9 de diciembre de 2018

Ugly (Constance Briscoe)

Soy bastante aficionada a las novelas que narran hechos reales, en especial los de este tipo: infancias desgraciadas marcadas por una serie de abusos. Suena morboso, pero es verdad que estos libros me llegan mucho más adentro, pues todos sabemos que la realidad suele superar a la ficción y sobrecoge saber que lo que estás leyendo ocurrió en la realidad. Sin embargo, pese a lo mucho que me gustan este tipo de libros, con este no he acabado de conectar.

Constance fue maltratada por su madre desde que tuvo uso de razón. Por algún motivo, de entre todos sus hermanos, era ella la que se llevaba los golpes, los insultos, la que se quedaba sin comer. Llevó a los juzgados a su padrastro por las palizas que le daba y trató (en vano) de que la sacaran de casa de su madre y la dieran en acogida, hasta que un día en que no podía más se bebió un trago de lejía para intentar acabar con todo. No lo consiguió, pero con 13 años las cosas «mejoraron» cuando su madre la abandonó al mudarse a otra casa, dejando a tres de sus hijas en la casa familiar sin luz, gas ni comida. Más adelante, acudía a cobrarle un alquiler a su propia hija, que se levantaba a las cinco de la mañana para ir a trabajar (intentando que no se notara que solo tenía 14 años) antes de acudir a las clases del instituto a las ocho de la mañana.

Resulta descorazonador leer sobre temas así, sabiendo que hay madres perfectamente capaces de hacer todo eso. Y, sin embargo, este libro me ha dejado un poco fría. Constance escribe con una especie de desafección que hace un poco difícil involucrarse en su historia. Además, narra todas sus penalidades hasta que llegó a la universidad y ahí se acaba el libro. Vale que esto fue una historia real, pero uno hubiera esperado una especie de redención final, de venganza sobre su madre, un juicio en el que ella se alza triunfante sobre una madre humillada... pero no. Es cierto que el final es todo lo positivo que puede ser (Constance llega a ir a la universidad, lo cual es todo un logro teniendo en cuenta que le pusieron infinidad de piedras en el camino), y también es cierto que la historia transcurre en los años setenta, una época en la que los servicios sociales no protegían tanto los intereses de los menores, pero en cierto modo no acaba de parecerme que el libro tenga un final redondo...

Y luego hay otro tema. Constance llegó a ser una de las primeras juezas negras en el Reino Unido, con lo cual se labró una carrera profesional brillante. Sin embargo, se vio involucrada en un escándalo por haber mentido a la policía en relación con un caso en el que estaba trabajando, y el caso fue tan grave que fue suspendida de empleo y ahora, de hecho, ya no trabaja en judicatura. Si esta mujer fue capaz de mentir en algo así, es un poco inevitable poner en tela de juicio lo que se cuenta en este libro. Seguramente la historia de base sea real, pero no he podido evitar cuestionar el nivel de detalles que se da. Al fin y al cabo, ¿cómo puede acordarse con exactitud de hechos que ocurrieron cuando tenía 7 u 8 años?

En fin, que no he acabado de sentir empatía con esta historia ni tampoco mucha simpatía por la autora. Para más inri, entré en su perfil de Twitter para ver a qué se dedica ahora que ya no es jueza, y en su biografía pone «Interested in more TV work». Quizá estoy siendo muy severa, pero qué queréis que os diga, ahí hay toda una declaración de intenciones...




2 comentarios:

  1. Pues a mí, al contrario que a ti, no me suelen llamar mucho este tipo de historias, pero si encima no te ha gustado el libro, como que queda descartadísimo. Menuda pieza tiene pinta de ser también la autora, por cierto...

    ¡Besote!

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    Respuestas
    1. La verdad es que no siempre se puede acertar con este tipo de lecturas. ¡Ya llegarán libros mejores! :)
      Un besazo.

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