28 de abril de 2020

Cut (Cathy Glass)

Seguramente todos tenemos libros de esos que son una apuesta segura en cualquier momento, incluso cuando no estamos muy centrados para leer. Es abrir la primera página y verte sumergido en una historia que no puedes soltar hasta que termina, aunque tengas que tirarte la tarde entera. Una de esas autoras para mí es Cathy Glass, y uno de sus libros llevaba esperándome meses en la estantería. Estos días no me centraba mucho y estoy leyendo Crimen y castigo en paralelo, con lo cual necesitaba algo ligero. Esta autora es casi casi una apuesta segura: en sus libros cuenta sus experiencias en Reino Unido como madre de acogida. Lleva unos 30 años acogiendo niños en su casa y tiene anécdotas, enseñanzas y consejos para dar y regalar. Todos sus libros están basados en historias reales, pero se leen como novelas que te enganchan de principio a fin.

Cut By Cathy Glass | Used - Very Good | 9780007280995 | World of Books

Bueno, lo primero que tengo que decir es que la portada puede llevar a confusión, porque este libro no gira en torno a una niña pequeña. Dawn tiene 13 años cuando la llevan a casa de Cathy porque su padre no puede hacerse cargo de ella y su madre no se ve capaz, en cierta manera se ha rendido. Pero tanto su madre como la trabajadora social ponen a Cathy sobre aviso: no es fácil «domar» a Dawn, que, pese a su cara angelical, tiene fama de escaparse, mentir y hacer un poco lo que le da la gana.

Si se leen los libros de Cathy Glass en orden hay que empezar por este, pues narra cómo la autora se introdujo en el mundo de los padres de acogida en el Reino Unido (con todo lo que eso implica, como empezar a conocer cómo funcionan los servicios sociales, realizar tu primera llamada a la policía porque un adolescente se ha escapado, etc.). Cathy vio un anuncio en el periódico en el que se buscaban casas de acogida para niños y ella y su marido decidieron lanzarse a la aventura; además, en paralelo, estaban intentando tener un hijo y de hecho Adrian nace en el transcurso de esta novela. En realidad Dawn fue la segunda niña que Cathy tuvo en acogida; el primero fue un chaval de 15 años que se quedó unos meses con ellos y apenas dio problemas. Pero con Dawn las cosas no transcurren tan a pedir de boca, y a eso se une su inexperiencia como padres de acogida, por lo que todos tendrán que ir aprendiendo sobre la marcha.

Para más inri, la historia transcurre hace ahora unos treinta años, cuando los servicios sociales no tenían un método muy establecido para seleccionar casas de acogida. A Cathy la llaman un día cuando su hijo Adrian tenía apenas unos meses, le dicen que a las siete de la tarde le traen a una adolescente y apenas la ponen en antecedentes. Luego resultó que llevar a Dawn a una casa en la que vive un niño pequeño no era la mejor idea del mundo (es más, podría haber sido una negligencia como una catedral), pero esto lo averigua Cathy cuando ya ha transcurrido medio libro y se ha llevado unos cuantos sustos.

Aunque lo he disfrutado mucho, este libro no es el que más me ha gustado de la autora. Veía a Cathy demasiado ingenua, dando total confianza a Dawn cuando está claro que no se la había ganado (es bueno mostrar confianza a los adolescentes, pero está claro que no puedes fiarte ciegamente de una chica que miente y se escapa de casa a la mínima). También es cierto que, visto con perspectiva, es fácil decir lo que uno haría y lo que no, y entiendo que Cathy siempre actuó lo mejor que pudo dadas las circunstancias, pero en más de un capítulo me encontré diciéndole: «¡Pero no la dejes salir con los amigos! ¡Que no va a volver!».

De todas maneras, es un libro que he disfrutado y que me tuvo toda una tarde leyendo de un tirón los últimos capítulos. Además me ha gustado saber cómo fueron los primeros pasos de Cathy en este mundo de las casas de acogida. Por cierto, me he propuesto leer todos sus libros en orden cronológico, así que dejo aquí constancia de que ya está leído el primero de todos.

18 de abril de 2020

Las mujeres de Winchester (Tracy Chevalier)

Inglaterra, década de 1930. El país todavía se está recuperando de la Primera Guerra Mundial, en la que fallecieron muchísimos hombres del país, dejando a toda una generación de mujeres sin la posibilidad de encontrar un marido decente («mujeres sobrantes», las llamaban). Violet Speedwell es una de estas mujeres. Tiene 38 años, es soltera y perdió en la guerra a su hermano y a su novio. Aunque ya han pasado 14 años, las heridas aún no han cicatrizado del todo, pero Violet está determinada a labrarse un futuro por sí misma y se va de la casa que comparte con su madre, una persona quejica que siempre está criticándola por todo.

Así pues, Violet empieza una nueva vida en Winchester trabajando como mecanógrafa y viviendo en una habitación alquilada. Las cosas no son fáciles para ella, pues apenas tiene para llegar a fin de mes y solo come caliente una vez a la semana. Además, tiene que lidiar con las miradas y los comentarios habituales en aquella época para las solteronas.

Así las cosas, un día se apunta al grupo de bordadoras de la catedral de Winchester, todo un ejército de señoras que cosen los reclinatorios y cojines que luego utilizan los fieles. Sin tener ni idea de coser acaba formando parte de este grupo, con la idea de dejar su pequeña impronta en el mundo, y este grupo le sirve además para ampliar su círculo de amistades. Y eso le lleva a conocer a los campaneros de la catedral, donde quizá se empiece a gestar un romance para Violet...

PESEL, Louisa - Not Just Hockney
Las cenefas que se bordaban para los cojines y reclinatorios, con un detalle que tiene un cierto protagonismo en el libro.

Esta es la trama de la novela, y la verdad es que resultaba interesante: Inglaterra, el periodo de entreguerras, las «mujeres sobrantes», la catedral de Winchester, la Segunda Guerra Mundial cerniéndose en el horizonte, la dificultad de labrarse un futuro si no te ciñes al marco tradicional de marido e hijos... Sin embargo, el desarrollo de la historia no ha acabado de gustarme. Ocurre lo mismo que en Agnes Grey: la protagonista no es nada memorable. Está determinada a labrarse una vida de manera independiente, pero en cuanto conoce a un hombre que le interesa se lanza a por él sin ningún reparo, aunque sea un hombre casado que le saca veinte años (lo primero que hace al conocerle es mirar si lleva anillo de casado).

En ocasiones te encuentras libros con personajes que desearías que fueran tus amigos en la vida real. Querrías tenerlos para siempre en tu vida, hablarles de tus problemas, que te contaran los suyos y tener charlas interminables. Bueno, pues con Violet me ha ocurrido todo lo contrario: estaba deseando perderla de vista; no he casado para nada con su línea de pensamientos, con su toma de decisiones. No es una persona que me haya caído nada bien: juzga a la gente a su alrededor de manera implacable (flipé cuando se ríe de su cuñada porque se encuentra muy pesada por el embarazo), y no ayuda a Gilda y a Dorothy porque le salga del corazón, sino porque sirve a su propósito (que es no volver a vivir con su madre). Es cierto que ser soltera en la década de 1930 no es lo más fácil del mundo, pero lo que hace Violet no me ha parecido nada heroico y encima lo cuenta todo con un ligero deje de amargura. Como digo, no la veo una persona nada relevante para protagonizar una novela.

Y luego el final, que no voy a decir mucho para no destriparlo, pero me parece terriblemente injusto para el personaje masculino.

Una frase que me ha llamado la atención por lo poco (o mucho) que dice de Violet es esta que piensa la protagonista en un momento determinado (dirigiéndose a una mujer): «perdóname por construir mi vida sobre las ruinas de la tuya» (pág. 369).

O, por ejemplo, la primera persona en el grupo de bordadoras que le abre los brazos e intenta integrarla es Gilda, y Violet como agradecimiento la describe de esta manera: «Gilda la cogió del brazo para guiarla. Violet sintió ganas de apartarse: había algo en la delgada cara de Gilda, los prominentes dientes y las finas arrugas alrededor de los ojos que transmitía... no exactamente desesperación, sino una abrumadora insistencia».

Para más inri, la narración se hace algo aburridilla, porque hay fragmentos interminables sobre bordados y campanas que parecen más trabajados que la propia protagonista. Es cierto que la labor de documentación de la autora parece exhaustivo y es digno de encomio, pero esos fragmentos en ocasiones resultaban abrumadores. Por no hablar de la subtrama de Jack Wells, que aún no he logrado entender qué pintaba en este libro...

En definitiva, creo que las ideas eran buenas, pero me esperaba más de una autora como Tracy Chevalier, siendo además este libro el primero que leo de ella. Y desde luego habría cambiado ese final y la historia de amor, pues esa pareja no pega ni con cola. Todas las escenas en las que ambos salen juntos me chirriaban, no se veía pasión por ninguna parte. Creo que la novela habría sido más interesante si no hubiera habido ningún romance en el horizonte para Violet.

Un aspecto que sí me ha gustado de este libro es cómo reproduce Chevalier la Inglaterra de los años treinta, aquella sociedad algo estrecha de miras que todavía mira por encima del hombro a las solteronas, de quienes solo se espera que dejen sus trabajos un día para formar una familia o cuidar a sus padres. Y el protagonismo de la catedral de Winchester también me ha gustado. Ha sido un bonito viaje literario, aunque el desarrollo de la trama para mi gusto se haya quedado un pelín corto.

Gracias a Laky por organizar la lectura conjunta y a Duomo por el ejemplar.


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