El año pasado el blog de Laky y Duomo Ediciones organizaron la lectura conjunta de El último oso, de Hannah Gold, y todos acabamos la lectura entusiasmados. De hecho, el libro se coló entre los mejores del año para mí. Por eso no dudé en apuntarme a la lectura conjunta que Laky y Duomo organizaron por la publicación de La ballena perdida, la nueva novela de la misma autora, que como veréis va muy en la línea de la anterior. Hoy os cuento qué me ha parecido.
La ballena perdida también tiene a un niño como protagonista: Rio es un chico de 11 años que vive en Londres, pero tiene que viajar a Ocean Bay, en California, a vivir durante un mes con su abuela Fran. Su madre, de la que Rio siempre se ha ocupado, ha tenido que ingresar en el hospital por una crisis nerviosa debido a la depresión que arrastra desde hace años.
Fran vive en una casita justo enfrente del océano y le ofrece a Rio una habitación con vistas privilegiadas, pero todo eso a Rio le da igual. Él no quiere estar allí, tan lejos de su madre, y no siente conexión con su abuela Fran, a quien apenas conoce. Lo cierto es que Rio lleva una pesada carga sobre los hombros, porque siempre ha sido él quien se ocupaba de su madre y no quiere fallarle en un momento tan delicado para ella. La salud mental está bastante presente en este libro, aunque se trata en todo momento con una gran sensibilidad.
Un día Rio conoce en la playa a Marina, una niña de su edad cuyo padre ofrece salidas en barco para avistar ballenas. Es así como Rio conoce a las ballenas grises y descubre una tremenda conexión con ellas, y en concreto con Morro Blanco, a quien además le une otro vínculo muy especial: su madre también conoció a esta ballena. Cuando Morro Blanco desaparece, Rio quiere salvarla y cree que, además, quizá así consiga salvar a su madre.
De nuevo Hannah Gold pone el dedo en la llaga al señalar la precaria situación de nuestros océanos: las temperaturas no dejan de subir, los plásticos contaminan las aguas, las redes de pesca abandonadas son letales para los cetáceos... Al igual que en el libro anterior, la autora nos da pistas sobre lo que cada uno de nosotros, niños incluidos, puede hacer por el planeta para marcar la diferencia. Aprenderemos además cómo reconocer los diferentes tipos de ballenas que hay en nuestros océanos y muchos otros datos curiosos sobre estos cetáceos, como por ejemplo que, cuando las ballenas expulsan agua al respirar, este chorro de agua sale mezclado con aceites y, bajo los rayos del sol, adopta tonos irisados (¡no tenía ni idea!).
Igual que la novela anterior, La ballena perdida cuenta con ilustraciones de Levi Pinfold y sus dibujos son para mí uno de los puntos fuertes del libro, pues consigue transmitir un montón con unas pocas imágenes en blanco y negro.
En definitiva, un libro tremendamente emotivo, ideal para amantes de la naturaleza, pues transmite amor por los animales y por el medio ambiente en cada una de sus páginas. También para quienes no quieren quedarse de brazos cruzados y necesitan hacer algo y poner su granito de arena ante el irrefrenable cambio climático.
Muy recomendable si queréis saber más sobre ballenas, si queréis un libro que incida en los estragos que estamos causando los humanos al océano, si queréis saber qué podemos hacer para ayudar... Y también un libro que habla de salud mental y de cómo a veces los niños se cargan más responsabilidad a las espaldas de la que pueden asumir.
El libro salió a la venta ayer, 30 de enero, así que ya podéis haceros con él si os ha llamado la atención. Aunque también pueden disfrutarlo los adultos, a los jóvenes de la casa les encantará la historia de Rio, Marina y Morro Blanco.