De antemano, ¡gracias!
YA SE PUEDE CONSULTAR LA RESEÑA AQUÍ.
«Mi relación con Dios había comenzado a cambiar. Estaba harto de la interminable manipulación espiritual, de que siempre estuviera encima de mí, y me imaginé que Dios también estaba harto, harto de la tediosa e insincera álgebra espiritual de la penitencia y el pecado, y comencé a hablar con Él como si fuera, bueno, real. A lo mejor era por todos esos años de vergüenza y miedo. A lo mejor era por el rabino Goldfinger, que mucho tiempo atrás me había dicho que yo era como uno de esos antepasados que iniciaban un viaje peligroso. ¿Acaso Abraham no había regateado con Él? ¿Acaso Jacob no había luchado con Él, y de hecho Le había dado una patada en Su culo? ¿Acaso Moisés no Le había dicho, cuando Dios le llamó para que condujera el éxodo, que se buscara a otro? Ellos discutían, debatían, cuestionaban. Le puse mala cara, Le dije de todo, Le hice un corte de mangas. Es posible que me mostrara un poco más contrariado y más irreverente que mis antepasados, pero me seguían pareciendo más respetuosos que la humillante adjuración de los creyentes que me rodeaban; al menos yo Le concedía el mérito de ser capaz de aceptar una cierta crítica de vez en cuando. Después de todo, ¿no forma parte de ser Todopoderoso el ser Todopoderoso-del-examen-de-conciencia? ¿Todoabierto-a-la-crítica? ¿Todocapaz-de-evaluarse-con-sinceridad? Rodeado como estaba Dios por un universo de aduladores que sólo sabían decir que sí, a lo mejor agradecería un poco de interacción sincera.»