Si bien hoy es escritora, Christie Watson trabajó durante 20 años como enfermera y esa es la experiencia que relata en este libro, intercalando sus vivencias más conmovedoras e impactantes con retazos de la historia de la enfermería. Así, a medida que avanza la novela Watson nos abre las puertas del hospital y nos desvela los secretos de las enfermeras, cuyo papel a menudo pasa desapercibido y sin embargo es tan importante, pues sus pequeños gestos dan dignidad a los pacientes y nos recuerdan que todos somos personas en esos momentos en los que nos sentimos tan vulnerables. En este libro seguiremos los pasos de Watson desde sus primeros días como enfermera en prácticas, en los que dudaba de cada paso a seguir y de sus propias capacidades, y la acompañamos por las diferentes especialidades en las que trabajó, desde un pabellón psiquiátrico hasta la unidad de neonatos o la de geriatría, subrayando el papel de unos profesionales que a menudo nos pasan desapercibidos.
En este libro también queda patente el difícil papel al que se enfrentan las enfermeras ante los casos que se encuentran en su día a día, pues tienen que poner una especie de coraza para proteger sus emociones de todo lo que ven al cabo del día. Ese es un punto que se refleja muy bien en este libro: el duro equilibrio entre ejercer profesionalmente su trabajo, ofrecer empatía a los enfermos, darles cariño en un momento en que tanto lo necesitan, y al mismo tiempo no implicarse emocionalmente con ellos (cosa que no siempre consiguen, todo hay que decirlo).
Este libro me ha gustado, pero debo admitir que no es una lectura fácil, porque Watson cita uno tras otro los casos más extremos con los que se ha encontrado en su día a día y al final me daba la impresión de que quizá no era del todo necesario para el libro incluir tantos detalles tirando a morbosos (aunque la autora tiene todo el derecho del mundo, pues está claro que el suyo no es un trabajo fácil ni amable en absoluto). De todas formas, he disfrutado la lectura y ha ampliado mi visión de una profesión en la que quizá no había pensado lo suficiente hasta ahora. Un libro conmovedor.
Actualizo esta entrada en abril del 2020 para contar que, ante la pandemia de coronavirus, Christie Watson ha decidido volver a ejercer como enfermera en Reino Unido. Son tiempos difíciles y nadie mejor que el personal sanitario sabe la presión que esta terrible pandemia está ejerciendo sobre el sistema, por lo que son muchos los que han decidido arrimar el hombro y volver a las carreras que un día dejaron de lado. Bravo por ellos.
28 de septiembre de 2018
21 de septiembre de 2018
Cementerio de animales (Stephen King)
Inocente de mí, yo pensaba que este era un libro sobre un gatito, la mascota de la familia, que sufre un accidente y muere, es enterrado en el cementerio de mascotas del pueblo y un día vuelve convertido en una especie de bicho diabólico que hace la vida imposible a la familia. Ja.
Por supuesto que no iba a quedar ahí la cosa, no... al fin y al cabo estamos hablando de Stephen King. No, cuando Louis, su mujer y sus dos hijos pequeños se mudan a esa casa junto a la carretera, no sospechan que en las tierras de detrás se alza un inquietante cementerio de animales, donde los niños llevan décadas enterrando a sus mascotas. Sin embargo, más allá del cementerio, donde el sentido común dicta que es mejor no acercarse, hay otro camposanto, un cementerio micmac, y Louis descubrirá que ejerce una siniestra influencia en todo aquel que osa llegar hasta él, una influencia a la que es imposible escapar.
Leer a Stephen King es, casi casi, una apuesta segura. Con pocos libros me meto tanto en las tramas y sufro con sus personajes, unos personajes que te da la sensación de que conoces de toda la vida, envueltos en tramas cotidianas con las que cualquiera puede identificarse, y justo cuando has bajado la guardia y les has tomado cariño... ¡bam! King te asesta el golpe maestro.
Este es un libro con el que sufrí, y me encantó no saber nada de la trama e ir avanzando en la lectura, incrédula, a medida que veía por dónde iban los tiros. En un momento dado, la trama empieza a cambiar los derroteros y yo me descubrí asustada y pensando: «¿No será capaz de llevar la historia POR AHÍ???». Vaya si es capaz. Las últimas páginas las leí incrédula, con un nudo en el estómago y la emoción de saber que estaba leyendo un libro increíble.
Creo que ha quedado claro que esta novela me ha entusiasmado y se coloca entre mis favoritas de King. Además creo que es muy recomendable para iniciarse en su obra porque es una novela que no se anda demasiado por las ramas (anda que no se le da bien a King enrollarse a veces hasta la exasperación, aunque eso aquí no pasa), crea personajes memorables y la historia te mantiene enganchada hasta el final. Solo digo que ya estoy deseando leérmela de nuevo, aunque esta vez la buscaré en inglés y estoy segura de que la disfrutaré tanto o más.
Por supuesto que no iba a quedar ahí la cosa, no... al fin y al cabo estamos hablando de Stephen King. No, cuando Louis, su mujer y sus dos hijos pequeños se mudan a esa casa junto a la carretera, no sospechan que en las tierras de detrás se alza un inquietante cementerio de animales, donde los niños llevan décadas enterrando a sus mascotas. Sin embargo, más allá del cementerio, donde el sentido común dicta que es mejor no acercarse, hay otro camposanto, un cementerio micmac, y Louis descubrirá que ejerce una siniestra influencia en todo aquel que osa llegar hasta él, una influencia a la que es imposible escapar.
Leer a Stephen King es, casi casi, una apuesta segura. Con pocos libros me meto tanto en las tramas y sufro con sus personajes, unos personajes que te da la sensación de que conoces de toda la vida, envueltos en tramas cotidianas con las que cualquiera puede identificarse, y justo cuando has bajado la guardia y les has tomado cariño... ¡bam! King te asesta el golpe maestro.
Este es un libro con el que sufrí, y me encantó no saber nada de la trama e ir avanzando en la lectura, incrédula, a medida que veía por dónde iban los tiros. En un momento dado, la trama empieza a cambiar los derroteros y yo me descubrí asustada y pensando: «¿No será capaz de llevar la historia POR AHÍ???». Vaya si es capaz. Las últimas páginas las leí incrédula, con un nudo en el estómago y la emoción de saber que estaba leyendo un libro increíble.
Creo que ha quedado claro que esta novela me ha entusiasmado y se coloca entre mis favoritas de King. Además creo que es muy recomendable para iniciarse en su obra porque es una novela que no se anda demasiado por las ramas (anda que no se le da bien a King enrollarse a veces hasta la exasperación, aunque eso aquí no pasa), crea personajes memorables y la historia te mantiene enganchada hasta el final. Solo digo que ya estoy deseando leérmela de nuevo, aunque esta vez la buscaré en inglés y estoy segura de que la disfrutaré tanto o más.
3 de septiembre de 2018
Eleanor Oliphant is Completely Fine (Gail Honeyman)
He aquí una de esas historias que parecen haberse puesto de moda últimamente: la de una persona rara, que no encaja en la sociedad, que incluso parece tener ciertos rasgos autistas, pero que es una heroína a su manera, evoluciona en su historia y, después de varias penalidades salpicadas de anécdotas y episodios graciosos pensados para restarle dramatismo al asunto, acaba con su final de cuento caminando hacia una espectacular puesta de sol en el horizonte.
Dicho esto, va a parecer que estoy poniendo verde esta historia y que no la he disfrutado en absoluto, y lo cierto es que no es así. Devoré el libro en cuestión de pocos días, me pareció muy bien escrito, me transportó a mi querida Gran Bretaña y disfruté con muchas de las reflexiones de Eleanor Oliphant, una protagonista de lo más peculiar. Lo malo es que me despistaban mucho las incoherencias del personaje y me sacaban de la ficción una y otra vez.
Eleanor tiene una forma muy alambicada de hablar, fruto de la estricta educación que le dio su madre, y dice lo primero que piensa, con total sinceridad, sin poner ningún tipo de filtro. No entiende muchas de las cosas que suceden a su alrededor, y sin embargo para ella los que hacen cosas ilógicas son los demás, y los juzga a menudo con dureza. Durante el primer tercio del libro esto funcionaba, pero después esa rigidez al hablar se va haciendo cansina, como un chiste que a fuerza de repetirlo ya no hace gracia.
Debido a la vida solitaria que ha llevado siempre, las habilidades sociales de Eleanor son escasas y hay muchas cosas del día a día que se le escapan, pero cuesta un poco creérselo, como la escena en la que «aprende a bailar», o el hecho de que no sepa diferenciar un ordenador de sobremesa de un portátil (teniendo en cuenta que es inteligente, ha ido a la universidad, trabaja desde hace años en una oficina, lee el periódico de cabo a rabo cada día y no ha crecido aislada en una cueva; solo vivió de forma peculiar hasta los 10 años). Y, sin embargo, tras hacerse con un ordenador se abre varias cuentas en redes sociales (¿cómo sabe qué son y cómo funcionan Twitter, Facebook o Instagram?) sin problema alguno. Por otra parte, ¿no sabe lo que es McDonald's o Starbucks y en cambio sí sabe distinguir que una chica lleva pestañas postizas? ¿Critica que los hombres solo se fijen en tetas y rubias oxigenadas y ella misma se enamora de un cantante guaperas? Y luego el hecho de que Eleanor bebía dos botellas de vodka cada fin de semana desde hace diez años, pero un día decide dejarlo et voilà! Coser y cantar, ya no vuelve a beber una gota nunca más. ¿Síndromes de abstinencia a mí? ¡Ja!
Y luego está el tema del giro final en las últimas páginas, imposible de mencionar y de criticar sin fastidiar la trama, así que no diré nada. Solo que para mí es quizá lo que más se habría podido evitar.
No sé, para mí en muchos casos era como si un personaje tan dañado como Carrie de Stephen King (salvando mucho las distancias) comenzara a actuar como Bridget Jones.
De todas formas, todo esto no significa que no haya disfrutado de la lectura; me parece una buena historia y entiendo que haya tenido tantísimo éxito en los países anglosajones. Es solo que, para mí, no es una historia del todo redonda.
Una cosa más: la traducción española viene firmada por Julia Osuna, lo cual solo es garantía de cosas buenas. :)
Dicho esto, va a parecer que estoy poniendo verde esta historia y que no la he disfrutado en absoluto, y lo cierto es que no es así. Devoré el libro en cuestión de pocos días, me pareció muy bien escrito, me transportó a mi querida Gran Bretaña y disfruté con muchas de las reflexiones de Eleanor Oliphant, una protagonista de lo más peculiar. Lo malo es que me despistaban mucho las incoherencias del personaje y me sacaban de la ficción una y otra vez.
Eleanor tiene una forma muy alambicada de hablar, fruto de la estricta educación que le dio su madre, y dice lo primero que piensa, con total sinceridad, sin poner ningún tipo de filtro. No entiende muchas de las cosas que suceden a su alrededor, y sin embargo para ella los que hacen cosas ilógicas son los demás, y los juzga a menudo con dureza. Durante el primer tercio del libro esto funcionaba, pero después esa rigidez al hablar se va haciendo cansina, como un chiste que a fuerza de repetirlo ya no hace gracia.
Debido a la vida solitaria que ha llevado siempre, las habilidades sociales de Eleanor son escasas y hay muchas cosas del día a día que se le escapan, pero cuesta un poco creérselo, como la escena en la que «aprende a bailar», o el hecho de que no sepa diferenciar un ordenador de sobremesa de un portátil (teniendo en cuenta que es inteligente, ha ido a la universidad, trabaja desde hace años en una oficina, lee el periódico de cabo a rabo cada día y no ha crecido aislada en una cueva; solo vivió de forma peculiar hasta los 10 años). Y, sin embargo, tras hacerse con un ordenador se abre varias cuentas en redes sociales (¿cómo sabe qué son y cómo funcionan Twitter, Facebook o Instagram?) sin problema alguno. Por otra parte, ¿no sabe lo que es McDonald's o Starbucks y en cambio sí sabe distinguir que una chica lleva pestañas postizas? ¿Critica que los hombres solo se fijen en tetas y rubias oxigenadas y ella misma se enamora de un cantante guaperas? Y luego el hecho de que Eleanor bebía dos botellas de vodka cada fin de semana desde hace diez años, pero un día decide dejarlo et voilà! Coser y cantar, ya no vuelve a beber una gota nunca más. ¿Síndromes de abstinencia a mí? ¡Ja!
Y luego está el tema del giro final en las últimas páginas, imposible de mencionar y de criticar sin fastidiar la trama, así que no diré nada. Solo que para mí es quizá lo que más se habría podido evitar.
No sé, para mí en muchos casos era como si un personaje tan dañado como Carrie de Stephen King (salvando mucho las distancias) comenzara a actuar como Bridget Jones.
De todas formas, todo esto no significa que no haya disfrutado de la lectura; me parece una buena historia y entiendo que haya tenido tantísimo éxito en los países anglosajones. Es solo que, para mí, no es una historia del todo redonda.
Una cosa más: la traducción española viene firmada por Julia Osuna, lo cual solo es garantía de cosas buenas. :)
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