2 de noviembre de 2019

El exorcista (William Peter Blatty)

Al principio son cosas sutiles, a las que la reputada actriz Chris MacNeil no da demasiada importancia: unos golpecitos que suenan, rítmicos, en el cuarto de su hija, Regan; unos repentinos miedos que atenazan a la niña, que acude en mitad de la noche a dormir con su madre porque su cama se mueve. Muebles muy pesados que aparecen desplazados en medio de la habitación... Con el paso de los días las cosas no solo no mejoran, sino que las mentiras de Regan parecen ir a más, así que Chris la lleva a médicos y psiquiatras, que le hacen una batería de pruebas y empiezan a emitir diagnósticos inciertos: histeria, esquizofrenia, personalidad desdoblada... En poco tiempo el estado físico y mental de Regan se deteriora y empieza a hacer cosas que escapan a todo entendimiento, con lo que al final un médico se atreve a pronunciar la palabra: exorcismo. Y así es como entran en escena dos personajes memorables, el padre Damien Karras primero y Lankester Merrin hacia el final del libro (quien, por cierto, es el verdadero exorcista, ¡y yo pensando todo el rato que el exorcista era el padre Karras!). Juntos se enfrentarán a una fuerza muy superior a ellos, una vieja conocida, y es imposible saber si dos simples mortales podrán salir airosos del embate. Y sobre todo la niña, Regan, que va menguando sus fuerzas y apenas tiene un hilo de vida en las últimas páginas de la novela. Es imposible que, con un panorama así, la historia acabe bien... ¿o no?

En octubre me gusta leer novelas de terror que me vayan preparando para la noche de Halloween y luego para el otoño/invierno que se avecina, y a El exorcista le tenía ganas desde que encontré un tomo de segunda mano que, por su encuadernación en riguroso negro, podría pasar por uno de los ejemplares del Ritual romano que los curas utilizan para el exorcismo. La lectura es inquietante, eso desde luego, pero no me ha resultado tan terrorífica como fue la película, que vi en mi adolescencia, aunque sin atreverme a mirar en muchas de las escenas. Buena parte del libro transcurre entre salas de médicos que aventuran diversos diagnósticos para Regan, y solo a partir de la mitad entran en acción los curas y miramos al demonio a la cara. De todas formas, también dinamiza la trama un inesperado asesinato y el pasado oculto de uno de los personajes, con lo que al final me ha resultado una lectura adictiva y terrorífica que recomiendo totalmente para una fecha como es Halloween.

Por cierto, precisamente la noche de Halloween estaba leyendo yo la novela cuando me encontré en la tele la película. And guess what... ¡No me atreví a verla!




—Mire, yo no sé nada de esas tonterías —lo interrumpió, con voz baja e intensa—. Pero le voy a decir algo, padre. Si usted me mostrara a la hermana gemela de Regan, que tuviese la misma cara, la misma voz, que fuese igual hasta en la manera de poner los puntos sobre las íes, no me equivocaría; en un segundo sabría que no es ella. ¡Lo sabría! Lo sabría en mis entrañas; por eso le digo que sé que ¡eso que hay en la «planta alta» no es mi hija! ¡Lo sé! ¡Lo sé!

4 comentarios:

  1. Hola Rosa.

    Estupenda lectura para Halloween, yo también me vi la película de adolescente, nunca habia pensado en él, apuntado queda.

    Feliz finde¡¡

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    1. Es verdad, esta lectura te gustaría, Godor. Ya contarás. :)
      ¡Feliz finde!

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  2. Súper clásico!
    Cómo me gusta este libro y qué buenísima es la peli. Recuerdo que la primera vez que lo leí tenía 13 años y pasé un miedo horrible xD

    Besotes

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    1. Yo con esas edades ni se me ocurría leer "El exorcista", pero creo que la hubiera disfrutado un montón, ahora que lo pienso. Con un miedo horrible también, claro. XD
      ¡Besotes!

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