31 de octubre de 2010

La princesa de hielo

En esta ocasión, el marketing funcionó perfectamente. Comencé a ver este libro y sus sagas por las estanterías principales de las librerías con una pegatina que anunciaba a bombo y platillo el montón de ediciones que llevaba vendidas. Una portada sugerente, la etiqueta de novela sueca que tanto vende desde el fenómeno Larsson y la lectura de un par de blogs donde lectores fervorosos esperaban la publicación del siguiente título de la saga hicieron el resto. Esperé a que saliera en edición de bolsillo y me lo leí hace unos días.

La acción se desarrolla en Fjällbacka, una población sueca famosa por la cantidad de turistas que acoge en verano y que también es el lugar en el que nació la autora, Camilla Läckberg. La trama comienza cuando se descubre el cadáver de una mujer en la bañera de su casa de fin de semana. En apariencia se trata de un suicidio, pero poco a poco las pistas empiezan a apuntar en otra dirección: asesinato. Erica Falk, amiga de la infancia de la fallecida, se implica poco a poco en el caso hasta que consigue resolverlo con la ayuda de un policía local y viejo amigo, Patrick Hedström. Por el camino, salen a la luz turbios hechos del pasado que se han mantenido silenciados durante años, al tiempo que se va fraguando una relación entre Patrick y Erica.

Hasta ahí, la trama. Se lee fácil y me lo ventilé rápido (con la ayuda de algunos viajes largos en autobús), pero se le ven las ínfulas literarias desde lejos. Últimamente se oye mucho eso de «yo lo que busco en un libro es que me entretenga» y debo decir que no estoy de acuerdo en absoluto. En un libro busco mucho más: que me cautive, que me enganche, que me transporte, que me haga soñar, que me emocione, que me haga temer por el destino de los protagonistas y que viva lo que ellos viven. Que me haga reír a carcajada limpia y llorar a moco tendido. No me conformo con menos. Y me temo que La princesa de hielo no consigue más que entretener. A secas.

¿Qué no me ha gustado de la novela? Mi impresión es que utiliza técnicas manidas y facilonas, como ese pelo largo del comisario con el que se tapa la calva arremolinándoselo en la coronilla, su poca higiene, su mala educación… Se ve a la legua que se le quiere poner de segundón antipático y las técnicas me parecen burdas: el personaje no está bien perfilado en absoluto. Otra cosa que me llama muchísimo la atención y que no entiendo en absoluto es una expresión que, por otra parte, se lee bastante: «se quedaron en silencio durante varios minutos antes de que Patrick se decidiera a hablar». ¿A nadie más le llama la atención este tipo de frases? Yo siempre me imagino a los personajes en cuestión sentados en los sofás, ante la mesa del comedor, mirándose las caras durante cuatro minutos de reloj. ¿No es absurdo? Jamás he entendido cómo hay escritores que utilizan este recurso, y solo por eso la novela pierde enteros.

Para leer una novela negra bien construida, propongo por ejemplo No hay que morir dos veces, de Francisco González Ledesma. Ese autor sí que sabe del tema.

En definitiva, que hace pasar el rato, sí, pero no hay nada detrás. Ahí queda mi opinión, para quien pueda interesarle.

Título: La princesa de hielo | Autor: Camilla Läckberg
Fecha inicio: 04.10.2010 | Fecha fin: 21.10.2010

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