29 de septiembre de 2019

El escalón de hojalata (Mónica de Cristóbal)

César es un niño de 12 años que va a 6.˚ de Primaria, es feliz, inteligente y tiene un grupo de buenos amigos. Sin embargo, está cansado de que los demás lo miren de forma diferente, y es que padece acondroplastia (la forma de enanismo más común). Un día, en el colegio les llega la noticia de que se ha convocado un concurso de niños inventores, y César y sus amigos deciden presentarse con una idea: ¡inventarán un escalón portátil de 30 cm para que César pueda superar sin problemas los obstáculos de su día a día! ¿Lograrán dar con una idea que funcione?

Este es el argumento de El escalón de hojalata (Istarduk ediciones), de Mónica de Cristóbal, que pretende acercar a los niños a la realidad de las personas con acondroplasia «desde una perspectiva realista pero positiva».


Con siete años sí recuerdo que uno de otra clase me llamó enano. Y otro llamó negro al negro de Roxani. La verdad es que negro es. Pero, claro, él no quiere que se le diferencie por eso. No quiere que le señalen por el color de su piel.
Le pasa como a mí. No quiero que me miren por mi estatura y si me miran, porque yo sé que llamo la atención, que lo hagan con respeto. Si me quieren preguntar, adelante, que me pregunten con educación que yo les voy a explicar todo encantado de la vida.
Pero que no se burlen, que no señalen, que no se rían, que no se den codazos. Los codazos siempre los vemos por el rabillo del ojo.


Mi hija tiene la misma edad que el protagonista y puedo afirmar que la autora ha captado muy bien el tono con el que se expresan los niños de 11 años, su sentido del humor, sus anécdotas de cada día. Es un libro escrito con frases sencillas y en capítulos cortos, por lo que es una lectura ideal para niños en torno a 8-12 años y también para adultos, pues a menudo somos nosotros los primeros que tenemos que olvidarnos de las diferencias entre los niños y evitar que nuestros prejuicios lleguen a proyectarse en nuestros hijos.

Otra cosa que me ha encantado es que en el libro participan varios ilustradores diferentes, lo que le da un toque diferente y más redondo. Es un punto del que no me di cuenta hasta que casi estaba terminando el libro y la verdad es que me sorprendió muy gratamente:

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Ilustración de Sylvia Vivanco.

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Ilustración de Carlos Venegas.

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Ilustración de Gabriel Sanz.

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Ilustración de Gabriel Sanz.


En definitiva, es un libro ideal para que los niños aprendan a no ver como «bichos raros» a otros niños que quizá sean diferentes. No se trata de sentir pena ni compasión, sino de ponerse en el lugar de estas personas al aprender cómo es su día a día. La autora decidió escribir este libro a raíz de que la mamá de una niña con acondroplastia leyera su libro anterior, La nube blanca (que gira en torno al alzheimer). Esta mamá le sugirió que publicara un libro en la misma línea, pero con un protagonista con enanismo. Esta madre, que conoce la realidad de la enfermedad tan de cerca, leyó el libro antes de ser publicado y asesoró a la autora. La verdad es que el tema está tratado con mucho cariño y sensibilidad, y es un libro que plantearía muy buenos debates si se leyera en los colegios. Seguro que los niños se identifican con los protagonistas (pues, al fin y al cabo, son personas igual que ellos) y les ayuda a trabajar la empatía y a aceptar las diferencias de los demás.

Gracias a Masa Crítica de Babelio por el ejemplar y a Isabel de la editorial Istarduk, que por cierto me envió el libro en un paquete precioso, con un par de marcapáginas y una tarjeta dedicada.

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17 de septiembre de 2019

Naranja de sangre (Harriet Tyce)

Solo una noche más y lo dejo.
Alison tiene un marido entregado, una hija adorable y una carrera en ascenso como abogada: le acaban de confiar su primer caso de homicidio. Pero bebe demasiado. Descuida a su familia. Y mantiene una aventura que raya en lo obsesivo con un colega al que le gusta traspasar los límites.

Lo hice. Yo lo maté. Debería estar encerrada.
Su cliente no niega que apuñaló a su marido. Quiere declararse culpable. Y, sin embargo, hay algo en su historia que no encaja. Salvar a esta mujer podría ser el primer paso para que Alison logre su propia salvación.

Te estoy viendo. Sé lo que estás haciendo.
Pero alguien conoce sus secretos. Alguien que quiere que Alison pague por lo que ha hecho y que no parará hasta que lo haya perdido todo.




La premisa de la que parte este libro es arriesgada, pues nos presenta a una protagonista cuyo comportamiento es muy cuestionable: después de interminables jornadas de trabajo como abogada en Londres, Alison se va de bares con sus compañeros y en muchas ocasiones acaba borracha como una cuba. Su marido es el que cuida a la hija de ambos, de 6 años, que más de una vez la ha visto durmiendo la mona. Por si eso fuera poco, Alison tiene un amante y muchas tardes se va con él después del trabajo, con lo que sigue sin atender a su hija, pues vuelve a llegar a casa cuando ella ya está durmiendo. Y Alison es consciente de todo esto: como dice el subtítulo de la cubierta, «sé que lo que hago está mal, pero no puedo parar».

Solo llevaba leídos unos pocos capítulos y recuerdo que pensé que no tenía mucho sentido que el libro girara en torno a una persona tan deleznable. Incluso me planteé si valía la pena seguir. Sin embargo, el ritmo es bastante frenético y enseguida me vi envuelta en la trama, porque llega un momento en que te pica la curiosidad: el comportamiento de Alison es tremendamente destructivo, pero en un momento dado te das cuenta de que ahí hay algo más, de que en todo lo que está pasando hay algo que empieza a no cuadrar. Poco a poco las pistas van siendo más claras pero la situación pinta cada vez más embrollada, de manera que es imposible dejar de leer porque quieres ver a dónde lleva todo eso. Y para mí el final es totalmente satisfactorio, y eso que faltaban ya poquísimas páginas para terminar el libro y no me imaginaba cómo iba a hacer la autora para deshacer el entuerto.

Otro punto que me ha gustado muchísimo es que el libro refleja lo que es el trabajo de abogados y procuradores en el Londres actual. Además habla mucho de los pasos que sigue cada caso en los tribunales, pero no se hace pesado en absoluto; Harriet Tyce, la autora, trabajó durante 10 años como abogada y ese conocimiento se refleja en la trama. Después de unas larguísimas jornadas de trabajo, los bares se llenan de abogados, procuradores, pasantes y becarios dispuestos a relajarse un poco y beber unas copas, y en esas reuniones a veces la línea que separa la vida profesional de la personal es muy fina. Todo esto me ha parecido tremendamente verosímil: podía imaginarme más de un episodio de los que se cuentan ocurriendo en la vida real.

Al final, lo que más me ha gustado es la sutileza con la que evolucionan los personajes y cómo la autora consigue que poco a poco vayamos cambiando de opinión con cada uno, e incluso quedan algunos personajes con muchas luces y sombras de quienes no sabemos bien qué pensar. Pese a su patético inicio, al final la protagonista me ha conquistado, aunque me hubiera gustado que se hubiera puesto firme mucho antes y hubiera sido más contundente ante algunas situaciones.

Naranja de sangre es una apuesta arriesgada, pues quizá haya gente que no logre empatizar con Alison, pero a mí me ha gustado precisamente por eso: Harriet Tyce tiene la valentía de crear una novela en torno a una persona que, al menos al principio, es difícil que caiga bien, pero tiene la habilidad suficiente para hacer cambiar al lector de opinión con los sutiles giros que da la trama y destapando poco a poco el carácter de los demás personajes. Si estáis aburridos de los domestic noir, dadle una oportunidad a este libro. A mí todo su planteamiento me ha parecido muy original, con un desenlace de lo más satisfactorio.

Gracias a Edición Anticipada por el ejemplar.

15 de septiembre de 2019

Los muertos no tienen amigos (Luis Gutiérrez Maluenda)

Hace unos años leí varios libros de Luis Gutiérrez Maluenda, que tenían como protagonista a Atila, un detective marginal del Raval de Barcelona. Disfruté tanto con las aventuras de Atila que me dije que tendría que descubrir a otro de los detectives de Maluenda, Humphrey. Y así es como llegué esta semana a Los muertos no tienen amigos.




Es detective, se llama Basilio Céspedes, aunque en el barrio donde vive, el Poble Sec de Barcelona, todo el mundo se empeñe en llamarle Humphrey. No bebe más que cuando la vida le supera, no es un tipo duro ni le interesa serlo, lo suyo son los divorcios y la manipulación de las notas de gastos que presenta a sus clientes. De repente la muerte florece a su alrededor; sus nuevas amistades son: un gallego, un capo mafioso, una puta que lo sabe todo, un policía violento y un dios con minúscula. No le gustan los cabarets, pero debe entrar en uno donde nada es lo que parece y donde hay más lagrimas que risas.

Los libros de Maluenda tienen la facultad de remover toda la porquería de los bajos fondos y sacar a la luz lo peor del ser humano, pero al mismo tiempo le quita hierro salpicando la acción con un delirante sentido del humor y poniendo de protagonista al antihéroe por excelencia: Basilio Céspedes nunca lleva pistola, como mucho se defiende haciendo el salto de la rana o propinando un puñetazo sujetando en el puño un cilindro de plomo, es abstemio (solo bebe naranjada, salvo que las cosas le vengan cuesta arriba) y resulta bastante torpe como detective, pues muchas veces lo pillan a la primera. Sin embargo, tiene amigos hasta en el infierno y, donde no tiene amigos, consigue hacerlos rápidamente gracias a su labia. Es más el pícaro que sale de embrollos a base de pequeñas tretas que el típico tipo duro protagonista de novela negra.

Aparte de su atípico protagonista, un punto fuerte de este libro son los personajes secundarios: Maruchi la Desdentá, el tío Matías, el Sargento García, Billy Ray Cunqueiro... Y también la banda sonora que destila la trama, a ritmo de bolero cuando Humphrey está enamorado y de blues el resto del tiempo. Una buena ambientación de la trama, un ritmo vertiginoso y un antihéroe muy malhablado que no termina de encajar en el sistema son las piezas con las que Maluenda construye su novela. Además, consigue arrancar más de una carcajada, pues el sentido del humor es la herramienta que utiliza el autor para presentar escenas negrísimas que, de otro modo, se haría más difícil digerir.

Para mí, las novelas de Luis Gutiérrez Maluenda son una apuesta segura para los amantes de la novela negra cuando busquen una lectura ágil, no demasiado densa, plagada de acción y que nos arranque unas risas mientras se viven aventuras a ritmo de vértigo en la Barcelona actual.

9 de septiembre de 2019

El misterio de Salem's Lot (Stephen King)

La casa de los Marsten vuelve a estar habitada. Cuando años atrás se cometieron allí un asesinato y un suicidio, nadie quiso volver a alquilar esa casa desvencijada que se alza sobre una colina con vistas a todo el pueblo de Salem's Lot. Hasta ahora, pues dos misteriosos forasteros han adquirido tanto la casa de los Marsten como un local comercial del pueblo, donde montan una tienda de antigüedades. Poco después de su llegada desaparecen dos hermanos mientras atravesaban un bosque, aunque solo uno, el pequeño Danny, es hallado muerto poco después. Cuando Danny se aparece flotando tras los cristales de la ventana de un habitante de Salem's Lot, buscando entrar en su casa y con intenciones poco halagüeñas, los habitantes de Salem's Lot se dan cuenta de que quizá lo que está pasando en el pueblo no es normal del todo...



Anoche, cuando terminé de leer este libro y cerré la última página, me quedé mirando al vacío y me dije: «Salem's Lot, madre mía... ¿qué lee uno después de esto?». Este es King en su más pura esencia, ese King que me deja admirada por lo bien que sabe construir historias, por los tremendos personajes que idea, pues se toma su tiempo en describir a los habitantes del pueblo, sus miserias, sus trapos sucios, sus vulnerabilidades; nos presenta a los protagonistas y construye una historia a su alrededor para que les cojamos cariño, y entonces... ¡bam! Empieza a desatar el horror a su alrededor. Pero es un terror que empieza a desplegarse muy poco a poco, dando al lector tiempo de anticipar todo lo que puede pasar... y ya sabemos que King puede hacer que pase cualquier cosa.

Pensé que la novela giraría en torno a Ben Mears, y en cierto modo él es el eje vertebrador, pero en realidad el peso de la acción se reparte bastante bien entre tres o cuatro personajes. Sin embargo, el que para mí destaca de entre todos ellos es Mark Petrie, un chaval de doce años capaz de hacer frente a los vampiros recurriendo a todo lo que ha leído sobre ellos en los cómics de su infancia. Cuánto he sufrido por el pobre Mark: me lo veía pereciendo entre grandes dolores en todas las escenas en las que aparece. Ah, cómo habría disfrutado este libro de adolescente, es buenísimo...

Si os gusta King y os gustan los vampiros a la antigua usanza, sin romances ni sensualidades, que solo buscan chuparte la sangre hasta dejarte seco para que te unas a sus huestes por toda la eternidad, con un ritmo tremendamente conseguido, con seis o siete escenas épicas, donde sufres por todos los protagonistas hasta la última página, este es vuestro libro.


Por último, se me ha ocurrido hacer un listado de los libros que he leído de King ordenados según lo que los he disfrutado. Como veis, para ser que me gusta tanto este autor apenas he leído nada de su obra, pero me he propuesto enmendar la plana. He aquí mi top 8:

1. La tienda. Sé que no es el mejor libro de King, ni siquiera suele aparecer entre los más populares, pero me lo leí a una edad en que era muy impresionable (sobre los 17 años) y me dejó huella en muchos sentidos. Para empezar, la idea sobre la que gira el libro (una tienda en la que puedes conseguir aquello que más anhelas, a cambio de un «módico» precio, una minucia casi) me pareció tremendamente original. El dolor que sufre Polly en las manos debido a la artritis está tan bien descrito que se me quedó grabado a fuego. El final no creo que sea de los más logrados de King, pero se lo perdonamos.

2. Cementerio de animales. Me recuerdo preguntándome: «No, no será capaz de hacer eso, ¿no irán por ahí los tiros...?». Vaya si iban. King es capaz de dar vida a las pesadillas más retorcidas. Lo disfruté como una enana y lo devoré tan rápido que debería volver a leerlo para disfrutarlo al detalle.

3. Misery. Perfecto para leer de adolescente por los detalles gore. Creo que fue mi primer libro de King, y vaya si flipé...

4. Carrie. Me parece un libro buenísimo y muy original, al estar contado en buena parte a través de recortes de periódicos. Qué bien conseguido está el ambiente de instituto y las agonías adolescentes...

5. Un saco de huesos. Me gustó mucho el matrimonio protagonista, la relación que tenían ambos. La historia en sí no me marcó especialmente.

6. Insomnia. King hace un fantástico retrato de lo chungo que es llegar a viejo; en ese sentido este libro me fascinó. Pero se va mucho por las ramas y el resultado final es un poco ladrillo.

7. Tommyknockers. Después de leer Misery, que me lo prestó mi prima, y La tienda me planté en la librería de mi pueblo para comprar algo más de ese autor tan flipante que acababa de descubrir. Recuerdo que tuve en la mano It y Tommyknockers, pero como It era un tocho impresionante opté por el otro. Solo recuerdo que se me hizo eterno y llegó un punto en que no entendía nada. Ahora leo que incluso Stephen King piensa de Tommyknockers que era un libro flojo y demasiado largo. A veces he pensado en volver a leerlo, para ver si con el tiempo le pillo el punto, pero no será a corto ni medio plazo, desde luego.

8. Maleficio. Seguramente este libro me gustó más que Tommyknockers (aunque solo sea porque no es tan gordo). Me lo compré después de la decepción que supuso este y la cosa no mejoró, todo lo contrario. Leer dos libros peñazo de Stephen King fue demasiado para mi yo adolescente y pasaron años hasta que volví a leer algo suyo. Solo por ser el libro que me apartó durante tantos años de la obra de King ya se ha ganado el último lugar. :)

A Salem's Lot lo pondría entre los primeros puestos, ahí ahí con Cementerio de animales y La tienda. ¡Y lo mejor es pensar que aún me queda por leer el 85% de la bibliografía de King! 



7 de septiembre de 2019

Me quedo aquí (Marco Balzano)

La historia que os traigo hoy arranca hace cien años en un rincón precioso de Italia: el Val Venosta, un valle italiano situado muy cerca de las fronteras con Suiza y Austria, en medio de una naturaleza desbordante. Una de las poblaciones del valle es Curon, que hoy en día nos ofrece una imagen parecida a la que ilustra la portada del libro:

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Como se puede adivinar por el título y la portada, en este libro conoceremos la historia de ese pueblo que quedó enterrado bajo un pantano, Curon, así como de sus habitantes y de la mujer que decidió no irse como todos los demás, la que se dijo a sí misma: «Me quedo aquí».

Estamos en 1921. Los fascistas acaban de ascender al poder e impiden a los habitantes del Tirol del Sur hablar su propia lengua, el alemán, y les imponen el italiano; incluso hacen cambiar los nombres de las lápidas en el cementerio. Trina es una joven maestra del pueblo que no puede dar clases porque Mussolini se lo impide, así que decide enseñar en escuelas clandestinas, con un grupo de alumnos que aún quieren aprender alemán, pero lo hacen escondidos y con el miedo en el cuerpo por la posibilidad de que los fascistas los encuentren.

Con el tiempo Trina se casa con un granjero del pueblo, un apasionado de las montañas que no se plantea salir de allí en busca de una vida mejor. Cuando se cierne sobre ellos la amenaza de la construcción de un pantano, su marido se erige en una especie de Quijote que lucha contra la multinacional responsable de las obras, con la ayuda de Trina, que le ayuda a comunicarse en italiano. Sin embargo, ellos son los únicos que luchan contra tal injusticia, y los únicos que se quedan cuando poco a poco el resto del pueblo se rinde y se va marchando.

La historia nos la cuenta la propia Trina, una mujer valiente, honesta, lúcida, que nos transmite una clara visión de las cosas, sin engaños. La novela está narrada en forma de relato que le dirige a su hija, y sus palabras nos transmiten lo que era la vida de unos granjeros en un paraje idílico de los Alpes, así como la guerra, la represión fascista, las penurias, y la etapa en que su marido y ella decidieron no participar más en la guerra y se hicieron prófugos.

Me ha encantado la voz de Trina, sus reflexiones lúcidas y el tono que le da a la trama. Pese a que la historia de Trina y Erich es ficticia, todo lo que la rodea fue real y surgió a partir de una visita que hizo Marco Balzano a Curon, donde quedó impactado ante la belleza que lo rodeaba y ante ese elemento extraño, la torre de un campanario, surgiendo de un contexto real. Según dijo él mismo en una entrevista:

Pero como no se escribe solo para pasar cuentas con la historia, sino también para redimir el cinismo y la violencia insensata, me atrajo la idea de imaginar a alguien con el valor necesario para plantarse, para salir a la calle a exponer a gritos sus argumentos: alguien con el valor necesario para quedarse cuando todos los demás huyen. Exactamente como no sucedió entonces y como no sucede la mayoría de la veces que nos roban, que nos expropian o que destruyen un espacio que nos pertenece. Erich y Trina, en cambio, se quedan. Incluso cuando las palabras ya no bastan. Incluso cuando el destino ya ha decidido. 

Os recomiendo encarecidamente esta novela.