La escritora escocesa Ali Smith es una de las voces más aclamadas en la literatura del Reino Unido y los críticos destacan especialmente su serie de cuatro novelas, el Cuarteto estacional. En la última edición de Masa Crítica de Babelio opté por pedir Verano, el libro que cierra la serie. Me preguntaba si esto afectaría en algo a la lectura, pues no he leído el resto (novelas que, como se puede imaginar, se llaman Otoño, Invierno y Primavera).
Y tal vez fue así. No sabía nada del estilo de escritura de Ali Smith, no tenía ni idea sobre la trama de estos libros y no había leído ninguno de los demás que componen la serie. Empecé el libro como a mí me gusta, sin ideas preconcebidas, pero... iba pasando páginas y páginas y no lograba conectar con la lectura. Me ha costado mucho entender el argumento; sí, nos presenta a dos hermanos, Sacha y Robert, y a sus padres separados que viven en casas contiguas, pero todos ellos parecen solo una excusa para hilar temas que le pasan a la autora por la cabeza, pero no es que los hile, sino que los vierte en la narración sin orden ni concierto, sin que parezca llevarte a ningún lado. Es cierto que, por lo que he leído, en este libro importan más las ideas y las críticas a la sociedad actual que la linealidad de la trama, pero me ha resultado una lectura frustrante que no ha llegado a cautivarme. Supongo que cada libro tiene su lector, y desde luego Verano no ha sido para mí.
Algo positivo que puedo decir es que la edición es un gustazo: el tamaño, la cubierta, el papel, la traducción impecable de Magdalena Palmer... Nórdica Libros, por lo que he podido comprobar, mima sus ediciones. Lástima que este libro en concreto no me haya conquistado. Os dejo dos fragmentos escogidos muy al azar para que veáis por dónde van los tiros.
Crac. Dislocación.
Nada.
Entonces la Víctima pulsa el botón. Hablaré.
Ay.
Robert Greenlaw suelta el suspiro del tirano ancestral que ya lo ha visto todo.
Aburrido.
Apaga el juego antes de que la Víctima pueda salvarse.
Robert casi desea haber ido al colegio.
Se pregunta si su hermana todavía tendrá el tiempo en sus manos, ja, ja.
Se pregunta quién estará abajo.
Robert Greenlaw sale silenciosamente de su habitación y baja la escalera del desván. Luego baja silenciosamente otro tramo de escalera. Cuando llega a la mitad, se sienta con los pies en alto, porque el siguiente peldaño es precisamente el que cruje.
***
Se apoya en la barandilla y contempla la playa.
Pese al sol, el mar está gris.
Intercambia miradas con una gaviota.
Aún queda un buen trecho de invierno, ¿eh?
Eso me temo.
Qué se le va a hacer.
La gaviota, que tiene el pico y las patas de un color amarillo intenso, baja las plumas de las alas y desvía la mirada.
Su pico sobresale como las máscaras que llevaba la gente hace siglos, durante la peste en Venecia.
Piensa en esas mascarillas de algodón de ahora. Parecen insignificantes, hojas muertas, basura al viento, comparadas con las máscaras reales, las que llevan sobre la cara los mentirosos del planeta.
Ocurren toda clase de cosas virulentas.
Se vuelve y mira las fachadas de los edificios.
Un jueves que estuvo hasta tarde en la playa, al mirar ese edificio vio a unas empleadas que lo limpiaban a las once de la noche.
Parecía como si ella tuviese que verlo.
Pero no significaba nada. Pura coincidencia.
Quizá la coincidencia nunca es como queremos que sea. Porque entonces no sería una coincidencia, ¿verdad?
Se da la vuelta y vuelve a mirar el mar.
Gracias a Nórdica Libros y a Masa Crítica de Babelio por el ejemplar.
Tengo Otoño...aún sin estrenar...y me iban a regalar invierno...pero no me gustó lo que leí, sin haber leído Otoño...no sé...
ResponderEliminarCoincido contigo en que Nórdica es especial cuidando los libros. El tamaño, el tacto, la letra elegida...me encanta.
Un beso grande
Pues la traductora de "Otoño", Magdalena Palmer, acaba de ganar un importante premio nacional de traducción por su trabajo en ese libro. Yo me quedaré sin leerlo, porque de verdad que no me han quedado ganas de continuar con este cuarteto...
EliminarUn besazo.