8 de enero de 2022

Plañido (Sofía Guardiola)

Plañido, la primera novela de Sofía Guardiola, nos sitúa en un pueblecito de la España vaciada y nos cuenta la historia de Teresa, una mujer de cuarenta y tantos años que es de las pocas de su generación que decidieron no marchar a la ciudad y que vive sola en la casa de sus padres, ya fallecidos. En esa casa trabaja de peluquera y atiende a sus pocos clientes, vende mermelada de las cerezas de su jardín y saca las sillas de plástico a las puertas de casa (las que se ven en la bonita cubierta) para charlar con las vecinas. Su vida discurre de esta manera solitaria hasta que una amiga, de esas que marcharon a la ciudad y llevaban años sin volver, acude a su puerta con un encargo insólito: ¿aceptaría hacer de plañidera en el entierro de su padre? La vida de Teresa dará un giro ante esta nueva e inesperada profesión ancestral.

Es una lectura breve y de narración sencilla que nos transporta directamente al pueblo de la infancia, el de las costumbres reposadas, donde se va a casa del vecino y no se espera en el umbral a que te invite a entrar, donde en un entierro siempre sabes que acudirán al menos los vecinos de las casas contiguas. Veremos las sensaciones de la protagonista ante aquellos que se fueron a la ciudad para no volver (que ella ve como traidores), ante sus tardes de soledad, el paso inexorable del tiempo (que ya le pesa sobre los hombros pese a tener cuarenta y pocos años), las sensaciones del amor adolescente idealizado frente a un amor maduro, el saber decir adiós a los lastres del pasado, la prostitución del dolor («¿es lícito que me paguen por llorar en el entierro de un amigo?»)... 

Inevitablemente, el libro gira mucho en torno a la muerte y son reflexiones muy interesantes, aunque para mi gusto en la narración prima demasiado ese tono funesto. Durante la lectura calculé que tengo exactamente la edad de la protagonista y no me vi reflejada en sus pensamientos para nada, así que no terminé de conectar con Teresa, a quien veo demasiado resentida, rencorosa, juzgando implacable a todo el mundo a su alrededor y con un discurso más cercano a los setenta años que a los cuarenta. Parece orgullosa de haberse quedado en el pueblo y, sin embargo, lo luce más como un motivo de queja que como una decisión con la que está en paz.

Estaba enfadada, resentida. No lloraba, simplemente sentía el ardor del abandono dentro de mí, me rebelaba contra él en silencio, me mordía la lengua cada vez que alguna de aquellas personas volvía y me envenenaba con lo que de ella salía. (...) Me sentía (...) con ganas de cortar todos mis lazos con los habitantes de la ciudad, como si ello fuera a evitarme el dolor de su partida y la tensión de mis músculos causada por tanta ira acumulada.

De hecho, el oficio de plañidera da a Teresa la oportunidad de sacar de dentro una ira que no sabía ni que sentía, un resentimiento en forma de lágrimas que, para su sorpresa, fluye de manera catártica en cada nuevo entierro para el que la contratan, mientras poco a poco va reconciliándose con su presente.

Esta es una edad rara, la primera en la que empiezas a sentir que te falta el tiempo, y que hay cosas que simplemente ya nunca podrás hacer. De pronto no hay futuro ante ti que te permite posponerlo todo con calma, con impunidad, pensando que ya habrá tiempo para eso. Da mucho miedo, la verdad.

Como veis, un libro plagado de reflexiones sobre la soledad, el paso del tiempo y el peso del pasado, con una voz narradora quizá demasiado funesta, con la que yo no he acabado de conectar, pero que sin duda te deja pensando en más de un pasaje.  

Plañido no es solo la primera novela de Sofía Guardiola (que ya ha publicado un poemario, Las niñas salvajes que fuimos), sino que es el libro con el que inicia su andadura la editorial Viento Norte, a quienes deseo toda la suerte del mundo.

Había idealizado mi dolor, porque me sentía alabada y respetada en mi posición de mártir, porque me consideraba importante entre las frases de compasión de mis vecinos a pesar de que mi orgullo me forzara a aborrecerlas: aquello me convertía en la buena de la historia, en la pobre muchacha abandonada a la que todos quieren cuidar, y yo había estado tantos años interpretando aquel papel que no me había dado cuenta de que aquella ni siquiera era yo en realidad. Simplemente me había limitado a transformarme, a ser lo que los demás esperaban para que así me quisieran más.

Puede que incluso por eso me hubiera opuesto con tanta saña a marcharme del pueblo: me gustaba ser de las pocas hijas que se quedaban, lo que debía por fuerza convertirme en alguien mejor que las demás.


Gracias a Masa Crítica de Babelio y a la editorial Viento Norte por el ejemplar.

12 comentarios:

  1. ¡Hola Rosa!
    ¡Qué reseña tan completa y creativa!
    Mira que no he leído a esta autora, pero la trama es de lo más interesante. Me encantaría leerlo. Estoy contenta de que lo hayas disfrutado. ¡Gracias por la recomendación!
    ¡Un saludo!

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  2. Espectacular reseña, es una obra que en principio no me llamaría la atención al no ser un género que suela leer, pero debo admitir que tras leer tu opinión me ha causado cierto interés, le echaré un ojo próximamente, gracias.

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    1. Pues se lee en un suspiro y encima al leerlo se apoya a una editorial de nueva creación, qué más se puede pedir. :)
      Besos.

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  3. No lo conocía. Íbamos muy bien hasta que hemos llegado a esa falta de feeling que me parece muy necesaria en este tipo de historias íntimas. La situación podía haber dado mucho juego.
    Besos

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    1. Tienes toda la razón. O conectas con este tipo de personajes o no conectas, y en este caso para mí no ha funcionado. Pero está cosechando muy buenas reseñas, así que animo a todo el mundo a leerlo y opinar. ¡Besos!

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  4. No conocía a la autora, pero el libro tiene muy buena pinta. Me lo apunto.
    Un abrazo y feliz resto de semana.

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    1. Es que, aparte de este libro que acaba de salir al mercado, solo tenía un poemario publicado. ¡Además es muy jovencita! Me alegro de que te haya gustado.
      Abrazos.

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  5. ¿Tú crees que alguien de veintipocos puede ponerse en la piel de alguien de cuarenta o cincuenta? Yo tengo serias dudas. Pero alguien con una prosa bonita, elegante y creativa siempre me gana. Quizás algún día me anime. Ahora que, la cubierta, con una sillas más rústicas de madera o mimbre y no de plástico, hubiera quedado fetén.

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    1. Coincido contigo, me llamó la atención que una autora tan jovencita se pusiera en la piel de alguien de cuarenta y tantos. Que por supuesto se puede hacer y puede quedar conseguidísimo, pero en este caso no me acabó de convencer. De todas formas te animo a leerlo y me cuentas. :) Lo de las sillas de la cubierta, de acuerdo también.
      Besos.

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    2. La tengo presente, pero la cola de pendientes está cogiendo proporciones épicas. Seguimos en contacto.

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    3. Ay, no sabes cómo te entiendo...

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