacerse cargo de Beth, por lo que los servicios sociales intervienen y le buscan una casa de acogida. Beth, llorosa y asustada, dormirá esa noche en una casa que no conoce y se muestra aterrorizada al no saber si podrá ver a su padre nunca más. Por si fuera poco, los servicios sociales descubren pronto que la relación entre Derek y su hija no es tan idílica como parece...

Cathy Glass obra milagros en mí: devoro sus libros en cuestión de horas. Aunque ya tengo varios libros suyos reseñados en el blog, no está de más recordar que son historias reales (en forma de novela) acerca de los niños de acogida que cuida Cathy Glass en su casa de Inglaterra.

Hay varias cosas que me gustan de los libros de esta autora: lo primero, el detalle con el que narra las rutinas de su día a día con los niños y las técnicas de educación que aplica con ellos. De hecho, lo cuenta con tanto detalle que sus libros se recomiendan como formación para futuros padres de acogida en el Reino Unido, si bien todo lo que cuenta se puede aplicar en el día a día de cualquier familia normal.

Otra cosa que me gusta mucho es el inglés tan cotidiano que utilizan estos libros: es leerlos y verme transportada allí de nuevo, a las puertas del colegio o paseando por un parque. Si alguien tiene interés en saber cómo es la vida con niños en Inglaterra, solo tiene que leer un libro de esta autora para tener una idea clara.

Un último apunte sobre este libro: al relatar el día a día de los niños que acoge, inevitablemente en los libros de Cathy Glass se ve reflejada la vida de su autora, y en este libro este aspecto es especialmente patente puesto que, en paralelo a la trama principal, cuenta el periodo de varios meses en el que su marido empezó a distanciarse de ella hasta que un día le dijo que quería dejar la relación. Cathy ni se lo veía venir, y cuando se dio cuenta de lo que ocurría se quedó destrozada. Este libro lo escribió mucho tiempo después, cuando pudo digerir lo que pasó y ver los indicios (sobre todo, muchas noches y fines de semana fuera de casa, siempre por trabajo). El libro termina con su sensación de miedo, vértigo, qué voy a hacer ahora, cómo me ganaré la vida... Incluso se tomó un paréntesis sin acoger a niños para recomponer su vida y centrarse en sus hijos, Adrian y Paula. En fin, que para mí es inevitable empatizar con ella y ya estoy pensando en cuál será el libro de Cathy Glass que leeré a continuación...



3 de abril de 2018

Morir no es lo que más duele (Inés Plana)

Los que me conocéis sabéis que no soy de leer bestsellers ni tampoco libros que encuentran su hueco en el mercado a golpe de promoción, en lugar de dejar que sea el boca a boca de los lectores el que haga el trabajo. Reconozco que mi experiencia con este tipo de libros ha sido casi siempre nefasta (recordemos, por ejemplo, La verdad sobre el caso Harry Quebert). Sin embargo, este libro sí quería leerlo porque hay varias coincidencias que me unen a la autora; por ejemplo, que las dos somos de la misma ciudad oscense y me apetecía apoyar el trabajo de una escritora local. La casualidad quiso que no hace mucho consiguiera el libro gracias al blog Pero qué locura de libros y justo hoy lo he terminado después de una lectura maratoniana.

A estas alturas seguro que todos habéis oído hablar de la gran apuesta de Planeta de este año, que además ha sido noticia porque Morir no es lo que más duele es la primera novela que escribe su autora, Inés Plana. Y, si ya es difícil que una gran editorial llegue a publicar tu libro, que lo presenten como lo más destacado de la temporada es toda una proeza.

Morir no es lo que más duele presenta el asesinato de un apacible profesor de literatura (un hombre al que encuentran ahorcado y con los ojos arrancados), lo que nos permite conocer también a Sara Azcárraga, una correctora editorial traumatizada por su pasado. Aparentemente no hay relación alguna entre ellos, pero el nombre de Sara aparece anotado en un papel en el bolsillo del muerto. La tarea de desentrañar el misterio corresponde al teniente de la Guardia Civil Julián Tresser y al inexperto cabo Guillermo Coira, entusiasmado por encontrarse ante su primer caso importante que le apartará del tedioso papeleo. A partir de ahí, la investigación tendrá que remontarse casi cuarenta años atrás para tratar de desentrañar una madeja que acabará implicando a uno de los guardias civiles de un modo más que profesional.

¿Qué me ha gustado de esta novela? En primer lugar, para ser una ópera prima creo que está muy bien construida y redactada; además, la edición se ha cuidado bastante y eso es de agradecer (en el sentido de que apenas hay erratas). He leído en algunas reseñas que el ritmo no está bien resuelto, pero a mí en ese sentido sí que me ha gustado; no me ha aburrido en ningún momento y la trama está aderezada con continuos giros que sorprenden cada vez más (casi demasiado, pues llega un momento en que uno deja de creerse que todo pueda estar tan bien entramado).

Los personajes no están mal perfilados, pero no he logrado empatizar con ninguno de ellos y en algunas ocasiones caen un poco en clichés. Además, la autora ha querido dibujar a un personaje principal homófobo, machista, malhumorado, borde, circunspecto... Que sí, que personas así existen, pero ¿por qué hacer de ellas el personaje principal de tu libro? En la trama se mete a una gata con calzador para suavizar al personaje de Tresser y dotarlo así de un poco de ternura, pero me parece que el recurso no acaba de funcionar del todo bien porque la pobre minina no pega en la trama ni con cola y la pobre se ve metida en una caja de cartón varias veces para llevarla de acá para allá según avanza la historia; al final, Tresser prácticamente tiene que regalarla porque no puede ocuparse de ella. Y luego personajes interesantes como el de Sara Azcárraga, que tanto peso tiene en los primeros capítulos, acaba relegada a un segundísimo plano, lo cual creo que es una lástima.

La trama en líneas generales me ha gustado, aunque a medida que avanzaba el libro me iba desinflando. En primer lugar, porque en el libro se tratan algunos temas que me resultan desagradables (los que tienen que ver con niños, en concreto lo de la rama, qué necesidad había... Y por otro lado lo de los ojos arriba y abajo, que cuando acabaron metidos en un táper me dieron ganas de decir apaga y vámonos) y, si llego a saberlo, directamente no leo el libro. Que sí, que es ficción, que por algo es una novela negra, pero hay temas sobre los que me niego a leer. De hecho, tenía muchas ganas de recomendarle este libro a mi madre y creo que ya no lo voy a hacer, porque sé que la mujer lo pasará mal también leyendo sobre temas tan escabrosos acerca de niños. Luego, el motivo sobre el que se asienta todo el libro (por qué el que el asesino remueve todo el tema cuarenta años después) me parece muy traído por los pelos y no he acabado de creérmelo. Finalmente, las últimas páginas en las que se plantea la resolución del caso me parecieron, no sé, un poco tomadura de pelo (¡el globo!, ¡la enfermedad!). Me ha dejado atónita que tanto la autora como la editorial consideraran que esa era una forma lógica de resolver las cosas.

De todo esto me quedo con una conclusión: quería recomendar este libro a muchas personas de mi entorno y ahora que lo he terminado, francamente, creo que no voy a hacerlo. O quizá les avise de la cantidad de temas escabrosos que toca el libro como si tal cosa y de sus puntos flojos para que cada cual decida.

Curiosamente, hace poco leí un libro que tiene algunos paralelismos con este (una novela policíaca con una pareja de guardias civiles como protagonista, una chica atormentada, un secreto del pasado) que me ha gustado mucho más y pronto publicaré reseña: El santo al cielo.